La Opinión
"Con las uñas cortas y limpias
nos sobrepusimos al riesgo de colapsar", expresó Juan Agustín Ramírez,
gerente del Hospital Universitario Erasmo Meoz.
Durante los casi 8 años que lleva en
la gerencia del Hospital Universitario Erasmo Meoz, de Cúcuta, el médico Juan
Agustín Ramírez Montoya le ha correspondido tratar las difíciles condiciones que predominaban en ese centro de
salud cuando lo recibió, en 2012.
Hoy a comienzos de 2020, a unos meses de terminar su gestión al frente del
principal centro hospitalario del departamento, Ramírez habló de los resultados consolidados hasta el momento, de lo que
está pendiente por hacer y de cómo ha tenido que sortear el impacto de la
migración venezolana en el funcionamiento del hospital.
¿Cuáles son los principales avances que ha
logrado consolidar al frente del Hospital Erasmo Meoz?
Creo, como hecho importante, el restablecimiento de la confianza en la
institución. Se volvió a creer en la capacidad y el acierto en la operación de
sus servicios. Cuando llegué predominaba un ambiente de
desinstitucionalización, con elevados grados de corrupción. Por eso fuimos
clasificados en situación de alto riesgo financiero.
De allí pudimos salir mediante los correctivos aplicados y el respaldo de
la junta directiva, en cabeza del entonces gobernador Edgar Díaz. Saneamos las
arcas y pagamos deudas atrasadas por un monto de $ 54.000 millones. También
destaco el cambio en la estructura física.
No obstante las limitaciones y los problemas, tenemos una cartera saneada,
sin déficit. En infraestructura tecnológica se ha renovado casi el ciento por
ciento. En cuanto a recursos humanos especializados, progresivamente se han
vinculado profesionales de reconocidos conocimientos.
¿En qué nivel se sitúa hoy el Erasmo Meoz, en el
conjunto de los hospitales del país?
Estimo que debiéramos estar entre los cinco primeros. Cuando digo esto, es
que ya hay tres acreditados. En ese orden, estaría de cuarto el nuestro. No
tenemos un comparativo nacional, pero el reconocimiento que nos han hecho las
autoridades del sector nos hace pensar que vamos en el camino correcto.
Nos estimula también la aprobación que de nuestra labor recibimos de
diferentes sectores sociales. Esto, a pesar de las diferencias presentadas
entre el gobernador y la gerencia del hospital, con lo cual se han sacrificado
muchos sueños que teníamos. Lo deseable era que todos hubiéramos jalado para un
mismo lado. A eso debe apostarle una nueva administración.
¿Cómo califica el desarrollo científico del
hospital?
Para mí es la IPS más importante del departamento. Contamos con un equipo
de alta tecnología que no lo tiene ninguna otra entidad de este orden. Hemos
avanzado en los procesos de investigación.
Tenemos 28 convenios con universidades
y 10 institutos técnicos, con la participación de unos 2.000 estudiantes por
año.
Cada día entran unos 600 estudiantes que interactúan con médicos internos,
estudiantes y auxiliares de enfermería, estudiantes de derecho, ingeniería
industrial y de administración pública, lo cual nos hace crecer no solamente
como entidad de salud sino también en docencia académica.
A futuro, ¿cuáles son los proyectos?
En resumen, son siete proyectos. Lo principal es evitar que el hospital
colapse. Hay que mantener la línea de estabilidad financiera. Lo segundo es completar la ejecución de los
proyectos del Plan de Desarrollo, lo cual no ha sido posible por diferentes
dificultades que hemos tenido. Ya aterrizamos el sueño que es tener
resonancia nuclear magnética.
Dentro de poco tendremos un servicio de hemodinamia, que tanta falta le
hace al departamento, a pesar de que ya lo tienen tres clínicas.
Consideramos que el departamento necesita una clínica oncológica integral,
donde se puedan atender enfermos con cáncer en forma completa.
Está prevista la morgue y la ampliación del servicio de urgencia a cinco
pisos, donde se va a aumentar la capacidad del cuidado intermedio tanto para
adultos pediátricos y neonatales.
Así mismo, la ampliación de la sala de partos con aprobación del Ministerio
de Salud, y de los quirófanos.
Hay que remodelar el área de consulta externa, que involucra un nuevo
archivo.
Otra remodelación es la del área de alimentación.
Se requiere intervenir la estructura de imagenología.
Así el hospital quedará dimensionado para los próximos 15 años.
¿En qué porcentaje se sitúa la saturación del
hospital hoy?
Actualmente tenemos sobresaturación porque no se están cumpliendo los
estándares internacionales de camas, lo cual implica tener 2 por cada mil
habitantes, o sea que Norte Santander debe contar con 2.800 y apenas se tienen
1.600.
¿La dirigencia política del departamento
reconoce lo que se ha hecho y se debe hacer en el hospital?
No está muy claro con respecto a los dirigentes políticos, aunque con
varios de los que se ha tratado el tema aceptan los cambios positivos.
Otros sectores de la comunidad aprecian lo que se ha hecho, incluida la
erradicación de la politiquería.
Hay un antes y un después que permiten medir los resultados en uno y otro
tiempo. La recuperación de la confianza es un hecho que no se puede tapar.
¿Estaría usted en el ánimo de continuar en la
gerencia del hospital si se diera esa posibilidad?
Ya me habían planteado lo mismo, tal vez personas preocupadas por mi futuro.
Eso me ha permitido recordar el pasaje de Mateo en la Biblia, según el cual
‘cada día trae su afán’.
Atención a venezolanos
La migración venezolana ha sido una situación
crucial para Cúcuta y la zona de frontera. ¿Cuáles han sido los efectos concretos
sobre el Hospital?
En la fase inicial del cierre de la frontera, a partir de agosto de 2015,
la atención para venezolanos cambió en forma considerable porque del
tratamiento a quienes llegaban por accidentes de tránsito, se pasó a patologías
que no estaban en el registro del hospital.
La demanda aumentó con la migración y se tuvo que asumir ese costo, sin la
ayuda del Gobierno Nacional. Después, el mismo Gobierno entendió la gravedad
del problema y decidió responder, comprometiéndose a pagar la atención de
urgencia a los migrantes.
En cifras, ¿cómo ha sido esa atención?
Se han atendido unos 36.000 venezolanos con un costo de $ 79.000 millones,
de los cuales se han cancelado $ 27.000 millones y están pendientes $ 52.000
millones. Esto ha representado una carga bastante pesada para el Hospital,
debido a que no se cuenta con recursos que pudieran destinarse a esa
emergencia.
El mismo Gobierno Nacional advirtió que no estaba en condiciones de
responder por ese gasto y que requería la ayuda de la comunidad internacional
ante la magnitud de la emergencia.
En ese contexto, ¿qué están haciendo para ajustar
los recursos el Hospital?
Esta es una apreciación muy personal: hemos podido sobreponernos al riesgo
de colapsar porque lo hemos hecho con las uñas cortas y limpias. A los niveles
de costos con que se compraba antes era difícil mantener el equilibrio entre
egresos e ingresos.
Entonces, tuvimos que disminuir los gastos y eso nos ha permitido
garantizar el funcionamiento del Hospital. Se ha incrementado, además, el
ingreso con una mayor facturación que ya está en $ 16.000 millones mensuales,
lo cual nos mantiene a flote en medio de la crisis del sector.
La deuda de los hospitales en el país es del orden de los $ 24 billones.
Recopilado por: Gastón
Bermúdez V.
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