Orlando Carvajal (La Opinión)
Expertos coinciden en que la presencia de venezolanos se volvió caótica por
la falta de experiencia del país en migraciones masivas.
El fenómeno venezolano en Cúcuta nunca antes había atraído tanto la
atención como ahora. Por décadas, colombianos y venezolanos convivieron como
dos pueblos hermanos en una frontera que se extiende mil doscientos kilómetros.
El problema que se presenta hoy es que la presencia de un gran número de
ciudadanos del vecino país ya no es por un rato ni por un día en Cúcuta. Ahora
ellos vienen para quedarse, aunque tengan que hacerlo en parques o andenes.
Vienen –dicen- obligados por la crisis social y económica que sacude desde hace
dos años a Venezuela.
Para tener una idea de cuántas
personas ingresan a diario a territorio nacional por los puentes
internacionales Simón Bolívar, Francisco de Paula Santander o Unión, basta con estar un minuto parado en
cualquiera de esos pasos. En promedio diario ingresan, solo por el primer
puente, 37 mil personas.
El responsable de la migración en Colombia, Christian Krüger, afirma que en
Colombia hay 550 mil venezolanos, que llegaron en los dos últimos años con el
deseo de vivir aquí. De esta cifra, 290 mil son irregulares, es decir, que
entraron por las trochas o porque se les dio sello de ingreso y superó el
tiempo de permanencia, pero no han salido. Del total, solo en Norte de
Santander hay radicados 58 mil.
“Para un país sin historia migratoria, esta cifra es mucho”, dice Krüger.
Migración Pendular
Pero a diferencia de este tipo de migración de los que eligieron a Colombia
como destino, hay otra migración que se mueve de manera pendular entre Cúcuta y
Venezuela, y es quizá la que más está impactando a la capital nortesantandereana,
sostiene el funcionario.
“El venezolano no tiene los recursos
suficientes para alquilar una casa en Colombia y tampoco encuentra trabajo en
su país, y si lo encuentra no le alcanza para nada. Entonces lo que está haciendo es
arrendar un cuarto en San Antonio o Ureña, viven allá y vienen a Colombia a
trabajar cuatro o cinco días y lo que ganan les alcanza para vivir más de un
mes en su país, por eso llegan a esta frontera, muchos vienen a comprar comprar
productos básicos, alimentos; otros lo hacen por servicios de salud y
educación”, explica Krüger.
Pero hay quienes piensan que la gran cantidad de venezolanos que ingresan a
Cúcuta no es sinónimo de algo bueno. ¿A
qué vienen a diario a Cúcuta 35 mil personas?, se pregunta el secretario de Hacienda
del departamento, Martín Martínez.
El funcionario ha sido el único capaz de hablarle duro al Gobierno Nacional
sobre la Tarjeta de Movilidad Fronteriza (TMF) que se expidió para identificar
al venezolano de frontera en su paso hacia territorio nacional. “Ha sido el
peor error. Fue legalizar la informalidad en nuestra ciudad”, dice.
Martínez sostiene que lo que se hizo
con la TMF fue un acto de irresponsabilidad (del Gobierno Nacional), porque se
endosó al departamento un problema fronterizo. “Eso fue legalizar algo informal a nuestra ciudad y
con eso se está amparando más de uno”.
Pero no solo eso –agregó el funcionario- para nadie es un secreto que los
venezolanos que ingresan a Cúcuta lo hacen para bachaquear, es decir, vender
productos a menor escala, un litro de aceite, un frasco de salsa de tomate, la
mayonesa, y con esa utilidad se ganan 25 y 30 mil pesos y van a Venezuela para
volver luego al día siguiente. “Convirtieron a Cúcuta en ciudad de paso, pero
hay un problema mayúsculo: la inseguridad.
11 por ciento viene a delinquir
Según las cifras de la Policía Metropolitana, desde agosto de 2015 que se
cerró la frontera van capturados 789 venezolanos (57 en 2015, 235 en 2016 y 497
en lo que va del presente año) por delitos como porte ilegal de armas de fuego,
hurto a personas, hurto al comercio, tráfico estupefacientes, identidad falsa,
extorsión, secuestro y homicidio.
