martes, 16 de octubre de 2018

1388.- NEXOS ENTRE MEDIO ORIENTE Y CUCUTA



Carlos Vera Cristo (Imágenes)

Jorge Cristo, el patriarca. 1925

En una visita al Líbano, en 2001, conocí a mi primo segundo Najm Bakhos, de mi edad e hijo de Chahine, prima de mi madre y entonces única sobreviviente de los parientes libaneses de esa generación. Najm es un hombre sensacional, culto, bondadoso y seguro de sí mismo. Estaba próximo a retirarse como profesor de bachillerato.

Por fortuna, puesto que yo no hablo árabe, hablaba perfecto y académico francés. Tras poco tiempo, ya nos tratábamos como si hubiéramos crecido juntos y, además de los temas de historia familiar, nuestra conversación versó por días sobre la historia y la literatura de los árabes. No porque yo supiera lo que debía saber al respecto, sino porque él compensaba amenamente y con creces lo que a mí me faltaba.

Para el fin de semana, fuimos con su amable esposa Amal a su casa de campo en el pueblo de Btegrin. Saliendo por la tarde, luego del café, Najm me señaló la casa del frente, bien conservada pero que parecía estar vacía. “¿Conoces esa casa?” preguntó con tono entre afectuoso y desafiante. Me era familiar, y así lo dije sorprendido, pues era mi primera visita a aquel pueblito vecino de Beyrut. (En el Líbano todo es vecino.)

Continuó: “¡Es la casa de Assaf Saliva!”. Lo miré con expresión de que no me imaginaba por qué pensaba que yo la conociese. Se rió y agregó “¡Es la casa de tu abuelo Jorge Cristo!”. Me sentí conmovido. Era la casa cuyas fotos nuestra madre nos había mostrado, emocionada, desde niños. En ella habían transcurrido su infancia y adolescencia. En la mitad del contiguo jardín todavía estaba la higuera frente a la cual mi madre había posado tantas veces cuando niña.

Mi madre había muerto seis años antes. La casa estuvo habitada hasta pocos meses atrás por una pareja de parientes, pero finalmente los hijos vinieron para llevárselos a Nueva York y la cerraron, dejándola a merced de una herencia disputada por numerosos herederos, entre los cuales al parecer estábamos mis hermanos y yo. No sabía esto, ni he vuelto a preguntar por el asunto.

Algún día espero escribir más en detalle sobre estas bellas historias, y por qué mi madre, nacida en Cúcuta, creció en el Líbano y solo regresó a su ciudad natal a los 21 años.

Pero lo cierto es que Jorge (Assaf), de la Iglesia Ortodoxa Rusa, había dejado sus padres a la edad de 12, atraído por la leyenda de su tío materno Juan El Khoury, que poco después de mediados del mil ochocientos, emigró a Suramérica y era diputado a las asambleas de los estados de Santander en Colombia y Zulia en Venezuela.

Aparece Juan El Khoury (Elcure colombianizado) con: a su derecha Rosita Abrahim Elcure sobrina y futura esposa de su hijo Nicolás Colmenares y a su izquierda su hija Nayibe Elcure Saldivia futura esposa de José Abrahim Elcure hermano de Rosita, 1915.

Este Juan, seguramente debido al sonido de la palabra, le sugirió a Jorge (Assaf) cambiar su apellido Saliba por el de Cristo, aprovechando que algo parecido es lo que Saliba quiere decir en árabe. Unos parientes de Juan y Jorge (Assaf) emigrados a Barquisimeto, lo habían cambiado por Saldivia, que sigue siendo muy apreciado allí. Juan El Khoury tenía importantes negocios y propiedades en Cúcuta y Barquisimeto.

Se había enamorado de una encantadora mujer cucuteña, Doña Belén Colmenares, con quien engendró a Nicolás Colmenares, reconocido líder liberal de los años 30 a 70 del siglo XX. Juan alternaba entre Cúcuta y Barquisimeto. Amigos íntimos de la familia, bastante mayores que yo, me susurraron en secreto, ya avanzada mi tercera década, que la esposa de Juan, que vivía en Barquisimeto, enfermó gravemente de cáncer y se vino a vivir con él a Cúcuta y doña Belén la cuidó cariñosamente por largos meses hasta que ella decidió regresar a morir en Barquisimeto con sus hijos y demás familia.

Por razones explicables no lo comprobé nunca con mis parientes cercanos mayores, pero no veo por qué a esa edad estos amigos habrían de decirme mentiras sobre una historia tan hermosa.

Así que Assaf Saliba, en Cúcuta se convirtió en Jorge Cristo. Cuando su tío Juan se retiró a Barquisimeto, le confió muchos de sus negocios en nuestra ciudad. Prosperó tanto como su tío, regresó al Líbano para desposar a Cecilia Abrahim El Khoury en su pueblo de Btegrin y traerla a Cúcuta, seguida al poco tiempo por sus hermanos (por tanto, cuñados de Jorge), José, Rosita y Aziz.

