Gerardo Raynaud (La Opinión)
Por su privilegiada ubicación geográfica, Cúcuta aprovechó esa coyuntura
para promover un desarrollo económico que sería la envidia de sus congéneres
nacionales. A raíz del devastador sismo que asoló la ciudad en 1875, los
entonces dirigentes se dieron a la tarea de conseguir los últimos adelantos de
la ciencia y la tecnología, de manera que su reconstrucción fuera lo más
moderna posible.
Por esta razón, muchas de las novedades que se tenían en las más
importantes urbes del mundo, fueron contratadas para ser instaladas en la
ciudad. Baste mencionar, el ferrocarril y tranvía, el alumbrado público, la
empresa de teléfonos, eso sin contar con el activo movimiento comercial de
importación y exportación que hacía de Cúcuta una de las ciudades de mayor
atractivo para el impulso de los negocios.
A pesar de las dificultades que sufría el país, por una economía dominada
por la producción y exportación únicamente de bienes agrícolas que empezó con el
tabaco, continuó con la quina y terminó con el café, situación que se presentó
desde la Colonia y que duró hasta bien avanzado el siglo XX, el desarrollo
industrial de San José de Guasimal, comenzó bien temprano, a finales de los
años 1800, con una breve interrupción por la Guerra de los Mil Días, retomando
su ritmo en la segunda década del siglo pasado.
Entre 1912 y 1916 se origina un gran auge industrial. La puesta en marcha
de grandes empresas de entonces, sitúa a Cúcuta entre las cinco ciudades de mayor
desarrollo del país.
Se crean fábricas de fósforos, de harinas y pastas alimenticias, se da al
servicio la Cervecería Santander, que además surtía de hielo, un producto
esencial para la conservación de alimentos; se instala el primer ingenio
cafetero en Durania y se funda la “Hilandería Santander”, donde se elaborarían
las telas producto de los algodones que se cultivaban en los calurosos valles
de los ríos circundantes, incluso en 1920 se aprobó una ordenanza que
autorizaba la organización de una empresa de aviación que uniera el
departamento con la Costa Atlántica y los departamentos de Santander y Boyacá,
todo ello con el objeto de apoyar las iniciativas de nuestro personaje Camilo
Daza, la cual fue bautizada con el nombre de Sociedad Nortesantandereana de
Aviación.
Sin embargo, algo faltaba para concretar un desarrollo sostenible. Hasta
este momento, la construcción y sus materiales no habían sido considerados. Las
pocas edificaciones que se levantaban en la ciudad, estaban erigidas con el
material más abundante en la región, la arcilla, pero de ella solo se producían
adobes, esto es, ladrillos crudos, que dicho sea de paso, aún subsisten muchas
de ellas en los barrios más antiguos. Apenas normal que esto sucediera, pues
estaba comprobada su sismoresistencia, en una ciudad donde eran frecuentes los
movimientos telúricos.
Los primeros materiales de construcción debidamente tratados fueron los
baldosines para pisos, registrándose la empresa “Mosaicos Cúcuta” como la
primera en 1922. A partir de entonces, los empresarios más renombrados
empezaron a promover otras actividades relacionadas y en 1926 se constituye la
“Compañía Nortesantandereana de Cementos”.
En el sector de Los Vados, se construyeron algunos hornos primitivos
y se instalaron unos molinos que elaboraban un cemento artesanal que a
duras penas, satisfacía las necesidades de los ingenieros constructores y
maestros de obra, razón por la cual, la empresa no tuvo la aceptación esperada.
El cemento seguía trayéndose del interior del país y en algunos casos, se traía
importado por el puerto de Maracaibo, desde Norteamérica.
A mediados del siglo XX, la industria cementera comenzó su expansión por el
país y fue nuestra vecina Bucaramanga la primera en construir una planta, que
durante años surtió la demanda de la ciudad, cuando no se traía de la
planta que por esa misma época se construyó por los lados de Capacho en el
vecino estado Táchira. Casi simultáneamente, se creó una fábrica de cementos
especiales en San Gil, Santander, aprovechando los ricos yacimientos de yeso
que le proveían de materia prima para sus productos.
La dependencia en el suministro del cemento frenaba el desarrollo de la
construcción, que por los años cincuenta comenzaba a presentarse, y por tal
motivo, empresarios encabezados por don Aziz Abrahim, solicitaron la
colaboración de la compañía estadounidense F.L. Smidth & Co. para la
realización de un estudio, que entonces se llamaba de tierras y aguas, que
determinaría la viabilidad del proyecto.
El estudio resultó positivo y se definió un monto de dos millones de pesos
el valor de la inversión, de los cuales los empresarios disponían del cincuenta
por ciento y esperaban que el Departamento y el municipio aportaran el
veinticinco por ciento, el resto sería aportado por la compañía americana que
suministraría la maquinaria. Por inconvenientes económicos, el proyecto no se
realizó.
Ante la persistencia de los empresarios regionales, en 1960 se produce un
nuevo acercamiento, esta vez con los propietarios de la fábrica de Cementos
Hércules de San Gil, quienes con el apoyo del Ministerio de Minas y Petróleos
que aprobó las licencias de importación de la maquinaria, iniciaron el montaje
de la planta, en el mismo sitio donde hoy se encuentra.
La empresa se llamó “Cementos del Norte S.A.” y su capital autorizado fue
de diez millones de pesos, de los cuales se suscribió el 56%; acciones que
tenían un valor nominal de $10. Los mayores accionistas fueron las fábricas de
cementos Hércules y Samper con el 27% y 14% respectivamente. La Empresa
Licorera del Norte de Santander participó con el 0.1% siendo el único aporte
del sector oficial; el 44% restante lo aportaron 113 accionistas privados, la
mayoría empresarios de la ciudad.
La producción se inició en forma en 1965, año en que se vendieron un poco
mas de 28 mil toneladas. En 1970, la empresa estaba en el máximo de su
producción, motivo por el cual se realiza el primer ensanche de la planta,
mediante la instalación de un nuevo horno rotatorio y sus equipos auxiliares,
estudio en el cual tuve el honor de participar y que sirvió como tesis de grado
para obtener mi título profesional.
El buen desempeño demostrado en la fabricación de su producto y su calidad,
hizo que las grandes compañías productoras pusieran sus ojos en ella, siendo
adquirida primero por la empresa “Cementos Diamante”, hoy propiedad de la
multinacional “Cemex”.
Recopilado por: Gastón
Bermúdez V.
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