En el municipio de Cúcuta, la lista de bienes inmuebles declarados patrimonio es amplia. El Parque Mercedes Ábrego, el Parque Antonia Santos, la Basílica Menor San Luis Gonzaga, el Palacio Municipal y el Cementerio Central de Cúcuta son los más destacados.
Sin embargo, en el inventario local, otros 80 edificios, barrios y localidades, de prominente valor histórico y cultural, son amenazados con desaparecer por la falta de acciones por parte de las instancias a cargo de desarrollar sus declaratorias.
Por ejemplo, a la fecha no existe un Área Especial de Protección, es decir, un área de influencia que delimita geográficamente una zona con reconocimiento histórico-arquitectónico, representativo para la ciudad.
Este diagnóstico explica el estatus del patrimonio municipal. Mientras se avanza a paso lento en la elaboración de un inventario de sus bienes, las huellas de la herencia de la ciudad se van borrando por el descuido, tanto de las administraciones como de su gente.
La muerte de la Casa Alemana
En la calle 16 con avenida sexta del barrio El Páramo, demolieron una Casa Alemana construida en el siglo 20 (1901-2000). La venta se hizo en el 2021, cuando comenzó el proceso de reforma, pero no fue hasta abril del 2022, cuando ya no quedaban sino escombros, que se generó la alarma. Demasiado tarde.
El arquitecto Luis Albarracín, miembro de la Junta Directiva de Corpatrimonio, explicó que esa entidad envió una carta a la Gobernación de Norte de Santander y a la Alcaldía de Cúcuta en julio del 2021 que no tuvo éxito, porque la demolición iba en marcha. La demolición progresiva de la casa se produjo en las narices de la misma comunidad que la albergaba y que tal vez no conocía ni su historia.
Hechos como este acontecen en silencio y más seguido de lo que parece, por falta de interés y porque en una ciudad como Cúcuta, alimentada por el comercio, “se ha perdido de arraigo y para algunas personas lo que les interesa es el terreno”, menciona Gerardo Becerra, subsecretario de Cultura y Turismo de Cúcuta.
De la misma manera que ocurrió con este bien, ha pasado con otros bienes que tenían declaratoria, porque hubo dueños que prefirieron forzar su deterioro hasta hacerlos inservibles y poder hacer un uso más rentable de su propiedad.
El subsecretario de Cultura explicó que “no existe una bonificación de estímulos para bienes patrimoniales”. Dicho, en otros términos, el dueño de un bien privado que tiene declaratoria “se hace responsable de su mantenimiento”, aclaró.
Sin importar su estrato social, ni su poder adquisitivo, es el dueño quien debe ocuparse de mantener intacta la construcción, de manera total o parcial, ya que la declaratoria establece el área del bien que protege y los elementos cuyas características son inmodificables.
Becerra dijo que el único beneficio que reciben las personas es “ser dueño de un bien patrimonial”, es decir, el status quo. No existe ningún acuerdo tributario, ni pago como beneficiario.
El funcionario admite que “la conservación de un bien patrimonial cuesta porque por ejemplo mantener unos techos en determinadas condiciones con unos materiales que usaban en una época, eso tiene un costo elevado”, afirmó
La Quinta Steinvorth, en la calle 11 con Av. 2ª.
Edificio Rosetal construido en 1968 en la Av. 0 con Calle 10.
La casa Félice Torre, en la esquina de la Av. 5ª con calle 15.
El Hotel Tonchalá inaugurado en 1956 en Av. 0 con calle 10.
El edificio San José construido en 1950 en la Av. Sexta con calle 11.
Lista Licbic
El Departamento Administrativo de Planeación Municipal posee una Lista Indicativa a Bienes de Interés Cultural (Licbic) que contiene casi 80 barrios, edificios y casas que han sido objeto de una valoración histórica, estética y simbólica para su posible proceso de declaratoria.
Estos espacios y construcciones hacen parte de la historia de la arquitectura republicana y moderna del Siglo XX.
Entre estos se encuentran: la Quinta Steinvorth, la casa Félice Torre, el edificio Rosetal, el Hotel Tonchalá y el edificio San José. Estos tres últimos pertenecen a la firma colombiana de arquitectos e ingenieros Cuéllar Serrano Gómez, los mismos que desarrollaron el Teatro Zulima.
Las declaratorias
Existen tres vías para iniciar un proceso de declaratoria del patrimonio en los municipios. La principal es su inclusión en las actualizaciones del Plan de Ordenamiento Territorial (POT) por parte del Departamento Administrativo de Planeación Municipal.
