Gerardo Raynaud
Acueducto de Cúcuta en El Pórtico. Década del 50.
Desde el mismo momento de su reconstrucción, quienes la tuvieron a su
cargo, fueron conscientes de la necesidad de abastecerla del preciado líquido y
por ende, estuvieron prestos a diseñar las fórmulas que permitieran su llegada
a las diferentes viviendas por toda la ciudad.
Para ello se plantearon las primeras alternativas que fueron las llamadas
tomas públicas, que tomaban el líquido del Pamplonita en las cotas altas, al
sur de la capital y se distribuían de manera equitativa a lo largo y ancho de
la zona habitada, sin dejar prácticamente ningún barrio sin suministro.
A medida que la ciudad fue creciendo y las viviendas fueron alejándose de
los puntos de conexión y la demanda de agua tratada se hizo ineludible, fueron
apareciendo particulares que la ofrecía; casos como los acueductos Lara y
Moreno que durante años prestaron este servicio a urbanizaciones como la Olaya
Herrera, se integraron posteriormente a la nueva red.
Desde 1938 y por iniciativa municipal, en ese entonces en cabeza de Joaquín
Ramírez, se propuso la construcción de un nuevo acueducto que surtiera de
“agua cristalina” a todas las casas de la ciudad.
Durante nueve años, con la ayuda del gobierno central que giraba
periódicamente algunos recursos, finalmente se pudo inaugurar y dar al servicio
en 1947 el Acueducto Moderno. El constructor de la obra fue el ingeniero Emilio
Gaitán Martín, cucuteño por adopción, quien además, contó con la colaboración
de los ingenieros Jorge E. Rivera en su calidad de interventor y Roberto Cadena
Pérez, delegado del Ministerio de Higiene, quienes constituyeron el equipo que
hizo la entrega, dentro de los términos que fueron estipulados por la
administración.
Pero esta crónica, no trata de describir la obra como tal, sino de mostrar
las circunstancias que rodeaban los proyectos, en esas épocas donde los
trabajos se hacían con poca visión de futuro pero con la conciencia que debían
perdurar por muchas generaciones.
Los estudios de ingeniería para la construcción de la planta de
purificación fueron adjudicados a una compañía americana, que los entregó
debidamente diligenciados en todos los aspectos técnicos y que se le dio el
nombre de Proyecto Bunker.
Estos estudios previos solo concernían los aspectos físicos, estructurales
o internos, de manera que el resultado final fuera ajustado a las necesidades
del momento, pero poco se tenía en cuenta el crecimiento y las condiciones
dentro de las cuales actuarían las variables exógenas que en muchos casos
afectaban considerablemente el desarrollo de la actividad para la cual el
proyecto había sido elaborado.
Este fue caso del Acueducto Moderno, que a pesar de las buenas intenciones
que revestía, difícilmente pudo sostener el cometido, tal como fue planteado
desde el comienzo de sus operaciones, en razón de la falta de objetividad con
que se estructuró su administración.
El día de la inauguración, el presidente del Concejo, informó que “en
virtud del contrato de empréstito con el Banco Central Hipotecario, éste
organizará la administración del Acueducto”, sin embargo, en el informe
presentado por el ingeniero Cadena y a pesar de la exigencia de que “las
Empresas Públicas de Cúcuta, en lo que se refiere al Acueducto, necesitan una
organización técnica desvinculada de la política municipal y por lo tanto del
Concejo”, esto no se dio y puede decirse que los problemas del acueducto
comenzaron desde el mismo día de su puesta en servicio.
Veamos algunas de las razones:
No se tenía conocimiento del número de instalaciones y aunque se estimaban
en unas siete mil aproximadamente, tampoco se conocía las dimensiones de las
acometidas que variaban entre un cuarto de pulgada hasta dos pulgadas. El
estado de la mayoría de los aparatos de control, como las válvulas, flotadores,
llaves, duchas, lavamanos e inodoros estaban en mal estado y permitía fugas y
desperdicios del orden de los 270 mil litros diarios, una cifra de por si
alarmante.
El Acuerdo que estableció las tarifas en base al avalúo catastral, el 15 de
1940, se había expedido sin las firmas del Presidente y del Secretario, de
manera que los cobros realizados eran ilegales, pero a pesar de ello se habían
recaudado más de $300.000 que fueron incorporados a los fondos del municipio,
sin haberse establecido una reserva que permitiera la ampliación, conservación
y mejora del servicio.
El más importante requerimiento que se le hizo a la administración, fue la
de proveer a todas las instalaciones particulares y públicas de medidores, pues
“de otro modo será imposible económicamente que la empresa del Acueducto pueda
suministrar agua tasada a los consumidores acostumbrados a malgastarla. Así
mismo ejercer control en las instalaciones oficiales que no pagan consumo.”
La última de las consideraciones y tal vez la más obvia era que la
instalación de los medidores debía hacerse de manera simultánea con la
terminación de la planta de purificación o por lo menos, con la puesta en
servicio de los decantadores.
De todas maneras, la inauguración se dio con la pompa acostumbrada. La
asistencia contó con la presencia del gobernador José Rafael Unda Ferrero, el
alcalde Jorge Hernández Marcucci y los concejales, el gerente de las Empresas
Públicas, el comisionado del Ministerio para recibir la obra, el doctor Daniel
Lobo Guerrero, los ingenieros Gaitán Martín, Roberto Cadena y Jorge Rivera,
periodistas y corresponsales y un grupo de distinguidas personalidades
encabezada por don Pedro Felipe Lara.
Recorrieron todas las dependencias y escucharon las exposiciones sobre el
funcionamiento que de las distintas unidades exponía el ingeniero Gaitán.
Invitados por el gobernador, los técnicos plantearon nuevamente sus inquietudes
sobre la importancia de darle al acueducto una administración seria y
alejada de toda injerencia política y lamentó que hasta la presente las
Empresas Públicas no habían hecho nada al respecto.
También se insinuó sobre las posibilidades de ensanche que debían tenerse
en cuenta, pues en el futuro inmediato se necesitarían por lo menos 60
kilómetros de tubería y la construcción de un gran tanque de almacenamiento en
la Circunvalación para abastecer algunos barrios del occidente.
Al parecer no hubo, entre los asistentes, mayor interés, pues años después,
ya en años de bonanza la situación del acueducto continuaba igual que en su
comienzo.
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