miércoles, 7 de febrero de 2024

2378.- LLEGO DICIEMBRE DE 1947

La Opinión

Calle 11 Avenida 5a. A la izquierda se aprecia en primer plano el Banco de La República, 
le siguen el Teatro Municipal y el Palacio Municipal donde a nivel de calle, 
tenía alquilado locales al Almacén Severini.

El mes de diciembre era esperado con alegría y entusiasmo por todos los habitantes de la ciudad. Desde el primer día se respiraba el ambiente navideño, jóvenes y ancianos, hombres y mujeres, se preparaban para celebrar en familia las costumbres que tradicionalmente se acostumbraban por esos días. Las reuniones se cumplían en las casas de familia, donde se rezaban las acostumbradas novenas.

No había festividades sociales diferentes a las reuniones familiares, a excepción de las celebradas en el Club del Comercio, donde se daban cita los aristocráticos personajes de la cuidad en su sede de la esquina de la cuarta con calle once. No eran los jolgorios de hoy sino unas reuniones recatadas donde se rezaba la novena y se comentaban las incidencias diarias.

El comercio en general y las grandes marcas y almacenes se preparaban para afrontar la temporada, que este año en particular pintaba mejor que en el pasado, toda vez que había pasado la época de restricciones derivadas de la Segunda Guerra y comenzaba a despejarse el horizonte de las escaseces de bienes, en especial, algunos importados que aparecían en las estanterías.

En época de Navidad y nuevo año, las amas de casa, en particular las madres, se preocupaban por preparar al resto de sus familiares en lo que sería el “estreno” infaltable en estas festividades y por ello, Coltejer era su mayor proveedor que con su lema ‘el primer nombre en textiles’ cautivaba la atención de la población de modistas del país.

Anunciaba por esta época su famosa ‘Coleta Margarita’ como la ‘preferida en Colombia’ por sus pintas firmes y magnífico acabado; además de su toque netamente nacionalista: “…fabricada con capital colombiano, por técnicos colombianos y por obreros colombianos”. En conclusión y como ellos mismos lo anunciaban era “su aguinaldo preferido”.

En esta misma materia, Daniel Coronel, era ‘el sastre que lo viste bien’, ofrecía sus servicios en la sastrería de la calle 12 números 5-71 y 5-73, en el local contiguo al que algunos años después se construyera el más famoso almacén de la época: “Los Tres Grandes”.

El almacén de Tito Abbo situado en la esquina de la avenida quinta con calle doce, apenas media cuadra más allá, venía aplicando una estrategia publicitaria más recatada, pues, aunque era el mayor almacén de venta al detal desde principios de siglo, cuando fue evolucionando de Casa Ríboli hasta el presente, consideraba que no era necesario gastarle tanto a los avisos, muestra de ello puede verse al final de esta crónica; sólo decía: ‘espacio reservado para los avisos de la firma’ y remataba, ‘la que vende lo mejor’.

Por su parte Avianca lanzaba sus promociones en las que anunciaba “las tres nuevas razones para viajar mejor: 1° Veinte por ciento de descuento en viajes de ida y regreso en todas sus rutas; 2° Verdadero servicio de lujo con aviones lujo y 3° Comodidad de las horas de salida y magníficas conexiones”. Para este fin año había programado tres vuelos semanales con destinos y conexiones desde Bogotá, Barranquilla y Bucaramanga, los vuelos eran el 653, el 663 y el 662 y sus tarifas estaban al alcance de todos los bolsillos: a Bogotá, viaje redondo: $64; a Barranquilla, el mismo viaje redondo: $65.60 y a nuestra vecina Bucaramanga: $25.60 ida y vuelta.

En el aeropuerto de Cazadero, los pasajeros eran atendidos, en la nueva casona construida para hacerle competencia a la antigua LANSA, la cual había sido absorbida cuando la anterior SCADTA se transformó en Avianca, abandonando su aeropuerto de San Luis.

Como la competencia no se quedaba dormida, en el edificio Suárez, contiguo a Avianca, la Línea Aérea TACA de Venezuela, publicaba en un aviso de un cuarto de página que “…se complacía en participar al público y especialmente al comercio que desde el primero de diciembre quedará establecido el servicio San Antonio – Bogotá directo, tres días a la semana, lunes, miércoles y viernes a la ida; y al regreso martes, jueves y sábado”. Los agentes en Cúcuta eran los señores Hermanos Morales en la dirección antes anotada.

