Terremotero
El Che y
su amigo Alberto Granado entran a Colombia a través del río Amazonas en la
balsa Mambo-Tango en junio de 1952 por Leticia, en su viaje de aventura,
visitando Argentina-Chile-Perú-Colombia-Venezuela, llegan a Cúcuta el 12 y
salen el 14 de julio hacia Caracas.
Acápite-
Asombroso Relato. Revelación con detalles inéditos.
Visita sorpresa por tres días. Mítico personaje universal, estuvo aquí. El Che
Guevara. Lugar Av. tercera con Calle octava esquina. Testigos días viernes,
sábado y domingo. Fecha 12, 13, y 14 de julio 1952.
Aclaratoria-
Por aquella época el personaje tenía 24 años, chico
común y corriente, futuro médico de profesión. Ciudadano argentino. Pasó por
Cúcuta, conversó sobre medicina, fútbol y baloncesto. Visitó el Sanatorio
Amelia y Asilo Andressen. El dato más curioso, reveló a mi padre, ser hincha
del club argentino News Olds Boys de Rosario. Sorprendido quedó el CHE, su amado
club del alma, tenía los mismos colores del Cúcuta Deportivo y mismos colores
del equipo de baloncesto Norte de Santander. O sea, el rojo y negro. Ernesto,
había nacido en Rosario, hermosa ciudad. El relato, pudo aglutinar curiosidades
nunca reveladas.
La Previa-Anotaciones
Tomé apuntes en agosto 2018. El anciano relató en
barrio Lleras Restrepo. La misma casa hace 60 años. Los domingos preparó
desayuno para ambos. Allí estábamos, haciendo equipo. Una memoria prodigiosa
con 90 abriles, de un lado el maestro y del otro, acucioso alumno apasionado
por apuntar. Jamás desayunamos en mesa, siempre en mecedoras frente a la TV,
así podemos manotear o gesticular con brazos.
Estar solos, augura relatos para escribir. Yo escribo
por hobby. Mucho sufro de ansias por sacar historias, él sabe mis afanes, sus
horas más largas dentro de mundo de ayer, las mías cortas en mundo moderno.
Pactamos, el contará durante 1 año las historias, yo escribo y permuto 10 años
para su larga vida, él sentirá haber vivido 20, al final, mis letras le
acompañan, y mi amor, nunca desaparece. Somos distintos, yo ansioso, él muy
tranquilote. Le decían don Tranquilo y don Alfredote.
Aquel día expresó: mijo, cuáles afanes. Los archivos
son suyos, serán su herencia. Sus hermanos no escriben, ellos viven sus
profesiones y están apartados del tema histórico. Parece somos iguales en
ademanes y tonos de voz. Físicamente muy distintos, salí a mi madre. No soy
escritor, pero amo escribir. No soy historiador, pero amo la historia
inmaterial de Cúcuta.
Creo, sin dudar, mi padre fue, será y estará, entre
los mejores historiadores de nuestra ciudad. Nunca perteneció a la Academia,
tampoco le interesó. Recuerdo cuando expresó, uno de entre los mejores, no fue
académico, había sido peluquero y no era bachiller. Sí, es verdad, somos
distintos, yo irreverente, imprudente y sin reservas. El, muy prudente,
tranquilo y reservado. A veces me regaña, después recula. Hermosa etapa de mi
vida, dignamente honrado por regalo de Dios, cuidar, acompañar, compartir y
escuchar anécdotas del padre.
Inicio del apuntador ansioso-
Comenzar desenrollando la madeja. La visita del CHE
debía ser algo imborrable. Le dije: ¿Oiga padre, usted como hace para saber si
el día 12, 13 y 14 de julio de 1952, cayó viernes, sábado y domingo. Usted no
tiene internet, ni celular y no le gusta hablar por teléfono. Usted aborrece
toda forma de modernismo? En la mente dije, un Pedro Picapiedra 2018 ¿Entonces
como hace papá?
Respondió: Mire mijo. Por años los 1949 y 1953, vino a
Cúcuta varias veces el famoso argentino Sr. Fassman. Era vidente, mago,
hipnotizador, mentalista, ilusionista, prestidigitador, adivino y médium. Había
nacido en 1909, me llevaba 20 años. Se presentaba en el teatro Guzmán Berti.
Sorprendía, siempre adivinaba día de nacimiento de cada cucuteño.
