Patrocinio
Ararat Díaz
(Prologo
a su libro: “Recuento de los hechos de mi vida”)
El doctor Alvaro Riascos con Patrocinio Ararat Díaz
Pero, también, una gran responsabilidad, pues en estos
últimos años, Álvaro ha sido verdaderamente prolífico en su producción
literaria, al punto de contar ya cerca de diez libros escritos, y, para cada
uno de los cuales, ha invitado a eximios personajes de nuestra sociedad a
desarrollar sus notas introductorias. Así que tengo un nivel de exigencia
bastante alto para tratar de mantener la línea de mis predecesores.
Cuando pienso en mi difícil tarea, me anima sobremanera
el hecho de tener que escribir sobre una persona culta, íntegra, inteligente,
de una gran dimensión humana y de una imagen y carisma particulares. Además,
alienta más mi pasión, cuando sé que debo circunscribirme al tema planteado en
su libro, en el que él en cada una de sus páginas revela sus condiciones del
liderazgo natural que le han adornado desde su aparición en estas latitudes de
la patria.
Considero que fue una bendición para la región, haber
tenido la dicha de recibir en sus extrañas a Álvaro Riascos Fernández de
Castro, pues sin proponérselo se constituyó en uno de sus personajes más
importantes en el siglo XX. Recuerda él que recién graduado, la Divina
Providencia le entregó la oportunidad para mostrarse en un campo petrolero del
Catatumbo y después de dos años de verdaderos trabajos intensivos, decidió
firmar su liberación y aposentarse en estas tierras de Juana Rangel de Cuellar.
Por sus especiales condiciones personales, acá fue
acogido maravillosamente y, desde el principio, estuvo bien rodeado por toda la
sociedad cucuteña, que muy fácilmente le entregó las llaves de la ciudad y le
trató como al mejor de sus hijos.
En Cúcuta, quedó prendado y enamorado de una linda dama
cucuteña y acá, decidió echar sus raíces familiares. Con todas las energías
positivas y “las pilas puestas”, Álvaro inició en la ciudad que lo adoptó, una
serie de acciones y actividades que le hicieron todo un personaje regional en
el campo empresarial.
La cantidad de amistades que le distinguieron y el
mundo de oportunidades que se le presentaron en virtud de sus ponderados
conocimientos y sus valiosas experiencias, lo llevaron a formar parte de una
elite de la ciudad, al punto de que fueron muchas las opciones de servicios que
le requirieron. Era el hombre del momento. Al que todo el mundo quería tener en
la Junta Directiva de su empresa, para subir el valor promedio de sus iniciativas
y sus gestiones. Y ese momento y ese tiempo, por fortuna, fueron bastante
extensos y para él y para todos, muy brillantes.
En el libro que según él es el “relato sincero de su
paso por el mundo”, Álvaro muestra en toda su extensión y magnitud, esas acciones
que lo presentaron como un verdadero impulsor turístico de la industria
hotelera y como un activo y valioso participante en las distintas
organizaciones gremiales, comunitarias y de servicios ciudadanos y públicos, en
las cuales se movió con propiedad por ser una persona de suma sapiencia y de
firmes principios éticos y morales.
Teniendo siempre en su cabeza la intención de servir y
el inmenso compromiso de aplicarse con mucho celo a la administración pública y
privada, el mundo regional le permitió mostrarse en grandes e inmensas
ejecutorias, entre las que merecen destacarse: en la Sociedad de Arquitectos
del Norte de Santander (en la que le cupo el honor de ser su mentor y creador);
en la Federación Nacional de Comerciantes, Seccional Cúcuta (en la que mostró
intensamente que nuestra región debería colocar especial empeño en el comercio
como la actividad sobresaliente de nuestro intercambio fronterizo); en el
Movimiento de Unidad Nortesantandereana MUAN (en la que lideró con mucha
capacidad las acciones ciudadanas que permitieron llamar la atención a las
altas esferas del país); en la Junta Directiva del Hospital Erasmo Meoz (en la
cual orientó las obras del nuevo centro de salud que permitió incrementar sus
servicios en la región); en la Junta Directiva de la Sociedad de Mejoras
Públicas (en la que hizo un especial trabajo por el ornato y progreso de la
ciudad); en la Junta Directiva del Skal Club Cúcuta (en la que impuso sus
orientaciones para desarrollar la industria turística y los planes de excursiones);
en la Junta Directiva de la Cámara de Comercio de Cúcuta (en donde estuvo por
un largo tiempo, ayudando a impulsar acciones para el desarrollo de la ciudad);
en la Junta Directiva Regional y Nacional de COTELCO (en la que procuró verter
sus experiencias en el campo hotelero mostrando particularmente que hay más
allá de la rentabilidad propia del negocio); y en la Junta Directiva de
CORPOCERO (en la que rodeado de otros líderes locales, sacó adelante el
desarrollo del proyecto integral de la Avenida Cero).
Especial lección merecen los apartes del libro, en
donde Álvaro narra su designación y posterior gestión como Alcalde de la ciudad
de Cúcuta. Creo que su digna postura dista cantidades de las que tienen y han
tenido los posteriores burgomaestres. Esa total independencia que mostró
durante el tiempo de ser la primera figura local, le catapulta inmensamente en
la historia del panorama regional. Concretamente, por sus convicciones, Álvaro
no permitió el manoseo al que seguramente estaban acostumbrados los caciques
regionales y por el contrario, prefirió apartarse del cargo antes de aceptar
esas estratagemas viciosas y politiqueras que han llevado al país a las
situaciones más delicadas y corruptas de los últimos tiempos.
Conspicua es una palabra que significa “persona que
goza de gran prestigio”. Álvaro la usó varias veces en su libro para referirse
a las gentes que le rodearon y le acompañaron en buena parte de su vida. Esas
personas mostraban mucha asertividad y proyección con la ciudad y coincidían en
muchos aspectos con él. Yo agregaría ahora, que más conspicuo es Álvaro, por
esas condiciones naturales que Dios le dio y que siempre le han hecho muy
grande en su vida familiar y profesional y en sus relaciones con la sociedad.
Recopilado
por: Gastón Bermúdez V.
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