Luis Fernando Carrillo (Imágenes)
I.-
Una de las grandes conquistas del hombre fue
la ciudad. El dominio del fuego le permitió entre otras cosas abandonar el
nomadismo. Ya no necesitaría desplazarse de un lugar a otro en busca del calor y
con eso estabilizarse en sitio determinado.
Aparecerían formas rudimentarias de elementos
de construcción como el adobe. A su imagen y semejanza comenzaría a construir
los pueblitos que con el avance de la civilización se convirtieron en las
grandes ciudades que asombran por la capacidad de la sabiduría humana.
Allí fue dejando la impronta de sus maneras
de ser. Templos, edificios, hogares de un estilo, medios de locomoción y en fin
todo lo que permitieran a las generaciones posteriores recordarlo.
Así tuvo que ser en Cúcuta. En los terrenos
que regalara doña Juana surgió la ciudad en que se vive. Generación tras
generación se hicieron asentamientos que al volver atrás permiten decir lo que
ella significaba y lo que ella pensaba.
Las ciudades se hacen superponiendo sobre la
antigua una nueva. Escondida en lo que ahora se ve hubo otra. Los sitios que
aún perviven son el regreso del recuerdo.
II.-
Esta introducción para reseñar algunos
lugares que identificaron a San José de Cúcuta y sus añoranzas. Es una manera
de integrarse a la realidad total del pueblo.
Empecemos: El Lago situado en la avenida
cuarta con calle dieciocho. Tienda-residencia del Querido Hermano Trino Parada.
Allí vivía la hermosa Judith. Panadería Aire Libre de Polo Sanabria diagonal al
sitio anterior. Allí estaba el famoso muñeco del mismo nombre. El mojicón que
se vendía era manjar indispensable en el comedor.
El Relámpago, tienda situada en la calle
dieciocho con avenida quinta, desaparecida y sin mayores datos. La Piedra El
Galembo ubicada en la avenida novena con la circunvalación. Así llamada porque allí
procreaban y vivían los chulos o galembos. Es famosa también por el cuento que
se atribuyó a don Roque Peñaranda quien trasladó un paquete que le habían
enviado de regalo. Al sospechar que era una bomba, sin abrir el paquete la
llevó a la piedra del galembo y de un certero tiro a doscientos metros hizo
explotar el artefacto.
King Kong sobre la avenida de la
circunvalación. Edificio centenario que sirvió de prostíbulo, de colegio
posteriormente y ahora un convento de clausura fundado por el padre Daniel
Jordán.
Tarapacá en sus comienzos un burdel situado en
el descenso de la circunvalación hacia el barrio Alfonso López. Tienda Arrecha al
fondo del barrio anterior. Punto ideal para pasear tranquilo con la familia en una
noche estrellada. El Caimito, tienda que aún existe por la calle diecisiete
llegando al Cementerio Central.
Bomba de Miraflores, surtidor de gasolina
propiedad de Nemesio Chacón. Proveedora de los buses que iban en ese entonces para
los pueblos de occidente. El Volante situado en la curva que viniendo de
Miraflores cruzaba hacia el barrio de la Magdalena. Cenadero de la Turra Petra,
famoso personaje de la ciudad de Cúcuta, famosa por la pezuña y el bistec que
elaboraba y por su liberalismo que ponía a prueba en los bazares a donde
llevaba sus mejores platos.
Tres Pitos, situado en la calle veinte entre
los barrios La Cabrera, Cuberos y López. Allí había un tanque donde se recogía el
agua de estos barrios pero tenía un solo pito con los consiguientes problemas y
peleas continuas. Un juez salomónico en fallo que se recuerda aún en los
estrados judiciales, decidió que en vez de un pito hubiera tres. Así se hizo y se
terminaron los problemas entre las comadres y quedó para siempre Tres Pitos
como sitio emblemático de la ciudad.
Tienda Miramar de la familia Bermúdez,
situada en la calle once con avenida once. Una cuadra abajo del hogar de José Patrocinio
Serpa. Almacén de don Olimpo Berrío, Puerto Arturo, Avenur y La Bodega El
Tequendama situados por la misma calle once en las avenidas subsiguientes.
Capilla de San Antonio.
La Antártida, dulcería ubicada en la calle
diez con avenida octava, de propiedad de don Luis Fernández. Almacén Los Tres
Grandes, en la calle doce al costado del almacén Ley. Quiso ser un almacén moderno
y sus propietarios fueron Melquiades Rangel y Belisario Rodríguez.
La Flecha Roja de propiedad de don Olegario
Gamboa, calle once avenidas octava y novena. El Indostán, Michoacán, La Espiga de
Oro, en La Loma de Bolívar.
Ferretería El gallo de oro, de José Saieh. La
Estrella de don Carlos Ballesteros, en la calle doce con avenida séptima.
Puente Espuma y Puente Cartagena, en los alrededores del barrio Cundinamarca.
La Góndola tienda del mismo barrio entrando por la calle diez. La Tienda de
Crispín avenida octava con calle octava, famosa por el personaje muerto allí violentamente.
La X Roja en el barrio Sevilla. Allí se
entrecruzaban los vehículos que venían por la avenida séptima y la línea del
ferrocarril. Por eso don Heriberto la puso La X y la pinto de rojo como liberal
que era.
El Campin tienda y billares, calle diez con
avenida octava. La Cita famosa por los dulces que vendía su propietaria Doña
Rita. El agua de tomar había que recogerla de un aguamanil allí existente.
Quedaba frente al bar Florida.
En La Ínsula en el corregimiento de El Salado
en ese entonces existieron botiquines de fama nacional como El Campestre, La
Casa de Muñecas.
III.-
En fin son muchos los lugares que se vienen a
la mente. No se escriben porque los que aún sobreviven los recuerdan con
facilidad, en todo caso los anteriores y los que viven en la cabeza y en el corazón
de los cucuteños, sirven para definir una ciudad que sobrevivió un terremoto, y
ahora tendrá que sobrevivir al terremoto social creado por sus enemigos de
adentro, los más peligrosos y los de afuera.
Los días del Ferrocarril, del Guzmán Berti, de
la plaza de mercado de la avenida sexta con calle once, destruida en un incendio
político, son monumentos que también serán definidos por los que más adelante
vengan. Amén.
Recopilado
por: Gastón Bermúdez V.
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