Orlando Clavijo (La Opinión)
Una tradición que mantiene la familia Marciales
Chaustre es realizar un pesebre gigante en su casa en honor a su hijo fallecido
en 1983, Humberto Marciales. Llevan 40 años en ese hábito en barrio Sevilla.
En el Norte de Santander, ¿desde cuándo oímos y cantamos villancicos,
hacemos el pesebre, la novena de aguinaldos y el árbol de Navidad, y empleamos
las luces decorativas navideñas?
Según lo que he averiguado en textos y hablado con personas de más de 90
años, este es el resultado:
Primero: el pesebre. Realmente, del año 30 del siglo pasado hacia atrás, el pesebre, como lo
conocemos hoy, con las imágenes de María, José, el Niño Jesús, la mula y el
buey, los reyes magos, el ángel anunciador, los pastores y las ovejas, no era
popular.
El año 1953 puede considerarse significativo en ese punto. Poseo un
documento de dicho año en que figuran dentro del inventario de los bienes de
una de nuestras parroquias tres pesebres. En los inventarios anteriores, desde
1939, no aparece pesebre alguno.
El comercio fue definitivo para masificarlo porque las fábricas se dieron a
producir los personajes de la Natividad y muchos más como bomberos, carros,
casas, aviones, policías, elefantes, jirafas, marranos, patos, enanos, peces,
etc., en un principio de “sololoy” y luego de diversas pastas y fibras, caucho,
cerámica, vidrio y resinas sintéticas. (La palabra “sololoy” procede del
material de los juguetes que llegaron de México, fabricados en “celluloid”, término
inglés que la gente del común convirtió en “sololoy”).
Segundo: la novena de aguinaldos. Es sabido que la novena que comienza así: “Benignísimo Dios, de infinita
caridad, que tanto amasteis a los hombres”, etc., vino del Ecuador.
La versión colombiana es obra de la madre María Ignacia, del colegio La
Enseñanza de Bogotá, a finales del siglo XIX. Ella le agregó los “gozos”. Dicha
religiosa se llamaba en la vida secular Bertilda Samper Acosta, por cierto,
pariente del ex-presidente Ernesto Samper.
En el año 1952, una imprenta de Medellín lanzó una edición popular.
La novena se rezaba en un principio en las iglesias y luego la práctica se
extendió a los hogares citadinos; en los campos se conocieron de último esta
serie de ritos navideños.
De los hogares, la novena de aguinaldos saltó a los centros comerciales, a
las oficinas públicas y privadas y a los parques.
Arbol de Navidad avenida Libertadores
Tercero:
árbol de Navidad. Aquí no hay
discusión en que se trata de una costumbre importada de los Estados Unidos. En
cuanto al año de su introducción a Colombia, las canciones nos dan pistas
seguras.
La primera canción es la célebre “24
Diciembre”, que se repite infaltablemente todos los años, en la versión
sempiterna de Lucy Figueroa, cuya letra empieza “Llegó diciembre con su
alegría, mes de parrandas y animación”.
Es una parranda paisa compuesta por Francisco el
Mono Gonzáles y grabada por primera vez en México por el dueto de Pepe y
Chavela en 1938. En una estrofa se dice: “Engringolados chicos y abuelos hacen
el árbol de Navidad”. ¿Qué significa esto? Que ya la costumbre gringa había
prendido.
De modo que podemos datar por esos años, alrededor
de 1938, la aparición en nuestro medio del árbol de Navidad.
Diez años más tarde, en 1948, el gran maestro José
Barros compone “Arbolito de Navidad”, hito que señala el arraigo por esa época
de la moda estadounidense.
Cuarto:
las luces de Navidad. Las referencias y
recuerdos se remontan a la mitad de la década de 1950, en que el comercio
también cumplió un papel fundamental en la ornamentación de los pesebres, los
hogares, las iglesias y las plazas y edificios públicos.
Las tiras de coloridos bombillitos venían primero en
porcelana, dentro de un papá Noel.
Luego surgieron los bombillos que se podían
reponer, y ahora tenemos las luces led. Aquí las llamamos
“instalaciones”.
Hoy en día engalanan y alegran todos los ámbitos y
se realizan ceremonias para su encendido apenas comenzando diciembre.
Quinto:
los villancicos. También se
remontan a la década de los 40 del siglo XX. Las famosas hermanas Garavito, por
los años 50, dejaron los cantos más hermosos para la temporada que aún resuenan
en emisoras, en iglesias y en casas particulares.
En resumen, y en general, entre los años 1938
y 1950 puede considerarse como la etapa de instauración en el Norte de
Santander de las principales costumbres para celebrar las festividades de
Navidad y Año Nuevo.
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