domingo, 28 de julio de 2019

1536.- SEMBLANZA DEL POETA JOSE GILBERTO DONADO GRIMALDO



Alvaro Orlando Pedroza Rojas (somoslarevista.com)

José Gilberto Donado Grimaldo.

Alvaro Orlando Pedroza Rojas, ex-rector de la Universidad Francisco de Paula Santander y corsajista de la promoción de 1971, escribió una semblanza para rendir homenaje póstumo al poeta José Gilberto Donado Grimaldo,  compañero de aulas escolares en el Colegio Sagrado Corazón de Jesús de Cucuta.

Donado, conocido con el seudónimo de Don Grim, fue colaborador de Somos la revista  con sus famosos Conver-sando con Don Grim.

Lo que dijo Álvaro Pedroza Rojas:

Cuando el Justo Juez considera prudente que nuestra misión terrenal ha terminado, nos convoca a su presencia para que habitemos en su reino de los cielos, en las moradas que su Hijo Amado: Jesús de Nazareth, nos anunciara que iba a prepararnos.

Y, al llegar ese momento, es el propio supremo arquitecto y hacedor del Universo quien baja a nuestra estancia, pasa revista y toma del árbol de la vida a personas que nos son cercanas por lazos de familia o de amistad…y ese paso trascendente de la muerte, abre el telón y pasa de nuevo a la conciencia y deja que aflore nuestra limitada condición humana, incapaz de comprender en toda su extensión esa dinámica.

Por ello, las preguntas se amontonan al igual que los recuerdos, como bandadas de aves que regresan y se asoman mil interrogantes que indagan el por qué y que sentencian “no puede ser” y afloran los sentimientos de impotencia y la sensación de rebeldía y de incomprensión por esa, para nosotros, extraña decisión de Dios. La verdad es que esta reacción, definitivamente humana, es comprensible.

En ese sentido, para quienes conocimos al amigo José Gilberto, y tuvimos el honor de compartir las aulas del colegio Sagrado Corazón de Jesús en la cálida ciudad de Cúcuta; de soñar a ser guardianes de la patria en el Grupo Mecanizado No.5 Maza, cuando fungimos como soldados bachilleres; de trajinar el apasionante mundo de las letras y de aventurarnos a la magia que deja la verdadera amistad, transparente, franca de los años dorados de la adolescencia y del colegio,… su partida nos consterna, nos duele, nos cincela el alma.

Se nos ha ido Don Grimm, ha cruzado el umbral, ha pasado como dijera San Agustín “a la habitación de al lado”; se nos ha adelantado en ese paso, el cariñosamente llamado “Maestro Donado”, uno de los más jóvenes de esa promoción de bachilleres Corsajista de 1971.

Se ha callado la voz del Vate, del poeta de las décimas, del hacedor de fábulas, del escritor de poesía, del caminante que sin querer se volvió senderista, recorriendo las calles de esta ciudad, vendiendo el producto de sus noches de vigilia: su pebetero de sueños dibujados en versos. Un caminante que a fuerza de sus pasos y sus huellas se aprendió de memoria las calles y avenidas de su tierra, como si estuviera tatuando con sus pasos el poema de Antonio Machado e inmortalizado por Serrat: “caminante no hay camino se hace camino al andar”.

Pienso, que en ese sentido el amigo José Gilberto, un buen católico, un hombre de bien, honrado, perseverantes, conversador, que amaba a su familia, y se sentía orgulloso de su querida madre, de sus hijos, de sus nietos, un verdadero amigo de sus amigos, emuló de alguna manera a Jesús, el Gran Maestro, al caminar y caminar haciendo el bien, plasmando la palabra, sembrando sus versos en las veras, con nutridas cargas de vocación por lo que hacía.

Tal vez esa forma de ser de José Gilberto: sencillo, humilde, sincero, agudo en la palabra, preciso en las rimas de sus versos, que desbordaba amor por sus hijos y en especial por su Juan Diego, convocó la atención de Dios para llamarle muy pronto a hacer parte de sus huestes celestiales y, el espíritu de Gilberto, sin perder tiempo, dejó atrás la casa de campaña, y se marchó con prisa hacia los cielos, cuando a nuestro juicio, aún le quedaba mucho por hacer aquí en la Tierra…

Nos queda a todos, el mejor de los recuerdos y, la alegría de haberle conocido. Seguramente quien tuvo el honor de distinguirle tendrá mil anécdotas y centenares de frases cortas pero agudas y profundas en reflexión como legado, un estilo característico del compañero y colega José Gilberto.

