La Opinión
Luis Miguel Serrano aparece aquí con
el neurocirujano del Huem Víctor Enrique Antolinez.
Luis Miguel Serrano, de 15 años, fue al infierno y en cuestión de días
retornó a la tierra. Su vida dio giros que no estaban en su agenda ni en su
carrera de ciclista.
Desde hace un año, el ciclismo se convirtió en una pasión para este
adolescente que cursa quinto de bachillerato en el colegio Minuto de Dios
Policarpa Salavarrieta del barrio La Divina Pastora de Cúcuta. Empezó a montar
bicicleta para poder asistir a los entrenamientos de baloncesto, el primer
deporte que lo cautivó y que lo llevó a varios encuentros nacionales con la
selección Norte de Santander.
En la bicicleta, se transportaba de
su casa ubicada en la invasión Nuevo Horizonte, localizada sobre sector
occidental del anillo vial, hasta el coliseo Toto Hernández, para
ahorrase los pasajes del transporte, pero, ese propósito inicial le
descubrió sus condiciones de ciclista.
La bicicleta de montaña en la que viajaba le mostró el camino que lo llevó
hasta la liga de ciclismo, donde entró con buen pronóstico por parte de los
entrenadores. Le vieron garra, o mejor piernas y decisión para ser un nuevo
escarabajo en el ciclismo.
A estos augurios, Luis Miguel le sumó constancia y disciplina, lo que lo
condujo al club Águilas del Norte, con el que participó en varios encuentros,
el último en Girón, Santander, donde quedó entre los 10 primeros.
La
radiografía muestra el procedimiento de alta complejidad para restituirle las
vertebras del cuello.
Y fue esa convicción la que lo llevó el 26 de marzo a montarse, a las 3 de
la tarde, en su bici para unirse al grupo de la liga que subiría hasta La
Garita, en una jornada de entrenamiento. Tenía una máquina semiprofesional que
le compró su mamá a cuotas.
Luis Miguel salió tarde y no alcanzó
al grupo, que se reunió en la redoma del barrio Daniel Jordán, en de Los
Patios, para la partida, y al no encontrarlos decidió seguir solo la ruta trazada.
Todo estuvo bien en la subida, pero cuando venía de regreso una buseta de
transporte público lo cerró, lo golpeó y le fracturó la séptima vértebra
cervical y la primera torácica.
El accidente lo tuvo en vilo durante más de un mes, con su cabeza pendiendo
de un hilo. Según los médicos del Hospital Universitario Erasmo Meoz (Huem)
pudo descabezarse con el golpe, o con algunos de los movimientos posteriores al
accidente.
Es que primero lo diagnosticaron mal y lo mandaron a la casa y esos
días, más lo que siguieron y por los trámites legales que demoraron la
cirugía, pudieron afectar más la fractura.
La cirugía
La intervención quirúrgica la encabezó el neurocirujano del hospital Erasmo
Meoz Víctor Enrique Antolínez, quien por coincidencia ya conocía a Luis Miguel,
dado que meses atrás le había patrocinado uno de los uniformes del club donde
corre. La camiseta con el nombre del médico es hoy un amuleto de buena suerte
para la familia Serrano.
Aquí, en una
práctica de ciclismo, días antes del accidente.
En un comienzo, el muchacho fue llevado al hospital de Los Patios, pero
dada la gravedad de las fracturas sufridas en el accidente fue remitido al
Meoz.
Luz Mary Serrano, madre de ciclista
recuerda que el médico le dijo que su estado era grave y que podría quedar
cuadripléjico. La advertencia sacó el temple de la progenitora que desde ese
momento empezó una batalla para que su hijo volviera a ser el joven estudioso y
deportista de siempre.
Logró que lo remitieran al Meoz, se involucró en la agilización de los
exámenes que necesitaba y cuando el neurocirujano Antolínez le detalló
todos los riesgos que tenía la cirugía le dijo: usted haga lo suyo, que
Dios estará con mi hijo.
Incluso Luis Miguel le dijo
que confiara, porque todo iba a salir bien.
La intervención, de altísimo riesgo, duro once horas y demandó la
intervención de dos neurocirujanos, Lope Carvajal y Víctor
Antolinez, la asistencia de un cirujano de tórax, un cirujano vascular y
una neuromonitora, Ana María Jaramillo traída de Medellín para esta
cirugía.
El 3 de mayo de 2019, a las 8 de la mañana empezó el procedimiento
que terminó después de las 6 de la tarde e incluyó una corpectomia
por el cuello para retirar las vértebras fracturadas, un trabajo de
filigrana para no tocar la médula.
Después
de la cirugía fue visitado por sus compañeros del club de ciclismo.
Después, una artrodesis por el tórax, que permitió la
instalación de un cajetín expandible para conectar la séptima vértebra cervical
con la primera torácica. Así, se instaló un puente de conexión, o vertebras
sustitutas, que mantendrá la cabeza de Luis Miguel sobre su columna
vertebral.
Han pasado más de tres semanas de la
cirugía. Luis Miguel lleva un cuello ortopédico especial, que le regalaron en
la Gobernación, hasta donde llegó el drama del ciclista que estuvo a punto de
perder su cabeza y su vida. Y es que fueron muchas las personas que
ayudaron para que él tuviera una segunda oportunidad de vida.
“Yo confiaba en el doctor Antolínez y en el Meoz. Mi hijo ahora se está
recuperando, de hecho ya acude por su propia cuenta a los
controles", afirma Luz Mary, quien no puede ocultar la alegría
de ver a su hijo de pie otra vez disfrutando la vida y soñando con volver
a su bicicleta... y quizás a competir.
Recopilado
por: Gastón Bermúdez V.
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