domingo, 28 de enero de 2018

1253.- EL PADRE GARCIA-HERREROS SIGUE VIVO EN SU OBRA



El Espectador


Hace 25 años, un 24 de noviembre de 1992, mientras se realizaba el Banquete del Millón número 32 en el Hotel Tequendama, falleció en Bogotá el sacerdote que a través de la comunicación demostró al país que la compasión y el trabajo son los verdaderos pilares de la paz. Su obra es un legado.

“Llevó una vida sencilla y generosa. Lo que recibía lo daba a los que lo necesitaban. Una vez fui de viaje y como él me había contado que solía pintar cuando era joven, le llevé una caja de óleos de colores.

Semanas después le pregunté: Padre, ¿cuándo va a comenzar a pintar? Y me respondió: “Excusas, ya la regalé”.

El recuerdo es del sacerdote Diego Jaramillo, director de la Corporación Minuto de Dios el evocado es el padre Rafael García Herreros, fallecido hace 25 años, después de una generosa vida dedicada a consolidar una obra que hoy sigue siendo ejemplo de auténtica construcción de paz.

Hasta el último de sus días, a los 83 años, el padre García Herreros estuvo pendiente de que el corazón de los colombianos se volcara hacia los humildes. Falleció el lunes 24 de noviembre de 1992, en momentos en que en otro punto de la ciudad se desarrollaba la trigésimo segunda edición anual del Banquete del Millón, un evento que él se inventó en 1961 para que los más pudientes pagaran ese precio por una taza de consomé y un pedazo de pan, acto simbólico de solidaridad con los pobres. Ese fue el capítulo social de su legado. Su obra es mucho mayor y la Corporación Minuto de Dios da testimonio de ella.

Nacido en Cúcuta en enero de 1909, Rafael García Herreros fue el tercero de siete hijos del hogar constituido por el general Julio César García Herreros y su esposa, María Unda.

De su padre heredó la disciplina y el emprendimiento; y de su madre, los valores que permitieron que encontrara su vocación religiosa: la compasión y amor por los necesitados. En agosto de 1934 fue ordenado sacerdote, luego pasó por los seminarios de Santa Rosa de Osos y Jericó en Antioquia, Pamplona, Cartagena y Cali no sólo fortaleciendo sus condiciones de teólogo, sino también sus dotes como educador en filosofía y lenguas clásicas (latín y griego).

Esas dotes personales y profesionales derivaron también en una personalidad afecta a la comunicación oral y escrita. De hecho, hasta su muerte, el padre García Herreros siempre tuvo tiempo para leer y escribir. Devoraba textos en castellano u otros idiomas y le encantaban los cuentos.

De manera dispersa, “se han publicado más de 200 relatos suyos”, recuerda su sucesor, el sacerdote Diego Jaramillo. Además, dejó varias obras de teatro, perfiles con vidas de santos, crónicas de viajes u oraciones. Una faceta intelectual que igualmente explica por qué en el desarrollo de su obra fue determinante su visión periodística.

En 1946, cuando la radio empezaba su ciclo estelar, en una emisora de Cartagena se inventó el programa La hora católica, y cuatro años después, El Minuto de Dios, que empezó a retransmitirse en Cali, Medellín y Bogotá. Pero en 1954 llegó la televisión a Colombia y García Herreros entendió que era el momento de expandir su idea radial hasta la pantalla chica. Por eso, en enero de 1955, cuando la televisión apenas nacía -llevaba siete meses-, realizó la primera transmisión de su programa. “Hoy lleva 62 años al aire y algunos dicen que puede ser uno de los más antiguos del mundo”, recalca el padre Diego Jaramillo.

Cuando surgió sólo había un canal de televisión en el país, de tal modo que, a partir de ese momento y durante 38 años, los colombianos se acostumbraron a verlo y escucharlo con sus mensajes. Cuando murió en 1992, pasó a hacerlo el padre Diego Jaramillo, quien cumple 25 años refrendando este testimonio de fe que concluye con una frase que muchos saben de memoria: “Dios mío, en tus manos colocamos este día que ya pasó y la noche que llega”. La breve plegaria de un sacerdote eudista que, cuando conoció la radio y la televisión, asumió que iba a ser la base de su labor social.

