Ciro
Alfonso Pérez (Imágenes)
Santander y Bolívar
“Yo no vine al gobierno a organizar y a conservar, si no a crearlo todo,
según el mandato de la ley fundamental y la Constitución. No tuve por delante
administración alguna que me sirviese de modelo para conducirme en la mía. El
primer ejecutivo nacional que tenía Colombia era yo, cuya profesión según el
Libertador, era un oficio de muerte”. Francisco de Paula Santander.
Son innumerables los
biógrafos del General Santander y en su proyección histórica se han encontrado
defensores y detractores acerca de la personalidad y las ideas del Hombre de
las Leyes, por eso en esta tarde y fundamentado en la razón histórica fiel a
los hechos, me voy a permitir determinar una serie de situaciones en la
controvertida existencia del prócer rosariense.
Sin duda alguna
Francisco de Paula Santander es el creador de nuestra nacionalidad, convirtió
la patria en un estado de derecho fundamentado en la estructuración jurídica y
axiológica de su formación en el colegio San Bartolomé, bajo la experta
dirección de su tío por línea materna Dr. Nicolás Mauricio de Omaña, presbítero
y rector de la Institución Educativa ya mencionada, entre sus méritos vale la pena
destacar que fue Abogado de los Tribunales de Justicia de la Nueva Granada,
consultor del Santo Tribunal de la Fe, promotor fiscal, Cura de la Santa
Catedral Metropolitana y miembro del poder ejecutivo de la suprema junta del
gobierno, vicepresidente de la Asamblea Electoral de Cundinamarca, catedrático
de latinidad, de Sagrada Escritura y rector regente de estudios.
Grandes maestros del
derecho como, los doctores Emigdio Benítez y Frutos Joaquín Gutiérrez,
considerados como los mejores catedráticos de derecho civil a la Nueva Granada,
inspiraron la curiosidad del joven Santander en ese proceso de formación
universitaria.
El desarrollo
intelectual de Santander se fundamenta en torno al valor y al alcance de las
leyes, situaciones que son frecuentes en la expresión de su pensamiento
político con el cual quiere reestructurar la República, partiendo del legado
anacrónico y colonial del Virreinato, antítesis de todos los conceptos
filosóficos, políticos de beneficio social y transformación jurídica, por los
cuales se hizo la Independencia.
En el plano de las
relaciones internacionales, Santander planteó claras diferencias conceptuales con
el Libertador. Cuando Bolívar convoca el Congreso anfictiónico de Panamá, propone
la asistencia exclusiva de las naciones hispanoamericanas; por su parte el
vicepresidente, con una visión futurista, se opuso a esta exclusividad y
propuso invitar a este magno evento al gobierno de los EE. UU. También da como
sugerencia incluir a dicha nación en la confederación de naciones americanas, lo
que determinó un desacuerdo total con las ideas del Libertador.
El autor Laureno
García Ortíz en su libro Estudios históricos, afirmaba lo siguiente: “Santander fue un hombre creado para el gobierno
y solo para el gobierno. Fue la más fuerte encarnación de la idea nacional, el
más ingénito, espontáneo y precoz de nuestros temperamentos políticos”.
La personalidad de
Santander nos muestra un hombre formado con ideologías claras, de una excelente
capacidad de decisión, con una afinidad social en la que primaba el respeto,
pues poseía el raro don de mantener a cada cual, en su puesto, por sus
ascendientes y sin imponer ni suscitar descontento.
Trabajador incansable
y severo e incontrastable en el mando, amante de la sana diversión, educado dentro
de las doctrinas de la iglesia católica, pero con una clara posición frente a
las diferentes creencias religiosas de la época.
Una de las primeras
determinaciones de su gobierno, fue la de lograr relaciones diplomáticas con la
Santa Sede. Dentro del clero, contó con la amistad de muchos sacerdotes, pero
también encontró enemigos en algunos eclesiásticos y fanáticos religiosos, ya
sea porque eran fieles seguidores del régimen colonialista o porque el gobierno
de Santander dio apertura en la aceptación de los diferentes cultos dentro del
territorio nacional.
Rompió algunas
prebendas de la Iglesia católica, al prohibir las contribuciones y los trabajos
establecidos para los indios y al ordenar la libertad de los esclavos.
Jamás Santander trató
de ocultar sus propios defectos, pero a lo largo de su vida pública, puso de
relieve sus virtudes. Santander era un hombre admirado y de respeto, mostró
valor y reciedumbre al oponerse de manera abierta a algunos de los proyectos
del libertador, revelando de esta manera su alto nivel de dignidad y su
formidable carácter.
Santander rechazaba
los honores y la pompa palaciega, y con desprendimiento sacrificó en un momento
dado su prestigio, su posición y su propia tranquilidad, al erigirse como jefe
de la oposición contra el Libertador que, procedente del Perú llegaba a
Colombia con la intención de instaurar la tiranía y la constitución monárquica.
Santander se puede
considerar como constructor, héroe y mártir de la patria, actuando como el
máximo símbolo de la libertad y de la independencia. Analizando el accionar
político de Santander y teniendo en cuenta el testimonio de sus contemporáneos,
se afirma con certeza que, en los consejos de gobierno no escuchó Colombia voz
más autorizada que la suya, ni vio pensamiento más sereno, ni juicio más
acertado.
