María
Clara Valero Alvarez y Daniela Barrios Arena (Imágenes)
(Tomado
de su Libro. LOS AMEYDAS, GUERRILLEROS DE LA INDEPENDENCIA)
Esta investigación histórica trata sobre la
vida de la familia Almeyda, varios de ellos nacidos en Cúcuta y otros en la
vetusta Ciudad de Pamplona de Indias, capital de la antigua Provincia de Pamplona;
lugar donde nació don Juan Gregorio Almeyda Laberni en 1744 como consta en el
archivo eclesiástico del Palacio Arzobispal.
En la segunda mitad del siglo XVIII don Juan
Gregorio contrajo nupcias con doña Rosalía Zumalave, dama natural de la actual
capital del Norte de Santander y se residenciaron en Pamplona donde nacieron
los dos hijos mayores: Trinidad y Ambrosio.
Al ser expulsada de América y de esta ciudad
la Compañía de Jesús en 1767 por Carlos III, sus innumerables bienes les fueron
confiscados y puestos en pública subasta en Pamplona por las llamadas Juntas
Municipales. A estas propiedades las denominaron: Bienes de Temporalidades,
extensas haciendas jesuíticas, territorios usurpados a los nativos de la
región, situados en los valles de Cúcuta.
Don Juan Gregorio adquirió varias haciendas
con sembrados de cacao, caña de azúcar, criaderos de ganados vacuno y caballar;
por esta razón, se residenciaron en 1790 en Cúcuta, donde nacieron los otros 8
hermanos, 6 niñas y 2 varones.
En la llamada Batalla de Cúcuta -año 1813-
participaron los hermanos Ambrosio y Vicente Almeyda junto al general Bolívar;
posteriormente Ambrosio fue nombrado alcalde de Cúcuta reemplazando a su cuñado
catalán y Vicente partió para Venezuela con el Libertador.
Fallecido don Juan Gregorio y por causa de
los ataques de Lizón a esa ciudad, doña Rosalía y sus hijos se trasladaron en
1814 a Santafé, capital de la Nueva Granada, donde adquirieron una casona
situada en el barrio denominado actualmente La Candelaria.
Instalados en la capital, se relacionaron con
familias muy importantes y en su residencia iniciaron las Tertulias
Libertarias, donde el tema central era lograr la Independencia.
Archivo General de la Nación. Junta Municipal de Pamplona,
que puso en pública subasta los BIENES DE TEMPORALIDADES,
pertenecientes a la Compañía de Jesús.
Adquirieron también haciendas en la sabana,
alternando así Ambrosio y Vicente su estadía entre la zona rural y la capital.
Ambrosio inició la ideologización con los
militares del batallón Numancia, personas reclutadas y obligadas a hacer parte
de las tropas españolas. Con su poder de convencimiento los persuadió para
desertar, ofreciéndoles dinero y prebendas. Infortunadamente el plan fue
denunciado por un soldado venezolano, ante el Comandante de la Compañía de
Granaderos del Numancia.
Por lo anterior, los soldados fueron
interrogados y confinados a los calabozos. Inmediatamente organizaron un
operativo a las haciendas de los Almeyda, trayéndolos prisioneros a la capital,
donde Sámano ordenó se les siguiera a todos Consejo de guerra.
Los Ameyda se conocieron en prisión con La Pola y José
Hilario López quienes tenían la misma ideología política; la cárcel que
compartieron es el edificio de la actual Universidad del Rosario.
Al apresarlos previendo que iban a ser condenados a la
pena capital, los Almeyda decidieron planear la fuga y organizar también el
grupo guerrillero, debido a que los ejércitos realistas los iban a perseguir
hasta por debajo de las piedras.
Registro
bautismal de Ambrosio Almeyda Zumalave, bautizado en la Iglesia Mayor de
Nuestra Señora de
las Nieves de Pamplona, destruida en el terremoto de Cúcuta año 1875.
Fue expedida
para el historiador pamplonés Belisario Matos Hurtado, en Pamplona en 1912.
Obsequiada a
las autoras por su sobrina doña Patricia Villamizar de Aldana (q.e.p.d.)
Por esta razón, planearon la huida con tiempo, sobornando
a quienes los custodiaban. Al escapar se refugiaron en Machetá donde unos
amigos de la Pola; allí crearon el movimiento guerrillero con campesinos de la
región, con sus propios recursos, siendo el comandante Ambrosio y el
subcomandante Vicente, convirtiéndose este grupo de valientes en la pesadilla
para las tropas comandadas por el coronel Barreiro, debido a que las gentes del
Valle de Tenza y los curas párrocos de los pueblos, los encubrieron.
Las campesinas de la región en estado de embarazo y otras
con hijos pequeños, hicieron el oficio de correos humanos escondiendo en sus
pancitas y en las cobijas de los infantes, la correspondencia que se cruzaban
los patriotas de Casanare con los de la capital.
En diciembre de 1817 la guerrilla de los Almeyda se
instaló en Casanare, donde se agrupaban quienes huían de las poblaciones
aterrorizados por los ejércitos realistas de la llamada Época del Terror.
En noviembre de 1818, llegó el general Francisco de Paula
Santander a ese territorio a modernizar y organizar el Ejército Libertador,
conformando varios batallones, adiestrando a los soldados en el manejo de las
armas, disciplinando a esos patriotas en el arte castrense y así preparar un
ejército apto para la guerra.
Mapa redibujado y tomado de la obra ‘La guerra irregular
en la Independencia’.
Autor: Eduardo Pérez O.
La guerrilla de los Almeyda fue una de las más temidas
por los ejércitos del rey, como consta en la correspondencia cruzada entre los
comandantes españoles, donde manifiestan el descontrol de sus tropas, debido a
que las huestes republicanas estaban compuestas por hombres osados, valerosos,
recios y decididos que conocían los territorios como a la palma de su mano,
hostigaban al enemigo, los extraviaban en los bosques y despeñaderos de las
montañas de la Cordillera Oriental, logrando el eficaz descontrol y es ahí
cuando comienza el desgaste de las tropas de Barreiro, que terminaron cansadas,
desmotivadas y vencidas.
Después del triunfo obtenido en Guayana, el general
Bolívar llegó a territorio granadino con sus ejércitos, después de escalar y
descender el Páramo de Pisba; se reunió con las huestes de Santander en la
población de Socha el 6 de julio de 1819, allí se le unieron varios grupos de
guerrillas patriotas y el Libertador puso en práctica las tácticas para invadir
a Santafé, logrando que Sámano y las autoridades del régimen español huyeran
despavoridas, después de las derrotas del Pantano de Vargas y de Boyacá el 7 de
agosto de 1819.
Ahí comenzó el principio del fin del régimen español en
la actual Colombia.
Recopilada
por: Gastón Bermúdez V.
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