“Esa frase es una oración para la noche. En ella damos gracias al señor por el día de trabajo que está culminando y ponemos en sus manos el día que llega. La repito porque invita a la gente a orar”, afirmó el padre Diego Jaramillo, quien recuerda que, cuando salió al aire el programa El Minuto de Dios, García Herreros recibió un patrocinio de $1.500, que repartió equitativamente entre tres familias pobres que llevó al espacio de televisión. Al cuarto día, una mujer lo buscó y le dio otros $1.500. Desde entonces nunca faltó quién ayudara para que esos 60 segundos germinaran.

Gracias a esas donaciones no sólo el programa se sostuvo, sino que se beneficiaron cientos de familias de escasos recursos. Y en esa tarea, detrás del consejo a cada familia para que no se gastara lo recibido en necesidades cotidianas, despuntó la idea de que esos capitales se usaran para comprar terrenos en los que esas mismas familias fueran construyendo sus viviendas.

Y como al sacerdote eudista le gustaba caminar meditando, alguna vez pasó por un tugurio que después transformó en ocho viviendas. Después contó en su programa cómo y con quiénes lo hizo, y no demoraron las respuestas.

En menos de una semana el filántropo Antonio Restrepo Barco le regaló una fanegada de tierra al occidente de Bogotá y otro acreditado hombre de negocios aumentó la dádiva. Esas fueron las primeras piedras para la construcción del barrio Minuto de Dios, diseñado voluntariamente por un arquitecto que también se sumó al proyecto.

Las primeras tres casas se entregaron en abril de 1957. Después vinieron más, hasta que se fue armando el barrio. Pero como García Herreros entendía que faltaba un componente educativo, para 1958 estaba listo el colegio.

Hoy son 18 colegios de bachillerato y siete jardines infantiles, tanto en Bogotá como en otras ciudades, a los cuales acuden cerca de 25.000 estudiantes. Eso sin contar la Universidad Minuto de Dios, creada en 1988. En la actualidad, esta entidad de educación superior se encuentra en 42 municipios y brinda educación a más de 75.000 alumnos.

Una obra a la que se fueron sumando a través de los años en el Museo de Arte Contemporáneo en 1966, el teatro en 1971, y obviamente la parroquia San Juan Eudes, el mismo barrio que regentó hasta su deceso Rafael García Herreros.

De manera paralela, como su incursión diaria en la televisión lo volvió famoso y las caricaturas, imitaciones o referencias a su vida y obra se hicieron permanentes, él transformó ese reconocimiento público en otra idea para ayudar a los desprotegidos.

El 25 de noviembre de 1961, en el Hotel Tequendama de Bogotá, convocó a expresidentes, empresarios, ministros, autoridades civiles, militares y diplomáticos, entre otros, a la primera edición del Banquete del Millón. Desde entonces, ya son 57 años consecutivos de un evento social que se ha replicado con éxito en Nueva York, Los Ángeles y Miami.

De manera apropiada, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) lo calificó como un modelo de erradicación de la pobreza. No sólo el banquete, sino el barrio, el museo, el teatro, la universidad, los colegios, la obra del sacerdote Rafael García Herreros que también se extendió a zonas afectadas por desastres naturales. Como a Lérida, Guayabal y Chinchiná, tras la tragedia de Armero en 1985; el apoyo a las víctimas de deslizamientos en Villa Tina (Medellín) o la creación de la Fundación Eudes, en la que se atienden a personas afectadas por VIH y sida.

La extensión de este artículo no alcanza para pormenorizar el legado social que dejó el sacerdote cucuteño a Colombia, eso sin mencionar los momentos en que decidió apoyar los procesos de paz y reconciliación que intentaron alejar del país al monstruo de la violencia.

Su recordada intervención para que Pablo Escobar Gaviria cesara su terrorismo y fuera a una cárcel en 1991, fue apenas la más notoria de esas contribuciones.

