Edgar Granados M.
Corsaje 1971
Doctor Julio Coronel Becerra
“Qué emoción tan grande me produce
este momento, en el que se me permite evocar el sentimiento hacia una
institución que sentó las bases para la transformación de mi existencia…..
“Gracias, infinitas gracias por permitirme pronunciar esta evocación, que sale
de la entraña misma de mi ser”
Con estas palabras, después transcritas en su crónica sobre la promoción de
bachilleres de 1947, del Colegio Sagrado Corazón de Jesús, se expresaba el Dr.
Coronel, fallecido en el día 3 de diciembre de 2018, cuando lo contactamos
telefónicamente para que se vinculara al proyecto del Libro 115 Años de
Historia del Sagrado Corazón. Enterado del mismo por el Dr. Rosendo Cáceres,
solicitó mayores detalles y apoyó con entusiasmo y económicamente la
publicación de la obra.
En los meses anteriores a la celebración se dedicó con ahínco y
perseverancia a recuperar el mosaico de bachilleres, que ubicado en la antigua
Quinta Teresa, estaba deteriorado y abandonado, rescató las fotografías de sus
compañeros, envió repetidamente a su Secretaria para que conversara con el
hermano Rector y le permitieran retirar del colegio su mosaico de 1947 y
llevarlo a un laboratorio fotográfico dónde se lo reconstruyeran para colgarlo
nuevamente en la galería de bachilleres. Logró su objetivo.
Su crónica escrita con sentimiento y agradecimiento por el Sagrado,
sobrepasó la narración de su paso por las aulas de la Quinta Teresa y le sirvió
para contar los avances en cardiología de su época y hacer un reconocimiento
muy especial a su compañero de pupitre, Luis. E. Rodríguez Duarte,” cirujano
cardiovascular del famoso hospital Karolisca de Suecia”.
Así con su relato rescató una gloria olvidada de la medicina cucuteña y
colombiana, un profesional de exportación que ahora con la satisfacción de
deber cumplido vive nuevamente en Cúcuta. ¡Otro orgullo Corsajista!
La presencia del Dr. Julio Coronel, en los 115 años del Sagrado, constituía
junto con la de Hernando Uribe Calderón, bachiller 1946, y la de Rosendo
Cáceres Durán, bachiller 1948, una oportunidad única e irrepetible para
brindarles un homenaje por sus aportes en el comercio y la medicina, un
reconocimiento, en vida, por parte de la Comunidad Lasallista a sus hazañas y
logros y una condecoración del Concejo Municipal a esta Terna, y en su
representación, a los egresados del Sagrado, por su liderazgo e influencia en
la sociedad nortesantandereana.
Sin embargo, el Homenaje a estas figuras del Sagrado estuvo a punto de
frustrarse, por cuanto 10 días antes el Dr. Coronel, cardiólogo, sufrió un
infarto, paradojas de la vida, y fue necesaria su hospitalización en
Bucaramanga. La incertidumbre de su asistencia era grande, por cuanto la operación
de corazón abierta con 5 stent en sus arterias era de pronóstico reservado. El
Dr. Cáceres, pendiente de su restablecimiento como su amigo de conversación
diaria, aseguraba que de regreso en la ciudad el Dr. Coronel no faltaría a esta
cita.
Y así fue, estuvo presente el 2 y 3 de agosto de 2018 en el Sagrado, en la
Quinta Teresa. En el Colegio, recibió el homenaje en vida, como debe ser, y
agradeció con todas sus entrañas como lo había escrito al final de su crónica.
¡Qué ejemplo de amor y gratitud por su Sagrado, de compromiso con la
ciudad!
A continuación la crónica escrita por el doctor Coronel para el libro 115
AÑOS DE HISTORIA:
EVOCACION Y RECUERDO: Sentimiento y agradecimiento por el Corsaje
De manera muy gentil y desde luego honrosa, en mi condición de bachiller
del Colegio Sagrado Corazón de Jesús de Cúcuta, Promoción 1947, s me ha pedido
hacer un comentario sobre aquella y memorable y grata época, que sirvió de base
sustancial para mi formación como médico y que, posteriormente, me encaminó
hacia las especialidades de Medicina Interna y Cardiología, que tuve la inmensa
fortuna de adelantar en acreditadas instituciones en la Ciudad de México D. F.
El doctor Rosendo Cáceres ha hecho una descripción detallada sobre la
ubicación y vecindario de esta institución que no es el caso repetir, sino,
simplemente, evocar como un recuerdo fascinante que en verdad me conmueve y me
llena de emoción, pues no pude uno más que concluir que esa experiencia vivida
constituyó un aliciente muy significativo para mi proyección en la vida, y
desde luego, en la iniciación del saber, para estar en la capacidad de abordar
los desafíos que el conocimiento me fue deparando, para el desempeño de mi
actividad.