Casa comercial Damasco de Jorge Cristo en la avenida 6ª entre calles 11 y 12. 1916.

José, que fue el liquidador oficial del Ferrocarril de Cúcuta cuando hubo que liquidarlo, es el padre entre otros de José Jr, y de Antonio, inspirados músicos e intérpretes del piano, José el más conocido, y de Teresita que murió recientemente; educados en el Líbano, regresaron a Cúcuta hacia 1950 y vivían a media cuadra de nosotros, en una casa en donde se oía el piano continuamente y normalmente se hablaba en francés.

Rosita se casó con Nicolás Colmenares; fueron los padres de Yesmín, única que sobrevive de sus demás hermanos.

Aziz, fue el padre, entre otros, de Mario, Yamile y Abraham, todos muy apreciados en la Cúcuta actual.

Jorge Cristo y Cecilia Abrahim tuvieron 5 hijos: Abraham murió muy joven. Jorge, erudito y gran analista político, enviudó temprano, derrochó la importante herencia que había pedido en vida de su padre, después la que le repartieron de nuevo al morir éste, después la de su madre, y terminó viviendo solo, pero sostenido por sus hermanas, Zaineh y Nayibe, a las que yo siempre llamé y eran mis queridas tías. Porque su hermana, Magibe, se casó con mi padre, Carlos Vera Villamizar. El primero en entrar a la familia que no era libanés o descendiente directo de libaneses. Háganse cargo de la valentía y el amor de la pareja.

Mi tío Jorge, el de las herencias, fue el padre de 4 hijos, entre ellos el mártir político Jorge Cristo Sahium, mi querido primo. Solamente sobrevive Cecilia. Este Jorge Cristo III, mi primo, que era médico, me orientó, tanto en lo profesional como en lo cultural, por lo que lo quise mucho. Además, era el preferido de mi madre. Se casó con María Eugenia Bustos, encantadora amiga de nuestra barra de adolescencia y tuvieron cuatro vástagos, entre ellos mi querido y admirado sobrino segundo, Juan Fernando, que inclusive ha superado los logros políticos de su padre. Algo que, independientemente de las ideas políticas, me parece que molesta a algunos conciudadanos.

Mi padre le llevaba a su padre más o menos la misma edad que yo le llevo a Juan Fernando y lo apreciaba tanto como yo aprecio a Juan Fernando y a sus hermanos. De las muchas veces que compartimos con mi padre la compañía de Jorge, nunca los oí hablar de política.

Se comprende quizás, porque mi padre era conservador laureanista. Yo tampoco he hablado nunca de política con Juan Fernando. Y me acojo a mi derecho de permanecer en silencio al respecto. Jamás hemos intercambiado solicitudes o favores. Desde que Juan Fernando es adulto nos vemos poco, pero cuando lo hacemos, siempre ha sido muy afectuoso en el trato conmigo, con mis hermanos, con mi esposa y con mis hijos.

Jorge Cristo con sus hijas. A su derecha Magibe (futura esposa de Carlos Vera Villamizar), a su izquierda Zaineh y abajo Nayibe, 1933.

Ahora bien, una vez leí que Juan Fernando comentó a algunos periodistas que alguien le había dicho que los Cristo veníamos de una familia de apellido Ayala. Ciertamente no es así, según me contaron mis abuelos, mi madre y tías, mi primo Najm y algunos viejos documentos familiares que he podido leer.

No sé por qué, pero a pesar de que con frecuencia se discutía acaloradamente por cuestiones hogareñas o había desilusiones con los amigos por razones comerciales, yo, cuando recuerdo los años de niño y de bachiller en el ambiente de mi familia materna, me siento impregnado de poesía. Será tal vez porque, además del español, unas veces se hablaba en árabe y otras en francés. Yo aprendí el tercero, pero lamentablemente no el segundo. O quizás porque las paredes de la casa del abuelo Jorge estaban bellamente pintadas con escenas de oasis con muchos camellos. O más probablemente por las personas que venían de visita.

Rememoro por ejemplo el hablar picaresco, tornado en compasiva elegía cuando murieron los abuelos, de Don Isa Brahim, padre entre otros, de los oftalmólogos Musa y Carlos y de Fausi, mi buen compañero de bachillerato, que me dio varias pelas en segundo y tercero porque era más fuerte, las que le devolví con creces en cuarto, cuando regresé tras dos años en Inglaterra en donde aprendí boxeo; también el hablar mesurado de don Chibli Sus, papá de mi buen amigo Sami; o el extremadamente bondadoso del otro Juan Cristo, primo del abuelo, que vivía en Soatá; o la perenne alegría de Asnaineh (Juanita) de Turbay, mamá de Salua, de Amín y del inolvidable Tito; o el refinado porte de Monsieur Martin, francés de cierta edad que no sé qué hacía en Cúcuta y cocinaba un delicioso plato de conejo cuando nos invitaba a su casa; en fin, todo ello me despierta una sensación de poesía.

