jueves, 14 de marzo de 2013

347.- ASI ERA CUCUTA EN 1.930


Tomado del Libro del Centenario del Club Comercio




Cantalicio Ramírez es un viejo cucuteño que después de una ausencia de treinta años retornó a la ciudad en uso de dos meses de vacaciones. Trabaja en Venezuela ya que una tía de su tatarabuela nació en Rubio y eso dio pie para obtener una ciudadanía colombo–venezolana.

Cantalicio con todo, ama a su ciudad natal y lo mira todo, pregunta y elogia o lo critica todo. Según su personal apreciación Cúcuta está CHÉVERE.

Añora sí, entre copa y copa, los pasteles y la chicha de arroz de Pacha, la de la avenida quinta. El dulce de platico de la Manssulí, el agua panela de Carmelita, los maduros horneados de Chirinos, los bollos de las Caminos, el pan de las Contreras, La Fragancia y el Aire Libre, las morcillas de Villate, los bollitos de fríjol de Patricio, el mute de la pecosa Julia, el bistec y las menudencias de la Turra Petra, las cucas que vendía don Sixto Aparicio, las cocadas de la negra Guillermina, los arequipes de las Berti, el arroz con leche y la mazamorra de dulce de La Morocota, los pasteles de yuca de Patrocinia y los arrastrados y cortados de las Moros.

Añora también los baños de La Garabatada, en Puente Tatuco y los pozos del río Pamplonita: El Ariete, El Tambor, El Niágara, Los Pellejos, el del Horno y los baños pagos de Moreno, Villalobos y los Picos.

El tranvía al Puente San Rafael y a Puente Espuma, las cacerías de igüanas, rabiblancas y monjitas de Tabiro, los Patios para jugar pelota, la pesca en la toma pública, de panches, pejesapos, chichetes y rabisecas.

El cine en el Guzmán y en el Santander. Los juegos de suerte y azar en el Casino y sus billares, lo mismo que los de Bélgica, La Cita, Montecarlo, El Tequendama y el Ritz, los de Martín Gómez, Pedro Gandica y el bobo Chaustre.

Los bailes públicos en La India, El Foco Rojo, El Recreo, La Granja y Puente Hierro.

Las retretas de los sábados en el Mercedes Abrego y los domingos en el Santander. Los sermones del padre Mendoza –Cantalicio fue acólito-.

Las muchachas de confianza de la Magdalena, los gritos de ´viva el Partido Liberal´ de don Julio Ramírez, Gustavo Moros y César Sosa. El eterno ´yo soy gente decente y godo´ de Luis Unda Pérez, la banda del Departamento, la orquesta Calvo con Fausto, Corzo, Eusebio, Niño, Carmelito y Rafuchas, que se desayunaban con agujas de victrola pisadas con ron Común. El negro Cuca en zancos y los carnavales inolvidables de Cúcuta.

Ese si era carnaval, te acuerdas, vale? Había que ver los disfraces de esa época. Allí bien disfrazados. Mario Quintana, Pastor Ontiveros, Roque Abel González y Augusto González, de soldados pretorianos; Sixto Epiménides Sarmiento de bandido; Guillermo Eslava, Pedro Mieles, Pedro Vicente Peña, Gustavo y Pacho Duarte de apaches; Jesusito Quintero de Dama de las Camelias; el doctor Baena de torero; Pachito Pérez  y José Roque Barjuch de beduinos; Edmundo Martínez, Emiliano Contreras, Enrique y Daniel Galvis junto con Luis Castillo, de muchachas de vida alegre; Rafuchas de osa, Cayetano Hernández García de Conde de Luxemburgo; Nicolás Colmenares, Joaquín Ramírez, Domingo y Pacho Díaz de Dominó; Benito Castro de Pancho Villa, Cayetano Morelli Lázaro de Bolívar y Sebastián Ontiveros  de Napoleón; Pacho y Horacio Hernández de Pierrot, Luis Alberto Villalobos de Charlot, Víctor Manuel Pulido de bobo, los doctores Luis Buenahora, Guillermo Peñaranda y Víctor M. Pérez de policías;  Luis Pérez Durán, Martín Hernández y Agustín Guarín de médicos; Alejandro Canal (Cadavid) de mejicano montando brioso corcel; de Kaiser, Guillermo Segundo Rafael Mondragón, y Don Quijote Gustavo Luzardo Chacín; Daniel Hernández Lazcano de Daniela Primera con su corte total: Paladines, monteros, alcahuetes, bufones, ballesteros, palaciegos, troveros y espadachines….

Eso si eran carnavales, Vale!

Y para hablar de las mujeres, allí manolas, colombinas, pastoras, campesinas, damas antiguas, mariposas, princesas y reinas.

Lástima de los carnavales de Cúcuta que se fueron para siempre, vale….seguía comentando Cantalicio quien, ya con una botella de V.S.O.P. entre pecho y espada, lloraba añorando los viejos tiempos… cuando con un peso se hacía mercado para seis personas por día, el agua del tinajero era más dulce y más fresca, y dormíamos a pierna suelta arrullados con el grato yi, yi, yi, yi, de la zancudada, y la puerta trancaba apenas con un ladrillo. Una cena por treinta centavos y brandy a tres pesos el litro, vale…que tiempos, que tiempos!





Recopilado por: Gastón Bermúdez V.




 

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