sábado, 21 de marzo de 2020

1649.- JORGE GAITAN DURAN, “El regreso para morir es grande…”



Banco de la República. Biografía tomada de Gran Enciclopedia de Colombia del Círculo de Lectores, (Imágenes)


Poeta, crítico literario, ensayista y pensador de Norte de Santander (Pamplona, 12 de febrero de 1925 - Antillas Francesas, 22 de junio de 1962). Alma del movimiento intelectual de Mito, Jorge Gaitán Durán era hijo del ingeniero Emilio Gaitán Martín y de la ilustre santandereana Delina Durán Durán, perteneciente a una familia de políticos liberales, propietarios de tierras en el departamento.

Desde su nacimiento, su sino fue la abundancia, lo que le permitió llevar una vida cómoda, enteramente consagrada a la pasión intelectual: viajes, libros, creación de una revista de cultura, apoyo ideológico al liberalismo de su país.

Gaitán Durán estudió la primaria y el bachillerato en Cúcuta (nació en Pamplona incidentalmente, durante una breve permanencia de su madre allí). Ya en la secundaria se manifestaron sus inquietudes literarias y por el teatro, al lado de su afición al basquetbol, deporte en el cual representó a su departamento a nivel nacional al terminar el bachillerato.

En 1941 viajó a Bogotá para hacer sus estudios universitarios. Se inscribió en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional, pero el año siguiente pasó a la Javeriana para estudiar Derecho, carrera que terminó en 1947, cuando ya había publicado sus dos primeros libros de poemas: Insistencia en la tristeza (1946) y Presencia del hombre (1947).

Para el joven poeta, así como para el ya bastante formado intelectual, el medio literario bogotano resultaba demasiado provinciano (lo cual no deja de sentirse en sus versos), dominado por el culto social al poeta como hombre público y por la ausencia total de crítica. Gaitán trató de acomodarse a ese medio, con incursiones de reseñista en El Tiempo y en algunas revistas culturales.

Sin embargo, su trabajo reclamaba contexto, una mayor visión literaria y una experiencia de la modernidad que Colombia no podía ofrecerle en ese momento. Por ello fue fundamental en su vida el exilio, entendido como una pura aventura intelectual autónoma.

No obstante, hay que resaltar el hecho de que Gaitán ya había iniciado en Colombia una carrera poética de relativos (y precoces) logros, y que ya se había involucrado en el tortuoso y difícil quehacer político del país, justo en el período de la Violencia, apoyando el movimiento del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán y, asesinado éste, participando en un conato de insurrección que lo llevó a acompañar a Jorge Zalamea en la toma de la Radiodifusora Nacional, el mismo 9 de abril.

De cualquier modo, antes de viajar a Europa en 1950, Gaitán Durán ya había establecido algunos contactos y forjado amistades intelectuales que a su regreso fueron decisivas en su misión de humanista. Tal es el caso de su relación con el propio Zalamea o con Hernando Téllez, quien prologó su segundo libro de poemas.

Es decir, de alguna manera se relacionó con los intelectuales de la generación anterior, los más cosmopolitas y un tanto al margen del medio que Gaitán despreciaba.

Visto el clima de violencia en que se pervertía su acción política, Gaitán partió hacia Caracas en 1950 y se embarcó en La Guaira rumbo a Europa. Simultáneamente, comenzó a escribir un Diario que debe contarse entre los monumentos literarios no convencionales más lúcidos y reveladores que hayan sido escritos en Colombia. Este Diario abarca dos períodos de viaje: 1950-1953 y 1959-1960.

En sus maletas, Gaitán llevaba los manuscritos de su tercer poemario, tal vez el más singular de todos por la presencia de un riquísimo y sensual fraseo lleno de exuberantes descripciones del trópico y de gran color paisajístico. Ese libro, Asombro, fue publicado en París en 1951.

Por lo demás, Gaitán iba buscando una redefinición más vital (y más primordial: en sus fuentes) del socialismo crítico al que se había inclinado desde su experiencia liberal colombiana. Partía de un supuesto que de hecho tiene mucho que ver con el tono trágico de su propia poesía: el determinismo (no del todo ineluctable) de la conciencia de clase burguesa.

