viernes, 23 de noviembre de 2012

290.- EDUARDO COTE LAMUS: POLÍTICO Y POETA



 
 “Amigo mío: esperemos que nos llegue nuestra muerte. / Y si a ti se te acerca antes, / regresa con ella el día que me toque el turno / para que me cuentes, antes de morir, / ¡qué es lo inefable!”
EDUARDO COTE LAMUS.

Introducción (Jorge Báez Vera). No se sabe, como recuerda más la gente a Eduardo Cote Lamus, si como poeta o como político, o lo que es peor, quizás nadie lo recuerde ya, y lo que sería más lamentable, que no se sepa quien fue.
Pues para los unos, quienes no lo recuerdan y para los otros, quienes no lo conocen, les digo, que es quizás de los cucuteños más insignes del siglo pasado, que como poeta es ampliamente reconocido por la crítica literaria, pero como dijera de él, el maestro Cicerón Flórez, en un artículo titulado ‘Eduardo Cote Lamus: el hombre cotidiano’:

En el diario transcurrir de Cote Lamus contaba -y mucho- la política. En él era un ejercicio apasionante” 



Portal historia.nortedesantander.com. La casa de la calle 13 No. 3-25 de Cúcuta, situada exactamente al lado de la Torre del Reloj, es el lugar de nacimiento del poeta Eduardo Cote Lámus. En ella vivió Pablo Antonio Cote Bautista y Elena Lamus Hernández en la época que nació Cote Lámus, el 18 de agosto de 1928, el cual fue bautizado en la Parroquia de San José el 27 de agosto de 1928, según partida de nacimiento que reposa en los archivos de la citada parroquia.
 

Eduardo Cote Lamus cursó derecho en la Universidad Javeriana de Bogotá. Fue diplomado en Filología Hispánica en la Universidad de Salamanca, España, país al cual viajó en 1950, ganando allí al año siguiente el premio de poesía “A la joven literatura” por su libro Salvación del recuerdo. Durante su estadía en España, Cote dictó conferencias y cátedras en varias universidades, alternando esta labor con recitales poéticos.

En 1954 fue nombrado Cónsul Auxiliar de Colombia en Frankfurt (Alemania), donde vivió tres años; durante ese lapso estudió filosofía y publicó en España su tercer libro de poemas, Los sueños (Editorial Insula, Madrid), por el cual llegó a ser finalista del premio anual de literatura.

Fue luego codirector de la revista Mito, con Jorge Gaitán Durán. Y ya plenamente vinculado a la política, colaboró con el Diario de Colombia. Durante la época de Mito editó dos libros más de poesía: La vida cotidiana (1959) y Estoraques (1963), sus obras de madurez. Así mismo, publicó poemas en su revista, donde apareció también su Diario del Alto San Juan y el Atrato.

Carnet de Estudiante - España


Desempeñando el cargo de gobernador de Norte de Santander, falleció prematuramente en un accidente automovilístico en La Garita, en la madrugada de un 3 de agosto de 1964, cuando regresaba de Pamplona, siendo Gobernador del Departamento, del que ya había sido Secretario de Educación, y antes se desempeñó en un cargo consular en Alemania, y dicen que estaba ad-portas de ser nombrado Ministro de Educación, del gobierno del Presidente Guillermo León Valencia.

Según Guillermo Alberto Arévalo, se destaca en la obra de Eduardo Cote Lámus una característica poco común en el marco de la historia literaria colombiana, su permanente superación estética: “Su evolución testimonia un oficio como pocos en el continente. La progresiva depuración de su obra, el equilibrio y firmeza conquistados en los dos últimos libros, obligan a pensar que, de no haber sido por el prematuro cumplimiento de su ineludible cita con la sombra, Eduardo Cote Lamus habría culminado la obra poética más sólida de cuantas hayan brindado las últimas generaciones de Colombia”.

Gestión Política (Luis Parra Delgado): Así como desde su muy temprana edad reveló su marcada inclinación a la poesía, haciendo versos, participando en concursos, interviniendo en centros literarios y en la Academia de el Colegio Provincial de Pamplona, por esta misma época se puso en evidencia su vocación política.

Corría la década de los 40 y tambaleaba lo que en su tiempo se denominó la República Liberal, El Doctor Alfonso López Pumarejo, elegido Presidente de la República por segunda vez en pugna con su contendor el Dr. Carlos Arango Vélez, no resistía el empuje avasallador de ese formidable caudillo que fue el Dr. Laureano Gómez, para el momento jefe indiscutible del Partido Conservador. Cote, en quien confluyeron las dos corrientes tormentosas de los partidos políticos, ya que por el lado paterno su apellido estaba vinculado al de eminentes caudillos conservadores, y por el lado materno al de figuras muy prominentes del Liberalismo, se afilió desde un comienzo al Partido Conservador, y a su servicio se entrego por entero, dando de si todo cuanto era posible a su juventud apasionada y brillante.

