Banco de la República. Biografía tomada de Gran
Enciclopedia de Colombia del Círculo de Lectores, (Imágenes)
Poeta, crítico literario, ensayista y pensador de Norte de Santander
(Pamplona, 12 de febrero de 1925 - Antillas Francesas, 22 de junio de 1962).
Alma del movimiento intelectual de Mito, Jorge Gaitán Durán era hijo del
ingeniero Emilio Gaitán Martín y de la ilustre santandereana Delina Durán Durán, perteneciente a una familia de
políticos liberales, propietarios de tierras en el departamento.
Desde su nacimiento, su sino fue la
abundancia, lo que le permitió llevar una vida cómoda, enteramente consagrada a
la pasión intelectual: viajes, libros, creación de una revista de cultura,
apoyo ideológico al liberalismo de su país.
Gaitán Durán estudió la primaria y el
bachillerato en Cúcuta (nació en Pamplona incidentalmente, durante una breve
permanencia de su madre allí). Ya en la secundaria se manifestaron sus inquietudes
literarias y por el teatro, al lado de su afición al basquetbol, deporte en el
cual representó a su departamento a nivel nacional al terminar el bachillerato.
En 1941 viajó a Bogotá para hacer sus
estudios universitarios. Se inscribió en la Facultad de Ingeniería de la
Universidad Nacional, pero el año siguiente pasó a la Javeriana para estudiar
Derecho, carrera que terminó en 1947, cuando ya había publicado sus dos
primeros libros de poemas: Insistencia
en la tristeza (1946)
y Presencia del
hombre (1947).
Para el joven poeta, así como para el ya
bastante formado intelectual, el medio literario bogotano resultaba demasiado
provinciano (lo cual no deja de sentirse en sus versos), dominado por el culto
social al poeta como hombre público y por la ausencia total de crítica. Gaitán
trató de acomodarse a ese medio, con incursiones de reseñista en El Tiempo y en
algunas revistas culturales.
Sin embargo, su trabajo reclamaba contexto,
una mayor visión literaria y una experiencia de la modernidad que Colombia no
podía ofrecerle en ese momento. Por ello fue fundamental en su vida el exilio,
entendido como una pura aventura intelectual autónoma.
No obstante, hay que resaltar el hecho de
que Gaitán ya había iniciado en Colombia una carrera poética de relativos (y
precoces) logros, y que ya se había involucrado en el tortuoso y difícil
quehacer político del país, justo en el período de la Violencia, apoyando el
movimiento del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán y, asesinado éste,
participando en un conato de insurrección que lo llevó a acompañar a Jorge
Zalamea en la toma de la Radiodifusora Nacional, el mismo 9 de abril.
De cualquier modo, antes de viajar a Europa
en 1950, Gaitán Durán ya había establecido algunos contactos y forjado
amistades intelectuales que a su regreso fueron decisivas en su misión de
humanista. Tal es el caso de su relación con el propio Zalamea o con Hernando
Téllez, quien prologó su segundo libro de poemas.
Es decir, de alguna manera se relacionó con
los intelectuales de la generación anterior, los más cosmopolitas y un tanto al
margen del medio que Gaitán despreciaba.
Visto el clima de violencia en que se
pervertía su acción política, Gaitán partió hacia Caracas en 1950 y se embarcó
en La Guaira rumbo a Europa. Simultáneamente, comenzó a escribir un Diario que debe contarse entre los monumentos
literarios no convencionales más lúcidos y reveladores que hayan sido escritos
en Colombia. Este Diario
abarca dos
períodos de viaje: 1950-1953 y 1959-1960.
En sus maletas, Gaitán llevaba los
manuscritos de su tercer poemario, tal vez el más singular de todos por la
presencia de un riquísimo y sensual fraseo lleno de exuberantes descripciones
del trópico y de gran color paisajístico. Ese libro, Asombro, fue publicado en París en 1951.
Por lo demás, Gaitán iba buscando una
redefinición más vital (y más primordial: en sus fuentes) del socialismo
crítico al que se había inclinado desde su experiencia liberal colombiana.
Partía de un supuesto que de hecho tiene mucho que ver con el tono trágico de
su propia poesía: el determinismo (no del todo ineluctable) de la conciencia de
clase burguesa.