Les decía: Usted nació un día miércoles, usted un lunes,
vayan corriendo y ratifiquen con su abuela, madre o pariente. Era certero e
infalible. Recuerdo al final de cada función, vendía una cartilla donde se
podía sacar fórmulas, descubrir día exacto de nacimiento. Podíamos adivinar
desde el siglo XVIII hasta XX. Todavía guardo las fórmulas. Respondí, Uyyyy
Uyyyy, Uyyyy padre, ahora tengo otra crónica fabulosa en mente, EL FAMOSO
ILUSIONISTA SEÑOR FASSMAN EN TEATRO GUZMAN BERTI y otra, sobre FAMOSA FIEBRE
DE MUCHACHOS CORSAJISTAS POR CREERSE SHERLOCK HOLMES.
Un extraño olor a quemado, dejó el cuento a medio
terminar. La olla con lentejas se quemó. Tocó ingeniarse arroz con huevo. Sin
embargo, era delicioso viajar atrás, siendo lo que somos, parece fuimos,
realmente nunca dejamos de ser. Supe podía traer vivencias, ilusiones y otros
momentos, al fin y al cabo, provienen de mismas calles que camino. No importa
cuanta felicidad viví, solo pienso en alegrías sentidas al relatar sus vidas.
Relato
Julio 1952-
¨Increíble instante, desprevenida ecuación y momento
circunstancial. Tres horas compartí junto a Ernesto Che Guevara. Ahora
convertido en personaje mítico universal. Esa noche, no era nadie, un simple
joven. La mesa ubicada en avenida 3ª y calle 8. Acudí a famosa tómbola,
buscaban fondos para el equipo Cúcuta Deportivo. Duró 3 días, viernes, sábado y
domingo. Sentados estuvimos, ´Mocho´ Barreto, futbolista argentino Juan
Barbieri, futbolista uruguayo Alberto Villaverde y Ernesto Che Guevara, siendo
un joven común y corriente. Todos ya nos han dejado.
Aquel sábado estuve dirigiendo en San Cristóbal, al
equipo juvenil Táchira de baloncesto. Fui contratado como entrenador. Ya
retornaba, venía al volante de vieja camioneta Chevrolet de la panadería. Llegué
a Cúcuta siendo las 8 pm. El copiloto, Jorgito Luna, miembro de familia
conservadora. Grandes amigos de mis abuelos. Propietarios de Pasta La Española.
Numerosa familia, compañeros de infancia. Los Luna.
Cúcuta fue distinta de otros pueblos, municipios y
ciudades de Colombia. El deporte del baloncesto, había logrado crear hermandad
inquebrantable entre las familias conservadoras y liberales. Sentires
inspirados por amalgama entre baloncesto, corsajistas, lasallistas y terremoteros.
Existían otras familias tan cucuteñas como el pastel
de garbanzo. Provenían por descendencia extranjera y también del interior de
Colombia. Estaban formados desde raíces árabes, sirias, libanesas, palestinas,
israelitas, italianas, alemanas, francesas, americanas y canadienses. Repito en
mayúsculas, TODOS MÁS CUCUTEÑOS QUE EL PASTEL DE GARBANZO.
Desde allí surgieron, insignes baloncestistas,
apreciados corsajistas y lasallistas. Entonces se formaría un ADN girador como entorno
desde el baloncesto. Casi fue, cédula de identidad, patentada desde deporte
insignia. Cualquier persona sin importar si o no, era practicante del
baloncesto, fue identificada dependiendo arraigo de pariente, compadre, amigo,
familiar, allegado, conocido, socio, ahijado, primo, tío o hermano de algún
jugador. Parecía una cofradía invadiendo toda la ciudad.
Dicen leyendas callejeras, hubo tiempos en Cúcuta
donde relacionarse o presentar alguien a otro, disparaba sin desparpajos la
misma pregunta ¿Dígame, usted jugó baloncesto o algún pariente suyo jugó? La
respuesta implicaba poder ingresar al empleo, al club social, al estamento
local. Era patente para referencia de hombre sano y honesto. Para certificar
provenía de familia digna. Se abrían puertas a lo hermoso jamás creado.
Podíamos entrar por amplias puertas de bella ciudad.
Existía respeto, valor por la familia, amistad. Nadie podía engañarnos con
cuentos de camino falso, sabíamos quiénes éramos y de dónde veníamos.
La traición desapareció. Las únicas batallas eran
deportivas, el rectángulo saldaba con capacidades las rivalidades. Luego nos
dábamos la mano y todos éramos amigos.
Sigo…
Entonces me duché, afeité y salí raudo para gran
tómbola. Su lema, TODOS UNIDOS POR CUCUTA DEPORTVO. Eran las 9 pm y crucé la
puerta. Allí vi, al ´Trompocolo´ Ramirez París, maestro de ceremonias,
encargado de agitar todo para conseguir donaciones. Necesitaban presupuestar
vigencia del equipo.
Radio Guaimaral ejerció de motor comunicacional.
