miércoles, 27 de febrero de 2019

1454.- VIVENCIAS DEL TRANSPORTE URBANO



Luis Fernando Carrillo (La Opinión)



Recuerdan los días de la adolescencia que el trasporte  lo prestaba la empresa “Transurbanos Cúcuta Ltda”, de propiedad del señor Víctor Cárdenas. Tenía sus oficinas y parqueaderos en la avenida once entre calle diez y once. A donde se acudía con frecuencia a comprar la tiquetera con la que obtenían los escolares rebaja considerable en el pasaje dado el espíritu altruista del dueño. La ruta utilizada era  la avenida séptima  hacia el centro de la ciudad viniendo de los barrios como Sevilla, Pescadero, entre otros.

Se recuerda aun la calidad del servicio. Limpieza, choferes de buenas maneras, cada puesto tenía un timbre y un ayudante pasaba cobrando el valor del pasaje, de veinte centavos aproximadamente. Los jóvenes cedían el asiento a los mayores. Si no se hacía así de vez en cuando el adulto los increpaba solicitándolo. Rara vez sucedía porque la buena educación venia de la casa y de la escuela.

Allí subían estudiantes, trabajadores, y empleados a cubrir sus faenas. Con el tiempo aparecieron dos buses de propiedad de don Víctor Solano.  Prestaban el servicio y se recuerda como Myriam Solano hija de don Víctor cogía el trasporte en su casa que quedaba en la avenida séptima con calle cuarta. Don Víctor era  comerciante,  cabeza de una prestante familia. Cuando esto el sitio era residencial. Casi siempre nos encontrábamos con ella que iba para el colegio  Santa Teresa y con Ismael Quintero y Trino Villamizar.  Parches de toda la vida.

Con el tiempo este trasporte propio de una ciudad buena fue desapareciendo. Surgió  el de hoy, 2018.  En realidad no se lo merece San José de Cúcuta.

Hay empresa por montones con buses viejos. Se dice que son traídos de otras ciudades después de ser chatarrarizados. Se observa que no hay limpieza, ya no existe el ayudante que recoge el valor de los pasajes. Ahora, en la puerta de entrada se forman problemas para cubrirlos.

El chofer arranca bruscamente sin esperar que los pasajeros se sienten con las incomodidades que esto supone. Muchas veces no hay respeto ni para mujeres, ni con niños. Lo importante es partir cuanto antes. No hay una reglamentación adecuada.

El caos del trasporte urbano sin necesidad de ser investigador se puede deducir cuando se observa la calle novena, la calle octava, la avenida séptima. No hay poder humano que ponga fin a tanto caos.  Por el contrario aparecen nuevos buses, nuevas empresas, nuevos taxis con el pandemonium consiguiente.
  
Son los tiempos, se dirá.  La ciudad moderna es un infierno. Es cierto es una selva con todos los peligros de un mundo deshumanizado. Con ésta advertencia sálvese quien pueda.

Sin embargo  hay que hacer el intento. Hay que hacer lo posible para que funcione por lo menos lo elemental, las buenas maneras, el respeto al pasajero que sintetiza todo lo que hay que superar.

Ya no son los días de la familia Cárdenas ni de la familia Solano. Una ciudad naufragando en las miserias. Un presente que no tiene futuro.

Será difícil establecer un nuevo orden en el trasporte urbano pero quizá los que vienen puedan empezar la trasformación de la ciudad, su modernización y hacer de su trasporte algo digno y humano.  Lo demás es cháchara.




Recopilado por: Gastón Bermúdez V. 

lunes, 25 de febrero de 2019

1453.- LA SERVIDUMBRE VOLUNTARIA



Leopoldo J. Vera Cristo

Cada vez que voy a Cúcuta compruebo que no hay experiencia más agradable que visitarla. Usted puede ausentarse el tiempo que desee, pero al regresar, las primeras brisas cálidas que lo reciben en el “Camilo Daza” le hacen tener  la sensación de que nunca ha salido de la ciudad.

Mil veces he repasado con veneración el camino que por años recorrí ida y vuelta  entre mi casa y el colegio, conversando con los árboles que  aún quedan frente a las casas del pasado que hoy se pintan de avisos  contaminantes. Me los sé de memoria porque fueron mis amigos y traen el olor de una juventud con edición limitada.