Entre sus primeras anotaciones en el Diario, aún embarcado, leemos, en una consideración
sobre la condición de negro de uno de sus compañeros de viaje: Hasta cierto
punto su situación es semejante a la del escritor burgués, de acuerdo
intelectualmente con el marxismo, pero que no puede asumirlo humanamente.
En París, Gaitán tomó varios cursos de cine
y crítica cinematográfica, en el IDHEC. Allí conoció a Dina Moscovicci, con quien
se casó y tuvo una hija, Paula, en 1952. Durante ese año viajó por Rusia y
China: criticó duramente las inhumanidades del régimen soviético y en cambio
encontró un modelo cuasi-ideal de revolución popular en China.
Entre el 52 y el 53 recorrió Europa, vivió
en Londres y en España y regresó a América. Después de una breve estancia en
Río de Janeiro, donde vivía la familia de Dina, Gaitán retornó a Colombia, en junio
de 1954, trayendo consigo los poemas que conforman El libertino, y con renovadas ansias de promover una
empresa cultural de gran alcance.
Se convirtió en socio fundador de la
Editorial Antares y dictó clases en la Universidad Nacional: esas dos
actividades presuponen el tipo de “empresa” que quería crear: una revista de
cultura. Como premonición de lo que será la “razón intelectual” de Mito (su
revista y movimiento), cuyo primer número se entregó en mayo de 1955.
En su obra se manifiestan los prejuicios
que forman imperceptiblemente el “orden cultural establecido. Mito nació bajo
el signo de esa advertencia, de esa, si se quiere, contradicción del
intelectual burgués. Plenamente asumida, plenamente consciente. Se trataba de
una revista bimestral, conformada sobre dos grandes ejes: el literario (con
especial atención a la poesía) y el ensayístico o de pensamiento (sociológico, filosófico
e histórico, principalmente).
Los intelectuales “nuevos”, los de su
generación, que Gaitán Durán había hallado, con quienes había hecho amistad y
en quienes iba a delegar la misión de co-dirigir la revista, eran Hernando
Valencia Goelkel, a quien había conocido en España, Pedro Gómez Valderrama y
Rafael Gutiérrez Girardot, quien ya parecía haber optado por quedarse en
Alemania. Más tarde, regresó su coterráneo (de Cúcuta) Eduardo Cote Lamus, a
quien también había reencontrado en España.
Desde el primer número, la revista se
caracterizó por sus excelentes colaboradores, sobre todo internacionales. A
través de sus viajes, Gaitán había conseguido entablar amistad o hacer contacto
con pensadores de todo el mundo. Por eso encontramos en Mito colaboradores como
Octavio Paz, Vicente Aleixandre, José Manuel Caballero Bonald, Juan Liscano,
Julio Cortázar, Jorge Guillén o Carlos Fuentes.
Por otra parte, y en esto radica la gran
importancia de la revista en nuestro medio, tradujeron de primera mano
artículos y documentos claves del pensamiento moderno: Jean-Paul Sartre, Georg
Lukács, Martin Heidegger, Edmund Husserl, Georges Bataille, Wright-Mills y
muchos otros. Mito se convirtió en la revista de cultura más importante del
país.
Gaitán estaba en todo: escribía, redactaba,
traducía, corregía pruebas, apuraba a los colaboradores, cazaba nuevos textos,
seleccionaba. Pero él sabía que para Mito seguían siendo importantes sus
viajes; por eso no se detuvo, no se sedentarizó en Bogotá. En 1956 regresó a
Europa y dejó a Valencia Goelkel encargado de la revista.
Al viajar, Gaitán no abandonó sus
inquietudes políticas, pues desde meses atrás estaba empeñado en formalizar un
movimiento intelectual contra la dictadura del general Gustavo Rojas Pinilla.
Cuando regresó, en 1957, Mito fue vocero de ese movimiento hasta la caída de
Rojas, en mayo.
Desde ese momento, Gaitán Durán intensificó
su acción política, dentro y fuera de la revista. Hizo parte del MRL (Movimiento
Revolucionario Liberal), creado por Alfonso López Michelsen, escribió en La
Calle, el órgano de divulgación de ese movimiento, una serie de ensayos que
integraron posteriormente La
Revolución Invisible,
tal vez el ensayo político más revelador escrito en Colombia.
