domingo, 9 de octubre de 2022

2133.- EL CARMEN DE TONCHALA, LA CUNA DE CUCUTA

Rolando Medina (La Opinión)


¿Sabía que en este corregimiento se firmó la donación de los terrenos que permitieron la fundación de la capital nortesantandereana?

Histórico corregimiento que sirvió como primer peldaño para la fundación de Cúcuta: El Carmen de Tonchalá. Es un territorio de historias por contar, cuya vía resguarda las memorias de tiempos difíciles cuando solían dejar muertos en ella.

Fue desde que los alrededores comenzaron a poblarse e iniciaron las obras del acueducto metropolitano que esta clase de problemas disminuyeron, además, ya gozan del servicio de agua, pero aún varios problemas los aquejan.

“Estamos sufriendo mucho por la falta de un alcantarillado y la ausencia del puesto de salud, aquí no viene un médico para ver cómo estamos”, comentó María Medina.

Tampoco cuentan con una antena fija para recibir señal telefónica, si necesitan hacer una llamada, deben acercarse a la escuela.

El edil José Meza agregó que es necesaria una política pública que los saque de la deriva, pues son varias las necesidades por atender.

“Nuestro colegio requiere la construcción de salones, porque tenemos entre 40 y 45 niños por aula”, señaló Meza.

Hoy por hoy, 2021, El Carmen de Tonchalá es el corregimiento que más habitantes posee, con más de 12.000 personas, no porque el caserío sea el más poblado, sino porque les han atribuido los asentamientos humanos del anillo vial occidental.

“Somos el más poblado, pero también uno de los más olvidados. Tenemos historia viva y, sin embargo, eso no parecen tenerlo en cuenta las autoridades”, comentó un habitante.


La odisea del transporte

Transporte público no hay. Si necesitan desplazarse hacia Cúcuta, deben irse a pie hacia el barrio Belén, el más cercano al corregimiento, con el riesgo de quedar a la intemperie de los peligros en la vía.

“Una carrera nos lleva en media hora, pero caminando se va alrededor de hora y media, y como ha estado lloviendo tanto, se hace más complicado, pero qué más, es lo que nos toca cuando alguna diligencia debemos hacer”, agregó Medina.

Solo un hombre hace carreras hacia Belén, la famosa chiva de Fermín Soto, un viejo bus soviético marca UAZ, modelo 1982, muy conocido por el sector. Si alguien necesita hacer un viaje más largo y con carga mayor, su hermano, Guillermo, presta el servicio en su camión.

Desde las 6:00 a.m. sale Fermín en su antigua chiva, listo para hacer sus cuatro viajes diarios que conectan a El Carmen de Tonchalá con el barrio Belén, como lo ha hecho desde hace más de 35 años.


Demoras con la placa huella

A través de la construcción del acueducto metropolitano, se intervino la placa huella del corregimiento, un proceso que no ha podido finalizarse como la comunidad lo esperaba.

“Estamos a la espera de que la empresa encargada pueda solucionar cuanto antes sus problemas económicos para que la comunidad y nuestros visitantes tenga un mejor acceso al sector, porque la vía es la cara de nuestro corregimiento”, manifestó el corregidor Gonzalo Niño.


La tienda azul

María Elvira Medina es oriunda de Antioquia; una vez sus padres fallecieron, tanto ella como sus hermanas se esparcieron por el país. Medina llegó a El Carmen de Tonchalá en busca de trabajo y, además de conseguirlo, halló a la persona con la que conformó su hogar.

Juntos, inauguraron en 1982 la famosa tienda azul, que en otras épocas abundaba en productos y víveres, cuando romerías viajaban hacia allí para disfrutar del paraíso de Pozo Azul.


El mítico paisaje fue inmortalizado en un gran mural en una pared exterior de la tienda que llama la atención de nativos y visitantes; cada año solían renovarlo para las fiestas de la Virgen del Carmen, pero las circunstancias actuales han hecho difícil conseguir la pintura.

