jueves, 2 de julio de 2020

1708.- MEDICINA, MEDICOS, CURANDEROS-FARMACIAS DE AYER



Luis Fernando Carrillo  (Imágenes)

-I

La historia del hombre es la historia de su medicina. De sus remedios y con ellos los sitios donde con el avance de su civilización se expenden. Seguramente en los primeros estadios de su historia este afán de creación fue rústico.

Apoyado en las hierbas que los “yerbateros” comenzaron a aparecer. Las divinidades se mezclaban con los magos, brujos y curanderos que recetaban las pócimas que tenían el poder de curar.

Los avances de la ciencia no pudieron desterrar estos primeros pasos. Está bien que así haya sido. La ciencia no es un absoluto. Entonces estos personajes con su poder de curación están en todos los sitios.

También se comercian en los mercados hierbas tradicionales como el jengibre, el toronjil, la yerbabuena, la caléndula, la manzanilla, el sauco, el yantén, la sábila, que están en los hogares desde remotos tiempos y cuya permanencia será por siempre.

El hombre les tiene fe a estos medicamentos porque vienen de la naturaleza misma y el hombre es naturaleza. La fe que se les tiene es inmensa. Mucha gente no recure a medicamentos de laboratorio. Va a ella para encontrar la solución a sus enfermedades.

El médico, como se le conoce hoy aparece en estadios cercanos al hoy en que se vive. Galeno, Hipócrates, por ejemplo, son hijos del mundo occidental, sin que esto quiera decir que en el Oriente carecieran de ellos.

En este eterno buscar de la salud. Entonces naturaleza, remedios, el hombre mismo, que los receta y que los utiliza son un todo en la unidad del universo.

-II

Esta introducción para venir a San José de Cúcuta y recordar el significado de esta preocupación. Es bueno perpetuar médicos como Carlos Ardila Ordóñez, Joaquín Abello, Alirio Sánchez Mendoza, Epaminondas Sánchez, Edmundo Martínez, Antonio Vicente Ramírez Calderón, Eduardo Porras, Carlos Vera Villamizar, Alberto Duarte, Rosendo Cáceres, Mario Mejía y Mario Díaz.

Todos en ese empiece temprano y preocupado de lo que fue la medicina quizás en la mitad del siglo XX. Con esa medicina vinieron las droguerías que atendían las prescripciones del médico sin la existencia total de los fármacos de hoy que se venden a precios exorbitantes, sin un control sobre los laboratorios lo que lleva a muchos a buscar la ayuda de las hiervas tradicionales que se expenden en los mercados o por los que van por las barriadas anunciándolos.

Entre esas Droguerías que fueron inicio se recuerdan La Droguería Ayala de don Juan Jesús Ayala, situada en la calle 11 con avenida 7 esquina, La Droguería Vargas, de doña Dora Jaramillo, La Droguería Navarro, de los hermanos del mismo nombre, La Droguería Española, La Droguería Eslava, de don Luis Francisco Eslava, La Droguería Ruiz, de don Zoilo Ruiz, La Droguería Ureña, de don Tito Jesús Ureña.

La Droguería Atenas de don Joaquín Rangel, el abuelo de Claudia Uribe, la Droguería Táchira de don Dióscoro Méndez, La Droguería Ganada de don Andrés Hernández, La Droguería Central de don Eusebio Granados, la Droguería Cúcuta de Alfredo Moreno, La Droguería Pinto de un señor del mismo apellido, que se recuerda porque fabricaba la pomada Usola, yéndose con el tiempo para Cali sin que se volviera a saber de él.

La Droguería Yepes de don Pedro Yepes, antioqueño de grata recordación en la ciudad, La Droguería Americana de don Numa Pompilio Guerrero, La Droguería Trónchala de Eduardo Assaf, farmaceutas graduados de la Universidad Nacional.

La Droguería Zulima de don Pacho Pérez, La Droguería San Marcos de don Marcos Romero, La Droguería Latina de don Santos Ramírez, famoso por ser muy acertado con los niños y defensa junto con Pacho Neira de la selección de futbol de Norte de Santander, todas ellas situadas sobre un perímetro definido del centro de la ciudad.

También es bueno evocar a los practicantes o “ampolleteros”, que al llamado iban a los hogares a colocar las inyecciones y recetaban cuando se les pedía la ayuda.

-III

Este era todavía un mundo sencillo. La medicina se ejercía casi paternalmente. La meta era la curación. Los tiempos han cambiado. Ahora las droguerías, laboratorios y muchas especializaciones se ejercen con el criterio del dinero, de la ganancia capitalista.

Muchos de estos sitios y personajes han ido desapareciendo para dar paso a la explotación que se esconde detrás de conocimientos y productos que curan mágicamente según lo dice.

Aun así, la yerbabuena, el toronjil, la sábila siguen siendo panacea. Se le tiene una fe que hace los milagros. Son los tiempos de las grandes cadenas de farmacias, son los tiempos de las grandes clínicas, son los tiempos de la medicina sofisticada.

Son los tiempos de la EPS, de las IPS, de las ARL y ARS, ineficientes porque perdieron el rumbo de su misión.

Por eso en medio de toda esta maraña, los yerbateros y sus hierbas, los “curiosos”, los practicantes no se olvidan. Como no se olvida a Maximino Olivares que allá en Carora por los años 50 era el traumatólogo y fisiatra al que se acudía. Su nombre aún es recordado, como son recordados todos aquellos que desprendidamente buscaban curar con sus rudimentarios conocimientos.

No eran tiempos para ganar sino para servir al prójimo. No son los tiempos de hoy. Hay que seguir andando.




Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

No hay comentarios:

Publicar un comentario