La Opinión
Con una
fachada normal de la época, pasa inadvertida, no deja imaginar su interior. Los
últimos años fue compartida por una academia de música y pintura.
Una de las estructuras clásicas de Cúcuta, el Club
Colsag, que era frecuentado por comerciantes, empresarios, políticos y
periodistas, para "arreglar el país”.
Los arcos son un
símbolo de la arquitectura republicana, que conservan algunas viejas casas de
la ciudad.
Era la Cúcuta pujante de los primeros años del siglo
pasado, con su tranvía y su ferrocarril que surcaban las calles mientras se
erigían edificaciones ahora centenarias. En la avenida cuarta entre calles 13 y 14 estaba la estancia del
industrial Tito Abbo Jr.
Y allá por los años 60, dicha edificación fue
adquirida por la sociedad Club de Oficinistas Colsag, adonde trasladaron su
sede social.
Imagen del patio interior
Pasaban los años y el
lugar de distracción de muchas familias del círculo de los trabajadores
petroleros y artesanos de Gremios Unidos seguía su curso en una ciudad en pleno
desarrollo.
Treinta y cinco años después, desde cuando ingresó a
trabajar como administrador, José Gélvez Gamboa, nacido en Durania y más
conocido como “Cheo”, rememora con un poco de nostalgia algunos aspectos de lo
vivido dentro de esa amable casona, construida en tapia pisada, con columnas de
cascarillo y techos con pardillo, caña brava y teja de barro.
“Cheo” comenta
orgulloso cómo en los años 90 vendía 100 almuerzo diarios; y que en los fines de
semana, el fuerte eran las famosas hamburguesas, el mute y los pasteles.
Además, lo que más recuerda son las tertulias de la
noche; el Club Colsag lo frecuentaban comerciantes, empresarios, políticos y
periodistas, dice que allí se arreglaba el país, se “rajaba” de todo el mundo
pero que lo dicho, no se le sostenía a nadie.
Alberto Santaella,
Gastón Bermúdez y Hugo Espinosa
Quienes allí asistían diariamente disfrutaban también
de los juegos de billar y pool, lo
mismo que los de mesa como el dominó y de cartas, el póker y ajiley, entre
otros.
Y qué decir de las sanas vespertinas bailables de los
domingos con la orquesta de Manuel Alvarado, con el rígido horario de 2:00 a
6:00; además, los socios podían llevar invitados, pero tenían que pagar
dos pesitos por persona. “¡Ah! tiempos aquellos que no volverán”, dice “Cheo”,
el último y más antiguo de los empleados.
Hugo ´Pretérito´
Torres, Gastón Bermúdez, ´Flecho´ Hernández, ´Kiko´ Blanco, ´Pipo´ Gómez,
Vinicio Esquivel, Eduardo ´Pollo´ González, ´Pipa´ Fuentes.
Los directivos del
Club Colsag informaron que debido a serias dificultades económicas que no
pudieron superar su iliquidez, deudas como el predial y otras contraídas, además de
las difíciles condiciones estructurales, dicho centro social no va más en este
inmueble; fue vendido y será refaccionado porque se pasará de la diversión a la
educación, ya que la Universidad Simón Bolívar es la nueva propietaria de esta
antigua edificación.
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