lunes, 10 de octubre de 2011

9.- LA CUCUTA DE ANTAÑO IV

PARTE IV/VI

Gerardo Raynaud d.

En la Cúcuta de mediados de los años cincuenta la oferta gastronómica era limitada a unos cuantos restaurantes, algunos “comederos” populares y unas pocas cafeterías como se conocen hoy en día. Entre los primeros voy a referirme a los más renombrados y que hicieron carrera por el ofrecimiento de sus viandas y la comodidad de sus instalaciones. En el artículo de la semana pasada hice referencia al restaurante ´Don M´ situado en ese momento en el corregimiento de El Escobal, baste decir que trasladarse hasta allí era de por sí todo un “paseo” y fue hasta el año 1965 la visita dominguera de muchas familias tanto de Cúcuta como de Ureña y San Antonio.

Construida la autopista a San Antonio y por lo tanto, desviado buena parte del tránsito a la frontera, fue necesario pensar en una alternativa que permitiera aprovechar esta nueva situación y fue entonces cuando ´Don M´ cerró sus puerta y se trasladó a Villa del Rosario con un nuevo esquema, nuevas instalaciones y nuevo nombre, pero de este tema me referiré en una próxima entrega.

Durante la primera mitad de los años cincuenta el restaurante ´Don M´ contrató un chef dominicano llamado Gerardo Delatour Smith, quien manejó la cocina hasta cuando murió la copropietaria Marcelle Girard. Al venderse el restaurante, Gerardo decidió probar suerte como independiente y montó su propio negocio en la calle 8 entre avenidas quinta y sexta llamado Restaurante Capri. Especializado en comida caribeña, atrajo la clientela que ya conocía sus habilidades gastronómicas y fue todo un éxito durante más de veinte años. Al fallecer su propietario el negocio subsistió algunos años y finalmente cerró sus puertas ante la ausencia de interés por la sucesión (me refiero a la sucesión empresarial).

Un restaurante típico de esa época era La Quinta Ascensión, situado en la intersección de la Avenida Grancolombia con Diagonal Santander en una gran casona que originalmente ostentaba ese nombre, frente al hoy centro comercial Ventura Plaza. Se especializaba en comidas típicas locales como el cabrito, el mute y las hayacas, así como pezuñas de cerdo en salsa y los clásicos bistec a la criolla y a caballo. Era atendido por su propietaria que si mal no recuerdo era de apellido Acosta y que igual que muchos de los negocios locales desapareció al morir sus gestores toda vez que sus descendientes no mostraron mayor interés por continuar las actividades comerciales de sus progenitores.

Los italianos residentes, que antes de la segunda guerra, eran una colonia numerosa ya que a principios del siglo pasado hubo una migración importante especialmente al estado soberano de Santander con ingreso por el puerto de Maracaibo y fueron caracterizados comerciantes, pero también profesionales como ingenieros y arquitectos, algunos de los cuales se dedicaron a la construcción con relativo buen éxito. Su gastronomía mundialmente conocida por sus pastas tuvo su primer representante en Mario Santaniello con su Restaurante ´Don Mario´ que después de cerrar sus instalaciones a la entrada de El Escobal se trasladó a la diagonal Santander donde quedaba el Bosque Popular, mucho antes que esas instalaciones fueran cedidas a la Universidad Francisco de Paula Santander. Su especialidad, como buen italiano eran las pastas, pero ya a comienzos de los sesenta comenzaba a popularizarse un platillo que hoy es del común: la pizza. Aquí quiero recalcar que toda la comida “chatarra” a pesar de sus orígenes, fue popularizada en los Estados Unidos; cabe decir las hamburguesas, perros calientes, pizzas y sánduches.

Ya iniciados de los años sesenta aparece otro restaurante italiano, ´Aire y Sol´ creado aprovechando la magnífica vista que ofrecía la terraza del recientemente construido edificio Faillace, precisamente de descendiente de italianos. Su oferta culinaria era típicamente italiana, pero incluía una gran variedad de platillos diferentes a las tradicionales pastas.

Para terminar con esta categoría voy a mencionar la Lunchería Cúcuta de  don Miguel Saikali propietario de ´El Salón Blanco´ que para la época era el más grande almacén de comestibles de la ciudad. La Lunchería era un pequeño restaurante atendido por doña Cecilia Acero de Guzmán con sus propias especialidades y sin grandes pretensiones, con una clientela propia y fiel a sus atenciones y a sus delicias. Este fue cerrado hace unos pocos años y Cecilia falleció hace un par de meses, con lo cual desapareció la última representante de esta serie de restaurantes antiguos.

Ya en la categoría de comedores populares voy a referirme al más popular de ese tiempo y no es otro que el desayunadero ´Aquí me Quedo´ de la Turra Petra. Ubicado en el camellón del cementerio entre las calles 11 y 12, era la parada obligada de los transnochadores y rumberos que entonces se llamaban parranderos. Aquellos que venían de La Insula tenían otro destino: La Pesa, en las instalaciones del antiguo matadero municipal. Se comía, con mucho gusto la sopa de pichón o el caldo de venas y uno que otro plato preparado con las vísceras frescas del recién sacrificado animal. Claro que con uno que otro trago encima, en la madrugada y luego de los ajetreos que implicaba una noche en lugares como el mencionado, esos platos sabían a gloria.


Recopilado por : Gastón Bermúdez V.

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