Apenas hace un año, departíamos en el Club del Comercio un grupo de esa memorable promoción de corsajistas panamericanos de 1971, y ahí estaba el maestro Donado con sus versos; el pasado mes de octubre gocé de su valiosa compañía junto al también amigo corsajista Edgar Granados, en la Academia de Historia; en el mes de noviembre, estuvimos nuevamente en casa de Edgar con los amigos Rosendo Cáceres y Donado Grimaldo, ideando formas de ayudar al colegio de nuestro afecto, el Sagrado Corazón de Jesús, que es ahora, el colegio de los nietos de Gilberto; y apenas, hace dos días, el 11 de diciembre, a las 9:11 a.m., el maestro Donado como siempre, me respondió con sus versos al reenviado de un audio en el que anunciaba una supuesta y jocosa protesta por el IVA que grababa las bebidas.

Curiosamente, el día 12 de diciembre, en que se celebraba la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, ante el envío de un mensaje que nos compartiera desde España, el amigo corsajista Francisco Espinosa, a las 17:37 de la tarde, el maestro Donado respondió con el emoticón aprobatorio del dedo pulgar izado hacia arriba: seguramente, el Juan Diego de la Virgen de Guadalupe, le recordó a su Juan Diego del alma y a ella, presintiendo su partida, estaba encomendando su cuidado.

En nombre de la Promoción de Bachilleres Corsajistas 1971, de quienes admiramos su talante y sus versos, de quienes fuimos sus amigos desde los años dorados del colegio, de mi familia y en el mío propio, expreso sentimientos de condolencia por la partida del entrañable corsajista JOSÉ GILBERTO DONADO GRIMALDO y abrazo con afecto solidario y sentimiento de dolor a toda su familia en estos difíciles momentos.

Infortunadamente por razones de una cita de control médico previamente programada en la ciudad de Bucaramanga, en el día de hoy 14 de diciembre, no puedo compartir la cita de la Eucaristía de acción de gracias por la vida de nuestro amigo. Expreso agradecimiento a todas las personas que si han podido responder a esta cita eucarística que en su memoria y por el descanso de su alma, su querida familia nos ha hecho extensiva y elevo a Dios una plegaria de agradecimiento por haberme dado la oportunidad de conocerle y de ser su amigo, por los buenos momentos compartidos, las dificultades superadas, y las alegrías ampliamente celebradas.

Al caballero José Gilberto, un enamorado de la familia, un padre que veía por los ojos de su Juan Diego, un amante de la prosa, un senderista por vocación, amigo de las buenas costumbres y el buen trato, al infatigable lector, al hombre que improvisaba versos, ….¡ Paz en su tumba¡ ¡A todo señor todo honor!

Quiero compartir con su querida madre, sus hijos, nietos, hermanos y demás familiares, sus amigos, un poema escrito por un gran amigo personal, poeta y dramaturgo argentino: Carlos Boaglio, que estoy convencido que si Don Grimm, o Maestro Donado lo leyó, debió calarle en el alma y bien podría ser su mensaje de despedida. Dice el poema:

“Cuando yo me vaya, no quiero que llores, quédate en silencio, sin decir palabras, y vive recuerdos, reconforta el alma.

Cuando yo me duerma, respeta mi sueño, por algo me duermo; por algo me he ido.

Si sientes mi ausencia, no pronuncies nada, y casi en el aire, con paso muy fino, búscame en mi casa, búscame en mis libros, búscame en mis cartas, y entre los papeles que he escrito apurado.

Ponte mis camisas, mi sweater, mi saco y puedes usar todos mis zapatos. Te presto mi cuarto, mi almohada, mi cama, y cuando haga frío, ponte mis bufandas.

Te puedes comer todo el chocolate y beberte el vino que dejé guardado. Escucha ese tema que a mí me gustaba, usa mi perfume y riega mis plantas.

Si tapan mi cuerpo, no me tengas lástima, corre hacia el espacio, libera tu alma, palpa la poesía, la música, el canto y deja que el viento juegue con tu cara. Besa bien la tierra, toma toda el agua y aprende el idioma vivo de los pájaros.

Si me extrañas mucho, disimula el acto, búscame en los niños, el café, la radio y en el sitio ése donde me ocultaba.

No pronuncies nunca la palabra muerte. A veces es más triste vivir olvidado que morir mil veces y ser recordado.

Cuando yo me duerma, no me lleves flores a una tumba amarga, grita con la fuerza de toda tu entraña que el mundo está vivo y sigue su marcha.

La llama encendida no se va a apagar por el simple hecho de que no esté más.

Los hombres que “viven” no se mueren nunca, se duermen de a ratos, de a ratos pequeños, y el sueño infinito es sólo una excusa.

Cuando yo me vaya, extiende tu mano, y estarás conmigo sellada en contacto, y aunque no me veas, y aunque no me palpes, sabrás que por siempre estaré a tu lado. Entonces, un día, sonriente y vibrante, sabrás que volví para no marcharme”.

Muchas Gracias

Semblanza histórica, leída en la Eucaristía celebrada en memoria del poeta, José Gilberto Donado Grimaldo,   Don Grim, el día 14 de diciembre de 2018.





Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

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