La Voz de Cúcuta, como todas las emisoras del momento, no habían construido aún sus radioteatros. La Voz de Cúcuta, apenas llevaba menos de dos años en sus nuevos estudios y para este diciembre invitaba a sus oyentes a sintonizar la “Ronda Musical de las Américas” un programa que se transmitía de lunes a viernes a las ocho de la noche, en el que presentaban “la música y los artistas más famosos de 5 países”, las orquestas más famosas del continente y los cantantes favoritos de México, Argentina, Brasil, Cuba y Estados Unidos. El espacio radial tenía el patrocinio de la Embotelladora de Santander Ltda. que eran los embotelladores autorizados de Coca Cola.

Y como en diciembre es el mes que debe aprovecharse para comprar lo necesario para el futuro, la venta de los lotes del barrio Latino estaba en pleno furor. Recordemos que el propietario de los lotes, el señor Rafael Mondragón había distribuido el terreno en cien lotes, los que vendía con facilidades. En su estrategia de ventas, los compradores tenían la opción de participar en sorteos quincenales que jugaban con la Lotería de Cúcuta, para quienes tuvieran sus cuotas al día, su título quedaría completamente saldado. En el último sorteo de este año, el favorecido fue el señor Gustavo Sandoval.

Los negocios de la temporada, como las ventas de tarjetas y almanaques, así como la venta de paquetes turísticos y tarjetas postales eran ofrecidos por la Oficina de Turismo de M. Canal Mora en la avenida quinta con calle trece.

Las compras podían solicitarse por vía telefónica al número 24-51. También vendían figurines importados para damas y niños. Las tarjetas de Navidad y Año Nuevo eran vendidas a precios que oscilaban entre los 15 centavos y los tres pesos.

Doña Gilma Casado de Vila, avisaba que el próximo mes de enero estarían abiertas las matrículas de su plantel “Estudios Comerciales para Señoritas”. Los prospectos estaban a la disposición de los interesados en su local de la calle 11 No. 9-33.

Como la pólvora no podía faltar, Alfonso Jaimes Hnos. Ltda. ofrecía variedad de fuegos artificiales como volcanes chinescos, de luces y eléctricos, candelas romanas, luces de flores y bengalas, torbellinos, rodachinas y voladores, en su almacén de la avenida séptima frente a la aduana.

Para diciembre del año del título resultó ser de gran significación para la ciudad. Superados los obstáculos que limitaban su desarrollo, comenzó a verse el progreso. Las grandes marcas y, por ende, las grandes empresas tenían sus esperanzas de crecimiento puestas en la ciudad, en razón de los avances que mostraba la economía de nuestro vecino.

Prosperidad se respiraba por doquier, lo cual se veía reflejado en las inversiones que proponían los empresarios del interior. No eran solamente los productos que ofrecían a los visitantes del otro lado de la frontera, sino todos los servicios que adicionalmente se incluían en los paquetes que disponían las atenciones de los forasteros.

En estos años comenzaron a materializarse los primeros servicios de acompañamiento que con el pasar de los años serían reconocidos mundialmente. ¿Qué pasó realmente para que este fenómeno sucediera? Como ha sucedido en otras regiones y ciudades. Esta actividad, reconocida como la más antigua del mundo, pareciera que se gestara por ‘generación espontánea’. Así ha sido desde la más remota antigüedad, de manera que no podemos afirmar que sea una sorpresa que apareciera por estos contornos.

Es más, fueron famosos los burdeles del ‘Palenque’, esa zona vecina del mercado central de la ciudad, hasta que las autoridades tuvieron que retirarlos por petición de los vecinos que no aguantaban más la serie de escándalos que diariamente protagonizaban, y justamente, este fue el punto de partida que sumada a la gran demanda que generaban los visitantes, entonces opulentos personajes que se paseaban orondos en sus grandes y lujosos carros, deslumbraban a las serviles féminas que caían rendidas a sus pies, más por la plata que por sus demás condiciones.

Algunos cinturones de ciudad se fueron poblando de estos negocios, mucho antes que se ubicaran en el famoso barrio del norte de la ciudad conocido como ‘La Ínsula’ y como esta clase de profesiones atrae a toda clase de bandidos, en sectores periféricos como El Magdalena al occidente y San Luis al este, también comenzaron a verse ocupados por los clásicos lupanares, estas sí de la más baja ralea.