Mientras tanto, Mito continuaba su gran
labor de difusión literaria. Descontando la publicación de sus dos últimos
libros de poemas y los escasos avatares de una vida privada que era casi por
completo una “vida de escritor”, los últimos años de Gaitán se confundieron con
los de la revista Mito.
En 1959 se divorció de Dina y perdió luego
la custodia de su hija Paula, mientras se afianzaba en una nueva relación
sentimental con la escultora Feliza Bursztyn, con quien viajó a España en una
suerte de luna de miel gozosa que nos relató en la segunda parte de su Diario. Ese año publicó Amantes, para algunos el mejor de sus libros de
poemas y, en todo caso, el más conocido y acaso más representativo, en el
sentido de retomar la temática del erotismo desde una perspectiva eminentemente
reflexiva, sin perder el énfasis, notorio en sus dos primeros libros, en los
tópicos trágicos de la caída y el desafío a los dioses.
En 1961 publicó Si mañana despierto, en las
Ediciones Mito, poemario en el que incluyó un fragmento del Diario (con la clara conciencia de que era
publicable como literatura). Ese mismo año escribió el libreto de la ópera Los hampones, que se presentó en octubre con música de
Luis Antonio Escobar y escenografía de David Manzur.
Poseído por el afán de cubrir varios
campos, según su modelo del intelectual moderno, el año de su muerte (1962) fue
su época más prolífica y febril en cuanto a actividades. Tras el lanzamiento de
Si mañana
despierto,
Gaitán fue homenajeado por los “intelectuales” de Colombia, una lista
abigarrada de escritores, pensadores, artistas,
hombres públicos y poetas en quienes el magisterio de Gaitán, por lo menos
oficialmente, es innegable.
Por los mismos días, perdió por muy poco
una curul en el Senado, ocupando el tercer renglón de la lista del MRL encabezada
por Álvaro Uribe Rueda e Indalecio Liévano Aguirre. Publicó dos cuentos, con
uno de los cuales, “El serpentario”; ganó el Premio Nacional de Cuento.
En abril viajó a París con la intención, muy
significativa, de gestionar una edición completa de su Diario. Al regreso, el 22 de junio, murió al
estrellarse el avión de Air France en que regresaba a Colombia en el momento en
que tenía más planes y entusiasmos.
La obra de Gaitán Durán es compleja. Abarca
diversos géneros y no siempre resulta lograda en cada título. Por eso la mejor
manera de abordarlo como escritor es bajo la insignia del intelectual. Fue un
político intelectual, un crítico intelectual, un editor intelectual e, incluso,
y sobre todo, un poeta intelectual.
EL
REGRESO
El regreso para morir es grande.
(Lo dijo con su aventura el rey de
Itaca.)
Mas amo el sol de mi patria,
el venado rojo que corre por los cerro,
y las nobles voces de la tarde que
fueron
mi familia.
Mejor morir sin que nadie
lamente glorias matinales, lejos
del verano querido donde conocí dioses.
Todo para que mi imagen pasada
sea la última fábula de la casa.
EL
INSTANTE
Ardió el día como una rosa.
Y el pájaro de la luna huyó
cantando. Nos miramos desnudos.
Y el sol levantó su árbol rojo
en el valle. Junto al río,
dos cuerpos bellos, siempre
jóvenes. Nos reconocimos.
Habíamos muerto y despertábamos
del tiempo. Nos miramos de nuevo,
con reparo. Y volvió la noche
a cubrir los memoriosos.
SI
MAÑANA DESPIERTO
De súbito respira uno mejor y el aire de
la primavera
llega al fondo. Mas sólo ha sido un
plazo
que el sufrimiento concede para que
digamos la palabra.
He ganado un día, he tenido el tiempo
en mi boca como un vino.
Suelo buscarme
en la ciudad que pasa como un barco de
locos por la noche.
Sólo encuentro un rostro: hombre viejo y
sin dientes
a quien la dinastía, el poder, la
riqueza, el genio,
todo le han dado al cabo, salvo la
muerte.
Es un enemigo más temible que Dios,
el sueño que puedo ser si mañana
despierto
y sé que vivo.
Mas de súbito el alba
me cae entre las manos como una naranja
roja.
Recopilado por: Gastón Bermúdez V.
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