sábado, 16 de diciembre de 2017

1233.- ALIRIO RAMIREZ MOGOLLON, Promotor de las artes escénicas en N. de S.



Luis Arturo Melo



Nota de La Opinión.- Los títeres y los escenarios teatrales en Norte de Santander, hoy ya no cuentan con Alirio Antonio Ramírez Mogollón, uno de sus exponentes y quien era conocido en el mundo artístico como Trapitos, nombre que adquirió en los años 80 durante la adecuación de una escenografía, por un aspecto desarreglado y vestimenta llena de pintura de esta locación.

A sus 57 años, una enfermedad lo venía aquejando, pero su amor por el arte, las risas y los aplausos le impedía retirarse de los escenarios, solo hasta el 5 de junio de 2017, tras su paso por cuidados intensivos, se conoció su deceso en un centro médico de Cúcuta.

“Trapitos”, quien se formó en el Instituto de Cultura y Bellas Artes de Cúcuta, contaba con más de 30 años de actividad artística, especialmente en comunidades vulnerables, impulsando campañas en valores y convivencia por medio de los títeres.

Fue cofundador de uno de los primeros grupos independientes de títeres de teatro, conocido como “Títeres Periquito Periquín”, fue el primer director de la Casa de Cultura El Tarra y, en los últimos años, se desempeñó como gestor y promotor de las artes escénicas del departamento. La Gobernación de Norte de Santander y la Secretaría departamental de Cultura, lamentaron profundamente su fallecimiento.


Me hice amigo de Alirio en los años ochenta, era trabajador de la empresa de Acueducto y Alcantarillado de Cúcuta y yo asesor jurídico. La carga prestacional de 650 trabajadores era asfixiante.

Nos trazamos la estrategia de conciliar los dos intereses y pasé al lado de ellos en el manejo del Derecho colectivo. Fue la persuasión más larga en la que me he visto envuelto, con dos líderes sindicales a quienes en esta misma columna les rindo el tributo que se merecen Edgar Patiño Antúnez y Martín Alarcón.

A los diez años los abandoné por razones de estudio y de trabajo fuera de la ciudad. A mi regreso, la conciliación de intereses dio fruto y se llegó a la solución actual que transformó la empresa industrial de acueducto y alcantarillado en EIS CUCUTA SA ESP con la acertada visión de Ramiro Suárez Corzo, algunas de cuyas ideas a esta hora han sido burladas.

Alirio, a quien cariñosamente llamábamos Trapitos era un romántico soñador de esa izquierda silvestre que espontáneamente florece en el yermo colombiano.

Teníamos unas afinidades de amistad que se desenvolvían en derredor de Luis Bernal y Carlos su hijo, inmolado por esta violencia atroz que ha desangrado a Colombia desigualando y excluyendo a los de abajo como en la novela mejicana.

Y de esas amistades que tenían multiplicador, surgía esa característica unidad y solidaridad clandestina que se desahoga en el arte, en el humanismo, en la filosofía y en la docencia. Trapitos era un autodidacta integral, agresivo y librepensador, que en el instante de defender sus convicciones, se transformaba en el energúmeno más decente que en mi vida he conocido.
  
Entraba como Pedro por su casa por varios claustros universitarios de la ciudad, especialmente a la jornada nocturna de la Universidad Libre y a veces en mis asignaturas encargadas era el más severo contradictor sin ser alumno, sobre todo en la de ciencia política de los primeros años. Hubo un periodo en que su asistencia era mejor que la de los matriculados, en la época que Carlos Bernal era nuestro estudiante preferido.

Nunca ocultaron su militancia, ni los objetivos de su causa, en momentos en que arreciaron los embates de la reacción de fin de siglo y de comienzos del presente y que culminó con el sacrificio de Carlos.

Pero Trapitos, que era un ser inerme, tenía una devoción meticulosa por la historia universal, por temas específicos como la Revolución de octubre y la Mejicana, que yo siempre he presumido de manejar por el sabor latinoamericano de las frustraciones y de las decepciones.

Trapitos conocía hasta los corridos y con quien alternaba hasta los “tarariaba”. Me sorprendió su muerte, pues día por medio hablábamos a la entrada de la EIS. Hacíamos un hueco, pues charlábamos hasta una hora.

Un día me preguntó  sobre el llamado teatro arena brasilero y me corchó. Lo mismo que con algunas preguntas históricas cuando entrabamos en clase a los temas de los socialismos utópicos de Luis L´eblanc, de Proudhom, de Owen, de Fourier.

Ya entre amigos me trataba duro a veces, diciéndome neoliberal y reaccionario disfrazado de marxista. Pero como todo lo arreglaba con sonrisas, archivábamos la disputa y seguíamos la amistad.




Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

No hay comentarios:

Publicar un comentario