La Opinión
En este punto también se han
planeado homicidios que han sido cometidos
en otros puntos de la capital
nortesantandereana.
El puente Jorge Gaitán Durán, que une a la intersección Arnulfo Briceño con
la glorieta Los Panches, de San Luis, es mucho más que una simple ‘olla’ a
cielo abierto, como lo demostraron Q'hubo y La Opinión en mayo de 2019 con
videos y fotografías.
Debajo de este elevado hay un
inframundo que muy pocas personas conocen y que hasta a las mismas autoridades
judiciales les da temor de que se conozca tal realidad. Justo allí, a menos de 20 metros de
una cámara de seguridad monitoreada por la Policía Metropolitana de Cúcuta
(Mecuc) y a 100 metros del CAI Arnulfo Briceño, se han asesinado y desaparecido
a más de 20 personas en los últimos años; también se han planeado homicidios
que han sido cometidos en otros puntos de la capital nortesantandereana.
“Es más, hasta se podría decir que ahí hay varios cuerpos enterrados”,
asegura una persona que en algún momento de su vida delinquió en ese lugar con
una de las bandas que dominó ese sitio.
Como ya se dijo en una reciente publicación, esta ‘olla’ existe desde hace
más de 20 años, desde los tiempos de El Pulpo (Luis Pérez Mogollón), pasando
por diferentes estructuras de microtraficantes, hasta llegar hace más de cinco
años a manos de Ñuñú y su combo.
Precisamente esos cambios de dominio han provocado esa gran cantidad de
desapariciones, asesinatos y hasta ataques con explosivos. Y cómo no, si según las autoridades judiciales, “esa ‘olla’
actualmente está dejando a la semana $20 millones, por eso es que es apetecida
por todas las estructuras delincuenciales y criminales”.
Fabián Alberto Morantes Torres, más conocido como ‘El Negro Fabián’, y
quien hoy está en la Penitenciaría pagando una condena por haber cometido medio
centenar de homicidios, fue uno de los primeros expendedores de esta ‘olla’,
como él mismo se lo reconoció a La Opinión en una entrevista.
Según confesó, su papá trabajó para El Pulpo cuando comenzaron a explotar
ese punto de San Luis con la venta de droga.
Durante muchos años este narcotraficante fue el amo y señor de ese
expendio. “A mí me daba la droga El Pulpo. La recogíamos en Puerto Santander.
Luego ‘Concho’ (después de la muerte de ‘El Pulpo’, en abril de 2012) se quedó
con eso”, señaló Morantes en la entrevista.
En esos años hubo algunas muertes,
unas conocidas por los cucuteños y otras que jamás salieron a la luz pública.
Todo por ajustes de cuentas por ese negocio ilegal.
Hacia 2008, Jaime Rogelio López Giraldo, conocido como el 'Rey de la
heroína', el 'Patrón de San Luis', o 'Rogelio', se adueñó de la ‘olla’. Durante
su dominio también se registraron varios hechos violentos, como ataques con
granadas y muertes de consumidores y jíbaros que no quisieron responder por sus
deudas o ventas.
Cuando este hombre fue capturado por la Policía, llegaron varias bandas a
apoderarse de la venta, agudizándose mucho más la pelea por el control, dejando
otros homicidios.
Dani Fabián Hernández Rincón, alias Ñuñú
Lo más macabro de la historia de esta ‘olla’, según lo que han podido
recopilar las autoridades judiciales, se viene presentando desde hace más de
cinco años, cuando Dani Fabián Hernández Rincón, alias Ñuñú, se habría
apoderado a sangre y fuego de este sitio que deja ganancias millonarias.
Este hombre ya era conocido entre las autoridades judiciales porque lleva
más de 12 años delinquiendo. La Policía ya lo había capturado en varias
oportunidades y la Fiscalía lo había procesado por homicidio, porte ilegal de
armas y comercialización de estupefacientes. Los sectores que mantenía azotados
eran San Rafael, Santo Domingo, Cuberos Niño y el centro de Cúcuta.
“Lo primero que este sujeto hizo fue matar a quien no estuviera con él, sin
importar que fuera expendedor o consumidor. Él sabía muy bien que quedándose
con el Gaitán Durán su poder económico sería superior y podría controlar otras
‘ollas’ de Cúcuta”, señaló una fuente judicial.
En un boletín que hace dos años emitió la Policía Metropolitana, se señaló
que “se pudo establecer que Ñuñú sería el principal expendedor de drogas en las
comunas 1, 2, 3, 5 y 10; correspondientes a los barrios San Luis, La Cabrera,
San Rafael, Cuberos Niño, El Malecón, La Curva Pele el Ojo y algunos lugares de
la zona céntrica de la ciudad”.
Un hombre que en algún momento
trabajó para Ñuñú le contó a este medio que Hernández para llegar a controlar
todos esos sectores, al principio hizo alianzas con varios expendedores que
tenían el dominio de la ‘olla’, pero quedarse con el punto que hay debajo del
puente Jorge Gaitán Durán fue su mayor premio.
“Él surtía de droga a quienes expendían ahí. Trabajaban unidos, pero lo que
Ñuñú buscaba era ganar terreno poco a poco; cuando ya tuvo un grupo de sicarios
a su disposición, comenzó a quedarse con todo y el que intentara parársele, se
lo llevaba (mataba)”.
Una de las acciones que Ñuñú ejecutó para montar solo su imperio, fue
asesinar a Jesús Alberto Espitia Vivas, de 27 años, más conocido como Negro
Espitia, quien inició como socio de él en el Gaitán Durán, pero a medida que la
venta de narcóticos aumentó, Dani Fabián Hernández decidió quedarse con todo,
“por eso entre ellos dos se dio una guerra a muerte”, sostuvo la fuente que por
seguridad no reveló su nombre.