Bajando desde la avenida sexta por la calle catorce hasta la segunda, caminábamos derecho hasta la calle novena y  luego hacia el oriente para llegar por la cero a La Salle. En el camino la Gobernación, la casa de los Yáñez Carvajal, la de los Forero, la esquina de los Quintana frente a los Benítez, la casona de los Peñaranda, la casa de los Casanova, todas parte de mi historia.

De vuelta había que pasar por el Colegio Santo Angel con la esperanza de un tímido saludito femenino desde sus ventanas, que entre otras era lo máximo que obteníamos. Alcanzábamos la avenida quinta en el Parque Santander, subíamos por El Ley hasta la Sexta y antes de llegar a casa pasábamos por el almacén de los Blanco, donde doña Aurita nos consentía. Decía Kiko Blanco que él no tenía la culpa de haber nacido frente a las oficinas de cerveza Aguila.
  
Castigada por la indiferencia de los dirigentes y la pasividad de quienes crecieron sin conocer su historia, mi Cúcuta sigue rebozante de cucuteños afectuosos, nobles y calurosos como el clima en que viven. Un pueblo generoso que recibe y consuela a quienes huyen de la tragedia transfronteriza.

El cucuteño es tímido y sencillo con el consecuente entorpecimiento de sus canales de comunicación, proyectando así una imagen equivocada. Pasamos por ser malgeniados, de “malas pulgas” y hasta poco sociables. La imagen que proyectamos ha sido distorsionada, pero la docilidad y la entrega cuando brindamos amistad, nadie nos las puede quitar.

En la época de la bonanza recibimos compatriotas de todas las latitudes; muchos acogidos hospitalariamente continuaron viviendo entre nosotros, otros se fueron agradecidos después de haber hecho fortuna y, por último, muchos se fueron sin tener tiempo ni voluntad para pagar los arriendos que debían. A nosotros nos quedó el problema de la mala situación, y claro está, una imagen desdibujada.

Recientemente nos invadieron pasivamente los hermanos venezolanos; algunos dicen que no fueron precisamente los de mostrar y que en nada ayudarán a una posible recuperación. Curioso, hoy está de moda en los medios decir que estamos  pagando el favor que nos hicieron hace tiempo al recibirnos en momentos de violencia y hambruna colombiana.

La verdad es que fuimos a trabajar, unos  como profesionales, otros como simples obreros y otros muchos como domésticos; entre otras porque había que tener visa para pasar más allá de San Cristobal.  Pero Jamás vivimos esa espantosa situación actual venezolana y antes bien recibimos siempre a los refugiados de las varias dictaduras vecinas del siglo XX.

Ese es el problema de no conocer nuestra historia y no sentir nuestro terruño. Pero un pueblo generoso no repara en esas pequeñeces históricas y recibe con los brazos abiertos a quienes torturan al otro lado de una frontera donde solo un río separa a hermanos con idéntico origen.

En el último medio siglo hemos pasado siempre por ser una ciudad comercial que amanecía preguntando por el precio del bolívar y anochecía soñando con la devaluación del peso. La verdad es que por la “buena situación”, ni siquiera nos preocupamos por exigirles a quienes venían a vender sus productos la localización de sus fábricas en nuestra ciudad para garantizar en el futuro un renglón distinto de subsistencia.

Lo cierto es que la “bonanza” no permitió que hubiera un verdadero sentido de comunidad; ese sentido que permite programar organizadamente el futuro con base en el anhelo de un mañana mejor para las generaciones venideras. El manejo de la cosa pública no le importaba a una gran mayoría de la población que contribuía económicamente con la misma cantidad para apoyar dos y hasta tres ideologías completamente diferentes.

Así se obtuvo una clase política consecuente con la pasividad contemplativa. La dirigencia se llenó de forasteros que venían por lo suyo y se iban con lo suyo, hasta el punto de escuchar que la ciudad está ahora férreamente manejada por alguien que no es cucuteño y ni siquiera vive en ella.

Las comunidades religiosas que formaron tantas generaciones en el respeto por la Ley y en el temor a Dios, hoy tienen que rogar para que les permitan seguir cumpliendo su misión. El Conservatorio  que formó varias generaciones musicales, desapareció ante la indiferencia ciudadana. Los muy valiosos grupos que luchan por cambiar la conciencia comunal, son vistos con indiferencia y abandono.

Las nuevas generaciones ignoran la historia de su patria chica y no pueden imaginar que hubo un pasado de grandeza forjado a punta de coraje, civismo y honestidad; por el contrario, asumen que la situación que les tocó vivir es una prolongación de un pasado del cual no son culpables.
   