“Antes todos los turistas pasaban por aquí, pero ahora con la pandemia está mal el negocio, ya la gente no tiene plata para gastar. Uno que otro entra a tomar gaseosa y comerse un pastel, lo que vendemos nos alcanza solo para comprar el mercadito”, comentó María Elvira.

Pero en los recuerdos de María aún viven aquellas épocas de bonanza, en las que los cucuteños se divertían con los bazares, orquestas, reinados y saltando en los brinqui-brinqui.


Hogar de Juana Rangel

Las calles de El Carmen de Tonchalá están llenas de historia y aún resisten viejas estructuras para comprobarlo. Fue aquí donde habitó Juana Rangel de Cuéllar cuando, el 7 de junio de 1733, firmó las escrituras con las que donó 782 hectáreas de terreno para la fundación de San José de Guasimales de Cúcuta, y una estatua de la ‘gran benefactora’, con pluma en mano, rinde honor a ese momento.


La finca de Cuéllar, hoy convertida en la Casa de la Cultura, aunque ya no conserva la misma magnitud, todavía se mantiene en pie, con las mismas paredes, ventanas y puerta de antaño.

A la izquierda, se erige la capilla Nuestra Señora del Carmen de Tonchalá, que en épocas republicanas fue iglesia. Cada domingo, abre sus puertas y hace sonar su campana para dar bienvenida a los feligreses.

Sin embargo, no desean que el municipio solo se acuerde de su existencia en cada cumpleaños de Cúcuta, sino que se implemente una estrategia duradera que los ayude a ser territorio de progreso.

Los paseos a Pozo Azul


En otro tiempo, los habitantes de Belén y barrios aledaños de la Comuna 9 de Cúcuta se organizaban para hacer paseos hacia Pozo Azul, un balneario del corregimiento, característico por sus aguas cristalinas y atractivo tropical, al que llegaban luego de media hora de camino a pie. En otras ocasiones, llegaban en auto.

Si bien, para los locales, la belleza de Pozo Azul no es la misma de antes por los problemas constantes con las basuras, este pozo de ocho metros de profundidad se mantiene en sus recuerdos por su singular atractivo.

Aunque la tradición de visitarlo y deslizarse por los túneles naturales que forman sus piedras sigue vigente, ya no se da con la misma frecuencia de antaño.

Su cementerio


¿Sabía que la comunidad es dueña de su propio cementerio y no deben pagar por enterrar a sus difuntos?

Un motivo de orgullo para los habitantes de El Carmen de Tonchalá es poder decir que son dueños de su propio cementerio. Allí habitan tumbas con más de 100 años, como la de la señora Matilde Molina, fallecida en marzo de 1921, cuya lápida de piedra tallada poco a poco borra sus letras con el paso del tiempo.

Otras tumbas de igual antigüedad y mismo material fueron robadas cuando el camposanto local permanecía abandonado, fue por eso que hace seis años un grupo de cinco vecinos se congregaron para integrar el comité de cuidado y mantenimiento.

Luis Emilio Pereira Lozada es uno de los integrantes y trabaja junto con la comunidad en el proyecto de la construcción de la capilla para, a futuro, hacer las exequias de sus difuntos allí mismo.


“Me encargo de mantener limpio y embellecer las tumbas. Siempre estamos pendientes de invitar a la gente cuando vamos a hacer paseos para recaudar fondos y poder ampliar el cementerio”, dijo Pereira.

Aunque el camposanto fue cercado y reducido para la década de los 70, cuando muchos habitantes empezaron a irse y los que quedaron notaron que eran pocos los fallecidos, una de sus proyecciones es volver a ampliarlo a su totalidad, que supera el doble del encerrado actual.

La idea de los locales es construir bóvedas, resteros y que la estatua de la Virgen del Carmen y la capilla queden dentro de los límites, para que el cementerio se convierta en el patio trasero.

La administración municipal les ha socializado en varias oportunidades la idea de tomar las riendas del lugar, pero la comunidad rechaza la propuesta en cada oportunidad, porque temen que, al dar el sí, se pierda su carácter solidario y comiencen a cobrarles por las exequias.


