sábado, 25 de noviembre de 2023

2341.- LA ACREDITACION DE LA UFPS

Patrocinio Ararat Díaz (Imágenes)


Recuerdo que, en 1.996, el Consejo Superior Universitario (CSU) con el Gobernador Sergio Entrena López a la cabeza, no entendía la dimensión del compromiso de la acreditación institucional. Aun así, todos los miembros aceptaron el reto y tomaron la extraordinaria decisión de que la universidad entrara en un proceso de mejoramiento continuo que permitiera cambiar la UFPS en todos los sentidos.

Tan pronto se comunicó al ICFES esta decisión, contestaron que enviarían una visita institucional de reconocimiento de las condiciones iniciales. La visita del Consejo Nacional de Acreditación (CNA) se produjo los días 16 y 17 de septiembre de 1.997. En la comisión del CNA, vinieron Pedro Polo Verano y Rafael Serrano Sarmiento, dos viejos “zorros” del mundo universitario colombiano de esos tiempos. La visita se cumplió con todas las formalidades y el rector recibió los pares académicos el primer día y al ­ final de la visita.

Ellos realizaron sendas reuniones en cada una de las dependencias de la universidad. Polo y Serrano observaron la UFPS por todos lados y examinaron rigurosamente los documentos institucionales. Tomaron nota de lo bueno, lo malo y lo feo de la institución. El informe ­ final fue verbal. No hubo grabaciones, pero sí muchas observaciones. Tomé nota y produje un documento que incluí en mi libro “La UFPS en el encuentro de dos siglos” (páginas 48 a 51).

De los resultados de la provechosa visita, hubo análisis y buenos propósitos para atender las recomendaciones del CNA en cuanto el proyecto educativo institucional, el cuerpo docente, la biblioteca, los recursos informáticos y didácticos y el bienestar institucional. Entonces nos aplicamos a iniciar los ajustes y en dos años y medio, la UFPS se puso a tono.

La instalación del sistema integral de información, la pronta conexión a Internet, la modernización de los sistemas audiovisuales, el mejoramiento de la planta física y el apoyo de la comunidad universitaria, nos permitió cumplir con las recomendaciones del CNA, para solicitar una nueva visita institucional. Esta visita se demoró mucho y se realizó en el año 2000.

Solo que, por razones de cambio en la dirección de la universidad, quienes atendieron la visita no fueron los mismos que la prepararon y desafortunadamente la institución salió muy mal librada. Después, la UFPS empezó a darse “tumbos” por varios años y a decrecer en todos los sentidos. No tenía norte, ni plan de desarrollo institucional. Su estructura orgánica se volvió disfuncional y los estatutos y reglamentos se volvieron obsoletos.

Adicionalmente, por la primera administración del expresidente Álvaro Uribe, la UFPS atendió su propuesta de “incrementar la cobertura y mejorar la calidad” e inició dos planes que resultaron funestos para la institución. Por un lado, incrementó la población estudiantil de 10.000 a 20.000 alumnos, permitiendo la intromisión política que afectó las condiciones de ingreso a la UFPS.

Los grupos de primíparos por carreras pasaron, en algunos casos, de uno a 8 o 9. Empezó a observarse superpoblación en los salones de clase (en los cuales de máximo 40 alumnos se pasó a 60, contabilizándose hasta 20 estudiantes por fuera del salón con los correspondientes distractores.

Para completar ocurrió que, en la primera década de este siglo, muchos docentes de planta decidieron hacer uso del derecho a pensionarse y fueron reemplazados por profesionales con menor experiencia y dedicación. Todos los anteriores factores incidieron en la disminución de la calidad académica de la institución.

Por otro lado, se disminuyó la planta física de la universidad al “vender” el Bosque Popular y dedicar unas áreas importantes como parqueaderos. Entonces había el doble de población y menos planta física. Adicionalmente, la administración universitaria llenó de edificios el campus y violó los indicadores nacionales de campus escolares que exigen dedicar porcentajes importantes para las actividades de bienestar, entretenimiento y esparcimiento universitarios.

Quizás para desarrollar adecuadamente ese “plan de crecimiento” en la construcción de espacios físicos, se ha debido pensar en la consecución de un lote de unas 6 hectáreas en alguna parte, por ejemplo, en el municipio de Los Patios que permitiera ubicar a los estudiantes de los primeros semestres. Pasando al campo académico, hay que decir que en los primeros 20 años del siglo XXI, la acreditación institucional se dio en cuanto que se manejaron solo los registros calificados de los diferentes programas académicos.

Pero fue mal recibida la negación de los registros de Contaduría Pública, Biología y Química, Matemáticas y Física. También fue penoso ver registros en la Seccional de Ocaña a diferencia de negativas en la Sede Central. Igual, pasaron muchos años para que la UFPS obtuviera los primeros registros calificados de Alta Calidad en sus programas académicos y el crecimiento de estas distinciones fue muy lento.

Esto impedía entrar a pensar en la Acreditación Institucional de la universidad. Pero además había elementos inocultables que sumaban en contra de ese sueño no solamente de las directivas de la UFPS sino de la misma comunidad cucuteña.