El secretario de Gobierno del Departamento, Edgar Pallares, aseguró, no
obstante, que este accionar delictivo de los vecinos venezolanos no superaba el
11 por ciento del total de delitos cometidos en Norte de Santander, es decir,
que no todos vienen a delinquir a Cúcuta.
Juan Carlos Cortés Arias, secretario
de Fronteras y Cooperación Internacional del departamento, sostuvo que aún no
se ha producido una respuesta contundente del presidente Juan Manuel Santos al
documento que la gobernación, los alcaldes de los municipios del área metropolitana y fuerzas vivas del
departamento le enviaron solicitando políticas y herramientas para solucionar
la atención a los migrantes venezolanos.
“No solo nos llegó la aftosa, sino enfermedades que ya las teníamos
controladas en Colombia, como el saram sarampión, varicela y la difteria”,
reveló Cortés. Sin embargo, el funcionario acotó que a los venezolanos se les
quiere como hermanos. “No podemos negar que de cada cinco familias en Cúcuta
tres tienen familiares en Venezuela.
Nosotros también fuimos en el pasado
a Venezuela en busca de mejor futuro y bienestar”. Para el sacerdote
scalabriniano Francesco Bortignon, director del Centro Migraciones de la
Diócesis de Cúcuta, en el primer año que estuvo cerrada la frontera y en el año y cuatro meses
que se permitió el paso peatonal entre ambos países, la situación para estas
familias de colombianos y venezolanos ha transcurrido en medio de la peor
crisis social que se recuerde.
Para él, la migración venezolana ha venido gota a gota. “Estamos hablando
de tres clases de personas, el venezolano puro, las familias mixtas (venezolano
y colombiano) y el colombiano que vivía desde hace años allá y que decidió o le
tocó volver”.
En su gran mayoría –dice-, son
familias jóvenes, con niños y con rasgos de hambre, que la han venido pasando
mal, pero son familias que vienen con ganas de trabajar, de conseguir un mejor
futuro acá.( este es el prototipo de las familias netamente venezolanas
o mixtas).
Para la sicóloga Alejandra Huertas, el venezolano que llega a Cúcuta y se
queda, o el que está de tránsito a otra ciudad o país, no lo hace por turismo,
en su mayoría vienen obligados por la crisis social y económica que se vive en
su país. “Vienen en busca de servicios y alimentos, y habrá quienes vienen para
quedarse, porque no se sienten seguros en su propio país y eso hay que
entenderlo y comprenderlo”, dice la profesional.
Niños, la prioridad
Los venezolanos que se acomodaron desde diciembre de 2015 en el barrio
Scalabrini de Cúcuta y otro grupo que pernocta en la cancha del polideportivo
de Sevilla, cuya cifra asciende a mil, todos tienen en común que migraron por la
crisis política y económica que hoy se vive en la patria de Bolívar.
Bortignon dice que la alimentación, salud y seguridad son los factores que
se han visto alterados tras la aguda crisis social que desató en Cúcuta luego
el cierre de la frontera.
Para Víctor Bautista, cabeza de la Dirección para el Desarrollo y la
Integración Fronteriza, “toda esta población entendemos que afronta grandes
dificultades, las personas no están saliendo por gusto del territorio nacional
en Venezuela, Colombia es consciente de esta situación y por eso se ha
concedido atención como en servicios de salud y educación.
Dijo que se está direccionando la atención, principalmente a los menores.
No se quiere que los niños estén en la calle en condiciones de
mendicidad.
El problema es inevitable, Pedro Durán - Sociólogo y exconcejal
de Cúcuta:
La migración venezolana es un problema inevitable.
Eso no significa que debamos
resignarnos a sufrirlo, sino que debemos aprender a gestionarlo, y si es
posible, a aprovecharlo.
El problema es inevitable porque según datos oficiales, dos tercios de los
migrantes tienen nacionalidad colombiana, bien porque nacieron en Colombia, o
porque son hijos o cónyuges de colombianos. Comola población binacional
residenciada en Venezuela supera los cuatro (4) millones, seguirá llegando en
un número cada vez mayor.
También es inevitable el paso de migrantes indocumentados. Si no se ha podido evitar ni siquiera entre
Estados Unidos y México, que tienen una frontera marcada por desiertos y
alambradas, menos podemos atajarlo en Cúcuta, una ciudad binacional
fronteriza con al menos cincuenta y dos trochas y tres puentes internacionales.