El Negro Espitia fue asesinado el 1 de julio de 2017 en la calle 13 entre
avenidas 1 y 2. Junto a la víctima iba otro hombre, conocido como Chicho, que
también murió; su esposa y dos niños salieron ilesas en el ataque a bala.
Antes de este homicidio, Hernández,
según las autoridades, habría matado debajo del Gaitán Durán a una docena de
personas; los drogadictos y vendedores ya sabían que a él no le temblaba la
mano a la hora de ajustar cuentas. Entre las víctimas están María del
Rosario Peñaloza Bautista, de 35 años, conocida como Estrella, quien vivía en
un rancho de madera y plástico a un costado del puente Jorge Gaitán Durán.
Las autoridades conocieron que ese 8 de mayo de 2017, cuando se presentó
ese asesinato, la mujer se encontraba con su pareja sentimental. Los dos fueron
golpeados y torturados porque debían dinero de droga y no querían pagar.
Primero la mataron a ella y la dejaron tirada en el rancho, mientras que el
hombre fue apuñalado y tirado al río; su cuerpo apareció días después flotando
en el Pamplonita, cerca del puente La Gazapa.
El 14 de agosto de 2018 las autoridades judiciales encontraron muerto a
Ángel Giovanni Moncada Vera, quien había desaparecido una semana antes. Al
hombre de 27 años, conocido como Cucaracho, lo hallaron apuñalado y su cuerpo
fue metido en unos costales con piedras, pues los asesinos, que serían de la
banda de Ñuñú, no querían que nadie lo encontrara.
Así como estas dos historias, son muchas las que han dejado las constantes
‘guerras’ por el control de esta venta de estupefacientes, que es la más
antigua y más grande que existe en Cúcuta y que, además, estaba funcionando
bajo la mirada pasiva de las autoridades.
Desde hace 15 días la ‘olla’ a cielo
abierto se ‘quemó’ con la publicación hecha por Q’hubo y La Opinión. Sin embargo, las mismas autoridades
judiciales saben que si el coronel José Luis Palomino, comandante de la Policía
Metropolitana (Mecuc), deja de prestarle atención, la venta volverá.
La estructura
Quienes han ‘trabajado’ para Ñuñú, y hasta las autoridades judiciales,
tienen claro cómo está estructurado el imperio de Dani Fabián Hernández, a
pesar de que ahora mismo se encuentra recluido en la cárcel de máxima seguridad
de Girón (Santander).
“En la estructura delincuencial de
Ñuñú hay más de 30 personas, entre los que son del brazo armado y los que se
dedican a la comercialización de estupefacientes. Una mujer que es conocida
como la Gorda Yajaira fue la que lo impulsó a dominar la venta de
estupefacientes en San Luis”, aseguró una fuente judicial.
Entre los más allegados a Hernández, según las autoridades, están Rodolfo,
Popis, Mike, Carlos Pecueca y Wilmer; este último fue asesinado el pasado 24 de
enero en Barrio Nuevo. “Cuando Ñuñú cae preso, se rodea de estos tipos y son ellos
los que mantienen el control que él tiene desde hace varios años”, indicó la
fuente.
Agregó: “además, dentro de la estructura estarían varios venezolanos, que se encargan de la venta de droga y cobrar cuentas. Entre ellos están Gabriel, Rey, Roger Ray, quienes son bien sanguinarios al momento de ir a cobrar alguna deuda o porque no le compran la droga a Ñuñú”.
Las autoridades también han advertido que dentro de la estructura criminal
se presentó una fractura y, según se conoció, Popis no siguió delinquiendo para
Dani Hernández; por eso se cree que pronto se podría dar un enfrentamiento por
el Gaitán Durán.
Además, una banda que se hace llamar Los de la Laguna de San Luis, también
quiere dominar ese sitio. Por ahora, las autoridades están tras las pistas que
les indican que varios familiares de Ñuñú habrían continuado con el control de
ese sitio.
El negocio de la droga es tan bueno
en el Gaitán Durán que, según los investigadores, entre los cabecillas de Ñuñú
se dividen semanalmente la venta. “Una semana se encarga Rodolfo, la otra Mike, la otra
un familiar de Hernández y así sucesivamente para que ninguno diga que no tiene
derecho a ganar plata”.
Ante todo esto, la Fiscalía hoy adelanta una minuciosa investigación para
tratar de establecer la identidad de todos los integrantes de esta organización
de microtraficantes, que también están inmersos en más de medio centenar de
asesinatos en Cúcuta y el área metropolitana.
Por eso, hoy varios habitantes de San Luis le piden a la Policía continuar
vigilando el puente Jorge Gaitán Durán, para que no vuelva la venta de drogas a
ese lugar.
¿Serían familia de Ñuñú?
En la intervención que la Mecuc hizo hace 15 días al Gaitán Durán, luego de
la denuncia hecha por este medio, se encontraron dos ancianos que también se
encargarían de la comercialización de estupefacientes, los cuales fueron
llevados a un hogar de paso. Las autoridades tratan de establecer si los
adultos mayores serían familia de Ñuñú y por eso los tenían allí vendiendo
droga.
De la otra pareja que también estaba
allí y que fue capturada, se supo que un juez determinó que la mujer quedaba en
libertad y el hombre con el beneficio de detención domiciliaria.
Recopilado por: Gastón Bermúdez V.
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