Acá hay que mencionar, entre otros, aspectos como la altísima relación estudiantes por profesor, la escasa presencia de la universidad en los eventos de análisis de las realidades regionales, la baja cantidad de volúmenes de la biblioteca correspondientes a este siglo, la baja ponderación de la investigación y la extensión a la comunidad.

Amén de todo esto, ocurrió un desafortunado incidente en el que participó el rector que prácticamente “mandó” en la UFPS en los últimos 20 años. La verdad es que él transgredió las leyes y normas laborales debidamente aceptadas en el país.

Desfile de estudiantes, docentes y trabajadores a comienzos de la década de los 80 
del siglo XX. Por la avenida Gran Colombia.

En el 2018, forzó parte de una reglamentación y logró, con el apoyo de un alto personaje del gobierno nacional que se incluyera (a destiempo) el cargo de rector, entre los que podían ocupar esa distinción, aun teniendo más de 65 años y la calidad de pensionado.

Habiendo salido designado, ese rector con la anuencia del CSU, logró ampliar el periodo rectoral de 3 a 4 años y cambiar la denominación del cargo de rector como académico-administrativo en lugar de administrativo, solamente; luego se hizo acreditar como docente por una resolución de rectoría para lo cual hizo nombrar a otra persona como rector ad hoc.

Tres años más tarde, en el año 2021, con “el paquete arreglado”, este mismo personaje apareció nuevamente como candidato a la rectoría y se presentó en la publicidad de su campaña con el mote de “el profe”, buscando que fuese considerado como docente en el CSU y que su carrera pudiese llegar a los 80 años (nueva edad de retiro forzoso del personal docente).

Consciente de que la norma que le dio la oportunidad en el 2018, le impedía volver a ser designado rector en el 2021, porque entonces tenía una edad mayor de 70 años y estaba pensionado, convenció al máximo organismo de la universidad para que lo nombraran y éste, a sabiendas del impedimento, lo designó como tal después de un proceso de consulta triestamentaria.

El Ministerio de Educación Nacional (MEN) que había prendido las alarmas desde el 2018, estuvo vigilante de lo que ocurriera en la UFPS en el 2021. Incluso, en una carta que se hizo pública, conminó a los miembros del Consejo Superior Universitario para que se abstuvieran de designar al aludido como rector, so pena de recibir sanciones disciplinarias y monetarias.

En medio de esta barahúnda, un conocido administrador de empresas cucuteño, egresado de la UFPS, autodidacta en asuntos del derecho, amigo de las campañas contra la corrupción, pensionado de COLPENSIONES, sin ningún interés económico, “motu proprio” decidió entrar “en la lucha” por el deber ser de la UFPS y participó activamente en esa problemática universitaria. Actuó como coadyuvante en la demanda que en el 2018 presentara la Asociación Sindical de Profesores de la Universidad contra el acto administrativo de designación del rector por el CSU ante el Tribunal Superior de Norte de Santander (TSNS) y al ­ final fueron derrotados debido al esguince anotado de que una mano misteriosa movió el bolígrafo del Presidente Santos para ­ firmar el Decreto por medio del cual se decidió colocar el cargo de rector entre los que podían asumir funciones públicas, pese a que tuviese más de 65 años y estuviese pensionado.

Observador de lo realizado irregularmente en el año 2021, el citado administrador de empresas decidió demandar lo ocurrido ante el TSNS, quien, aun conociendo los impedimentos que existían, falló en favor del rector varias veces nombrado. Entonces, el aguerrido defensor de las causas institucionales, apeló esta decisión ante el Consejo de Estado, quien decidió en junio pasado y en segunda instancia, poner punto ­ final a este desafortunado incidente, ordenando la destitución del rector que estaba ya en ejercicio.

El MEN que ya se había pronunciado y conminado al CSU, procedió con su acción e hizo efectiva la penalización con 8 salarios mínimos mensuales legales vigentes para cada uno de los miembros del máximo organismo, a excepción del Señor Gobernador del Departamento y la Representante del Ministro de Educación Nacional.

En el último momento de la administración del saliente presidente Iván Duque Márquez, el 4 de agosto de 2021 salió a la luz el Decreto de la Acreditación Institucional de la UFPS, que si bien es un reconocimiento público que se hace por el término de 6 años a la universidad, está condicionado fuertemente con una serie de advertencias y observaciones.

Debieron pasar 60 años desde la fundación de la universidad y más de 25 años después de haber iniciado el proceso de mejoramiento continuo, para lograr esta victoria tan necesaria en los programas institucionales y las prerrogativas de la comunidad universitaria. Fue mucho tiempo. Más de dos décadas.

Qué bueno sería que se recuperara la senda perdida. Que la UFPS recobrara los valores olvidados y que permaneciera acreditada para siempre. Que defendiéramos la universidad que es de todos. Del pueblo cucuteño, nortesantandereano y colombiano. Que, en el futuro, todo el mundo, en especial la comunidad universitaria, se pusiera el overol y trabajara por esta causa ciudadana de la educación regional.

Qué grato resultaría recordar a Serrat, cuando expresó: “Que los músicos no dejen de hacer sonar sus instrumentos, que lo poetas no dejen de alzar su voz, que los gritos de la angustia no nos vuelvan sordos y que lo cotidiano no se convierta en normalidad, capaz de volver de piedra nuestros corazones”.



Recopilado por: Gastón Bermúdez V

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