domingo, 22 de septiembre de 2013

445.- ¡HIRIERON AL ALCALDE!, NUMA POMPILIO GUERRERO



Gerardo Raynaud

En el tiempo del ‘Frente Nacional’ y aún después, hasta la promulgación de la nueva constitución, en 1991, la designación de los mandatarios locales era potestad de sus inmediatos superiores. Así, el Presidente de la República designaba los gobernadores, intendentes y comisarios y éstos a su vez, nombraban los respectivos alcaldes municipales. Para recordar un poco la mecánica política que regía en este tiempo, (el del Frente Nacional) se exigía a los gobernantes la aplicación de la ‘milimetría’ en el nombramiento de los funcionarios, lo que significaba que los puestos debían distribuirse de manera equitativa entre los miembros de los dos partidos tradicionales. A veces, esa distribución se complicaba debido al fraccionamiento que se producía en el seno de los partidos, cuando por razones cualesquiera, les daba a sus dirigentes por  establecer ‘rancho aparte’ y crear sus propios movimientos, eso si, identificados con los postulados de los respectivos partidos de donde se escindían.

Esta crónica pretende ilustrar un suceso acontecido en el año 65, pero es necesario comentar las circunstancias previas al hecho para encontrarle los motivos que llevaron a semejante incidente. Como todas mis crónicas se limitan a la narración de eventos sucedidos en la región o realizados por personajes vinculados a ella, ésta tiene que ver con una circunstancia que difícilmente sucedería en la actualidad, no por efecto de la toma de conciencia ciudadana, sino por el avance en términos de seguridad y custodia que rodea a los funcionarios de la más alta dignidad.

En Colombia y diría que en toda la América Hispana, como herencia de quienes vinieron a conquistarnos, el patrón de resolución de conflictos ha sido tradicionalmente, la violencia. Situación ésta que no ha evolucionado a pesar de los esfuerzos de los gobiernos y de algunas instituciones internacionales, especialmente algunas organizaciones no gubernamentales, que propenden por la disminución de los actos de violencia, cualquiera sea su origen y estén orientados contra cualquier clase de personas sin distinción alguna.

En el Norte de Santander y en Cúcuta particularmente, la violencia ha sido pan de cada día. En alguna oportunidad recuerdo que en una de las tantas reuniones que los comerciantes hacemos con los comandantes de la policía para intercambiar opiniones respecto de los problemas que inquietan al gremio, uno de ellos se quejaba, precisamente, de esta situación que se repetía diariamente en la ciudad y era que los problemas se arreglaban ‘a plomo’ y no encontraba una forma eficaz de hacer cambiar de mentalidad a esta población.

Ahora bien, en la época en que fue gobernador del departamento el doctor Miguel Durán Durán, por allá en el mes de octubre del año antes referido, nombró alcalde de la ciudad al conocido farmaceuta Numa Pompilio Guerrero propietario de la Droguería Americana, entonces ubicada en el edificio de la Curia Diocesana, en la calle once entre cuarta y quinta. Numa P. como acostumbran llamarlo sus amigos pertenecía al partido conservador, corriente unionista y por ende era el candidato más indicado para cumplir con la milimetría que comentábamos al comienzo.

La ciudad se debatía frente al mayor problema que ha tenido desde mediados del siglo veinte que es la invasión de los vendedores ambulantes. En la década del sesenta, el problema comenzó a agudizarse cuando la unión de los sindicatos como Fenostra y Utranorte intervinieron afiliando a éstos con el argumento de defender su derecho al trabajo por encima de las prerrogativas generales de la población a un espacio público libre, limpio y despejado, por lo tanto, la designación del nuevo alcalde debía pasar por la estricta mirada de los dirigentes sindicales, pero especialmente de Virgilio Somaza, quienes brindaban o no su apoyo, dependiendo de sus propuestas de solución o de intervención al problema. Las consultas, tanto para definir la aceptación como para la posterior conformación del gabinete, se extendieron por más días de la cuenta pero al final don Numa P. aceptó y se posesionó el lunes 25 de octubre. Para evitar lagarterías, dijo que lo haría a las diez de la mañana cuando en realidad lo hizo a las 8:45 ante el juez segundo civil municipal y entró a remplazar a Pedro José Barjuch. No hubo discurso de posesión pero si entrevistas con los medios a los que les dijo que sería un gobierno de mano tendida y puertas abiertas y que tenía todo el interés en resolver los problemas, con la cooperación de todos.

Días después, cuando la tradicional ‘luna de miel’ había terminado y comenzaban a aplicarse los correctivos para tratar de enderezar las dificultades urbanas, un sujeto de apellido Guerrero Chona, disgustado por las decisiones tomadas por el burgomaestre y después de tomarse unas ‘polas’ de más, se dirigió al Palacio Municipal y cuando el alcalde salió de su oficina, comenzó a reclamarle en tono airado por la solución a su problema, lo cual no gustó al mandatario quien además, era de genio temperamental y después de un intercambio de gruesas palabras, el reclamante se tornó en agresor y con una cuchilla se lanzó al ataque. Afortunadamente don Numa P. se defendió extendiendo su brazo y recibiendo una herida que aunque profunda, no revistió mayor gravedad, sin embargo, tuvo que ser hospitalizado y los médicos que lo atendieron, entre ellos el doctor Jesús Villamizar, dieron parte de normalidad al público y a sus familiares. Quienes lo acompañaban en ese momento, los jefes de las oficinas de Valorización y Planeación, ayudaron a controlar al energúmeno y con ayuda de la policía lo trasladaron a las dependencias del DAS. La investigación de lo ocurrido quedó en manos  del Juez 3°  Penal Municipal, el abogado Luis Helí Rubio Sandoval. Durante su ausencia, que duró unos diez días, fue encargado de la alcaldía el Secretario de Gobierno, abogado Nicolás Bitar Yidi.

Una vez terminada su incapacidad y luego de las terapias correspondientes para la recuperación de las funciones de su brazo, se reintegró a sus labores y su agresor, detenido en la Cárcel Modelo, quedó a la espera de la sentencia por tan deplorable conducta.



Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

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