El problema llegó para quedarse. Hoy lo tenemos por cuenta del fracaso del
Chavismo. Dentro de quince años será por la incapacidad de Venezuela para vivir
en medio de un entorno tecnológico marcado por la transición del petróleo a
otras fuentes de energía.
La política migratoria local de los
próximos veinte años en Cúcuta, debe comprender estos cinco puntos:
1. Facilidades para la naturalización de hijos y cónyuges de colombianos
provenientes de Venezuela y subsidios con dineros municipales y nacionales.
2. IVA a la mitad. Como esto va para largo, y seguramente empeorará, deben
crearse beneficios tributarios que de verdad se sientan y ayuden a sostener la
economía de la ciudad.
3. En Cúcuta se requiere un gran centro de atención migratorio, con
recursos e infraestructura administrativa semejante a la que existe para la
población víctima del conflicto.
4. Algo más complejo, pero indispensable: desarrollar la capacidad de
adoptar el talento venezolano que está buscando nuevos horizontes. Esto es
perfiles científicos que puedan aportarle su talento a Cúcuta.
5. Seguridad. Más pie de fuerza, video vigilancia y patrullas.
‘Falta mano dura’, Jairo Pulecio - Director Nacional de Acopi:
No estoy en contra de la presencia de venezolanos en Cúcuta, siempre y
cuando ingresen legalmente y vengan con intenciones de competir sanamente, como
los empresarios. El problema de la migración es cuando es ilegal, porque se
compite deslealmente, porque nos encontramos con empresarios deshonestos que
contratan mano de obra ilegal y obviamente le pagan por debajo del precio
legal.
Esa migración nos trae delincuentes,
y esos generan xenofobia entre la población cucuteña, porque ya se escucha en
las calles expresiones negativas contra los venezolanos, como por ejemplo que son sinónimo
de peligro, cuando no es cierto, porque no todos vienen a Cúcuta a delinquir,
aunque no hay que ocultar que algunos lo hacen.
Mi posición es que hace falta mano dura en la frontera. Esta es permeable.
Se mueve mercancía y tráfico de humanos a ambos lados. El que pasa por los
puentes, bienvenido será, pero el que pasa por las trochas a nada bueno vendrá.
Angustia colectiva, Gladis Navarro - Directora Ejecutiva de Fenalco:
Cúcuta es mucho más allá de lo que aparentemente estamos viendo. No solo es
el tema social que nos impacta duro, sino el tema empresarial.
La situación es caótica y no puede
permear todas las instancias de las actividades. Esto se está convirtiendo en angustia colectiva,
gracias a Dios los organismos internacionales, como la Cruz Roja, hacen
presencia en la frontera.
Nosotros lo que queremos es que las autoridades tomen las decisiones que
tienen que tomar para que la formalidad prevalezca. Lo importante es que se blinde lo nuestro con decisiones administrativas,
las cujales competen al Gobierno Nacional.
Mire lo que está sucediendo con el contrabando. O queremos una ciudad
próspera y organizada, o no nos importa lo que está pasando. Este mensaje es
para la comunidad. Hay un sentido de responsabilidad de los cucuteños, de
entender que la situación es tan compleja y que no podemos seguir igual. La
historia nos está llamando a que seamos diferentes.
‘No a la xenofobia’, Carlos Luna - Presidente Ejecutivo de la Cámara de Comercio:
No se trata de generar xenofobia con nuestros hermanos venezolanos. Hay que
admitirlo: la migración llegó para quedarse.
Esta ciudad va ser inmpactada en el mediano plazo, en los próximos cinco años, porque el fenómeno va a continuar
independiente de la situación política y social de Venezuela.
Las ciudades cuando se presenta una migración terminan, a medida que pasa
el tiempo, absorbiendo muchas de las cosas positivas y negativas que llegan de
esa población, en el tema cultural, económico, demanda de servicios, etc.
Venezuela es una realidad económica
y social que está aquí. Será siempre una opción que no podemos cerrar ni
desechar.
Una propuesta que tenemos para los candidatos presidenciales es la creación
del Ministerio de Frontera, una entidad con autonomía presupuestal, que
entienda y tenga en cuenta el pensamiento de la gente y los líderes de
frontera.
Recopilado por: Gastón
Bermúdez V.
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