Antonio
García-Herreros Unda (Sabatina Nº 27, agosto 1983)
´Rafael da mucha guerra´ era la queja que le oía a mi
madre durante la niñez y la juventud del padre García-Herreros.
(…) En casa era orden inquebrantable, infrangible,
inexorable, impostergable, como todas las órdenes de mi padre, que debíamos
estar en la casa a más tardar a las seis de la tarde, a la hora de la comida; inmediatamente
después nos mandaban a acostar… A orinar en la mata de uvas y a acostarnos.
Rafael se había ido con Víctor González Berti a elevar
una cometa en la Piedra del Galembo y llevaron una cometa polígona de más de
tres metros. Estaba en manos de Rafael la gruesa cuerda, y muy elevada la
cometa, que rugía con el ¨bramador¨, cuando Rafael soltó la cuerda y salió
corriendo cerro abajo, hasta llegar a la casa asfixiado cuando el reloj campaneaba las seis de la tarde.
La cometa, la más grande que se había construido en el
barrio, se perdió ante la impotencia de Víctor González que la vio alejarse y
cabecear en lontananza sin poder rescatarla.
Nosotros éramos vecinos de los Hernández y las dos
casas colindaban por los solares por donde pasaba la toma pública. En la toma
se bañaba Carmen Hernández con ´chingue´ de una popelina roja con floretes
negros que se pegaba a su escultural cuerpo. Yo me confesaba con el padre
Santamaría cada vez que la miraba ´enchingada´.
Rafael y Pedro Hernández inventaron un ¨cable aéreo¨
como de cincuenta metros, amarrado al Mango de los Hernández y al Guásimo de mi
casa, que pasaba dos metros por encima de las paredes.
En ese lazo iba colgado de una polea un cajón que nos transportaba del Mango al Guásimo y del Guásimo al Mango. Yo llevaba ´atuchada´ a Solita Hernández, quien era una niña y la metía al cajón.
En ese lazo iba colgado de una polea un cajón que nos transportaba del Mango al Guásimo y del Guásimo al Mango. Yo llevaba ´atuchada´ a Solita Hernández, quien era una niña y la metía al cajón.
´Rafael da mucha guerra´ no se ha matado con esa
indormia porque Dios es muy grande´ decía mi madre.
En 1924 entró al Seminario de Pamplona regentado por
los padres Eudistas, llegados a Colombia en 1883. Un día el padre superior le
pidió a mi padre que ´mandara por Rafael porque no lo resistía´. Mi padre viajó
a Pamplona y le advirtió a Rafael que ´si no quiere estudiar lo meto al
cuartel´.
Rafael aprendió varios idiomas, se graduó en Filosofía
en la Universidad Gregoriana de Roma y en Sociología en Friburgo, Suiza, y fue
profesor en varios seminarios regentados por Eudistas.
Un día, por iniciativa propia, fue al colegio Gremios
Unidos cuando era hasta pecado caminar por ese andén, y le propuso al rector
que le dejara dar clases de religión a fin de que el párroco levantara la
prohibición y ganara la ciudad un buen colegio, pero solo consiguió el discurso
del párroco por tan insólita visita.
´Es que Rafael da mucha guerra´.
Cuando el conflicto con el Perú, le escribió al
general Alfredo Vásquez Cobo, ofreciéndose como voluntario, y le solicitó al
padre superior de los Eudistas el permiso correspondiente para viajar a
Leticia.
Se hizo los exámenes médicos, pero se malograron sus
deseos porque se hizo la paz antes de que llegara el permiso solicitado.
Otra vez lo acompañé hasta La Gabarra, sobre el río
Catatumbo, pues tenía la intención de subir en canoa hasta caño Brandy, donde
quedaba un reducto de motilones indómitos hasta entonces.
Yo no lo acompañé arriba de La Gabarra, por lo que
había oído a los colonos de Puerto Barco, que no se atrevían a subir por el río
desde allí, y porque jamás he sentido afición al heroísmo, ni al martirio, ni a
la santidad. Me he acompañado en la mediocridad como Manuel Vega Caicedo.
Como Rafael me ofreció volver ese mismo día, o por la
noche a La Gabarra, esperé hasta el otro día cuando regresé a Cúcuta y le pedí
angustiado al padre Jordán, que hiciera algo para buscar a Rafael.
El padre Jordán me comentó, ´Es que Rafael es muy
loco´.
Recopilado por: Gastón Bermúdez V.
Recopilado por: Gastón Bermúdez V.
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