La segunda es por medio de un acuerdo municipal y la tercera por decreto del alcalde. Todas deben gozar de aprobación o autorización por parte del Concejo Municipal.
De manera preliminar, los consejos de Patrimonio o los de Cultura, deben hacer un estudio técnico de caracterización y una serie de diligencias encaminadas a describir la naturaleza del bien y sus valores patrimoniales.
Entre los principios generales de intervención de los bienes de interés cultural, departamental y municipal, se describe por ejemplo que deben respetar “la evolución histórica del bien y abstenerse de suprimir agregados sin que medie una valoración crítica de los mismos”, según el Decreto 000313 de 2013.
Área Especial de Protección
El Departamento de Planeación Municipal y la Secretaría de Cultura y Turismo pretenden establecer un Área Especial de Protección en la ciudad para incorporar nuevos patrimonios al POT.
De manera aleatoria han ido incorporando algunos bienes mediante acuerdos de modificación, para protegerlos de forma temprana, especialmente los privados.
El subsecretario de Cultura explicó que este no es un proceso tan sencillo, ni mucho menos expedito. “La norma precisa que debe surgir un trámite, una ficha básica de identificación, una caracterización y unos estudios previos, que es en la fase que estamos ahorita para incluir más bienes”, comentó.
De manera sorpresiva, encontramos que la Casa Alemana demolida estaba en el inventario de caracterización del municipio para su incorporación de nuevos bienes municipales, pero en un proceso con vicios de irregularidad, la Curaduría Urbana otorgó una licencia de construcción de manera inconsulta.
“Ellos debieron haber pedido la autorización de Planeación para intervenir, pero no lo hicieron. Lamentablemente en Cúcuta, nadie pide permiso, es un tema cultural”, comentó.
Becerra aclaró que por mucho que se avance en el proceso de identificación y declaratorias, quienes realmente hubieran podido impedir a tiempo la demolición de este bien eran las comunidades.
“La gran mayoría de los cucuteños no conoce su patrimonio y su historia. Es un tema muy complejo que tiene que ver incluso con temas de los programas académicos”, advierte el arquitecto Luis Albarracín, miembro de la Junta de Corpatrimonio.
Bienes materiales e inmateriales
Históricamente, en América Latina, el patrimonio cultural de las naciones ha sido concebido como depositarios de memoria, asumiendo que solo lo viejo es valioso.
En Colombia, a partir de 1997, con la promulgación de la Ley General de Cultura Patrimonio, se establecieron normas y competencias para proteger el legado de la Nación. Con la creación del Ministerio de Cultura, esos fundamentos se trasladaron a algunas dependencias de índole nacional, departamental y municipal.
En los inmuebles se establece la formulación de un Plan de Manejo y Protección (PEMP) y para los bienes o manifestaciones intangibles, la protección se asegura a través de un Plan Especial de Salvaguarda.
En Cúcuta, con un importante conglomerado de bienes históricos, existen competencias de carácter nacional, departamental y municipal, dependiendo de la declaratoria.
Así tenemos como bienes inmuebles nacionales: la Biblioteca Pública Julio Pérez Ferrero, fundada en 1919; la Torre del Reloj de Cúcuta, que data de 1962; el Palacio de la Gobernación de Norte de Santander, también conocido como La Cúpula Chata, construido en 1919; la Quinta Teresa, una antigua casa colonial erigida en 1893 y el complejo de estaciones del Ferrocarril inaugurado en 1889.
Planeación Municipal da cuenta en su inventario de bienes inmuebles patrimoniales departamentales a la Catedral de San José de Cúcuta, el Parque Santander, el Palacio Nacional, donde está el conocido Parque de la Bola; la Loma de Bolívar, la Caldera de Producción de Petróleo, en la Fundación Virgilio Barco; el monumento al Ferrocarril de la redoma del terminal y la iglesia de Sevilla.
Códigos QR
Uno de los proyectos que la Secretaría tiene desarrollo para propagar el arraigo cultural en el municipio es la creación de los cursos de “Turismo Cultural con énfasis en Patrimonio” en alianza con la Biblioteca Pública.
En otra de sus estrategias de identidad y promoción cultural de Cúcuta planean la instalación de un sistema de códigos QR en los sitios donde se encuentran los bienes patrimoniales que dirigen a unos audios cargados en la página web de la Secretaría de Cultura, donde ofrecen una breve reseña de su historia. Todo este proceso debe contar con una autorización debido a la misma ley que consagra su protección.
Recopilado por Gastón Bermúdez V.
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