Francisco Valera Sánchez (Imágenes/La Opinión)
Nació en Arboledas, siendo bautizado en
Chinácota; era de origen humilde. Bachiller del Colegio La Salle e Instituto
Independencia. En su juventud trabajó en un negocio de calzados, ubicado en la
calle 12 con avenida 6ª, ayudó a crear los Almacenes Económicos, llevó calzado
para Bogotá.
Hace 38 años está metido en la docencia,
estudio Derecho en Bogotá y en Cúcuta en 1991, empezó a trabajar en la calle 5ª
#16-51.
En 1985 fundó ImproSistemas del Norte, donde
sacó más de 20.000 técnicos que le ha dado a Colombia; hace 20 años se asoció
con José Consuegra, Fundaron la Universidad en
Barranquilla.
Hace 4 años con Consuegra firmó la creación
de un ente universitario. Iniciando con 12 alumnos en InproSistema del Norte.
“Inicié la lucha por la educación para que se
cumpliera el pensamiento de Bolívar donde él decía que la educación es la luz
del pueblo y Dios tiene la voz y entre todos construiremos la región que
queremos”.
No le llama la atención participar en política.
Cuatro mil alumnos le han entregado al pueblo nortesantandereano durante 20
años.
Ya no pertenece a una parte de la Universidad
Simón Bolívar.
Está en el propósito de hacer nuestra propia
universidad y actualmente estamos haciendo el trámite al respecto, porque una
de sus metas es crear Universidades en el departamento, que ayuden al
desarrollo del mismo para poder tener más progreso.
Corporación Universitaria Autónoma
del Norte
La última
semana de junio de 2019 en el auditorio ‘Víctor Hernando Alvarado’ del edificio
Tomás Wilches Bonilla se hizo la presentación de la nueva Corporación
Universitaria Autónoma del Norte, UA-Norte, que contó con invitados especiales.
Carmen Quero, Tomás Wilches y Claudia
Uribe.
Israel Soler, Víctor Hernando Alvarado,
Tomás Wilches, José Eustorgio Colmenares y Miryan Wilches.
Miryam Durán de Wilches, Tomás Wilches,
Carlos Alejandro Chacón Moreno,
Luis Emiro Bueno Jaimes y Víctor Hernando
Alvarado.
Roberto Escalante, Janeth Arenas, Miryam
Wilches, Elehonora Rojas y Gerardo Ropero.
Marlon Mujica, Claudia Tolosa, Luis Javier
Chaves y Jaime Marthey.
William Wilches, Francia Quitando, Daniela
Riaño, Sandra Wilches, Liviana Parra,
Ludy Carrillo y Marlon Mujica.
Sara
Wilches, Tomás Wilches, Yaqueline Wilches, Miryam Wilches,
Jacob
Peña, Daniela Riaño y William Wilches.
Gustavo Gómez Ardila nos cuenta de don Tomás
lo siguiente:
Sus amigos cercanos le dicen Tomasito, y él sonríe con
una sonrisa mitad de complacencia y mitad de modestia. Porque Tomás Wilches
Bonilla no se las da. Hace las cosas con la convicción de que las hace
bien y eso lo llena de satisfacción.
Habla con orgullo de “su tierrita”, Arboledas, como yo
hablo de la mía, Las Mercedes. Y en ocasiones, en ratos de ocio y lengua, nos
ponemos a hablar de los valores de nuestros dos pueblos, que resultan
parecidos: ríos cristalinos, montañas verdes, extensos cultivos, gente verraca
p’al trabajo y carreteras de hueco y barro.
Pero en lo que sí nos llevan una papita es en los
personajes del pueblo: Tienen un arzobispo para mostrar, y nosotros, de curas y
diáconos no pasamos. Tienen gobernador, y nosotros apenas alcanzamos a policías
y alcaldes. Tienen músicos y compositores famosos como Arnulfo Briceño, y
nosotros nos quedamos con carrangueros. Tienen poetas de talla grande como
Ofelia Villamizar Buitrago y Serafín Bautista Villamizar. Docentes
universitarios. Profesionales por montones y etcétera y etcétera.
Y entre todos ellos destaco a mi gran amigo,
Tomás Wilches Bonilla, campesino, trabajador y emprendedor. Por aquellas cosas
de la vida fue a dar a Bogotá y allá se encarretó con la educación. La
educación propia y la de los demás.
Cursó su bachillerato ya pasadito de años porque su
juventud la pasó entre cafetales y siembras y cosechas. Cuando reunió algunos
pesos en Arboledas, tirando azadón y pala, se dio cuenta que esa no era su
vida. Y en busca de mejor futuro fue a dar a la capital.
Se enamoró, hizo hogar, fundó un colegio en Bogotá, le
iba bien, pero un día le entró la nostalgia “por la tierrita” y a Cúcuta vino a
dar.
Fundó un Instituto y a él se dedicó por entero. Pero el
hombre no se conforma con nada.
´De pronto le entró la ventolera del Derecho y se hizo
abogado cuando ya pintaba algunas canas y sus hijos estaban grandes. No
faltaron los que se burlaban de Tomás porque lo veían entrar al aula en
compañía de sardinos. Era el más aplicado, el más juicioso, el que jamás
faltaba. Para él no había viernes de tomata ni fines de semana desjuiciados.
Sabía que la universidad y su esposa lo llevaban cortico.
Tampoco se quedó quieto cuando se graduó. Se fue a
Barranquilla, hizo convenios con el dueño de la Universidad Simón Bolívar, José
Consuegra Higgins, y montó aquí una regional. El país le debe a Tomás y a la
Simón Bolívar, extensión Cúcuta, la presencia de numerosos profesionales,
egresados de Cúcuta, que han puesto en alto el nombre de la institución, de la
ciudad y del departamento.
Mediante otros acuerdos, se retiró de la Unisimón y
tampoco se quedó quieto.
Fundó otra universidad, la Autónoma del Norte, que
acaba de ser aprobada por el Ministerio de Educación. La brega es dura y
seguramente le falta mucho para echar a andar su nuevo sueño. Pero ahí están
doña Miryam, su esposa, y sus hijos Jacqueline, Miryam, Sandra y William,
quienes siempre están a su lado, apoyándolo y caminando ese camino duro de la
enseñanza. Entre todos, la cosa es mogolla.
Recopilado
por: Gastón Bermúdez V.
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