miércoles, 18 de septiembre de 2013

443.- JOSE LUIS ACERO JORDAN: UN SUEÑO CUMPLIDO QUE SUPO IR MAS ALLA DE LA NOSTALGIA…



Juan Pabón Hernández

Qué grata oportunidad me otorgó el destino, la de conversar con el Dr. José Luis Acero Jordán; significó para mí una estupenda ocasión para afianzar el afecto y la admiración que le profeso, desde hace muchos años, extensivos a su familia.

Es un hombre de condición humana excepcional; de suyo, me proporcionó la alegría de repasar los moldes de una personalidad que ya conocía como ejemplar, desde los años de una juventud  compartida con él, doña Ana Luisa Colmenares y sus hijos, además de los primos Colmenares, Silva y Canal: fueron deliciosas las jornadas de amistad, que se han alojado en los pliegues buenos del recuerdo, a pesar de que, ahora, por esas cosas del mundo actual, no exista un contacto tan frecuente. Pero eso sucede con los sentimientos entrañables, que soportan y, quizá, se aquilatan con el tiempo y superan la distancia.

LA CITA CON UN SUEÑO…

Estuvo en Cúcuta, para presentar su libro LA UNIVERSIDAD FRANCISCO DE PAULA SANTANDER: FUNDACIÓN, ESTRUCTURA Y CONSOLIDACIÓN…, para conmemorar cincuenta años de su fundación.

Entre otras cosas, es titánica la labor de hablar con él de otros temas, porque converge siempre a su sueño cumplido, la universidad, que es una síntesis suya, combinada entre nostalgia y placidez. La universidad va fluyendo constantemente en su conversación, como el valor supremo de la satisfacción
de haber cumplido con la vida.

Cuando pasé por él, a donde sus hermanas Josefina y Teresita, al viejo pasaje de La Playa, donde viví vecino, además, en los días de alguno de mis exilios locales remotos, cariñosamente atendido por ellas y su sobrino Pedro Luis, lo hallé muy lúcido, apoyado en un bastón que le aportaba dignidad y una luz especial a su deseo ferviente de estar, aún, a cargo de sus asuntos y no ceder ante el rudo paso de los años, los que no se entrega.

LA ADMIRACIÓN EN LA SONRISA DE LA GENTE

Y partimos, dispuestos a conversar; yo, con el orgullo de ser algo así como el edecán ocasional de uno de mis personajes favoritos y él, con la expresión de afecto por mí que le he agradecido toda la vida, tanto, que me designó Secretario de Obras Públicas del Departamento, cargo que no pude aceptar porque el Inscredial de entonces me asignaría mi casa en Pescadero. (Él, en su generosa y bondadosa concepción, cree que soy más valioso de lo que yo creo ser, producto de su cariño invaluable).

Escogimos un salón del Club Tenis, adonde llegamos lentos, por su andar, pero seguros de que íbamos a compartir un rato verdaderamente agradable.

Me sentí muy bien cuando la gente se acercaba a nosotros al reconocerlo, o a preguntarme quién era el personaje: alguien dijo “es el que fue viceministro”, o, “el que fundó la universidad”… otros se presentaron para revivir los recuerdos de sus familiares, tratando de ubicarlo en un entorno afectivo de su propia gente, evocando el legado costumbrista de saber que las épocas de antes fueron mejores y él fue uno de los protagonistas.

Todos con la admiración asomando a una especie de sonrisa tierna que es tan escasa en estos tiempos.

SU ROSTRO AÚN CONSERVA ESA EXPRESIÓN BONDADOSA Y SERENA…

Aferraba su libro en la mano, junto con unos apuntes que me quería mostrar, y lo acariciaba con la sensación de estar protegiendo a un hijo, al cual quería presentar a todos, con la suprema dosis del cariño que se tiene por las cosas generadas desde la intelectualidad.