“Cuando necesitan enterrar a alguien, a los del comité son a quienes nos buscan para el permiso. Como esto es de la comunidad, la misma gente consigue los materiales y no deben pagar nada. Si es en tierra, buscan quién les haga el hueco, porque acá no tenemos sepulturero”, relató Pereira.

En caso de que los dolientes no posean los recursos económicos para hacer el entierro, los vecinos se unen en la causa para aliviar el gasto funerario. En solo un par de horas, ya la bóveda está lista.

“Es un cementerio tranquilo y, gracias a Dios, sin historias de apariciones. Somos unidos como comunidad siempre que alguien lo necesite”, concluyó Pereira.


Una Casa de la Cultura con muchas necesidades

Julio Niño llega cada día desde el barrio Belén en su moto. A las 8:00 de la mañana abre las puertas del único lugar que se ha convertido en el encuentro de los más pequeños con la historia, la cultura y la academia.

No más de doce niños al día visitan el espacio, pero, los pocos que lo hacen, fielmente esperan el arribo de Julio, quien propone la decoración, actividades y programas para la semana.

La biblioteca presta servicios como referencia, consulta en sala, acceso a internet, promoción de lectura y cultura, alfabetización digital, cineclub y club de lectura individual y compartida.

“Es un lugar muy abandonado, no tenemos agua, hay muchas goteras, las paredes están sopladas y a veces no hay material para hacer actividades con los niños”, declaró Julio con nostalgia.

Aun así, esto no detiene a Niño de continuar con su labor, ayudarlos con sus tareas y llevar alegría a pequeños como ‘Pipe’ Mora y Maibi Maldonado, dos de los más fieles visitantes, apasionados por la pintura y la lectura.

“Para hacer un taller debo tener máximo diez niños, en este momento estamos haciendo una decoración a la biblioteca y haremos las bolsitas para jugar al amigo secreto”, comentó el promotor.

Además, una presunta invasión al patio trasero de la Casa de la Cultura genera malestar en la comunidad. Antes el espacio era utilizado para actividades físicas y de esparcimiento, pero, una vez fue tomado y sellado con rejas, candado y cadenas, hace tres años, no han logrado desapropiarlo.

Gonzalo Niño, corregidor de El Carmen de Tonchalá, señaló que ya está marchando un proceso sobre el caso y esperan que para fin de este año se haya podido discernir la situación.


A la espera de vacunas

Esperanza Orozco es promotora de salud en el corregimiento desde hace 20 años, lo que le ha permito seguir de cerca los avances en los esquemas de vacunación.

“Reporto eventos y hago vigilancia a la salud pública. Aquí hemos reportado varicela, sarampión, rubeola y casos de COVID-19”, explicó Orozco.

Debido a que la vacunación contra el coronavirus no se ha llevado hacia allí, los habitantes se han desplazado hacia sus centros de salud en Cúcuta para recibir las dosis.

“Siempre nos dicen que ya vienen las vacunas, pero nunca sabemos cuándo, es algo que realmente necesitamos porque se han reportado casos, y hasta el día de hoy mantengo un listado de 106 personas esperando la primera dosis”, dijo la promotora.

A la fecha, se está organizando un censo para determinar cuántas personas hacen falta por vacunar y poder llevar hacia allí al personal adecuado.

Situaciones como estas son las que hacen añorar a los residentes del corregimiento los tiempos pasados, cuando el puesto de salud aún funcionaba, hasta que se cerró hace 15 años, junto con otros 25 de Cúcuta.

Hoy, las viejas instalaciones son ocupadas por la Junta de Acción Comunal, pero añoran con que se les construya un salón múltiple propio y digno donde la comunidad pueda reunirse y se presidan reuniones de interés general.

Sede deportiva


Este año, El Carmen de Tonchalá será sede de los juegos intercorregimientos, que se celebrarán a finales de octubre, una apuesta en la que concentran las esperanzas de reactivación económica y turística de la localidad.

“Aquí estarán concentrados los diez corregimientos de Cúcuta para participar en las diferentes actividades deportivas que tenemos programadas, la invitación es a que nos visiten y conozcan las bellezas que tenemos para mostrar”, manifestó el corregidor.





Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

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