Se nos fue la tranquilidad y se nos escapó de las manos el manejo de lo nuestro en este pedacito de patria que arrogantemente consideramos exclusivo. Hoy la violencia penetró hondo en nuestros hogares, recordándonos que aún somos parte de Colombia y que compartimos sus pesares con mayor indefensión que los demás.

Pero los sucesos no vienen solos. Hace 470 años Etienne de la Boetie, decía en su discurso sobre la servidumbre voluntaria:

“…Cómo puede tener tantas manos para golpearlo a usted, si no es usted quien ha dejado que utilice las suyas?...

…Cómo puede disponer de un tal poder sobre usted si no es usted mismo quien se lo ha otorgado?...

…Qué cuentas podría finalmente ajustarle, si resulta que usted es encubridor del ladrón, que lo roba, cómplice del asesino que lo mata y traidor que se traiciona a sí mismo?...”

Los que no tenemos ni el poder ni la fuerza, solo disponemos de un arma: la educación. Cambiar la imagen que proyectamos solo se logra enseñando a quienes se están formando que la Ley no se negocia, que tienen una historia de la cual enorgullecerse y que están obligados a defenderla y a continuarla.

No hay forma de querer lo propio si no se conoce. Tal vez así logremos además una clase dirigente que no sea inferior a su pueblo.




Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

sábado, 23 de febrero de 2019

1452.- JORGE NIÑO, EL TEMIBLE CAPITAN BARBA ROJA



Terremotero


Campeones Nacionales de Mayores de Básquet en Bogotá, 1978. Arriba de pie  están: Hugo Torres, Vinicio Esquivel, Edgar Fonrodona, Alvaro Torrado, Nelson Zambrano, y Jaime ´el Chomo´ Bustamante. Abajo, Juan Manuel Corzo,  Carlos Llanes, Hugo Hernández, Jorge Niño, ´Tito´ Ordóñez, ´Chucho´ Sinisterra, Orlando Puello y José ´caballo´ Rodríguez. La titular era: Jorge Niño, Carlos Llanes, Hugo Hernández, ´Tito´ Ordóñez y ´el Caballo´ Rodríguez.

Evoco tarde cucuteña del año 1976. Recuerdo a mi padre entrando a casa proveniente de Medellín. Ejerció de comentarista en cadena radial, transmisión Suramericano Masculino Mayores de Baloncesto. El infante muy ansioso quiso conocer detalles del torneo, disparaba preguntas a granel. Papá, cuénteme del ´Barba Roja´, fue el mejor, insistía afanosamente.

Imposible olvidar respuesta contundente: Mire mijo, Jorge hizo la mejor canasta del torneo. El narrador y locutor nacional Esaú Jaramillo Montaño manifestó: Qué tremendo canastón, fenomenal rompimiento al aro. Magistral jugada individual. Hizo la gran ´bocusina´. Ese día me explicó la denominación de ´bocusina´.

´Bucosina´ un remoquete de inspiración surgido desde Robert Joseph "Bob" Cousy, muestra artística de floritura con técnica personal expuesta en 1953. Legendario jugador NBA. (Significado de Bocusina: Apelativo criollo colombiano, nacido por unión de palabras Bob y Cousy). La jugada era un arte que consistía en una corrida a velocidad de aro a aro, con jugada individual con endemoniado ´dribbling´ en pique rápido, rompimiento con fintas y malabares; matador engaño pasando balón por entre cintura, remate a una sola mano, muchas veces cambiando de mano al final, anotando casi de espaldas al aro.

Juveniles años donde no existía internet. Permitió leer hazañas del temible pirata Barba Roja. Capitán de barcos, rey de mares. Enfrentó la armada del imperio español con flota de 36 navíos. Logró derrotarlos en Peñón de Gibraltar. Historias míticas de literatura con fábula, figura recreando realidad. Hubo otro Barba Roja. Nacido del terruño, ciudad misma donde Teresa Briceño de Andressen obsequia terrenos iluminados con espacio preñado de baloncesto cucuteño.

Varias veces la mente preguntó: ¿Por qué otros mundos, otras ciudades e infinidad de lugares, engalanan historias con formas de leyendas? Surge sentimiento escrito, abre paso la imaginación e intenta mostrar recorridos con anécdotas singulares. Materia prima inigualable brota de Cúcuta y su amado baloncesto, crean eslabón fortuito secundado por sueños. Cientos de acontecimientos detallan vidas forjadas debajo del tablero, motor de conciencias para generaciones futuras. Decido titular: EL TEMIBLE CAPITAN BARBA ROJA.