Hablamos de su niñez, en Pamplona, su ciudad, de cómo iba a la escuela en alpargatas, después de aprender las primeras letras con su madre, Josefina, en una Pamplona de tinieblas frías, oscura por la frecuente falta de energía eléctrica; y, luego, los colegios, el Seminario, el San José, llevado de la mano de los jesuitas y otros curas que creyeron que tenía vocación sacerdotal.

De seguro, sí, porque su rostro aún conserva esa expresión bondadosa y serena de la espiritualidad.

Me contó muchas cosas con su voz sigilosa de ahora, muy tenue, gastada por los años, pero pausada y sabia, como siempre se la he conocido. El día anterior había sido la ceremonia de lanzamiento del libro: traía un regocijo metido en el alma, porque estuvo rodeado de todos sus amigos y admiradores, en algo que para él significaba mucho, tal vez todo... Me contó también de su ingreso a la Universidad Javeriana, después de un período de trabajo en Pamplona, de su beca permanente durante el tiempo universitario, pleno de éxitos académicos y germen de una carrera de Derecho brillante en todo sentido, tanto en los aspectos jurídicos, como con el complemento en estudios económicos, porque la Economía siempre le gustó; de ahí su notable preocupación por las cosas del país, y el interés por la educación, siguiendo paso a paso la trayectoria de cualquiera de los ministerios que tuvieran que ver con ella.


SE LE ARRAIGÓ EN EL ALMA EL SUEÑO DE LA UNIVERSIDAD

Vino a Cúcuta a sembrarse, organizó su oficina de abogado para litigar, ora como laboralista, ora como civilista, y participar en política, aferrado a sus rígidos principios conservadores, de la mano de los dirigentes, de Laureano Gómez, o de los líderes que se distinguían en el país, participando en las cosas de la región, tanto, que fue diputado, y ocupó todas las posiciones importantes de la región como la Alcaldía y la Gobernación, a donde fue llamado por su competencia en la labor honesta de administrar la cosa pública. (Más adelante desempeñaría importantes cargos, a nivel nacional, en los cuales brilló por su idoneidad).

Y se le arraigó en el alma el sueño de la universidad, comenzó a rondarle el espíritu, a retarle en su misión de humano comprometido con el desarrollo, creyente, de por sí, en que la única vía para el progreso es hallar una buena estructura educativa.

Y se armó de paciencia y de lucha ante los presagios pesimistas de la gente, como siempre es en Cúcuta, y se animó a la batalla picando aquí y allá, usando su carisma y aprovechando la solidez de una posición que iba ganando terreno en cada paso que daba. Y convocó a los empresarios, a los políticos, a la Iglesia, como al cura Jordán y otros, y se metió en el cuento, como se dice ahora, de lograr su sueño: y lo logró… en 1962.


EL DOCTOR ACERO NO DICE NADA QUE NO SEA INTERESANTE

Entonces toma, otra vez, su libro y lo repasa y mira la maqueta inicial de la UFPS, comenta y desarrolla ideas, a veces en emoción atropellada de anhelos, habla de los ministros, de las políticas de educación, de la opción virtual de hoy, en una dosis apresurada de criterios interesantes: el Dr. Acero no dice nada que no sea interesante.

Al evocar el proyecto del comienzo, se lamenta de que no se ubicara la Biblioteca de la universidad en un doble sentido de servicio: hacia adentro del plantel y hacia afuera, a la comunidad, o que los edificios fueran cambiados para nuevas funciones, en fin, de aquellas consideraciones que hacen que el tiempo determine el cambio de uso de los espacios. Comenta todo, lo enriquece todo, y sueña, otra vez, con un sueño cumplido que pudo ir más allá de la nostalgia.

Escasamente me deja interrumpirlo para preguntarle más por doña Ana Luisa, a quien conoció en el viejo Club Tenis de la avenida Segunda, o de sus hijos, José Luis, Rafael Guillermo, Ángela María, la perenne y querida María Claudia, fallecida en el dolor de 1971, María Alejandra, María Josefina y Juan
Pablo, habla de todos ellos, de sus nietos, de su paso por la vida educándolos y de los recuerdos que tiene de lo que ha convivido con ellos.