En homenaje a este ambiente y a estas personas, y las muchas que se me quedan sin nombrar, desearía registrar algunas cosas que he podido disfrutar sobre poesía árabe. Curiosamente, me ha ayudado mucho un antiguo libro sobre el tema, propiedad de mi suegra doña Norha Restrepo Márquez, quien con esos dos antioqueños apellidos nunca podría ser tildada de semítica. Se casó con el caballero cucuteño-venezolano don Luis Enrique San Juan B.

Cuando le presenté a mi madre mi futura esposa, su primer comentario fue “esta niña parece que viniera de una familia de mi tierra”. Mi madre nació, vivió el 75% de su vida y puso todo su afecto en Cúcuta, pero siempre llamó así al Líbano.

Cuando, poco ha, vivimos y trabajamos en Arabia Saudita, los colegas y amigos árabes se sentían encantados y sorprendidos del nombre de mi esposa Nora, que ella escribe Norha. Nurah es uno de los nombres de mujer más delicados en árabe, si bien tomado del griego antiguo.


Descendiente y parientes de Jorge Cristo, el patriarca, de izq. a der.: Abraham Abrahim Rodríguez hijo de su cuñado don Aziz Abrahim Elcure;  sus bisnietos Juan Fernando y Andrés Cristo Bustos hijos de  su nieto Jorge Cristo Sahium hijo de su hijo Jorge Cristo Abrahim; su nieto Carlos Vera Cristo hijo de su hija Magibe Cristo de Vera; y Norha San Juan esposa de Carlos Vera Cristo. Cúcuta 2016.

Clasificar poesía es complicado. Diría yo que en especial lo es hacerlo con la árabe. Se ha hablado de tres épocas antiguas y luego el modernismo, pero francamente con ello me pasa lo mismo que con los vinos: siempre encuentro sabores muy iguales en las diferentes cosechas.

La vehemencia en lo satírico; la sensibilidad exquisita al describir sea la belleza femenina o la de la naturaleza, tanto en la nostalgia como en lo erótico, sin huir de lo fisiológico; el exquisito romanticismo al tratarlos; la arrogancia en los temas tribales; la originalidad, sin sentirse incomprendidos ni pretender deslumbrar confundiendo, todas son características de las poesías de las mencionadas épocas, tanto la pre, como la post islámica, y en esta última la pre y la post hispánica.

Al-Hotai’At, muy odiado pero admirado por casi todos sus contemporáneos hacia la mitad del primer milenio, escribía en su poema de la primera época, LOS HOMBRES:

“Los hombres son la vergüenza de Dios; y desde que Allah se dio cuenta de haberlos hecho tan malvados, acordó a cada animal una facultad peculiar al hombre/…

¡Cuántas veces he querido poner al hombre en las buenas vías!/ Mi decepción fue grande…”/.


Nota 1.- Para mayor información sobre la poesía árabe pueden complementarla en el artículo original de Carlos Vera Cristo, ´Inevitable Conexión entre la Poesía Arabe y Cúcuta´, publicado en el suplemento cultural dominical IMÁGENES del diario La Opinión de fecha 29 de abril de 2018.

Nota 2.- Aclarando un poco  los descendientes del patriarca Jorge Cristo:

a) Los hijos de Jorge Cristo Abrahim fueron: Jorge, Yamile, Cecilia y Aida Cristo Sahium. El mártir político Jorge Cristo Sahium es el padre de Carlos Alberto, Jorge Alejandro, y los políticos Juan Fernando y Andrés Cristo Bustos.

b) Los hijos de Magibe Cristo Abrahim de Vera fueron: Magibe (La Nena), Carlos Leopoldo, Mariam Zulima (La Muñeca), Leopoldo Jorge y Bolivia Vera Cristo.

c)  Abraham, Zaineh y Nayibe Cristo Abrahim no tuvieron descendencia.



Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

5 comentarios:

  1. saludos soy descendiente directo de nayibe elcure saldivia hija de mi bisabuela ester saldivia hermana de simon elias saldivia vivo en barquisimeto y tengo un libro sobre la historia de loas salba libanes en americva ..

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  2. necesito contactarme con uste y que me ubique a mis pariente en cucuta proto viajeres a esa ciudad ...mi tele es 58 053 694 06 46

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  3. Muchas gracias for this. Nicolas was mi abuelo, I know little about him.

    -Eduardo

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    1. Saludos me gustaría contactarlo soy de el estado parea parea,asunto del libro de los mese saldivia y los elcure

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