Testigos inmóviles fueron gigantescos árboles frondosos formando el coliseo natural de hojas verdes. El barrio Callejón presenta su dilecto hijo, así engrosan inolvidables páginas. Dedos en teclado, viajan por momentos infantiles y entremezclan historia de anciano.

Solía llevarme con 5 años de edad. Pude apreciar innumerables gestas sin entender. Asombroso domingo del 67´ en cancha Carora. Por primera vez observo el osado juvenil, atrevido para romper, sello propio con características de baloncestista innato. Flaquito, blanco, rubio y desgarbado. Parecía inofensivo y realmente fue demoledor para anotar. Estaba iniciando su carrera por trajinares deportivos. Mi padre dirigió y al mismo tiempo jugó por Club Guasimales. Aguerridos duelos contra equipo de Carora.

Sentía susto ante algarabía desmedida, me aferraba del cuello de mi madre. Pude sentir aromas de sudor, fuertes olores mentolados de pomadas antiguas, vi toallas empapadas. Miré varios hombres jadeando sentados en banco. Eran torneos inter-clubes del baloncesto local. Cúmulo de sensaciones escenificaban los detalles de la gloriosa cancha de Carora. Inconmensurables equipos y jugadores espectaculares. Impresionante nivel técnico, muestrario clásico de temible garra con enjundia. Abrumadores instantes, verdaderos duelos de titanes. Pronto confirman el surgimiento del grande entre grandes.

Remembranzas llegan por miles con bellos instantes. Momentos únicos del baloncesto doblegados por nostalgias de ayer. Reafirmo ese privilegio de vida, poder escribir pasiones con resguardo en venas hereditarias. ´Barba Roja´ inicia junto a sus hermanos, fue segundo de tres. Infinito deleite con balón. Recordados siempre en barrio Callejón. Los hermanos Niño.

Enigmático lugar siendo un simple solar. Nombre único, la cancha del Callejón. Espacio ubicado a final de linderos colindantes con patios de familias Avendaño y Niño. El barrio Callejón aportó excelentes deportistas. Canchita no reglamentaria pero nutrida de leyendas, cuentos, fábulas y anécdotas. Muy angosta, corta y sin especificaciones oficiales. Nido donde adolescentes hicieron malabares en medio de brincos entramados. Corrían y saltaban con encantamientos propios de grandes guerreros. El estrecho espacio, fue ideal para acondicionar intrépidas formas al romper. El jovencito Jorge, mostró primeras piruetas con fintas atónitas y florituras haciendo circular el balón detrás de cintura.

Fintar parece arte, astucia engañar sobre corriendo y aturdir amagando velozmente con malabares de balón. Cualidades nuestras. Transitar el balón entre la cintura para luego rematar con una sola mano debajo del tablero. No fue suerte de principiantes, signados estuvimos para triunfar. Leyendas callejeras cuentan, hubo el remoquete ´bocusina´.

Encajó perfecto a ´Barba Roja´ Niño. Malabar artístico, requería insólita técnica, velocidad, destreza, habilidad, fino movimiento, coordinación, nervios de acero, seguridad, liderazgo y tenacidad. Sin discusión alguna, un recurso de características demoledoras al ánimo rival. Artificio hipnotizador con sello propio. Legendario Robert Joseph "Bob" Cousy, deleitó aficionados por 1953. Lenguaje coloquial y popular denominado ´bocusina´.

Analogía con famoso pirata. Nobles parámetros suelen aparecer. Existió un temible para equipos rivales. Capitán de selecciones, barba roja, vestía colores rojinegros, comandó flota de gestas memorables. Llevó derrotas a grandes quintetos de nóminas superiores. Cúcuta vio desgarrar su llanto al nacer, otrora suelo bendito, mismo donde por primera vez mordería el polvo el imperio español. San José de Cúcuta abrió puertas a la independencia de la república, mostramos garra e inusitado coraje en el Siglo XVIII.

Viendo fotografías blanco-negro, aparento dialogar con personajes. Renaceres inspirados por cielo majestuoso levantando vida de escombros. Resurgimiento de espíritus nuestros entre cenizas. Dignidad por venir de tierras donde no existen olvidos. Lugar de memoria inagotable.