La comunidad estaba a cargo de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, los
cuales se distinguían por la disciplina y la buena y exitosa metodología para
la enseñanza, condiciones adquiridas por una tradición casi milenaria que los
llevaba a consagrarse en una verdadera devoción apostólica por la educación y
por el aprovechamiento del conocimiento.
En toda esta gran experiencia por la asimilación del saber, son de especial
recordación, el Hermano Félix, profesor de química y un grupo de jóvenes
maestros, todos muy competentes y llenos de ilustración, cuyos nombres no
recuerdo, pero cuyas enseñanzas constituyeron el permanente estímulo para una
motivación constante y férrea.
Fue sin duda la oportunidad afortunada, y tal vez, la salvación para todos
aquellos que iniciábamos estudios en escuelas públicas, para luego ingresar al
bachillerato, y de esta manera, quedar ante las puertas de la universidad.
Promoción de
bachilleres de 1947 del Colegio Sagrado Corazón de Cúcuta. Recordamos de
izquierda a derecha y sentados en la primera fila: Elberto Román, Darío
Cardozo, Jorge Cristo, José Rosario Gómez, Miguel Santos. De pie, segunda fila:
Álvaro Rosas, Marcos César Durán, Julio Coronel B., Hermano Félix, Rolando
Peñalosa A., Ciro Alfonso Uribe, Mario García, Leandro Cuberos. Tercera fila:
Bernardo Sarmiento, Jesús Antonio Mendoza, Antonio Moncada, José Ignacio
Sayago, Jorge Enrique Solano, Francisco Antonio Dávila, Gustavo Sayago, José
Rafael Hernández, Rodrigo Romero. Cuarta fila: José Antonio Rodríguez, Jesús
Antonio Serrano, Jerónimo Herrera, Carlos Álvarez, Darío Gutiérrez, Cecilio
Nieto, Efraín Larotta. Quinta fila. Pablo E. Castillo, Luis E. Hernández,
Manuel Gómez, Edmundo Martínez, Luis E. Rodríguez, Rafael Ortiz, Fernando
Cabrera, Pastor Ontiveros y Jorge Peñuela.
Ante la ansiedad para avanzar hacia otros escenarios del conocimiento y
frente a la incertidumbre de si lo podíamos lograr o no, cuál sería nuestra
sorpresa, cuando al presentarnos, temerosos y expectantes, ante el rigor de los
exámenes para el ingreso a la educación superior, en medio de centenares de
aspirantes provenientes de todos los rincones del país, nos encontramos con
esas bases y esencias recibidas de nuestros maestros de este claustro nos
abrían el camino con los mejores promedios, para incorporarnos al medio
universitario en la muy acreditada Universidad Nacional.
Los años de mayor aprendizaje eran los tres últimos, en la que contábamos
con la inmensa fortuna de socializarnos con profesores bilingües, siendo el
francés un nivel muy avanzado que nos llegaba a permitir la lectura en este
idioma.
De esta institución, existieron personajes de gran recordación, quienes
posteriormente sirvieron de motor para el desarrollo y la generación de empleo
en las empresas que tuvieron a bien emprender.
Quiero aprovechar esta ocasión que nos brinda hoy esta institución, con
mucho orgullo: Mi colegio, para hacer una especial referencia al doctor Luis E.
Rodríguez Duarte, cirujano cardiovascular del famoso Hospital Karolisca de
Suecia, pues fue él quien trajo a Cúcuta el primer ventilador de funcionamiento
automático, lo cual significó un enorme avance en el proceso de resucitación
cardiorrespiratoria. Profesionales como él le permitieron a esta ciudad
experimentar avances científicos y de atención médica de alto nivel, que
constituyeron enormes motivaciones para todo el cuerpo de profesionales que
querían emprender escenarios superiores.
Que emoción tan grande me produce este momento, en el que se me permite
evocar el sentimiento hacia una institución que sentó las bases para la
transformación de mi existencia y que me ha permitido cumplir con un compromiso
con la comunidad a la que tan hondamente he estado vinculado.
Dos sentimientos me invaden en este momento: el de la gratitud hacia los
protagonistas de mi formación, y el de reconocimiento a todos los que han
confiado en mi y me permitieron persistir en mi vocación profesional como
instrumento de servicio a la comunidad, a mis paisanos, a mis gentes.
Debo mencionar aquí a mi señora esposa Marina de quien tuve un soporte en
todo momento con una orientación de cambio de rumbo cuando este era desviado, a
mi hija Isabel Cristina educada en el exterior por ilustrarme las diferencias
existentes en un continente y otro para aplicar las más útiles en nuestro medio
y en la profesión. Gracias, infinitas gracias por permitirme pronunciar esta
evocación, que sale de la entraña misma de mí ser.
Recopilado por: Gastón
Bermúdez V.
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