Sin embargo, esta situación no entorpecía su asistencia, por el contrario, cada momento crecía a pesar de los índices de peligrosidad que aumentaban paulatinamente con los delitos comunes que por allí se sucedían.

Pero pasando a otros temas menos escabrosos y más agradables, para los días de vacaciones, quienes visitaran la ciudad por esos días, don Celestino Moreno, ponía a disposición de los turistas su ‘Hospedaje América’ en el que anunciaba “un honesto y cuidadoso servicio; higiene, limpieza y orden”, las reservas podían hacerse al teléfono 302 y la dirección era muy céntrica y cómoda para los visitantes, en la calle 12 No. 8-48.

Como era temporada de gastos y derroches, las rifas y loterías no escatimaban en publicidad para atraer clientes para sus “sorteos extraordinarios”. La Lotería de Cúcuta, durante esta época mantenía sus sorteos normales para evitar entrar en peleas de competencia con sus similares que la aprovechaban, pues eran tirajes que se hacían a nivel nacional, como era el caso en este año de “La Gran Lotería Extraordinaria de Chiquinquirá” que publicaba sus anuncios con sugestivas leyendas como: “…la suerte lo llama” o “…qué haré con tanta plata? Vaya pensándolo bien, porque la Lotería Extraordinaria de Chiquinquirá, le ofrece un gordo de $150.000, 10 secos más en dinero y 1.018 aproximaciones por un valor total de $216.000”.

Las ventas se hacían con títulos que se compraban por clubes y la agencia que los vendía en Cúcuta era la de don Francisco Ibarra, solo que don Pacho, no era lotero sino un sastre muy conocido que atendía su negocio llamado Sastrería Derby que estaba ubicada en la avenida quinta entre once y doce. Podían separarse los números en el teléfono 268.

Otro que no desaprovechaba ocasión para ofrecer los productos que más se compraban en diciembre, era don Abraham Safi, propietario de la “Casa de Muebles” que, por ese tiempo, además de los juegos de muebles para el hogar y la oficina, había logrado conseguir la representación de los radios ‘Phillips’ con la que renovaba la variada gama de equipos radiales que ofrecía. Sus anuncios eran enfáticos en recordarle al público que en su almacén podía adquirir el radio de la marca que quisiera, pero le recordaba el famoso estribillo que hizo historia: “…recuerde que tarde o temprano su radio será un Phillips”.

Las familias parranderas tenían un lugar para sus reuniones, especialmente cuando de baile se trataba. Al otro lado del Pamplonita, en el entonces corregimiento de San Luis, estaba La Granja, un bailadero que además brindaba servicio de comedor y la mejor pista de baile de la región.

Para este fin de año, habían adquirido un ‘potentísimo y perfecto equipo de sonido en París’ y que “entre las burbujas de los más exquisitos licores, el ámbar de los más caprichosos perfumes, que provocan gratas y plenas emociones que acarician el corazón, dejando gratos e imperecederos recuerdos” invitaban a pasar las más espectaculares veladas nocturnas.

El sábado víspera de las fiestas, el Teatro Municipal invitaba a un ‘sábado de gala’ al presentar la exitosa película argentina “Los Hijos del Otro”. La entrada a matiné de las tres de la tarde costaba cincuenta centavos y la vespertina y nocturna, sesenta centavos.

Como también la temporada navideña trae sus problemas de seguridad, la Cámara de Comercio de Cúcuta, advertía a todos los comerciantes que “…se halla vivamente interesada en practicar una completa reorganización en el servicio de vigilancia nocturna que ha venido prestando el Cuerpo de Serenos, el cual data desde hace ya muchos años.

Con tal motivo, esta Corporación se permite excitar atentamente a todos los comerciantes, cuyos establecimientos se encuentren situados en la zona comercial sujeta a vigilancia, a que, SIN EXCEPCIÓN ALGUNA, se sirvan cooperar aceptando la nueva cuota mensual asignada por esta Cámara, lo que redundará en una protección más eficaz para sus valiosos intereses. Igualmente, todo comerciante que todavía no sea suscriptor para el sostenimiento del Cuerpo de Serenos, debe proceder a inscribirse prontamente”.

Y terminamos con la advertencia de la Sección Eléctrica de las Empresas Municipales: “El Ingeniero Jefe Wittenzellner, avisa que la línea de alta tensión entre la Planta termoeléctrica y la ciudad está bajo corriente y que hay peligro de muerte cuando alguien se sube a las torres”.




Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

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