Como magistrado fue
superior a su época y a la realidad de la nación. Fue claro en el concepto de
interpretar la libertad de conciencia y de atacar el escolasticismo oficial. Dentro
de la filosofía santanderina ocupa lugar muy especial la educación. Las finanzas
de la nación eran escasas luego de la guerra, sin embargo, el Hombre de las
leyes, compartía con Bolívar la necesidad de ofrecer al pueblo una educación popular
costeada por el Estado.
El 18 de marzo de 1826,
se aplica el primer proyecto de Educación para la Nueva Granada, se estipula la
creación de universidades, colegios provinciales, colegios de artes y oficios y
escuelas públicas en todo el territorio nacional. Dentro de lo novedoso del
proyecto, estaba la tendencia a una educación liberal que implicaba la
enseñanza de las ciencias sociales, las ciencias naturales y las ciencias exactas
como la aritmética, la geometría, el cálculo y la estadística.
La vida militar de Santander
se inicia el 26 de octubre de 1810, cuando ingresa al Ejército Republicano en
calidad de abanderado, con el grado de subteniente en el Batallón de Guardias
Nacionales. En abril de 1812 y bajo las órdenes del Coronel Antonio Baraya,
actúa en calidad de secretario de la ciudad de Tunja, ascendiendo al grado de
teniente, luego el 1 de junio de 1812 se convierte en capitán.
En octubre de 1813 es
derrotado en los Llanos de Carrillo en territorio de Norte de Santander. Los
enemigos de Santander acusan al joven militar de la derrota y se ve obligado a
escribir en su defensa un documento denominado: Descargos de Santander,
dirigido a su jefe inmediato Manuel del Castillo y Rada. Es nombrado Comandante
de la Provincia de Cúcuta el 4 de junio de 1814 y se le confirma su ascenso a
Coronel efectivo. Durante los días 21 y 22 de febrero de 1816, las tropas
republicanas al mando de Custodio García Rovira y con la participación de
Santander, sufren una estruendosa derrota en la batalla que se realizó en el
camino de Suratá a Matanzas y que la historia la reconoce como la batalla de
Cachirí. Unos pocos oficiales entre los que se encuentra Santander logran
escapar.
Participa en las
campañas de Venezuela, aportando estrategia y valor en cada combate. Sin duda
alguna, la titánica ascensión al páramo de Pisba se convierte en la acción más
heroica del Ejército Libertador y allí en medio de las dificultades está
Santander como el líder, el héroe, el caudillo que, con su ejemplo da valor a
los soldados para conseguir la gloria en el Pantano de Vargas y en Boyacá.
Santander como soldado,
sobresale porque concibió, manejó y aplicó las artes de la guerra,
especialmente la logística, dentro de la cual poseía un instinto innato para alcanzar
la eficiencia. Aplicó con éxito los conceptos de la logística desde el mismo momento
en que llegó a Casanare con el objetivo claro de formar un ejército granadino
equipado, armado y adiestrado, con una moral guerrera y un ideal patriótico
para, regresar a la Nueva Granada persiguiendo unos ideales de libertad y de
independencia.
Este armónico conjunto
del arte de la guerra: táctica, logística y estrategia, constituyen el honor y
la disciplina de un ejército. El General Santander, conocedor de dichas premisas,
fue un gran exponente de estos tres grandes valores, los cuales puso en práctica
con habilidad e inteligencia.
La conducta del
General Santander como militar fue ejemplar, señalado por rectitud, el decoro y
el profesionalismo con que se desempeñó en todos sus actos. Fue un soñador con
sentido práctico objetivo y obstinado en llevar a término sus ideales.
Otra faceta importante
en la vida de Santander es su tarea en el arte de la escritura. El historiador
Laureano García Ortíz, expresa un testimonio tomado de Don Manuel Pombo: “Tenía
buena forma de letra, y la manía de escribir; así era que colaboraba asiduamente
en los periódicos oficiales y particulares y sostenía activa correspondencia epistolar
con el extranjero y con personas de gran parte de los distritos de la
República.
Su secretario privado
le preparaba al efecto y casi diariamente, un rimero de hojas y un mazo de
plumas tajadas. Leía, además, cuanto salía de la prensa, y aún le sobraba espacio
para anotar los libros que le venían a las manos. Por eso decían algunos que,
el libertador adolecía de intemperancia en la lengua, y el General Santander de
intemperancia en la pluma”.
Como escritor
constante e infatigable practicó el periodismo. Son múltiples los periódicos de
la época que registran su colaboración. Sus ideas fueron polémicas, porque siempre
expuso sus ideales de manera franca, clara e independiente. En la defensa de
sus ideas y conceptos, era intransigente. Combatía desde sus publicaciones con
vigor y tenacidad, manifestando su pensamiento con notable inteligencia y gran
fuerza intelectual.
El gran escritor José
María Vargas Vila define a Santander así:
“Santander fue el más
grande de los héroes, fue el que amó la libertad con pureza mayor. En esa
pléyade brillante de enamorados de la gloria, él fue el aislado supremo, enamorado
del ideal. Su amor por la libertad tenía purezas de asceta; la amaba como una diosa,
para cuidar su templo y adorarla estático.
Recopilado
por: Gastón Bermúdez V.
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