En esos primeros años se le vio constituyendo comandos de juventudes estudiantiles, de obreros, de campesinos, de mujeres, se le oyó dictar conferencias, hacer discursos como el de la recepción al Dr. Manuel Barrera Parra, cuando siendo Presidente del Directorio Nacional Conservador, visitó la ciudad de Pamplona luego de haber sido proclamada la Candidatura Presidencial del Dr. Mariano Ospina Pérez en la Convención del Teatro Colón de Bogotá. Al servicio de esa campaña se dedicó sin desvelo, hasta su culminación el 2 de mayo de 1945 con el triunfo de Ospina, candidato de Unión Nacional contra sus contendores del Partido liberal, los doctores Gabriel Turbay y Jorge Eliécer Gaitán.

La circunstancia anotada, le abrió a Cote amplios horizontes ya que la Presidencia del Dr. Ospina y el ascenso del Conservatismo al poder coincidió con la terminación de su bachillerato en el año 46, y su viaje a Bogotá en donde al año siguiente inició sus estudios de Derecho en la Universidad Javeriana. A su llegada a la Capital se contacta con los altos círculos de la política, en particular se relaciona con Gilberto Alzate Avendaño a quien siguió hasta más allá de su muerte, luchando por la supervivencia de su movimiento político. Hace su ingreso como columnista del periódico ECO NACIONAL, el antecesor de DIARIO DE COLOMBIA desde el cual Alzate Avendaño libró sus más recias batallas. Con jóvenes de su generación se alista en el movimiento denominado REVOLUCION NACIONAL, cuyo objetivo estaba orientado a implantar desde el poder el pensamiento Bolivariano.

Iniciado el año de 1948 continúa sus estudios de Derecho en la Universidad Externado de Colombia, viajando en 1950 a España. En 1.954 se traslada a Frankfurt como Cónsul Auxiliar de Colombia, regresando al país una vez derrocado el General Gustavo Rojas Pinilla.

Con Gilberto Alzate Avendaño, Cástor Jaramillo Arrubla, Humberto Silva Valdivieso, Hernando Sorzano González, Aurelio Caicedo Ayerbe y varios otros, hace parte de lo que en su tiempo se denominó Conservatismo Independiente, en oposición al Laureanismo. Postulado candidato a la Cámara de Representantes, es elegido para el período 1958-1960.

Al propio tiempo organiza en su Departamento con sus compañeros de lucha política el relevo generacional, enfrentándose al Dr. Lucio Pabón Núñez hasta entonces Jefe indiscutible e indiscutido del Conservatismo, habiendo sido ungido con la investidura de Senador en una pugna electoral muy aguerrida, para el período 62-66. Antes, concluido su período en la Cámara, se desempeñó como Secretario de Educación Departamental en los inicios del gobierno del Dr. Miguel García Herreros (1960- 1961). Es colaborador del Diario de Colombia, y en Cúcuta funda el Radio periódico El Viento y más tarde el semanario del mismo nombre, los cuales constituyen el medio de divulgación de sus ideas. Estos órganos de expresión perduran hasta su fallecimiento en 1964.

La actividad parlamentaria de Cote, no estuvo signada por el silencio. Muy por el contrario, hubo de intervenir en debates de significación en donde brilló por su expresión, por su gesto de orador parlamentario, por el contenido de la exposición y la dialéctica en la argumentación.

El hombre cotidiano (Cicerón Flórez Moya). El encuentro con Eduardo Cote suscitaba inevitablemente el tema de la poesía. Hablaba de lo que estaba haciendo. Leía en voz alta alguna nueva creación. Recordaba distancias y amigos, otros años, otras tierras. Ponía de presente obras leídas y se interesaba por quienes a su alrededor podían estar incurriendo en ejercicios literarios. Esa dedicación de Cote a la poesía, la literatura, la cultura en general, no era una manifestación cerrada o elitista. La proyectaba públicamente. La convertía en acciones cotidianas. Hacía parte de su trabajo intelectual o de sus funciones de gobierno. Algo así como un pan diario.

Tal comportamiento está impreso en las realizaciones que asumiera o estimulara Cote Lamus en el campo de la cultura, en esta ciudad, cuando se desempeñaba como ciudadano particular, dirigente político, secretario de educación del departamento o Gobernador.

Fue entonces cuando surgió un fértil movimiento promotor de diversas manifestaciones culturales. Se creó el Ateneo del Norte y a éste siguieron otros hechos perdurables. Allí están los frutos: la Casa de la Cultura de Cúcuta, el Instituto de Cultura del Norte de Santander y dentro de éste, la Escuela de Bellas Artes y el variable grupo de teatro.

Pero hubo más: los salones de arte, con la participación de los más notables pintores y escultores de Colombia; los concursos de poesía y cuento: la aparición de una generación regional de artistas visuales, de la cual quedan figuras realizadas y aún vigentes, el interés de las gentes por los actos programados.

