miércoles, 11 de enero de 2023

2180.- CARLOS RAMIREZ PARIS. UN ABOMINABLE CRIMEN

La Opinión


Uno de los hechos más repudiables del que se haya tenido noticia en el último cuarto del siglo XX, fue sin duda, el crimen del periodista y dirigente cívico Carlos Ramírez Paris. Tuvo lugar el lunes 12 de diciembre de 1977 en las primeras horas de la noche.

En un breve recuento de los últimos momentos de vida, el ilustre comunicador comenzó su día de trabajo en su emisora Radio Guaimaral, la famosa “Chica para grandes cosas”, de donde partió en acercándose el mediodía hacia su próxima cita, una reunión con el entonces candidato presidencial Julio César Pernía, el Síndico del hospital Gonzalo Pacheco y el señor Jaime Caicedo, quien trabajaba por esos días administrando uno de los grandes almacenes de la ciudad, el Olímpico de José Urbina, muy probablemente discutiendo los apoyos que se podrían dar en torno a su candidatura. Esa reunión se desarrolló en los salones del restaurante Portón Oriental, poco tiempo después de inaugurado y orgullo de su propietario el exfutbolista Omar Verdún.

Terminado el almuerzo, se dirigieron a la residencia de Pernía donde continuaron discutiendo sobre las estrategias de campaña. Caída lo noche, el periodista salió rumbo a una de sus casas en el barrio San Luis, en su tradicional camioneta de color verde que identificaba a su emisora.

El viaje se vio interrumpido, tal vez unos veinte minutos después de haber partido, pues el vehículo en mención fue visto en las inmediaciones de la redoma de San Mateo, irregularmente estacionada y desocupada, según versión relatada por el doctor Alberto González Dávila y confirmada posteriormente por la señorita Luz Karime Bitar, quien alcanzó a ver al periodista caminando erráticamente y en condiciones preocupantes por el lugar.

Según versiones extraoficiales, se dijo que dos agentes de la Policía atendieron a Ramírez París y lo llevaron a Radio Guaimaral, pero ya había sido agredido; de allí pidió que lo llevara a su casa de San Luis, a donde llegó aún con habla, alcanzado a contar algunos detalles de la situación, pero le sobrevino el debilitamiento y fue llevado al hospital San Juan de Dios, donde lo atendió su amigo y vecino, el médico Reinaldo Omaña. Falleció media hora después.

Practicada la autopsia, el informe médico divulgado al día siguiente, estableció que el cuerpo presentaba hematomas en la espalda, rotura de una clavícula y de dos costillas, una de las cuales le interesó un pulmón y golpes en un riñón. Esa agresión le produjo una hemorragia interna con la consecuencia de una anemia aguda que le provocó la muerte.

Con base en este informe médico, los investigadores dedujeron que el agresor o los agresores son personas expertas en el manejo de armas contundentes y en el karate, lo cual se ofrece a la investigación como un punto de interés a profundizar.

Versiones variadas sobre el tema comenzaron a circular por las calles, pero en los medios oficiales se estableció que se habían abierto investigaciones por parte del DAS y del F-2, pero sin que se trabajara sobre pistas identificadas. Inicialmente fueron detenidos dos sospechosos que posteriormente quedaron en libertad al comprobar que no tenían relación con los acontecimientos.

Se ha pedido el nombramiento de un juez de instrucción criminal para que asuma la investigación y entre a conocer los diferentes detalles que rodean al crimen y sobre los cuales se han expuestos diferentes hipótesis.

El Colegio Nacional de Periodistas exigió una amplia investigación del caso y observó que era necesario hacer pleno esclarecimiento y aplicar justicia con la mayor prontitud. Días más tarde se designó al Juez de Instrucción Criminal Volante, Luis Antonio Gómez para que investigara el crimen.

En desarrollo de las pesquisas tendientes a esclarecer lo sucedido, se procedió a realizar la reconstrucción de los hechos. Para abreviar el recuento, vamos a partir desde el momento de su salida de la casa de Pernía, a eso de las siete de la noche, luego de una reunión en la que abundaron los licores, se lee en la declaración que “… Carlos a esa hora y en condiciones un poco deficientes para conducir, tomó su camioneta y se encaminó hacia su casa en el barrio San Luis. A la altura de la redoma de San Mateo, tal vez por los tragos que había ingerido, su camioneta defectuosamente conducida, se montó en algunas piedras que forma allí como un sardinel. Es posible que el vehículo hubiese quedado bloqueado.

En todo caso Carlos se bajó del vehículo y se dirigió, tal vez hacia la policía. Pero unos metros más adelante alguien se interpuso en sus deseos y fue allí donde manos asesinas lo golpearon, al parecer con un garrote, en forma muy fuerte. Fueron cuatro golpes, el primero le partieron un brazo, los otros los recibió en la espalda y a nivel de la clavícula. Naturalmente que el instrumento usado para golpearlo era de alguna longitud, es posible que el golpe que le partió el brazo y la clavícula fuera uno solo; también tenía en la espinilla otro golpe. Además, sus ropas mostraban manchas de grama como si lo hubiesen arrastrado por el pasto de los jardines, donde dice la policía que lo encontró.

Según el resto de la versión comprobable, los dos agentes de la policía cuando vieron el carro detenido y con las luces encendidas, fueron a ver lo que ocurría. Dicen ellos que en el camino encontraron un cuerpo tirado sobre el césped, que lo alzaron y aprovechando un taxi que pasaba y que ahora que se sabe que lo conducía Víctor “el Petaco”, lo llevaron hasta la Radio Guaimaral.

¿Por qué allá? Nadie lo entiende, pues a esa hora sólo el control estaba de guardia y les dijo que si don Carlos estaba golpeado, más bien lo llevaran a su casa y les dio la dirección de San Luis. Una vez en casa no dijo mayor cosa ni a sus hijas ni a su esposa, simplemente “me golpearon unos tipos”, sin especificar quien ni por qué, dijo además que los distinguía, pero agregó que “ya todo pasó”.

En ese momento no se habían percatado aún de la gravedad de las heridas hasta que entró en coma y fue cuando llamaron al doctor Reinaldo Omaña, pero fue poco lo que pudo hacer, pues la hemorragia había avanzado mucho, produciéndose su deceso por anemia aguda.

Como reconocimiento por su infatigable labor en beneficio de la ciudad, los cucuteños le rindieron un homenaje póstumo a quien fuera considerado un eficaz dirigente cívico y hombre de excelentes condiciones. Miles de personas desfilaron frente a sus restos expuestos en la sala de sesiones del Concejo y en la sede del Colegio Nacional de Periodistas. Las más importantes instituciones de la ciudad aprobaron y expidieron mociones de duelo mostrándolo como ejemplo de servicio y mérito, digno de imitar.





Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

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