domingo, 3 de diciembre de 2017

1227.- EL ETERNO RETORNO



Justo Pastor Castellanos

Vía Abrego-Sardinata.




Vías de Santander ´así pintan´.



Norte de Santander está gravemente afectado por el síndrome del cangrejo: ´Da un paso adelante y dos para atrás´.



Nuestros audaces antepasados se inventaron el ferrocarril, montaron industria textilera y plantaron la del café, con las que forjaron el Departamento más próspero de Colombia.



Nacimos famosos en Villa del Rosario, pero la gloria nos quedó grande y a la vuelta de unos pocos años, perdimos la iniciativa y caímos en un profundo hueco, que no produce sino zánganos, de donde parece que no vamos a salir jamás.



Cuando cerraron el ferrocarril, con el que llegábamos al lago de Maracaibo y de ahí a los mares conctándonos con el mundo, automáticamente quedamos convertidos en unos gusano; en unos cangrejos que salen a buscar carroñas y regresaban a su roto.



Habíamos perdido el horizonte, la región empezó a languidecer y con el atraso comenzamos a llenarnos de envidia los unos con los otros, mientras los demás Departamentos crecían y se desarrollaban.



Antioquia se fortaleció  con los talleres de textiles que se llevó de Cúcuta, y Caldas y Risaralda se hicieron poderosos con la  pujante industria del café que nos arrebataron.



Y mientras nosotros aprendíamos a contrabandear y a pedirle limosna al gobierno central, que nunca no las dio, ellos construían amplias carreteras de doble calzada, factorías industriales y represas gigantescas como la de Guatapé para producir energía  y volverse poderosos.



Así mismo se tomaban las riendas del poder nacional con los Ministerios y las embajadas, que nos siguen negando por ser tan mediocres y serviles.



Todo se fue muriendo. Después vetaron a Cúcuta como puerto de embarque del café para favorecer a Caldas y nuestro sector cafetero sucumbió.



Pero el derrumbe fue más hondo. Cuando intentamos instalar un ingenio azucarero, los vallecaucanos boicotearon nuestro empeño, y con la insidiosa acusación de los costeños, que nuestro ganado era portador de fiebre aftosa, nos arruinaron otra de nuestras fuertes actividades.



Nuestros viejos paladines habían perecido y la clase emergente había nacido castrada y doblegada.



Hace ya cien años estamos clamando por una carretera para ir hasta Arauca, que llaman pomposamente carretera de la soberanía y nos han mamado gallo; hace otra centuria venimos soñando con una buena vía para ir a Ocaña y todavía estamos atascando y con los crespos hechos.



Pero también y como una triste ironía, a la esperanza de volver realidad la represa del Cínera, le pusieron una lápida con el nombre de Acueducto Metropolitano, para hundirla.



Siempre se repite lo mismo: Tenemos que regresar al roto como los cangrejos, para no despertar sospechas y para evitar que no nos tilden de venecos y nos nieguen la patria, porque los oligarcas de la sabana de Bogotá, encabezados por Juan Manuel Santos, que son los que mandan, nos odian a muerte.



Tan profunda será la inquina que nos tienen, que se pusieron de acuerdo secretamente con Nicolás Maduro para cerrarnos la frontera.



Vaya a usted a Sardinata, asómese por Lourdes, viaje hasta Arboledas, dese una vuelta por el municipio del Carmen y sufrirá quinientos trancones y un millón de baches en las carreteras.



Y por favor, si se ´arrecha´ no vaya a invocar a la mamá de ´Wilmer Carreteras´ porque es una falta de respeto con la digna señora, mejor pregúntele a los haraganes de la Corte Suprema, que pasó con los expedientes que tienen en curso el escurridizo representante a la cámara, por Las platas para las carreteras que se extraviaron estando en sus manos.



Después dese una vuelta por la zona cafetera, por Bucaramanga y por Medellín para que aprecie viaductos espectaculares como los de Europa que dan gusto e invitan a pasear y disfrutar del paisaje.



Y por Dios no los compare con sus miserias, porque le da coraje y la rabia le puede ocasionar un infarto.



Lo indicado para cuando vuelva a aterrizar, es que se vista de luto y le pregunte a sus gobernantes donde enterraron la casta, el orgullo y el valor, para que vaya acongojado a su panteón a llorar y a dolerse de su muerte.



Y asómbrese con estas verdades;  en el pasado de que hablamos no existía siquiera una universidad en la región. Hoy hay una docena y diez mil científicos con títulos académicos, pero escasea la materia gris y la imaginación.



Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

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