lunes, 10 de octubre de 2011

10.- RECUERDOS DE MI CIUDAD IV

PARTE IV/IV

Carlos Eduardo Orduz

Si usted, amable lector, quiere estar al tanto con el día a día de la ciudad, tiene varias fuentes a dónde acudir: el periódico, la televisión, la radio, los cafés, los ‘mentideros’ políticos, los clubes sociales y los entierros. Aunque parezca mentira, en la sala de velación, durante la misa y mientras sepultan el cadáver, se chismosea de lo lindo. También son excelentes fuentes de información los salones de belleza, el supermercado o plaza, el sitio diario de embolar, pero quizás el mejor comunicador de sucesos, hechos, amores ocultos, peleas, negocios, tramas, picardías, sitios de diversión de toda índole, es el conductor de servicio público. Algunos de ellos son muy locuaces y solamente es necesario picarles la lengua para tener una película a lo vivo del transcurrir de la ciudad con pelos y señales, aunque parezca que algunos ni oyen ni ven nada; como guías turísticos son extraordinarios ya que saben dónde ponen las garzas.

Existieron en Cúcuta líneas o empresas famosas de taxis. Cada una de ellas tenía como sede una esquina de la ciudad, con un quiosco dentro del cual se encontraba la famosa clavija (toda de madera) con unos espacios para meter el cabezote, el cual indicaba cuál era el conductor de turno. El término clavija degeneró en hurtar, pillar, despojar, saquear, timar, estafar, y especialmente por los tahúres en el juego del billar ya que cuando hacían cinco carambolas seguidas al pasar las cuentas en el llamado chorizo sumaban siete. Esto a veces generaba polémica que terminaba en peleas o broncas.

Por estas épocas los taxis eran carros normales pero hoy en día se transplantó la costumbre de pintarlos de un solo color como lo mostraban las películas norteamericanas con los yellow CAB (todos de amarillo) con el número de la placa y el nombre de la empresa en negro en los laterales o puertas.

En el Parque Santander, esquinas de la calle 10 y 11 estaban: Empresa La Maravilla – La Veloz – La Clipper – La Iris y Frente a la Iglesia San Antonio, La Mercedes Ábrego.

En el Parque Nacional La MTC (Marco Tulio Contreras). En la calle 9 con avenida 6 se encontraba la Antonia Santos. En el Parque de la Victoria La 2305.

Además, La Palacé frente al Salón Blanco y la 3333, frente a la Sede del Consulado de Venezuela (calle 15 con avenida 5), La Asociación de Taxistas del Consulado.

En la esquina de la famosa Panadería Aire Libre (calle 18 con avenida 4) apareció Cotranal que aún conserva el quiosco pero no la clavija.

En la calle 11 con avenida 14 la empresa Miraflores, cuyo nombre también llevaba la bomba de Gasolina allí instalada.

Todas las empresas contaban con teléfono en su sede, eran más utilizados los taxis por las llamadas telefónicas desde los domicilios que desde el propio estacionamiento.

El directorio telefónico era pequeño ya que los abonados eran sólo 10.000, los números iban de 0000 al 9999 y según cuentan las personas más antiguas esta ciudad fue de las pioneras en el país en relación con la telefonía y era de carácter privado la empresa de la Familia Polanco. Con el correr del tiempo le correspondió prestar el servicio al departamento que instaló pequeñas plantas en diferentes poblaciones y para tener contacto de larga distancia la persona tenía que esperar la llamada en la sede de la empresa y la operadora lo comunicaba a determinada hora.

De igual manera, las familias cucuteñas tenían una empresa y un conductor de confianza para que le prestara los servicios de carreras, a pesar de no existir los peligros que acosan actualmente a los ciudadanos que utilizan el transporte público.

Casi todas las avenidas de la ciudad eran de doble vía lo cual facilitaba la movilización rápida y efectiva a cualquier sitio de la urbe; no se sabe a ciencia cierta a qué genio de la sociedad se le ocurrió acabar con las calles empedradas y de las lozas de cemento que le permitía a los conductores transitar por ellas como guías de seguridad, esto hacía que la ciudad fuera fresca y que la brisa de los almendrones, acacias y matarratones  hicieran que las familias pudieran sentarse en los antejardines a platicar sobre los diferentes tópicos y el diario acontecer.



Recopilado por : Gastón Bermúdez V.


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