Mi padre comparó al gran ´Barba Roja´ con Hugo Del Vecchio, baloncestista argentino, leyenda legendaria de equipo que consiguió hazaña al derrotar a los EEUU. Exito alcanzado en Mundial celebrado en Uruguay 1950. Curiosamente un año después, los hermanos Díaz Calderón, fueron testigos de las habilidades de Hugo Del Vecchio. Los cucuteños integraron la selección Colombia de 1951 al Panamericano de Buenos Aires. Sintieron orgullo propio por ser juntos titulares indiscutidos durante el torneo.

Se encontraban ambos en la tribuna, pudieron observar la gran final entre EEUU vs Argentina. El maestro de ceremonias, plasmó elocuente presentación en mítico Luna Park y cuando pronunció a Hugo Del Vecchio, miles de espectadores enloquecieron. Los hermanos Díaz se deleitaron aquella noche ante impresionantes jugadas individuales. Del Vecchio anotó puntos hasta el cansancio, descolgó, penetró al aro, hizo travesuras  enroscando el balón en la cintura y remató faenas debajo del cesto, en medio de aplausos ensordecedores. Cautivó con la mágica ´bucosina´.

Aquel apoteósico suceso trajo grata recordación 14 años después por ahí en principio de los años 60. Ocurrió en Cúcuta. ´Barba Roja´ era protagonista de juego preliminar en famosa cancha del Reformatorio. Hizo piruetas rompiendo al aro. Hecho registrado antes de iniciar encuentro estelar (Cancha del Reformatorio, ubicada donde actualmente construyeron Centro Comercial Ventura Plaza).

Mientras mi padre realizaba su respectivo calentamiento para el encuentro principal, observó al muchacho. Vaticinó el surgimiento de emblemática figura. Expresó en la mente, puedo ver nacer al nuevo Hugo Del Vecchio. Es criollo y será nuestro muchos años.

Era mi gran ídolo de infante. Cuando le observé saltar dentro del rectángulo, sentía era ser de otro planeta. Cumplí un sueño en enero del año 75. Pude pedir un autógrafo. Tenía 12 años. Mágicamente apareció en aquel lugar especial. Imposible olvidar. El Cream Palermo, calle 45 Bogotá. Había empacado maletas y junto al ´viejo´ largamos la travesía. Fueron dos días haciendo juegos de intrépido copiloto. El Jeep ruso encarpado con denominación Campero GAZ, respondía los embates de carretera.

Mi padrino José Urbina había importado el tanque de guerra con latas duras. Lo trajo a finales en década del 60. Llevamos al paseo una gran cava con gaseosas, sándwiches y carnes frías embutidas elaboradas por Wolfgang Bochmann, ciudadano alemán de Pamplona. No pudo faltar el cargamento de exquisitas cemas con chicharrón para amigos en la capital.

Adornaba la parte trasera del todoterreno, el exquisito pan recubierto y protegido en bolsas de papel marrón con letrero azul. Podía leerse, Panadería La Fragancia: Confitería, rancho y licores. El paseo incluyó cerro Monserrate, visita a ´Toto´ Fuentes, museo del oro, planetario, Cream Palermo y cine vespertina. Inolvidables vacaciones del infante.

Volviendo al Cream Palermo, recuerdo la mesa llena de historias. Al costado el muchachito curioso, fisgón y preguntón como Pepito. Departían, el ´Mico´ Soler, ´Toto´ Fuentes, Hilario López y mi padre. Tomaban cerveza. Atento escuchaba fantásticas anécdotas vertidas de eximios declamadores exagerados. Degustaba la exquisita hamburguesa con malteada de vainilla. Sin presentirlo, sin saberlo y con arte mágico, surgió de la nada, era el temible capitán ´Barba Roja´ Niño. Apareció fugaz como el viento y de golpe, ya estaba de pie, muy  erguido junto a la mesa. 

Dos años atrás había observado por televisión en vivo y directo el torneo Suramericano Mayores de Naciones. Era 1973. Jorge Niño y Hugo Hernández hacían parte del equipo nacional. Increíble disfrutar apasionantes momentos. Nuestro equipo era fenomenal. Entre otros, ´Guajiro´ Romero, ´Pilo´ Avila, ´Chico´ Rodríguez, Julio Bush, Alberto Douglas. Entre ellos, los infaltables cucuteños Jorge y Hugo.

