Gerardo Raynaud
Tal era el título de una de las columnas más leídas en el principal diario
de la Cúcuta de mediados del siglo pasado.
Escrita en el estilo de la época, irónico, satírico y mordaz, su autor no
perdía oportunidad para escribir sobre los más variados temas y despotricar de
cuanto sucedía en la política y las administraciones locales y regionales.
Aprovechaba además, su particular estilo para promocionar actividades
económicas, culturales y sociales, que dado su alto índice de lecturabilidad,
le solicitaban colegas y líderes comunitarios, en momentos en los que las
divulgaciones de dichos eventos eran bastante precarias.
La columna era de publicación diaria, así que sus notas era la comidilla
habitual en los tradicionales corrillos que se reunían en las cafés del centro
de la ciudad, donde se trataba de lo divino y lo humano, se arreglaban
entuertos y se intercambiaban uno que otro chisme.
En esta ocasión y aprovechando las circunstancias del momento, me permitiré
extractar de sus columnas algunos magníficos apuntes, muchos de los cuales
tuvieron comentarios discrepantes, según el interés de quien los leyera,
veamos.
Por esos días, lo más comentado entre los pobladores de esta calurosa urbe,
era el proyectado nuevo aeropuerto de la ciudad, dado los inconvenientes que se
habían presentado con los dos anteriores, siendo el primero –el de Los Patios-
cerrado por sus adversas condiciones de seguridad y el segundo, el de San Luis,
por razones similares pero además, por su condición de aeropuerto privado, de
propiedad de la aerolínea LANSA.
En esta ocasión, el nuevo aeropuerto fue un proyecto presentado, promovido
y auspiciado por el senador Peñaranda Yáñez, el más popular y decidido político
de esos años, a quien nuestro columnista le dedica su escrito en los siguientes
términos, con el título de ‘El otro aeropuerto’:
“Según carteles murales fijados ayer en la ciudad, la tenacidad aragonesa
del senador Peñaranda Yáñez logró sacar avante una de sus más acariciadas y
formidables aspiraciones, al servicio de la ciudad, dar comienzo a las obras
del nuevo aeródromo, cuya necesidad resultaría necio encarecer y por cuya
realización tanto se ha hablado y escrito en este medio de suyo tan locuaz,
pero por contraste tan poco ejecutivo.
Los trabajos comenzaron a la una de la tarde de ayer, con entusiasmo y
bríos que presagian su pronta culminación, bajo la mirada vigilante y la
infatigable dedicación del doctor Peñaranda Yáñez.
Lo que significa para Cúcuta la construcción del nuevo aeropuerto, está al
alcance de las más cerradas entendederas y no necesita sonoros ditirambos para
que se destaque en su justo valor ni para excitar el agradecimiento público
hacia el ciudadano eminente que ha emprendido la empresa romana de cambiar la
pueblerina fisionomía de la urbe, sin esperar como recompensa distinta de la
íntima satisfacción del deber cumplido.”
En otra oportunidad, enfocó su discurso a favor de la salubridad pública,
en razón de las dificultades que venían presentándose por el uso indiscriminado
de las aguas de la toma pública y la falta de acciones para su
mantenimiento.
Sobre el tema y las decisiones que debían tomarse por parte de la Dirección
de Higiene de entonces, entidad que tenía a su cargo dicha responsabilidad,
escribió lo siguiente, con el título de ‘La toma pública y la salubridad’:
“Como solución al problema que se le venía proporcionando a la dirección de
higiene con el estado desastroso de la llamada toma pública, ya congestionada
por las inmundicias y atorada por el barro, los burros muertos y los derrames
sucios, el doctor Alcibíades González dictó una resolución ordenando la
limpieza del caño por la persona a quien correspondiera hacerlo.
Pero había necesidad de definir quién sería esa persona o entidad llamada a
cumplir tal fin. Y a eso se presentó al Concejo, en su sesión de antenoche, con
tan buen éxito, que el cabildo se dirigió a la Junta Administradora de las
Empresas Públicas Municipales para que se acometa esa limpieza por su cuenta.
También se dispuso clausurar todo contacto entre la casas y edificios para
uso de la toma, por medio de paredes que tendrán una salida al muladar con
puerta y candado, cuyas llaves mantendrá en su poder la Dirección de Higiene
para efectos de libre acceso de sus empleados e inspectores.”
Para finalizar esta crónica, mencionaremos dos notas económicas citadas en
su columna.
Una sobre la asistencia de los directivos de Fenalco al Congreso Nacional
del año en mención, el primero al que asistían los recién nombrados dignatarios
del gremio y otra, sobre la respuesta de Avianca a una queja de los habitantes
de la ciudad. Veámoslas.
“Con motivo de la conferencia de la Federación Nacional de Comerciantes que
se reunirá en Bogotá el lunes próximo, salen hoy por vía terrestre los
delegados del comercio cucuteño, afiliados a la institución, don Aristóbulo
Verjel y los doctores Francisco José Faillace y Fernando Gómez Rivera; mañana
por vía aérea saldrá don Nicolás Colmenares.
Parece que en la conferencia se tratarán asuntos de notoria trascendencia
para el comercio nortesantandereano, en una situación especialísima por su
condición fronteriza, el intenso intercambio con la fuerte plaza de Maracaibo y
lo mucho que tiene que ver la influencia de la moneda del vecino país aquí, en relación
con el alto costo del ganado venezolano. Deseamos a los delegados del comercio
cucuteño, muchos éxitos en la conferencia que se va a suceder en la capital.”
En ‘La respuesta de Avianca al comercio’ dice a continuación:
“Con ocasión de los telegramas de algunos comerciantes de la ciudad para el
doctor Jorge Restrepo Hoyos, presidente de Avianca, en relación con la demora
en el despacho de su carga destinada a Arauca y los perjuicios por ellos
sufridos, llegó ayer a la ciudad un avión que permanecerá aquí el tiempo
suficiente para descongestionar esa vía, amén de que la poderosa empresa se
propone en adelante mantener expedita esa ruta de sus servicios.”.
Recopilado
por: Gastón Bermúdez V.
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