Entre sus primeras anotaciones en el Diario, aún embarcado, leemos, en una consideración sobre la condición de negro de uno de sus compañeros de viaje: Hasta cierto punto su situación es semejante a la del escritor burgués, de acuerdo intelectualmente con el marxismo, pero que no puede asumirlo humanamente.

En París, Gaitán tomó varios cursos de cine y crítica cinematográfica, en el IDHEC. Allí conoció a Dina Moscovicci, con quien se casó y tuvo una hija, Paula, en 1952. Durante ese año viajó por Rusia y China: criticó duramente las inhumanidades del régimen soviético y en cambio encontró un modelo cuasi-ideal de revolución popular en China.

Entre el 52 y el 53 recorrió Europa, vivió en Londres y en España y regresó a América. Después de una breve estancia en Río de Janeiro, donde vivía la familia de Dina, Gaitán retornó a Colombia, en junio de 1954, trayendo consigo los poemas que conforman El libertino, y con renovadas ansias de promover una empresa cultural de gran alcance.

Se convirtió en socio fundador de la Editorial Antares y dictó clases en la Universidad Nacional: esas dos actividades presuponen el tipo de “empresa” que quería crear: una revista de cultura. Como premonición de lo que será la “razón intelectual” de Mito (su revista y movimiento), cuyo primer número se entregó en mayo de 1955.

En su obra se manifiestan los prejuicios que forman imperceptiblemente el “orden cultural establecido. Mito nació bajo el signo de esa advertencia, de esa, si se quiere, contradicción del intelectual burgués. Plenamente asumida, plenamente consciente. Se trataba de una revista bimestral, conformada sobre dos grandes ejes: el literario (con especial atención a la poesía) y el ensayístico o de pensamiento (sociológico, filosófico e histórico, principalmente).

Los intelectuales “nuevos”, los de su generación, que Gaitán Durán había hallado, con quienes había hecho amistad y en quienes iba a delegar la misión de co-dirigir la revista, eran Hernando Valencia Goelkel, a quien había conocido en España, Pedro Gómez Valderrama y Rafael Gutiérrez Girardot, quien ya parecía haber optado por quedarse en Alemania. Más tarde, regresó su coterráneo (de Cúcuta) Eduardo Cote Lamus, a quien también había reencontrado en España.

Desde el primer número, la revista se caracterizó por sus excelentes colaboradores, sobre todo internacionales. A través de sus viajes, Gaitán había conseguido entablar amistad o hacer contacto con pensadores de todo el mundo. Por eso encontramos en Mito colaboradores como Octavio Paz, Vicente Aleixandre, José Manuel Caballero Bonald, Juan Liscano, Julio Cortázar, Jorge Guillén o Carlos Fuentes.

Por otra parte, y en esto radica la gran importancia de la revista en nuestro medio, tradujeron de primera mano artículos y documentos claves del pensamiento moderno: Jean-Paul Sartre, Georg Lukács, Martin Heidegger, Edmund Husserl, Georges Bataille, Wright-Mills y muchos otros. Mito se convirtió en la revista de cultura más importante del país.

Gaitán estaba en todo: escribía, redactaba, traducía, corregía pruebas, apuraba a los colaboradores, cazaba nuevos textos, seleccionaba. Pero él sabía que para Mito seguían siendo importantes sus viajes; por eso no se detuvo, no se sedentarizó en Bogotá. En 1956 regresó a Europa y dejó a Valencia Goelkel encargado de la revista.

Al viajar, Gaitán no abandonó sus inquietudes políticas, pues desde meses atrás estaba empeñado en formalizar un movimiento intelectual contra la dictadura del general Gustavo Rojas Pinilla. Cuando regresó, en 1957, Mito fue vocero de ese movimiento hasta la caída de Rojas, en mayo.

Desde ese momento, Gaitán Durán intensificó su acción política, dentro y fuera de la revista. Hizo parte del MRL (Movimiento Revolucionario Liberal), creado por Alfonso López Michelsen, escribió en La Calle, el órgano de divulgación de ese movimiento, una serie de ensayos que integraron posteriormente La Revolución Invisible, tal vez el ensayo político más revelador escrito en Colombia.

