lunes, 23 de julio de 2012

208.- CLAVE DEL CRIMEN DEL APTO 301, 1963...


Armando Caicedo Garzón, publicación El Tiempo, 25 de marzo, 1992 



¨Oiga, soy un apartamentero. En el 301 hay una francesa muerta. Nosotros nos robamos el revólver¨.

Esta llamada anónima, efectuada a las oficinas del F-2, alertó a los detectives. Ese mismo sábado 27 de julio, el apartamento estaba localizado. La puerta, cerrada por dentro con cadena de seguridad, tuvo que ser forzada.

Así se dio entrada al caso de crónica roja que consumió más tinta de imprimir en la historia judicial del presente siglo. Durante cuatro largos meses, todos los periódicos barajaron las más alambicadas hipótesis y alentaron a investigadores y detectives a no desfallecer en el encuentro del responsable del crimen del 301.

En el apartamento 301, situado en el exclusivo sector del Country de Bogotá, apareció una joven mujer de 24 años, vestida de slack y blusa negra, recostada sobre la cama, con un disparo calibre 32 en el corazón.

Gracias al despliegue informativo, el público se familiarizó pronto con los protagonistas del misterioso caso.

La víctima: Myriam Guerrero. Descrita como una bellísima cucuteña de 24 años. Separada, luego de cuatro años de tormentoso matrimonio, de un influyente comerciante santandereano.

El esposo: Jairo Mantilla.

El millonario venezolano: Hernán Velazco. Vivía en Cúcuta desde hacía veinte años y por exigencia de extranjería del DAS, debía residir a no menos de 200 kilómetros de la frontera venezolana, habida cuenta de que el gobierno de su país lo acusaba de conspirador. Tomó en arriendo el costoso apartamento, donde murió Myriam, para probar su residencia en Bogotá.

El amante: Omar Laverde, técnico de televisión. Fue presentado a Myriam por su esposo un año antes. Desde entonces mantuvieron clandestina relación, hasta cuando ella, separada y agobiada por problemas económicos, decidió pedir al millonario venezolano permiso para ocupar su apartamento vacío.

El fiador del apartamento: Coronel Ochoa, íntimo amigo del venezolano. Poseía duplicado de las llaves de la vivienda y por esa razón tuvo divergencias con Myriam.

Los amigos: Jaime Robayo y Marta Acosta, amantes los dos. El, descrito como hombre muy bien parecido y de finos modales. Ella, administradora del Bar de Lujo, propiedad de ambos. En el local nocturno El Caracol Rojo, Marta amenazó a Myriam con matarla, por andar gallinaceando a su amante.

La Dama X: Una secreta informante del cronista judicial de EL TIEMPO. Era la íntima amiga de la víctima y la última esperanza para resolver el crimen. Se encontraba fuera del país el día del asesinato. Trabajó como agente súper secreta de la Aduana.

El apartamentero: Manuel Araque. Informante de la Policía. Confesó inicialmente que su banda ingresó casualmente al 301 con el oscuro propósito de robar y que se encontró sorpresivamente con el cadáver de la francesa. Sustrajeron un revólver de cacha blanca, que encontraron al lado del cuerpo. Cuando el caco fue indagado por el juez, negó lo confesado a la Policía.

La versión de Laverde: estaba disgustado con Myriam por celos, desde cuando ella, en una crisis económica, se fue a vivir en el desocupado apartamento del venezolano, cuatro meses atrás, el lunes 22 de julio. Laverde la invitó a salir de nuevo, en compañía de dos parejas amigas. A la medianoche regresaron al 301 a descansar. Laverde manifestó en la indagatoria que al día siguiente, martes, a las 2:30 de la tarde, salió del apartamento 301 y no volvió a saber de ella. Por el estado de descomposición del cadáver, descubierto el sábado, se calcula que el asesinato se efectuó entre el martes y el miércoles.

Uno a uno, fueron capturados todos los actores de la trama. Laverde en San Andrés. Ochoa en Medellín. El esposo en Bucaramanga.

El venezolano en Cúcuta y los amigos en Bogotá. Por su parte, la Dama X permaneció mucho tiempo en el anonimato, hasta cuando, obligada por la curiosidad pública, se presentó a colaborar con la investigación y reveló su identidad.

Cuando la Dama X apareció en el juzgado, un mes después del crimen, no menos de quinientos curiosos la esperaban en los alrededores. Renació, entonces, la esperanza de dilucidar el enigmático caso. EL TIEMPO tituló: Antes de 24 horas se aclarará el misterio del 301.

Los periódicos se agotaban cada día. Las bellísimas amigas de Myriam, citadas a declarar, deslumbraban a los periodistas: ...este caso ha despertado extraordinario interés popular por la hermosura y la espectacularidad de las mujeres declarantes.

Para frustración del público, antes de dos meses todos los actores y protagonistas del sonado caso fueron quedando exonerados. El cronista de este periódico, buscando afanosamente nuevas claves, deslizó esta perla: Hay que aventurarse en nuevas pistas. Se trata de las relaciones amorosas entre algunas de las damas comprometidas, relaciones de las discípulas de Safo, que frecuentemente se reunían por parejas en un elegante apartamento de la calle 17 entre carreras 13 y 14. Surge, pues, la hipótesis de homicidio pasional por celos innaturales.

El misterioso caso del Country o Crimen del 301 se diluyó en la memoria de los atareados cronistas judiciales y en la impotencia de los despistados investigadores.

Para tranquilidad de algunos, el crimen fue rotulado, finalmente, con el eufemismo de un extraño caso de suicidio.



Recopilado por : Gastón Bermúdez V.

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