lunes, 10 de octubre de 2011

8.- LA CUCUTA DE ANTAÑO III

PARTE III/VI

Gerardo Raynaud d.

A finales de los años cuarenta y comienzos de los cincuenta del siglo pasado se estableció en la ciudad un ciudadano francés quien constituyó en compañía de su esposa el Hotel ´El Lago´. Dicho establecimiento funcionó donde hoy se encuentra el edificio Agrobancario. Era una casona como las de esa época, de estilo español, colonial, sevillano con un patio o jardín central coronado con una fuente con surtidor, de forma rectangular, amplios corredores por los cuatro costados. Las habitaciones, amplios salones y el servicio de restaurante eran ofrecidos a los turistas que visitaban la ciudad y a los propios cucuteños que por esa época comenzaban a presentir el futuro venturoso que se avizoraba con el desarrollo de la industria petrolera venezolana y las grandes inversiones de las compañías norteamericanas.

Aimé Girard a quien  la gente conocía como ´Don M´ por su pronunciación francesa, era el dueño del hotel y restaurante mencionado. El negocio fue propicio hasta mediados de los cincuenta cuando su esposa Marcelle falleció víctima de un caso de tétanos. Don Aimé era uno de los tantos franceses que en la primera mitad del siglo veinte deambularon por los países del norte de Suramérica, especialmente por Venezuela y Colombia. ¿La razón? Francia había establecido una isla prisión en su posesión americana de la Guayana francesa (hoy departamento de ultramar) conocida como la Isla del Diablo; los pocos quienes purgaban su pena no eran repatriados y quedaban a su suerte, otros que lograban fugarse no podían regresar por razones obvias, así que la mayoría, con nombres cambiados decidieron comenzar una nueva vida en esta región del mundo.

Agobiado por la desaparición de su esposa y al parecer por ser quien llevaba las riendas del negocio, ´Don M´ decidió vender el hotel y refugiarse en un negocio más pequeño, para pasar una vejez más tranquila en el corregimiento de El Escobal a unos pasos de la frontera con Venezuela al cual bautizó con su nombre, “Restaurante Don M”. En 1957, a través de un amigo mutuo le ofreció en venta el restaurante a Esteban Raynaud en ese momento chef del prestigioso Club Unión de Medellín. Esteban había sido contratado en 1952 para inaugurar el grill-restaurante  del Hotel Nutibara en la época de las construcciones de los grandes hoteles de Colombia, Tequendama, Nutibara, El Prado, El Caribe, Tonchalá, etc. por don Hernán Botero cuya familia aún hoy es la dueña del Nutibara.

Ilusionado como muchos por las perspectivas que la ciudad ofrecía, aceptó la propuesta e inició una nueva etapa ahora como empresario dueño de uno de los pocos restaurantes que había en Cúcuta. Muy pronto le imprimió su sello característico con los platos de la cocina francesa,  para muchos desconocidos y los aperitivos que en esa época había que traerlos de Venezuela –de contrabando por supuesto- toda vez que no era sino atravesar el río Táchira, a pie ya que no existía puente. El coñac Hennessy, Martel y V.S.O.P, los vinos Dubonnet y Saint Raphael eran los favoritos de los comensales.

De otra parte, el whisky no tenía problemas de adquisición puesto que numerosas casas distribuidoras los ofrecían sin mayores inconvenientes y buena parte de los productos de rancho y salsamentaria eran adquiridos en el Salón Blanco de Don Miguel Saikali.

Lo más complicado era la compra de los lechones con los que se elaboraba la deliciosa lechona (no la tolimense sino el cochinillo como se le conoce en Europa), había que dedicar un día de la semana para recorrer los pueblos vecinos, El Zulia, Los Patios y Villa del Rosario en la camioneta del negocio con un voceador “¡¡¡compro marranos!!!”, gritaba a todo pulmón, para conseguir los diez o doce que se necesitaban.

El restaurante ´Don M´ fue el centro de las tertulias y las reuniones políticas; las visitas presidenciales y ministeriales – escasas en ese tiempo- eran de obligada asistencia. Los gobernadores y alcaldes eran comensales frecuentes, tal vez más atraídos por la locuacidad y el acento característico de Don Esteban que por las viandas como tales. Allí se realizaban comités y juntas y se discutían negocios.

Recuerdo particularmente uno, el de la venta del lote donde se construyó el Centro Agrobancario, por que el vendedor, Pastor Ontiveros, exhibía el cheque de la venta girado por el Banco Cafetero y aunque no recuerdo la cantidad sí me impresionó ver un cheque con tantos ceros. Posteriormente Pastor Ontiveros construyó, con parte de ese dinero su casa de habitación en la calle 19 junto al Molino Cúcuta y frente a las que posteriormente fueron las nuevas instalaciones del Colegio Calasanz. Por esos años, la única casa en esos contornos; aún hoy existe y es habitada por sus descendientes.

Siguiendo con las anécdotas, algunos años más tarde una compañía americana de exploración petrolera instaló una torre de perforación en el lote frente al restaurante, exactamente al frente del hoy colegio Padre Variara. Al comando del proyecto estaba el ingeniero alemán Peter Zahn Winter quien años más adelante, enamorado, se radicaría en nuestra ciudad y desarrollaría una próspera actividad en su campo de la ingeniería y otras actividades que si la providencia nos lo permite narraremos consecuentemente.


Recopilado por : Gastón Bermúdez V.

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