Mientras tanto, Mito continuaba su gran labor de difusión literaria. Descontando la publicación de sus dos últimos libros de poemas y los escasos avatares de una vida privada que era casi por completo una “vida de escritor”, los últimos años de Gaitán se confundieron con los de la revista Mito.

En 1959 se divorció de Dina y perdió luego la custodia de su hija Paula, mientras se afianzaba en una nueva relación sentimental con la escultora Feliza Bursztyn, con quien viajó a España en una suerte de luna de miel gozosa que nos relató en la segunda parte de su Diario. Ese año publicó Amantes, para algunos el mejor de sus libros de poemas y, en todo caso, el más conocido y acaso más representativo, en el sentido de retomar la temática del erotismo desde una perspectiva eminentemente reflexiva, sin perder el énfasis, notorio en sus dos primeros libros, en los tópicos trágicos de la caída y el desafío a los dioses.

En 1961 publicó Si mañana despierto, en las Ediciones Mito, poemario en el que incluyó un fragmento del Diario (con la clara conciencia de que era publicable como literatura). Ese mismo año escribió el libreto de la ópera Los hampones, que se presentó en octubre con música de Luis Antonio Escobar y escenografía de David Manzur.

Poseído por el afán de cubrir varios campos, según su modelo del intelectual moderno, el año de su muerte (1962) fue su época más prolífica y febril en cuanto a actividades. Tras el lanzamiento de Si mañana despierto, Gaitán fue homenajeado por los “intelectuales” de Colombia, una lista abigarrada de escritores, pensadores, artistas, hombres públicos y poetas en quienes el magisterio de Gaitán, por lo menos oficialmente, es innegable.

Por los mismos días, perdió por muy poco una curul en el Senado, ocupando el tercer renglón de la lista del MRL encabezada por Álvaro Uribe Rueda e Indalecio Liévano Aguirre. Publicó dos cuentos, con uno de los cuales, “El serpentario”; ganó el Premio Nacional de Cuento.

En abril viajó a París con la intención, muy significativa, de gestionar una edición completa de su Diario. Al regreso, el 22 de junio, murió al estrellarse el avión de Air France en que regresaba a Colombia en el momento en que tenía más planes y entusiasmos.

La obra de Gaitán Durán es compleja. Abarca diversos géneros y no siempre resulta lograda en cada título. Por eso la mejor manera de abordarlo como escritor es bajo la insignia del intelectual. Fue un político intelectual, un crítico intelectual, un editor intelectual e, incluso, y sobre todo, un poeta intelectual.

EL REGRESO
El regreso para morir es grande.
(Lo dijo con su aventura el rey de Itaca.)
Mas amo el sol de mi patria,
el venado rojo que corre por los cerro,
y las nobles voces de la tarde que fueron
mi familia.

Mejor morir sin que nadie
lamente glorias matinales, lejos
del verano querido donde conocí dioses.
Todo para que mi imagen pasada
sea la última fábula de la casa.

EL INSTANTE
Ardió el día como una rosa.
Y el pájaro de la luna huyó
cantando. Nos miramos desnudos.
Y el sol levantó su árbol rojo
en el valle. Junto al río,
dos cuerpos bellos, siempre
jóvenes. Nos reconocimos.

Habíamos muerto y despertábamos
del tiempo. Nos miramos de nuevo,
con reparo. Y volvió la noche
a cubrir los memoriosos.

SI MAÑANA DESPIERTO
De súbito respira uno mejor y el aire de la primavera
llega al fondo. Mas sólo ha sido un plazo
que el sufrimiento concede para que digamos la palabra.
He ganado un día, he tenido el tiempo
en mi boca como un vino.

Suelo buscarme
en la ciudad que pasa como un barco de locos por la noche.
Sólo encuentro un rostro: hombre viejo y sin dientes
a quien la dinastía, el poder, la riqueza, el genio,
todo le han dado al cabo, salvo la muerte.
Es un enemigo más temible que Dios,
el sueño que puedo ser si mañana despierto
y sé que vivo.

Mas de súbito el alba
me cae entre las manos como una naranja roja.





Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

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