Antonio García-Herreros (Sabatinas No. 12,
1978)
Doctor Alfonso Lara Hernández
Alfonso Lara es uno
de los hombres más importantes del departamento. El tiene audiencia donde se
halle y siempre ha sobresalido donde se encuentre, desde cuando jugaba como “back”
del Juventud y del Cúcuta Deportivo y era figura estelar como Sixto Jaramillo,
Pacho Neira, Anacleto Ramírez, Valeriano Jaimes, Jorge Jiménez Gandica, Dimas
Apolinar, Daniel Antolínez, que recuerde al instante.
Alfonso Lara nació
en 1912, diagonal a la iglesia San Antonio, en la esquina quedaba la tienda de
las Caminos. De su padre don Pedro Felipe Lara, heredó una fortuna y su
espíritu empresarial. Hoy tiene establecido en Bogotá un frigorífico en el cual
se benefician más reses diariamente, que las que se sacrifican en Cúcuta.
Don Pedro era
venezolano y fue fundador de la primera fábrica de hilados y tejidos de
Colombia, de los mejores teatros de la ciudad, de las mejores haciendas del
municipio y principal accionista de las empresas más prósperas de la república.
Es oportuno
reconocer la colaboración de los venezolanos en el progreso de Cúcuta. Fue
venezolano don José Crespo quien presentó al Cabildo el primer plano
topográfico de la ciudad y don Francisco de Paula Andrade quien trazó de nuevo
a Cúcuta después del terremoto. Don Juan E. Villamil, el notario que salvó de
los escombros, los más importantes documentos y protocolizó la tragedia. El señor
Guzmán quien construyó el primer teatro, don José María Polanco quien estableció
la primera planta telefónica, don Domingo Díaz quien era el principal
accionista del ferrocarril, que evoca un siglo de la vida de la ciudad, etc. …
¿Y cuál familia antigua cucuteña no tiene, ascendientes o familiares muy
cercanos venezolanos?
Alfonso Lara se
bachilleró en el Instituto La Salle de Bogotá y se graduó en la facultad de derecho
de la Universidad Nacional. Recién graduado fue nombrado por el Ministro de Educación,
doctor Darío Echandía, secretario de instrucción pública de este departamento,
pues en aquel tiempo el ministro nombraba los secretarios departamentales de
educación.
Viajó después a
Europa y en la facultad de derecho de París se especializó en derecho civil con
Ripert, en derecho comercial con René Demogue, economía con Gactan Pirou y pudo
oír a los hermanos Mazeau, Capitant, Josserant y demás luminarias del derecho
francés.
Regresó a Cúcuta
con aquella fiebre gálica, para solaz de los cucuteños que nos regocijábamos
pronunciando con exageración fonética el francés. Decían que Alfonso a su
bufete, al que los venezolanos le dicen “escritorio”, lo mencionaba “le
bivgrró” (bureau), a la Turra Petra “la Tigrrá Petgrrá”, al Negro Cuca “le
Negrré Kiuca”, a Puerto Colombia, a donde arribó cuando regresó a su patria, le
decía le Port de la Colombí.
En 1942 fue
nombrado secretario general del Ministerio de Economía y encargado del
ministerio por un tiempo. La Asamblea de este departamento lo eligió senador,
como entonces se elegían, cuando solo contaban con 30 años. Fue designado vicepresidente
del Senado de la República. Por aquellos tiempos los abogados de 30 años, sus
contemporáneos, apenas estaban comenzando sus carreras como secretarios de
juzgados.
En 1948 cuando la
violencia conservadora (la liberal fue en 1932) viajó a Venezuela hasta 1957,
cuando regresó a Colombia a la caída de Rojas Pinillas. Fue electo dos veces
representante a la Cámara.
Cuando era senador,
Alfonso no pedía permiso para entrar al despacho del ministro y se sentaba
sobre el ángulo del escritorio, desde donde ofrecía cigarrillo al ministro y lo
trataba de “tú a tú”. En 1965 fue gobernador del departamento de Norte de
Santander.
Estructurado para
la lucha, como cuando era “back” del Cúcuta Deportivo, es de los hombres que
acometen primero, antes que lo ataquen. Como gobernador dio muestras de un gran
carácter, como aquel día que destituyó al alcalde de Cúcuta, cinco minutos
después de haberse posesionado. Es de los hombres que asumen responsabilidades
y cuando es preciso tomar una determinación, no la tramitan.
Recopilado por: Gastón Bermúdez V.
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