Un año después su vida se apagó y la noticia dejó pensando si no era un compromiso para quienes a esa hora asistían al Banquete del Millón.

Su ausencia ya va por un cuarto de siglo, pero en el barrio que fundó, en la universidad que cada día tiene más alumnos o en las decenas de proyectos sociales que la corporación Minuto de Dios desarrolla, su imagen y recuerdo siguen vigentes. Cada noche lo ratifica el padre Diego Jaramillo en televisión, cuando difunde mensajes que lo rememoran sin nombrarlo. 

En la actualidad, en el interior de la Iglesia, se promueve su beatificación, que Jaramillo defiende en una frase: “Fue un gran comunicador que encontró la forma de divulgar la palabra de Dios y hacerla obra”.



Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

viernes, 26 de enero de 2018

1252.- NORTE SUB14 CUARTO EN NACIONAL DE BALONCESTO



Jeider Rúa Giraldo


En el último encuentro, el conjunto de baloncesto no pudo contar con una de sus estrellas, Harold Escobar.

La única intención era llevarse por segunda vez consecutiva el título de campeones nacionales de baloncesto, que alcanzó el año pasado la hoy Selección sub 14 de Baloncesto de Norte de Santander.

Pero como ya había anunciado el director deportivo de la Liga, Rudys Gallo, las piedras en el zapato serían las selecciones de Bogotá y del Valle. “Son selecciones que se caracterizan por una gran altura. Y Valle es un equipo que corre mucho, muy físico”, dijo en su momento Gallo. 

En esta edición, Valle le arrebató el cupo a la final a los rojinegros, al coronarse líder del grupo, lo que llevó a los de Norte  de Santander a disputar el tercer puesto, ayer, ante Chocó. 

De la disputa, tampoco salieron bien librados, por lo que se quedaron finalmente con un guerreado cuarto lugar, en un torneo que recogió a los mejores baloncestistas del país en la categoría Sub 14. La experiencia quedó.

La competencia

El torneo nacional se disputó desde el  viernes 22 de septiembre hasta el 30 de septiembre de 2017, en  Quibdó (Chocó), y contó con la participación de 15 departamentos, donde uno de los favoritos era Norte de Santander, que viajó a revalidar su título. 

Para los ocho días de competencia, los equipos se dividieron en dos grupos (uno de 8 y otro de 7), y para la gran final solo clasificaron los primeros conjuntos de cada grupo.

Norte hizo parte de los siete, y en la semana de competencia se enfrentó al Valle, Meta, Bogotá, Casanare, Cesar y Antioquia, en el llamado ‘grupo de la muerte’, donde Valle, Bogotá y Antioquia, eran favoritos.

En una lucha cerrada contra Valle por ser cabeza de serie, los motilones cayeron en la penúltima jornada, lo que los dejó en la segunda plaza. Chocó, en el otro grupo, hizo lo propio y le facilitó el otro cupo a Atlántico para la final.

En últimas, Valle cayó ante Atlántico con un marcador 82-78, mientras que en el duelo por el tercer puesto, Norte sucumbió ante Chocó 64-44.


“Aunque no me siento satisfecho con el resultado porque veníamos por un poquito más, entiendo que hay factores en los que tenemos que trabajar, que son los sicológicos, el manejo de las emociones. Este es un trabajo a largo plazo, se necesitan sicólogos deportivos, pero tenemos confianza de que eso se va a poder dar.  En torneos venideros los resultados van a ser mejores”, indicó al finalizar el choque contra Chocó, el entrenador de Norte de Santander, Orlando Guillent.

Doce jóvenes talentos de la región disputaron y dieron todo de sí durante ocho días. Entre ellos hay “tres proyecciones a talento” que sobresalen, estos son Harold Escobar, Camilo Vega y Dilan Chona. Los motilones, se han mostrado durante los últimos años como uno de los equipos con más proyección a nivel nacional.

Por el momento, los basquetbolistas esperan la convocatoria de la Selección Colombia, que competirá en el Campeonato Suramericano, en Maturín (Venezuela), a finales de noviembre de 2018. 



Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

martes, 23 de enero de 2018

1251.- EL PADRE GARCIA-HERREROS HABLA DE SU CUCUTA



Padre Rafael García-Herreros Unda
(Emisión de El Minuto de Dios, 17 de junio de 1983)

Padre Rafael García-Herreros

Está Cúcuta cumpliendo 250 años de fundada por doña Juana Rangel de Cuellar y permítame el país que yo, que soy nacido en Cúcuta, diga algunas palabras sobre ella.

Nací en un hogar cucuteño, de una de las familias más antiguas de la ciudad. Me crié allí en la escuelita de la hermana Rosalía. Jugué con todos mis coterráneos en la plaza de Mercedes Abrego dañando los jardines y bajando cocos.

Oí desde niño a don Elías Soto tocando en mi propia casa, las ´Brisas del Pamplonita´ donde él me enseñaba inútilmente música en compañía de mi hermana Matilde, escuché los versos de Pacho Morales y los poemas de Teodoro Gutiérrez Calderón los aprendí de memoria.

Me aprendí de memoria ´La bandera colombiana´. Oí los sermones encendidos, como los  de Savonarola, del padre Demetrio Mendoza y del padre Jordán. Leí muchas veces cuando niño las cartas del general Santander a mi abuelo don Manuel. Las tengo en mi casa. Me quedé extasiado mirando las palmeras del parque Santander y su estatua de bronce. El era mi pariente.

Subí a echar cometas en La Piedra del Galembo. Me bañé mil veces en los pozos del río Pamplonita. Me agarré a puño cuando niño con Virgilio Barco. Vi pintar muchas veces al genial pintor cucuteño Salvador Moreno. Recorrí todas las calles de mi ciudad en un pequeño caballo que mi padre me había obsequiado. Estuve mirando las excavaciones de los pozos de petróleo de mi tierra. Compré dulces de contrabando de Venezuela.

Oí muchas veces el relato del Terremoto de Cúcuta donde murieron muchos de mis antepasados. Me contó mi madre muchas veces todos los detalles del sitio de Cúcuta. Ella me relató lo que dijo mi abuela frente a la estatua de Santander cuando la ciudad estaba sitiada: ´Pariente, he ahí tu obra´.

Oí tocar al violinista de mi tierra, Angel María Corzo. Me bañé muchas veces en la toma sucia que pasaba por el solar de mi casa y colindaba con los Hernández. Comí los pasteles de Pacho, los arrequives de doña Corina, y pezuñas de cerdo de La Turra Petra.

Aprendí a leer en La Historia de Cúcuta de don Luis Febres Cordero, mi pariente. Me dio férula en mis manos infantiles, don Luis Salas Peralta, en la clase de aritmética.

Con sus padres y dos de sus hermanos

Estuve muchas veces enfermo de disentería, cuando niño, por comer almendrones que caían de los árboles. Me cuidó el inmortal médico de la ciudad, don Erasmo Meoz. Vi a doña Amelia Meoz construyendo hospitales y asilos para pobres. Vi a doña Teresa Andressen haciendo colegios y asilos para niños. Es decir que yo soy entrañablemente cucuteño.

Hoy a los 250 años de su fundación quiero saludar a esa ciudad y agradecerle su aire, su agua, su ambiente, sus estrellas, sus modales, su franqueza, su lenguaje, su visión bellísima de la patria y del cerro Tasajero, lleno de petróleo y su contemplación todas las noches del Faro del Catatumbo.

Quiero tributarle un homenaje a mi ciudad natal que se ha levantado sola, casi nunca ha sido ayudada seriamente por el gobierno central, aunque ella ha aportado las leyes de la patria con el general Santander y ha aportado una magnífica colaboración con sus hijos mejores.

Al conmemorar 250 años de su fundación, sepa el país que Cúcuta la silenciosa, la ciudad que es un bosque de árboles, la ciudad que le dio las leyes con Santander, es una ciudad de grandes valores, de una historia llena de poesía, de generosidad y de progreso.



Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

sábado, 20 de enero de 2018

1250.- NIÑEZ Y JUVENTUD DEL PADRE GARCIA-HERREROS



Antonio García-Herreros Unda (Sabatina Nº 27, agosto 1983)


´Rafael da mucha guerra´ era la queja que le oía a mi madre durante la niñez y la juventud del padre García-Herreros.

(…) En casa era orden inquebrantable, infrangible, inexorable, impostergable, como todas las órdenes de mi padre, que debíamos estar en la casa a más tardar a las seis de la tarde, a la hora de la comida; inmediatamente después nos mandaban a acostar… A orinar en la mata de uvas y a acostarnos.

Rafael se había ido con Víctor González Berti a elevar una cometa en la Piedra del Galembo y llevaron una cometa polígona de más de tres metros. Estaba en manos de Rafael la gruesa cuerda, y muy elevada la cometa, que rugía con el ¨bramador¨, cuando Rafael soltó la cuerda y salió corriendo cerro abajo, hasta llegar a la casa asfixiado cuando el reloj  campaneaba las seis de la tarde.

La cometa, la más grande que se había construido en el barrio, se perdió ante la impotencia de Víctor González que la vio alejarse y cabecear en lontananza sin poder rescatarla.

Nosotros éramos vecinos de los Hernández y las dos casas colindaban por los solares por donde pasaba la toma pública. En la toma se bañaba Carmen Hernández con ´chingue´ de una popelina roja con floretes negros que se pegaba a su escultural cuerpo. Yo me confesaba con el padre Santamaría cada vez que la miraba ´enchingada´.

Rafael y Pedro Hernández inventaron un ¨cable aéreo¨ como de cincuenta metros, amarrado al Mango de los Hernández y al Guásimo de mi casa, que pasaba dos metros por encima de las paredes.

En ese lazo iba colgado de una polea un cajón que nos transportaba del Mango al Guásimo y del Guásimo al Mango. Yo llevaba ´atuchada´ a Solita Hernández, quien era una niña y la metía al cajón.

´Rafael da mucha guerra´ no se ha matado con esa indormia porque Dios es muy grande´ decía mi madre.


En 1924 entró al Seminario de Pamplona regentado por los padres Eudistas, llegados a Colombia en 1883. Un día el padre superior le pidió a mi padre que ´mandara por Rafael porque no lo resistía´. Mi padre viajó a Pamplona y le advirtió a Rafael que ´si no quiere estudiar lo meto al cuartel´.

Rafael aprendió varios idiomas, se graduó en Filosofía en la Universidad Gregoriana de Roma y en Sociología en Friburgo, Suiza, y fue profesor en varios seminarios regentados por Eudistas.

Un día, por iniciativa propia, fue al colegio Gremios Unidos cuando era hasta pecado caminar por ese andén, y le propuso al rector que le dejara dar clases de religión a fin de que el párroco levantara la prohibición y ganara la ciudad un buen colegio, pero solo consiguió el discurso del párroco por tan insólita visita.

´Es que Rafael da mucha guerra´. 

Cuando el conflicto con el Perú, le escribió al general Alfredo Vásquez Cobo, ofreciéndose como voluntario, y le solicitó al padre superior de los Eudistas el permiso correspondiente para viajar a Leticia.

Se hizo los exámenes médicos, pero se malograron sus deseos porque se hizo la paz antes de que llegara el permiso solicitado.

Otra vez lo acompañé hasta La Gabarra, sobre el río Catatumbo, pues tenía la intención de subir en canoa hasta caño Brandy, donde quedaba un reducto de motilones indómitos hasta entonces.

Yo no lo acompañé arriba de La Gabarra, por lo que había oído a los colonos de Puerto Barco, que no se atrevían a subir por el río desde allí, y porque jamás he sentido afición al heroísmo, ni al martirio, ni a la santidad. Me he acompañado en la mediocridad como Manuel Vega Caicedo.

Como Rafael me ofreció volver ese mismo día, o por la noche a La Gabarra, esperé hasta el otro día cuando regresé a Cúcuta y le pedí angustiado al padre Jordán, que hiciera algo para buscar a Rafael.

El padre Jordán me comentó, ´Es que Rafael es muy loco´.



Recopilado por: Gastón Bermúdez V.