Gustavo Contreras
(La Opinión)
Jaime Díaz y Seudiel Ramírez.
Su día empieza alistando el ‘arma’
con la ilusión de dispararle a la mayor cantidad de personas posibles.
Un chip de memoria es el proveedor; dos baterías evitan cualquier falla, y
la ejecución puede ser disparando al rostro o al cuerpo. Lo dicen ocho
fotógrafos que viven del oficio en el parque Santander.
Esta tradición de más de medio siglo
es tan popular allí como las palomas.
Entre vendedores ambulantes —y boleros que suenan en un bafle—, Seudiel
Ramírez, malagueño con 60 años en Cúcuta, es fotógrafo hace 35 años. Con su
Cannon t5 y un lente 18-55 mm, anhela capturar muchos momentos.
Sus inicios en la fotografía datan de 1984, cuando compró una cámara Pentax
y ‘“cacharreándola” (revisándola detalladamente) aprendió a utilizarla.
La probaba en las calles de la Ciudadela La Libertad, donde se ofrecía como
fotógrafo para todos los eventos sociales; luego llegó al parque Santander y
conoció a otros como él.
Con dos caballos de juguete atraían a muchos, y trabajo había por montones.
“Alcanzaba a tomar 25 fotos al día... Hoy solo hace 7 por mucho” dice
nostálgico.
Los fotógrafos entregaban al
siguiente día su producto, pues tenían que revelar los negativos en lugares
especializados. Hoy tienen una impresora y en menos de 10 minutos entregan.
Juntos tienen una asociación de fotógrafos inscrita ante la Cámara de
Comercio en la que profesan la filosofía, la ética, el arte y la ciencia. Ramírez
la preside y asegura que el orden, la disciplina y los deberes, mantendrán este
oficio unos años más.
Jaime Díaz, conocido como el ‘bambino’, tiene 72 años y ha dedicado más de
media vida a este arte.
Es un tolimense que aprendió el oficio en Cali, pero se radicó en Cúcuta en
1977. Llegó con una cámara Olympus, pero en el parque usó muchas otras
analógicas, de telescopio, Polaroid, digitales. Hasta la reflex de hoy (2019).
Dice que los celulares están
matando el trabajo, pues la gente prefiere tomarse la foto con su teléfono y
subirla a las redes sociales: si pierden el aparato, la imagen se conserva en
la red social.
El ‘bambino’ tiene una bolsa con trigo para atraer a las palomas cuando
alguien quiere una fotografía. Ellas posan, como si supieran que alguien quiere
atrapar un recuerdo en el corazón de la ciudad.
Recopilado por: Gastón
Bermúdez V.
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