También colaboraron al micrófono, Jesús María Sepulveda, Gilberto Maldonado
Moreno y JH Maldonado, el representante de Radio Victoria. Era analogía al
Teletón, aquel tiempo, plasmando por otros fines.
Juan Barbieri me llamó con brazo alzado. Saludé y me
senté en la mesa. Le pregunté al chico desconocido en forma desparpajada ¿Eres
hermano menor de Barbieri? Pensé sin querer, era familiar que lo estaba
visitando. Eran muy parecidos o fue simple semejanza entre dos argentinos. Allí
inicia aquella conversación inolvidable. Cúcuta sería testigo, ahora décadas después,
se plasmará.
Yo tenía 23 años y Ernesto 24. Manifestó sentirse
gratamente sorprendido por tanto amor hacia equipo de Cúcuta. Pudo ver tanto
sufrir por recoger fondos y tanta pasión por divisa. La Panadería Fragancia
había colaborado en logística con sándwiches.
La conversación fue tranquila, natural y desprevenida.
Recuerdo como hoy, su gran sorpresa por colores rojinegro. Expresó sobre equipo
de sus amores. El News Old Boys de Rosario. Increíblemente, ese famoso club
argentino, tiene los mismos colores de uniforme y bandera deportiva. Esa
inesperada casualidad, causó sorpresa al joven futuro médico.
Mi padre comentaría, cuando 1 año atrás, vio jugar al
famoso baloncestista Hugo Del Vecchio en Luna Park de Buenos Aires. Acentuó con
cabeza, ratificando, era gran ídolo del sur. Narró su día anterior. Visitó el
Sanatorio Amelia y quedó abismado por idoneidad de nuestros galenos. Percibió
métodos adelantados para atención de tuberculosis. Manifestó, venía de culminar
pasantía en Leprocomio de Rosario. Se quejó del trato discriminatorio hacia
enfermos de lepra. Luego, visitó el Asilo Andressen.
Se volvió más expresivo. Declamó bellezas de áreas que
pudo apreciar. Nunca imaginó encontrar en pueblo tan pequeño, una obra tan
bella. Expresamente alabó inmejorable labor de las monjas. Una vez más, la
heroína visionaria de gestos altruistas, la doña Teresa Briceño de Andressen,
nos dejaría enaltecidos desde su obra¨.
Algo no olvida mi padre. El chico Ernesto confesó, su
amado club de fútbol, los medios de comunicación le decían LA LEPRA. Otros
locutores de radio, les denominaban LOS LEPROSOS. Curiosamente al otro club de
misma ciudad, la radio denominó LOS CANALLAS. Los apelativos de equipos del
fútbol argentino, tienen crudas denominaciones. Especialmente en ciudad terruño
del CHE.
En la travesía, iniciando en motocicleta pero después
en lo que conseguía para transportarse, desde el lejano sur, había llegado con
otro amigo. El, no estuvo aquella noche. Ese otro joven se hospedaba en
apartamento de Juan José Tulic. Ubicado en zona céntrica. Ernesto se hospedó en
apartamento compartido entre Juan Barbieri y Alberto Villaverde. La habitación
quedaba en segundo piso justo a lado de famosa tienda Rosa Blanca. Calle 10 con
avenida 9ª.
Dicen leyendas, en planta baja quedaba tiendita
artesanal de señoritas de apellido Camino. Ellas vendían alimento para canarios.
El CHE estuvo fascinado con diminuto establecimiento. Parecía tener magia.
Los caminos de Cúcuta nunca estuvieron cerrados a las
historias, a veces las truncaron. Fuimos tierra de vivencias, cuentos y
leyendas. Provenimos de inigualables recuerdos de unión de nuestros abuelos.
Significantes instantes románticos desde cuando se flecharon.
Nuestros son caminos reclamando volver. Devolver
memoria inmaterial genuina. Somos porque fuimos. Vivimos porque hubo pasado.
Reconocemos porque hubo historias. Amamos algo, porque hubo amor desde tiempos
donde no estábamos en planes.
Somos tierra de privilegios. Ciudad imborrable de
nuestros corazones. Calles mágicas nos miran, hermosos arboles nos protegen,
increíbles sensaciones nos resguardan. No podemos buscar felicidad sin escarbar
los valores del ayer. Cimientos fundados en formas sencillas, gentes humildes,
sentimientos sólidos e identidades sin fisuras. Fuimos especiales, ahora
sembremos desde sentires intactos.
Mirar atrás es descubrir las maravillas de la ciudad más
bella. Le llaman Cúcuta, tierra de inmensos manantiales circundados de
recuerdos. Tierra de terremoteros vigentes en formas honestas. Nadie nos quitará
lo vivido y menos nuestra memoria histórica.
Gracias Cúcuta… Gracias Padre!
Recopilado
por: Gastón Bermúdez V.
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