Cote también atrajo hacia Cúcuta a destacados escritores, artistas, intelectuales. Aquí vinieron, en diferentes ocasiones, Eduardo Carranza, Rafael Maya, Gonzalo Arango, Eduardo Ramírez Villamizar, Hernando Valencia Goelkel, Andrés Holguín, Jorge Eliécer Ruiz, Carlos Granada, Luciano Jaramillo. Muchos más, involucrados en ese ideal de la cultura que se le estaba metiendo a la región.

No era solamente Cote, claro está. Él era el motor, dado su peso intelectual y su manejo del poder regional. Alrededor suyo se agruparon las gentes con disposición a las tareas puestas en marcha y atraídas por esa corriente novedosa y feliz de la palabra, de la figura, de la escena, de las diferentes expresiones del talento y de la vitalidad creadora.

En la tertulia, en la conversación improvisada, en el espacio de su despacho de funcionario, Cote Lamus mantenía prendida la llama de la poesía. No la dejaba. Mostraba eufórico su poema "Estoraques", entonces sin publicar y se sostenía, siempre en el recuerdo de sus autores preferidos y en la relación de mucho de lo vivido al calor del trabajo de escritor.

Dentro de ese ambiente era abierto a la percepción de los hechos cotidianos. Se bajaba al nivel que estuvieran para apreciarlos, asimilarlos, gozarlos o sufrirlos. Eran materia propicia para su conocimiento o la recreación con destino a su propia obra. La actitud poética de Cote frente a lo cotidiano no implicaba rebusques desmesurados. Era humanamente normal. Tomaba los hechos con las palabras descomplicadas que pudieran proyectarlos mejor, con sencillez que le imprimieran transparencia y con espontaneidad para no alterar la identidad de los elementos propios de cada acontecimiento.

Epílogo (David Bonels). El tiempo, del que tanto hablaba en sus versos, ha terminado por hacer justicia a Cote. Le ha otorgado el respeto de los Nortesantandereanos y el lugar que le corresponde en el panorama de la Literatura Nacional.

Extraña personalidad la suya. Alternaba la política con la literatura y las dos cosas con una pasión desenfrenada de vivir. La fuerza de su poesía radica precisamente ahí.

Su itinerario político y literario estuvo siempre orientado hacia el acierto. No se contentaba con lo ya adquirido, quería superarlo todo. Era un hombre en permanente ascenso: Diplomático, Secretario de Educación, Parlamentario y Gobernador de su Departamento, la muerte lo sorprendió cuando el Presidente Valencia lo acababa de llamar a ocupar un ministerio.

Igual cosa sucedió con su quehacer estético: Su obra es el resultado de un trabajo intenso. Cada palabra, cada verso de sus dos últimos libros revelan el conocimiento del lenguaje y el sentido justo de la expresión.

Y es que Cote no daba puntadas al azar. No se dejaba subyugar por el simple juego de adjetivos, ni cocinaba sus versos en los manidos moldes poéticos generacionales. Su poesía obedecía a un laborioso trabajo de alquimista. Era un poeta de taller.

A tres décadas de su muerte, la obra de Eduardo Cote Lamus se ha liberado de las ataduras del tiempo. Forma parte ya del patrimonio político e intelectual de nuestro Departamento. Su nombre quedará definitivamente vinculado a la vida colombiana, y especialmente, a la vida del Norte de Santander.

Veamos algo de Cote Lamus:

ESTORAQUES III (FRAGMENTO)

El tiempo nada más en la piel del estoraque,
el tiempo como un perro que nunca llega al hueso,
el tiempo ladrando como perro, como un perro
derrotado por los sueños.

En la superficie el tiempo: Heráclito el Oscuro
hubiera aquí encontrado que su río es la sed,
hubiese aquí encontrado que es mejor
el limo que los días, el cristal que las imágenes,
la rueda del molino igual al agua.

Aquí las ruinas no están quietas:
el viento las modela. Por ejemplo
lo que antes era escombro de palacio
lo convirtió en estatua la erosión
y lo que fue la sombra de la torre
es ahora la sombra del chalán.


La memoria cultural de Cúcuta, le debe al autor e insigne poeta por lo menos la declaración del inmueble de su nacimiento como patrimonio cultural y una placa recordatoria.






Recopilado por : Gastón Bermúdez V.


2 comentarios:

  1. Cordial saludo.
    Excelente reseña del poeta-gobernador Eduardo Cote Lamus.

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  2. EXCELENTES AMIGO GASTÒN BERMÙDEZ SUS CRONICAS DECÙCUTA...HOY 3 DE AGOSTO 2021 , EN EL RECUERDO NUESTRO HERMANO POETA, EDUARDO COTE LAMUS....SALUDOS....

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