jueves, 17 de octubre de 2013

462.- NUESTRA LECTURA EN EL COLEGIO



Luis Arturo Melo





Carlos Fuentes se fue el 15 de mayo de 2012. Los de nuestra generación lo conocimos desde 1960 con “La región más transparente”, además,  porque fue como el hermano mayor en inicio del boom latinoamericano. En el Colegio La Salle la formación humanística no solo era intensa sino adobada. Es como la marca de los hermanos cristianos. Para toda la vida nos quedó el latín, el francés, el inglés, la preceptiva literaria, la literatura y la historia universal, el análisis lógico y el gramatical, la buena letra y modales, buenos modales contra esta ordinariez cucuteña que se poda y renace boquisucia.

En el Colegio, en cada salón había biblioteca, que formábamos nosotros mismos en la medida en que íbamos avanzando, adquiriendo libros, no recuerdo cómo, pero los comprábamos y eran relativos a nuestras asignaturas. Luego quedaban para el Colegio, hasta que las centralizaron y se fue marchitando la afición por la lectura. Los centros literarios funcionaban en un día de la semana y las actividades terminaban en cálidas sesiones de tipo parlamentario. “O témpora o mores”, o como estaba esculpida en el arrasado Teatro Guzmán Berti: “o tempos o mores”.

Pues bien, el Hermano Alfonso que era más liberal que el Hermano Camilo, que era godo a ultranza, nos recomendó a Carlos Fuentes, que criticaba ácidamente la traición de los burguesitos a la revolución mejicana, sobre todo a la reivindicación campesina de Zapata y que terminó en el abominable PRI.  La Región Transparente estaba casi que recién publicada dos años atrás. Como la narrativa de fuentes, es tan apasionante, hubo que leer luego ya en la universidad (1962) “La muerte de Artemio Cruz, que era la continuación del ciclo sobre la Revolución mas sangrienta y frustrada de América Latina: La Mejicana. Que es como el retrato de nuestros jóvenes de estrato humilde que se aficionan a la mala política, ascienden y pierden la ruta de la vocación de servicio, conocen la riqueza mal habida y se pierden, se transforman en monstruos del mal. Sí, como Artemio Cruz, que ya muriéndose recuerda hasta su vocabulario soez y ordinario, como se volvió corrupto, su matrimonio afortunado con la hija de un terrateniente y el crecimiento de su fortuna con el erario público. Una radiografía de Méjico, de Colombia, de Argentina, de Venezuela, en fin de cualquier país latinoamericano.

Carlos Fuentes siempre nos llamó la atención en la medida que crecíamos. Volviendo al Hermano Camilo, que inocentemente cometió el error de contarnos que esos libros comunistas como los de Fuentes y los de literatura que hoy podríamos llamar eróticos como los Trópicos y Sensus, Sexus, Plexus  de Henry Miller eran prohibidos, nos incitó a comprarlos y a circularlos clandestinamente con Polos Sosa y Mario Luna Lara. O tempos o mores. 


La fotografía corresponde a la tercera promoción de bachilleres del Colegio La Salle de 1961. Los bachilleres fueron: Alberto José Valencia Irragorri, Álvaro E. Velasco Sandoval, Antonio Viña Bravo, Armando Echeverri Faccini, Carlos A. Gil Ceballos, Carlos Arturo Brahím Sus, Carlos Alberto Rosas Bustos, Carlos Arturo Villamizar Villamizar, César Julio Bayona Pallares, Carlos Demetrio Torres Porras, Edmundo Suárez Rangel, Eustasio Ramón Useche Arciniegas, Fernando Bedoya García, Jaime José Ramírez Guerrero, Jesús Alfonso García García, Jorge Enrique Useche Arciniegas, José Domingo Arias Rodríguez, José Edgard Ortega Romero, José Edgard Salgar Villamizar, José Guillermo Latorre Duarte, Luis Antonio Dávila Herrera, Luis Miguel Casanova Navas, Luis Arturo Melo Díaz, Manuel José Cortés Ayala, Mauricio Tawil Moreno, Miguel Álvaro Pabón Mieles, Nelson Omar Contreras Robles, Orlando Jesús Echevarría Patiño, Pablo Enrique Acevedo Hernández, Policarpo Sosa Buenahora, Sergio Agustín Galvis Mantilla y Víctor Hugo Abreo Zambrano.

Y creciendo, en la Universidad ya liberados de muchos prejuicios y en pleno disfrute de los maravillosos años rebeldes, en 1968 se volvió lectura “posuda” de universitarios: “Diana, o la cazadora solitaria”, que era como el deseo de reprimido de ser como él, que lo tuvo todo de cuna, hasta las actrices famosas del celuloide y del teatro como Rita Macedo y Jean Seberg su amante y del líder de las panteras negras de Norteamérica, simultáneamente. Fuentes murió en su ley a los ochenta, en pleno usos de sus facultades a pesar de sus dolencias y sin deterioro ni dolores, como dijera Carmen Balcells: “Pasados los ochentas, es como si la policía le avisara a uno que va  a ser detenido en cualquier momento” y a Fuentes lo detuvieron el pasado 15 de mayo.  Ayer nada más se publicó su último libro (póstumo). Una Entrevista a Nietzche- Editorial Alfaguara-. Que Seguramente me regalarán mis hijos de Navidad.



Recopilado: Gastón Bermúdez V.

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