Retomo el cuento y vuelvo a la mesa servida. No podía creerlo, por instantes tirada quedó la deliciosa hamburguesa. Hubo abrazos, respeto y admiración entre los tertuliantes. Alguien pidió al ´Toto´  Fuentes de las alturas y al ´Barba Roja´ de los mares, ponerse de espaldas para medir sus estaturas. El odontólogo, acentuó, acotó y aclaró estaba viejo, con algunos problemas de columna y con las rodillas dobladas por trajinares pasados. Expresó haber perdido 5 cm. de estatura original. Más sin embargo, luego del improvisado test, ´Toto´ fue 2 cm. más grande. Hubo muchos jugadores altos en selecciones de Colombia, pero ´Barba Roja´ y ´Toto´ fueron grandes, más que altos.

No pensaba dejar naufragar el instante sublime. Solicité al querido tío de añoranzas, firmaran ambos sus autógrafos en la servilleta. Quería guardar el recuerdo del restaurante y al mismo tiempo, atesorar los autógrafos de emblemáticos jugadores. La voz de ´Toto´ se escuchó con típico dialecto cucuteño: Ala, ala Jorge, firmemos aquí, el pelao quiere un recuerdo.

Por 20 años guardé la servilleta entre fotos familiares. Un día, ciertos avatares de vida moderna, desvanecieron aquel ingenuo documento. Fue uno de los días más felices del existir. Estuve sentado con tres generaciones de guerreros con auténtico ADN cucuteño. Símbolo de identidad antes que la cédula. Azares del destino, permiten relatar para guardar sentires. Ese día cumplí la temprana cita con ancestros genuinos del baloncesto, expresión fina de raza arraigada entre Familias Terremoteras. Honor superlativo.

Debió llegar el año 1981. La aerolínea desaparecida ACES de Colombia organizó un triangular internacional en Pasto, capital de Nariño. Yo estaba disfrutando licencia con permiso especial del batallón de honor guardia presidencial. Había recibido el premio por salir campeón del torneo interno de Fuerzas Armadas. En forma intempestiva recibí llamado de ´Fosforito´ Castro. Integraría una selección del Norte con algunos refuerzos cucuteños radicados en Bogotá, dos refuerzos no cucuteños de la Universidad Nacional muy amigos de ´Barba Roja´, y lideraba el gran barco el hijo del barrio Callejón. Recuerdo era líder natural sin hablar. Unicamente pude jugar 5 minutos. Fui de relleno, fui de paseo, pero fui feliz.

El triangular relámpago terminó. El día final, hubo celebración en restaurante-bar para equipos participantes. La empresa ACES estaba inaugurando la llegada del jet Boeing de gran capacidad. Votaron la casa por la ventana. Nos llevaron a Chalet Suizo frente a majestuosa laguna de Cocha. Degustamos trucha Arco Iris. Hubo rumba, francachela, degustación de platos exquisitos y amplia gama de licores.

Parece perdí la memoria varios minutos aquella noche. De pronto desperté en clínica mientras me tomaban algunos puntos en la frente. Debí acudir a los relatores de lujo para saber lo ocurrido. ´Cachaplas´ Reyes y ´Garganta de Lata´ Casadiego, expusieron la anécdota con lujo de detalles, expresaban:

El Panadero Díaz se levantó de la mesa al baño. Tenía muchas copas encima. Parece resbaló por charco en piso. En bruces cayó y se fue contra el lavamanos. Se rompió la frente dos centímetros arriba de la ceja, quedó desmayado. El temible capitán ´Barba Roja´, constató faltaba un grumete del barco. Acudió raudo, encontró al marino inerme en piso. Lo alzó, le echó agua en la cabeza. El marinero balbuceo palabras. Dictaminaron estaba borracho. Le tomaron tres puntos. Algunos dijeron, Uyyy, Uyyy, Uyyy juemadre ahora que hacemos, don Alfredo se pondrá furioso…

Barba Roja quedará en sitiales de grandes. Dueño de plaza en quinteto titular del equipo de ensueño. El Dream Team del Norte. Era fuerte, corajudo y veloz. Dribbling único y característica propia de balón contra maderamen. Descolgador innato. Mortal penetrador al cesto. Anotador insuperable. Fue alero, guardia y escolta. Hasta supo jugar de pivot a nivel local. Guapo e intrépido. Habilidosa forma de fintar para engañar. Arranque demoledor al penetrar. Hacia arabescos, torniquetes, cambios de manos, cambios de ritmo en velocidad. En pleno vuelo zigzagueaba con definición artera. No fallaba tiro libre. Tenía tiro corto infalible en sostenido. Eximio malabarista. Encumbrador del rompimiento con ´bocusina´ incorporada y mejorada. Digno representante del baloncesto cucuteño.




Recopilado por: Gastón Bermúdez V.