Juan Pabón Hernández
(Imágenes)
Hacia 1950 los doctores José Antonio Rubio y
Miguel García-Herreros, preocupados por la escasez de planteles educativos, se
propusieron buscar una comunidad religiosa que se vinculara a la ciudad.
Después de algunas tentativas frustradas con
los jesuitas (San Bartolomé), franciscanos (Virrey Solís) y dominicos (Santo
Tomás de Aquino), indagando, se encontraron con el hecho de que las hermanas
del Dr. García-Herreros vivían cerca al colegio Calasanz de Bogotá, en
Chapinero, y asistían piadosamente a la misa del colegio. Ellas fueron el
contacto inicial.
José Antonio Rubio
Se iba aclarando el panorama: los dos emprendedores
ciudadanos conversaron del asunto con el padre Daniel Jordán, quien respaldó
totalmente el proyecto.
Pronto comenzaron los acercamientos con las directivas
del colegio. El padre Eliseo visitó a Cúcuta y aprobó la ciudad y, luego, el
padre Isla, a quien se ofreció una elegante cena en el Club del Comercio, cuando ese centro social se ubicaba en
la Avenida 4 con Calle 11, donde luego funcionó, por varios años, el Banco
Central Hipotecario.
En esa ocasión, el discurso de orden fue pronunciado por
el Dr. Luis Alejandro Bustos. Se procedió a designar una junta promotora,
constituida por Miguel García-Herreros, José Antonio Rubio, Luis Alejandro
Bustos, Gustavo Buenahora y Ernesto Vargas Lara, bajo la dirección espiritual
del presbítero Daniel Jordán.
Miguel
García-Herreros
El padre Eliseo solicitó una sede provisional y un
terreno para edificar en el futuro. La junta consiguió el local de la Calle 13
con Avenida 6, donde funcionaba la Cervecería Santander.
El 14 de noviembre de 1953 llegaron a Bogotá los padres Miguel
López y Mario Fernández, quienes dos días después se trasladaron a Cúcuta y se
hospedaron, temporalmente, en la casa cural de San José.
El 24 de diciembre llegaron a Cartagena, en barco de
vapor, los padres José, Andrés y el hermano Antolín: después vinieron Otilio,
Rafael y Serafín. El padre Miguel murió en la ciudad, siendo reemplazado por el
padre Gonzalo Díaz.
El éxito fue relativo al comienzo. Entonces, el Dr. Rubio
ideó un avisó de prensa que fue publicado en el periódico Sagitario, de don
Montegranario Sánchez, en el cual se ofrecía descuentos, así: por el segundo hijo
75%, por el tercero 50%; para las familias que pasaran de tres hijos en el
colegio, los demás estudiarían becados.
Padre Daniel Jordán
Se abrió el colegio con primaria y cada año se fue
incorporando un nuevo año lectivo. El uniforme era habano, distinto del de los
demás colegios de la ciudad, que era de color azul marino.
Así, el 8 de febrero de 1954 empezó la historia del Colegio
Calasanz de Cúcuta, sabiamente regentado por sacerdotes escolapios de notable y
grata recordación.
Grupo de alumnos
del Colegio Calasanz que hicieron la Primera Comunión a finales de los 50.
Entre otros pudimos identificar a Víctor Hugo Rosales, Leonidas Márquez,
Escalante, Ramiro Villamizar, German Pérez, Antonio Páez, Jaime Román, Carlos
Eslava, Villa, Ramón Vargas, Gerardo Raynaud, Durán, Francisco Tristancho,
Enrique Asela (qepd), Rey, Sanabria, Lucho Bonells, Monsalve, Hernán Ramírez Moro,
Francisco Pérez, Luis Solano, Gustavo Vila, Pedro Ramírez, Canal, Tito Romero,
Alvaro Blanco (qepd), Guillermo Eslava, Josué Jaramillo (qepd), y Alberto
Ramírez Moros.
Llegó el día de colocar la primera piedra en la nueva
sede, en el lugar donde hoy está el colegio, en terreno comprado a los señores Asiz
Abrajim, Ernesto Vargas Lara y José Saieh. Hubo elocuentes discursos y
homenajes.
En la actualidad, el colegio ha ingresado al acervo de las
instituciones educativas más importantes del país y es orgullo y patrimonio de
la región.
Epílogo: Un día, hace unos 20 años, mi hijo Camilo José
me encargó escribir una canción para San José de Calasanz…
CANCIÓN
A SAN
JOSÉ
DE CALASANZ
Como
aquél carpintero José
aún
prodigáis con manos tiernas
la
sombra protectora de la paz.
La
huella de San José, padre de Jesús,
se
renueva en vuestra mirada plácida
cuando
atisba en la niñez
la
esencia de la bondad.
Los
niños de Calasanz
prolongan
la esperanza y el sueño
de
un ser generoso y profundo
que
ennobleció la educación.
Para
depositar en las almas
de
los jóvenes
la
fe, los fundamentos
y
una maravillosa espiritualidad.
¡José,
José, José!
Ahora
os llaman los vientos
para
que socorráis en la borrasca
las
ilusiones infantiles,
para
que nutráis de vida
la
semilla del conocimiento
y
os alarguéis con los años
de
los niños para siempre.
Recopilado por: Gastón Bermúdez V.
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