domingo, 7 de noviembre de 2021

1965.- ALMA LUZ

 Luis A. Medina S. y otras fuentes

 


Se ha dicho que la poesía no tiene estratos sociales definidos, cubre por igual todas las capas sociales; casi siempre nace por vocación y como una natural urgencia emotiva. En la poesía de estos valles cucuteños, hay una voz de desnudo acento lírico que corresponde a la cultura poética de Ana María Vega Rangel (Alma Luz). Esta, ha acentuado su pureza y colorido al paso de los años, la cual la hace más fluida, la hace vivir más intensamente toda una existencia que la ha llevado a conservar vivos y ardorosos el amor y la inclinación por la poesía.

 

Empero, para presentar a Ana María Vega Rangel, ‘Alma Luz’, nos parece más propio que copiar unas recordaciones del doctor Guillermo Solano Benítez sobre la ilustre poetisa.

 

"Para las primeras décadas del siglo XX tuvo nuestro Departamento tres exponentes de la literatura, continuadores de la obra poética de Adriano Páez, de las poetisas Antommarchi de Julio Añez y de Josefa Andrade Berti: Fueron aquellos exponentes Ana María Vega Rangel, Francisco Morales Berti y María Teresa Blanco.


‘Alma Luz’ nació (Cúcuta, 12 de octubre 1897 - Bogotá, 1991), del matrimonio de don Pedro Tobías Vega y doña Ana de Dios Rangel. Fueron sus hermanos los doctores Pedro, Gregorio, Saúl, Julián, Hilarión, Antonio María, Daniel y Luis. Don Pedro fue el arquitecto cucuteño constructor del templo de San José de Cúcuta, después del terremoto. Murió en Cúcuta el 31 de enero de 1920, y su esposa Ana de Dios le sobrevivió hasta el 9 de octubre de 1930 en que fue sepultada en Cúcuta.

‘Alma Luz’ fue literata y pintora. Fue directora de las revistas Cúcuta y Germinal. Entre sus libros se destacan Fuente escondida, Arco de triunfo, Canto a Venezuela, todos de 1942.

Ana María Vega Rangel al adoptar su seudónimo ‘Alma Luz’, expresó con él la naturaleza de sus versos, pues antes que, a la materia, se refiere todos ellos a lo espiritual, en busca de un mundo superior, de ideales supra terrenos, de aspiraciones celestiales y de ensueños angélicos antes que humanos.

Esto lo demuestran sus principales producciones literarias a que nos referiremos enseguida, así como también, el no haberse casado, apartándose de los que intentaron ser sus enamorados admiradores, como ella misma lo dijo en su poema “LO QUE SOY”: Me conmueven las ansias de cualquier peregrino- Pero a nadie en mi copa le he brindado mi vino.

La poesía de Alma Luz es clasificable en cuatro grupos: Humanitario, Religioso, Patriótico y Filosófico. De carácter humanitario, expresivas del sufrimiento y del sentir de los hombres, nos parecen sus composiciones tituladas “EL CONDENADO”, en que se narra la fuga de un preso con todas sus vicisitudes, sus padecimientos y su muerte; “HASTÍO”, donde se pintan las nostalgias y dolores del vivir de una mujer bella, y sus tres sonetos referentes al terremoto de Cúcuta, el primero o “ANTES”, el segundo “LA CATÁSTROFE’*; y el tercero “DESPUÉS”, de los cuales transcribimos enseguida el último, en que con lírica tristísima nos muestra Alma Luz cómo quedó nuestra ciudad destruida.

 

DESPUES

Sobre el montón de escombros, sobre la desventura 
De tanta vida rota, de tanta fuerza inerte, 
Se desgranó la lluvia tenaz, nutrida y fuerte 
Como un desesperante llorar de la Natura. 
La noche arropó luego con sombras la amargura 
Intensamente triste del triunfo de la muerte, 
Y aquel rincón de tierra que flageló la suerte, 
No halló sino tinieblas, horrores y pavura. 
En los huraños cielos ni estrellas ni reflejos; 
De la tormenta sorda que brama allá. .. á lo lejos, 
Relámpago se escapan de resplandor sombrío; 
Alumbran sus destellos cadáveres en haces 
Y pegan en sus yertas pupilas incapaces 
Qué absortas y espantadas miraban al vacío.


ROSAS DE LO QUE SOY

Con valor de alma joven, soñadora y altiva

voy serena en la vida por la senda del bien;

una meta lejana mis anhelos cautiva,

y allá voy tras mi anhelo, que por grande se aviva

con la fe y la esperanza, flor, lumbrera y sostén.

No por grandes me agobian mis amargos pesares

ni me embriaga la dicha con su intensa emoción,

pues más alta que todos los humanos pesares

va la estrella que vierte su fulgor en mis mares

¡y es caricia en mis duelos y en mis goces razón!

 

EL CANTO DEL CUCUTEÑO

Y de los maternos labios

por el dolor ungidos

al relatar los agravios

supe también cómo sabios

los héroes de aquel dolor,

de su infortunio se irguieron

y el hogar reconstruyeron

con más pujante esplendor.

Y en rubia santa caldeada

mi sangre de colombiano,

perseguiré al vil peruano

hasta su propia morada,

y por su hazaña menguada

convertido en un balulú,

es hijo de Belcebú.

De invasor vendrá a vasallo

y le haré herrar mi caballo

con el oro del Perú.

 

ESTRELLAS FUGACES

En un vagar constante de extraña simetría

su viejo rumbo siguen los astros fácilmente,

y en el etéreo mundo de luz no se persiste

un ademán altivo de inquieta rebeldía.

Perdida en los confines de poca lejanía,

envuelta en la penumbra, nostálgica y doliente,

hay una estrella rubia, grandiosa y refulgente,

que ha siglos el espacio con ansiedad espía.

De pronto se conmueve. Más no vacila: arranca

y de ciego impulso busca la nebulosa blanca

fundiendo su existencia con las constelaciones;

y en la embriaguez del triunfo no ve en que en la remota

región que ella dejara, porfiadamente flota

la más desconsolada de las desolaciones.

 

 

 

 

Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

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