Gerardo Raynaud (La
Opinión)
Al parecer las fiestas julianas, así llamadas por celebrarse durante el mes
de julio, se iniciaron a finales del decenio de los cuarenta. Anteriormente, se
presentaban actos culturales diversos, no en las calles sino en el ‘Coliseo
Municipal’, que era la forma elegante de llamar al Teatro Municipal.
Estas jornadas culturales eran patrocinadas por la Dirección de Educación
adscrita al Departamento y por el Concejo y la Alcaldía de Cúcuta.
No se trataba de bailes callejeros ni de presentación de orquestas o
conjuntos musicales vernáculos sino de verdaderos recitales culturales, donde
hacían gala de sus dotes artísticas en los campos de la poesía, de la prosa y
de la música culta, los más grandes exponentes de la cultura local y
regional y en ocasiones, artistas extranjeros en su mayoría procedentes de la
vecina Venezuela.
En la crónica, les narraré el acto cultural del 29 de julio de 1946.
Parecerá extraño, pero las galas no se presentaban los fines de semana como es
la tradición en el presente. La razón salta a la vista para los ojos de hoy,
toda vez que no se trataba de actuaciones que se prolongarían más allá de su
terminación, invitando así fuera de manera inconsciente, a continuar el jolgorio,
como dice un conocido porro “hasta el amanecer”.
Ese día de julio era lunes y la invitación indicaba que iniciaría a las 8 y
30 de la noche, el recital del ‘poeta mayor de nuestro valles, Teodoro
Gutiérrez Calderón’.
Amenizaba el acto, con sus brillantes ejecuciones musicales, el septiminio
artístico dirigido por el maestro Nicolás Villamizar y del cual formaban parte
meritorios ejecutantes y artistas de primo cartelo, como denominaban a los
renombrados artistas que en él participaban, entre quienes se contaban,
Carmencita Soto de Ramírez, Ángel María Corzo, Víctor S. Ramírez y otros no
menos destacados.
Entre la selectísima concurrencia se destacaban el señor Gobernador y los
secretarios de su despacho, el Alcalde al igual que sus secretarios, don Manuel
Guillermo Cabrera, a la sazón Personero Municipal, la poetisa Alma Luz, el
Cónsul de República Dominicana y algunas de las personalidades de la banca, la
industria y el comercio, quienes habían colmado el aforo del recinto, por demás
pequeño, del teatro Municipal.
La presentación protocolaria estuvo a cargo del joven varón de las letras
Eleazar Pérez Peñuela, propietario en ese entonces del periódico interdiario
HOY, uno de los medios impresos más importantes de la ciudad.
A continuación, el distinguido jurista y escritor público, Gregorio Vega
Rangel, leyó una hermosa página en la que hace un pormenorizado análisis de los
tres poemas de nuestro cantor homenajeado del día y terminó su intervención
recitando las poesías de su estro, “El elogio de la ignorancia”, “Balada del
caballero pobre”, “General Sandino”, “Suave leyenda”, “El lugar preferido”,
“Los madrigales del amor” y “La mujer de las manos cortadas”, tal vez este
último, el que más ha trascendido de su extensa obra y que dicho sea de paso, fue
la obra que más impresionó a la concurrencia y cuyo entusiasmo fue subrayado
por una larga y nutrida ovación.
La primera poetisa del oriente colombiano, Alma Luz, artífice del verso, de
las flores y del pincel, envió como homenaje a su colega en el arte del verso,
una bella cesta de flores sobre la cual se destacaba la letra T, inicial de su
nombre. La poetisa era un miembro destacado de la sociedad cucuteña, hermana de
su predecesor en este programa artístico e integrante de una familia de
profesionales destacados, los Vega Rangel.
Los organizadores programaron un homenaje adicional a nuestro inolvidable
compositor don Elías M. Soto, autor del famoso y conocido himno a Cúcuta y por
tal motivo ordenaron conforme lo establecía el programa, abrir y cerrar el
evento, con las “Brisas del Pamplonita” y como dentro del Septiminio Musical
ejecutante llevaba el piano la hija del compositor de nuestro más
representativo aire folklórico, doña Carmencita Soto de Ramírez, el público le
hizo una ovación al darse cuenta de tan interesante detalle.
Por lo selectísimo del auditorio que colmó la sala de nuestro bello coliseo
musical, por la belleza de los trozos musicales ejecutados, por la calurosa
ovación que se le hizo a nuestro cantor y por el patrocinio que prestaron a
este artístico festival don Ciro Osorio, Director de Educación, el señor
alcalde Jorge Hernández Marcucci y su gabinete ejecutivo y el ilustre cabildo
de la ciudad, todos sus habitantes se regocijaron y felicitaron muy de veras al
amigo y colaborador , el poeta de “Flores de almendro” y como orador de primer
orden en aquel acto, anunció que en un no lejano día, sería coronado con los
laureles de Apolo, por gracia del equipo humano del periódico HOY, en el cual
venía escribiendo sus columnas desde 1915.
La velada terminó a las 10 y media de la noche y por invitación de don
Manuel Guillermo Cabrera, el homenajeado, los artistas y algunos de los
funcionarios, se dirigieron a su casa de habitación, situada a escasos metros
del teatro, donde luego de unas disertaciones sobre temas de arte y sobre todo
de política, al calor de unas copas de coñac terminaron una jornada nocturna
plena de espirituales y sentidas emociones, como era la costumbre de antaño.
Recopilado por: Gastón
Bermúdez V.
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