Florentino Cárdenas Pérez (La Opinión)
Homenaje
póstumo al compañero Guillermo Vega Pérez
Guillermo Vega
Pérez, Jaime Calderón Tarazona, Florentino Cárdenas Pérez.
Si Calderón Jaime (Cardiólogo en Kansas),
Fortuna Alfredo, Andrade Pedro, Hernández Álvaro, Rivera Julio, Quiñones Rafael
(Neuro-cirujano en Los Ángeles), García Jairo (General de la FAC) y otros, con
su presencia en este acto, hicieran onomatopeya, nos remontarían al 4 de enero
de 1958 cuando, a las 4:00 a.m., primera diana, desfilábamos bulliciosamente
para el primer baño en la unidad grupo mecanizado Usaquén. Allí, caudalosa
fuente de agua a 6 grados, vertida por 100 regaderas, tratábamos de esquivarla
con zig-zag.
Fue el estreno y reconocimiento de la
compañía de los Santanderes (20 bumangueses y 8 cucuteños). Sucedió luego que,
ante el oficial asignado como comandante deberíamos hacer nuestra
identificación.
Una voz firme, clara, pausada y de alta
tonalidad, sobresalió entre los asistentes: “soy Guillermo Vega Pérez,
bachiller del Colegio Sagrado Corazón de Jesús de Cúcuta, sobrino del obispo
Pérez Hernández, lidero estudiantes, quiero servir a mi patria cumpliendo el
servicio militar, igual que mi hermano
Antonio, oficial activo, honrando el glorioso ejército nacional”.
Fue así como durante 12 meses compartimos
compañerismo, amistades, sufrimientos inherentes al compromiso adquirido,
conocimientos básicos, disciplina y logros a cumplir a la distancia, la máxima
acción de formación de Tenientes de la Reserva y que redundó en fortalecer
nuestras personalidades.
Paso a señalar dos acontecimientos
importantes: Dos de mayo de 1958: rebelión de un grupo de generales contra el
gobierno; toman control militar, presidente y gabinete ministerial del Palacio
de Nariño. En tanques de guerra y horario nocturno fuimos desplazados desde la
blindada, durante tres días, para reforzar el pie de fuerza del Batallón
Caldas.
Difícil describir ahora las penalidades
ocurridas, pero lo imaginable sucedió…muy seguramente nuestro entrenamiento y
prácticas permitieron que, al estar acantonados en la zona de los Cerros
Orientales, Centro y La Calera, permitieron que fuéramos actores secundarios de
una pacífica solución.
Posteriormente fuimos invitados a esta
ciudad, en vacaciones de Semana Mayor, para participar en los actos religiosos
con amigos y amigas, novias prodigiosas, esbeltas y hermosas cucuteñas de
sobresalientes familias: Elvira Arámbula, Yolanda Lamk, Gloria Sayago, Gladyz
Rojas, Giomar Chirinos, desviaron nuestra atención entre soslayos, permitieron
entre soslayos, menguadas intenciones, latentes contactos, miradas y
expectativas.
Se realizó una representación como la del
Palacio de Buckingham, como “Queen Guard” de custodiar el Santo Sepulcro:
acompañamos durante dos horas el ceremonial en la iglesia de San José;
llamativo fue nuestro uniforme gris ratón, en competencia con el verde de la
Escuela Militar de Cadetes, con la religiosidad y el recogimiento debidos.
Por ser el año 1958 acordado, según Decreto
Presidencial y del Ministerio de Guerra, para libres matrículas en las
universidades del país, sin exámenes, como recompensa a soldados bachilleres,
fuimos aceptados: en mi caso, a la Universidad Nacional, de la cual me gradué
de Médico en 1966, en el de Guillermo en la Universidad de Medellín, graduado
Ingeniero Forestal en 1964, profesión que dignificó con dedicación,
consagración y esmero, al ejercer particularmente la técnica de labrar, de
cultivar bosque y tierra, compartiendo amor con su adorada Gladys, sus
prodigiosos hijos Bernardo y Liliana, a quienes doy razón de su vertical
formación, de una mezcla de jefe, amigo, ser paternal y maestro.
Un hombre generoso y noble en su grandeza, un
ser afable por honesto y franco. Él, cariñosamente llamado “Tuso vega”, no
estará más con nosotros, cumplió a la nobleza, a la humildad como profesión y
al estudio con dedicación.
Fue un líder innato y como profesional un
hombre ejemplar, pionero de la estructura emblemática de la redoma de San Mateo,
puerta al turismo suramericano.
Pido tener con sus hermanos, también, la
fortaleza suficiente para enfrentar su memoria eternamente.
Recopilado
por: Gastón Bermúdez V.
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