Pero regresa al tema de su universidad y habla del cabildo empresarial para apoyarla, de las cosas, de las reuniones, de todos los que lo ayudaron y de los que no, de cómo el Dr. Eustorgio Colmenares B. escrituró, en 1974, el terreno a la universidad y de cómo tendría que ser el porvenir en manos de los dirigentes actuales.

EPÍLOGO: LAS ILUSIONES GRANDES NO ASUSTAN …SINO RETAN

Qué grato señor, qué líder, y qué sencillo, además: siempre lo recordaremos como un dirigente que se ancló en el patrimonio educativo de la región, con la idea del progreso como una semilla presente, con la seguridad de que las ilusiones grandes no asustan…

DOS COMENTARIOS DE SUS AMIGOS…

Luis Anselmo Díaz Ramírez

De Luis Anselmo Díaz Ramírez (q.e.p.d). “Tuvimos el privilegio de acompañar al Dr. José Luis Acero Jordán a poner los cimientos de la Universidad Francisco de Paula Santander. Nos queda el honor de haber dictado en ese claustro la primera cátedra de Humanidades. Nos sumamos a los Quijotes que se lanzaron a esta aventura, a buscar una estrella para llenar de luz el ámbito de nuestra ciudad. Y debemos pensar que en un principio fuimos pesimistas. Había que luchar contra la pobreza, contra la indiferencia de una ciudad limítrofe, atada al comercio y a los negocios, contra la falta de fe y coraje.

Pero fue entonces, cuando apareció José Luis Acero Jordán. Dinámico, inteligente, tenaz, político de garra, profesional de prestigio, y se dio así mismo la consigna de sacar adelante la universidad. Se obsesionó con esta idea, se enamoró de este propósito y nadie lo pudo contener. A ella consagró todas sus fuerzas, las físicas y las del espíritu.

Se confundió con la universidad. Metió la idea por todas partes, por el Palacio de los Presidentes, por el despacho de los Ministros, por la sede de los Gobernadores, por el Concejo y la Alcaldía, por la Universidad Nacional, por la Universidad Industrial de Santander, por los clubes sociales, por las asociaciones cívicas, improvisó mesas redondas hasta que logró formarnos una consciencia universitaria.

Hoy la Universidad Francisco de Paula Santander tiene resonancia nacional. Goza de prestigio académico. Es un claustro ilustre, es el Alma Mater de nuestra cultura. El balance favorable es ciento por ciento. No le podemos pedir más al hombre que nos hizo este milagro. Que nos dio y reafirmó para la ciudad el título de ciudad universitaria, es decir de ciudad blasonada, de ciudad gloriosa, de ciudad edificada sobre un monte. Porque Cúcuta cambió con su universidad, se despercudió, se puso toga académica y se alzó como guión sobre la geografía del país.

La ciudad y el Departamento tienen contraída incancelable deuda con José Luis Acero Jordán. (Agosto
de 1974).

Miguel Andrade Yáñez

De Miguel Andrade Yáñez. Cuando reflexionamos sobre la existencia y realización personal de José Luis cobra particular vigencia aquel aserto de que la vida está llena de un potencial verdaderamente insondable que debemos concretar en actos a lo largo de nuestra existencia. La presencia de José Luis en el proceso histórico de su consolidación institucional tiene su propio, auténtico y definitivo alcance en esta su obra maestra que será trascendental y definitiva en la vida, progreso y desarrollo regional.

La obra de José Luis, desde el punto meramente intelectual y académico, refleja a cabalidad el proceso político, socio-filosófico y cultural del quehacer universitario que, desde la mitad del siglo XX empieza a transformarse profundamente, presagiando nuevas orientaciones y cambios en el ser,  quehacer y misión de la Universidad de América Latina.

¡Felicitaciones! gran maestro e incomparable amigo. Recuerde la sabia sentencia de nuestro ilustre paisano Eduardo Cote Lamus: “En este mundo, los hechos son columnas, testimonios, materia de verdad...el resto es nulo”.


Recopilado por: Gastón Bermúdez Vargas

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