sábado, 16 de noviembre de 2013

478.- JOSE RAFAEL PINEDA: ´MUSICA ES EL ARTE DE HACER VIBRAR EL SILENCIO´



Eduardo Rozo

Sentado en un taburete y desplazando con maestría sus dedos por las teclas de un piano, instruye a sus estudiantes.


Para él, la música es un aprendizaje continuo que le ha generado satisfacciones y le ha permitido adquirir conocimientos y  un sinnúmero de amistades. Sueña con convertir su escuela de música en un conservatorio y que la administración municipal le asigne una casa en comodato para  dejar de pagar arriendo y poder formar a más niños y jóvenes cucuteños.

Para muchos artistas de la ciudad, José Rafael Pineda Solarte, es una Biblia de la música local. Cuenta con una trayectoria amplía y se destaca por ser formador de jóvenes talentos desde la Sinfónica Juvenil de Cúcuta, que fundó y dirige hace más de 25 años.


La dedicación y disciplina del maestro le permitió integrar durante 25 años la orquesta sinfónica de Caracas y trabajar durante 28 años ininterrumpidos en el conservatorio del maestro Pablo Tarazona.

Compartió con ilustres músicos de la talla de Ángel María Corzo y Víctor M. Guerrero quienes fueron compañeros y amigos. 

En diálogo con Pineda habló de los recuerdos que han marcado su existencia, de las anécdotas en sus 86 años de vida y de los sueños que aún espera cumplir.

¿Qué significa haber dedicado toda una vida a la música?

Nací entre la música y ha sido un ascenso progresivo para adquirir el alma blanca que llamamos quienes nos dedicamos a este bello arte. Mi papá fue músico, se formó en Venezuela y de él aprendí todo para la vida.

¿Su primer acercamiento con la música?

En la casa gateaba en medio de los instrumentos que dejaban los integrantes de la banda de mi pueblo (Chinácota). Los agarraba y soplaba y cuando mi papá se dio cuenta, por instinto, ya estaba interpretando.

¿Una anécdota de su infancia?

Vivimos un tiempo en San Antonio del Táchira, ahí un sacerdote le propuso a mi papá montar una banda parroquial. Tenía siete años y estaba aprendiendo a tocar un violín que costó 18 pesos, pero como en la banda no lo podía tocar, me dieron unos platillos chiquitos y viejos, se me caían en el dedo gordo del pie y como utilizaba alpargatas me tocaba andar con el dedo amarrado. Eso fue en 1933.

¿Un sueño no cumplido?

Algún día, cuando aún existía en Cúcuta el teatro Guzmán Berti, estaba ensayando con el pianista David Vivas el tema musical de Agustín Lara, Granada. Luego de la interpretación se acercó el cantante italiano José Born, que observaba, y me propuso estudiar canto en Italia… me llené de ilusiones y empecé a sacar el pasaporte, el mismo que me negaron por no haber ido al servicio militar. Me iba a volar de la casa para irme, pero terminé regalándome al cuartel en 1946.

¿Una época memorable?

Cuando fui nombrado en el Conservatorio de Cúcuta por el maestro Tarazona, violín para un cuarteto de cuerdas clásicas. Luego, tras la muerte del músico Víctor M. Guerrero, en diciembre de 1956, me nombraron subdirector del Conservatorio  y ahí duré hasta la creación del Instituto de Cultura y Bellas Artes, que buscaba reunir todas las áreas artísticas en un solo espacio.


¿Cómo nace su escuela de música?

Un día, recién regresé de San Antonio, donde trabajé en la formación de sinfónicas, estaba caminando por la avenida segunda cerca de la planta de Bavaria… aún no estaba el hueco (risas), me encontré con Sergio Corzo Mantilla, hijo de un violinista amigo mío, a quien le conté que estaba buscando una casa para montar la escuela, me dio las llaves de una y desde entonces funciona la escuela. Empecé pagando $20.000 de arriendo. Todo eso fue en 1987.

¿Con cuántos estudiantes arrancó?

Eran 11 y cada uno pagaba $2.000 de matrícula. Se compraron 11 flautas, 11 cuatros y 11 sillas. Días después se fue a matricular un niño más, y por confiados la mamá nos robó los instrumentos y $22.000.

¿Cómo fue el primer concierto?

En 1993, cuando teníamos alumnos preparados y la Sinfónica estaba marchando. El concierto fue en el Teatro Municipal y asistió el alcalde Enrique Cuadros Corredor.

¿En 2012 la Alcaldía le prometió $55 millones, le cumplieron?

Se cumplió a medias. En cuatro oportunidades el alcalde, Donamaris Ramírez Lobo, nos prometió ese dinero para la Sinfónica. Con ocasión de los Juegos Nacionales, nos dieron un contrato por $20 millones para dar 10 conciertos, sin embargo, ese dinero se redujo a $17 millones con los descuentos y pago por estampillas.

¿En que invirtieron ese dinero?

A los niños no se les cobró las mensualidades, 30 dejaron de pagar $60.000 mensuales. Entonces pagamos arriendo y servicios, todo eso sumó alrededor de $8 millones. Se mandaron a arreglar unos instrumentos por propuesta de los mismos estudiantes y se tiene unos pesos para pago de arriendo de enero y febrero y estamos apretándonos el cinturón.

Formador de talentos

¿Cuál es la primera lección que les da a sus alumnos?

Les digo: para disciplinarnos ser lo que soy y estar en lo que estoy. Siempre he preferido estudiantes juguetones y no bobos, atajar y no empujar.

¿El instrumento preferido?

Quien aprende música debe aprender lo básico, como tocar piano. Sin embargo, mi fuerte es el violín.

¿Su tema musical?

Amo la música de Wolfgang Amadeus Mozart. Para la enseñanza resulta fresca y juvenil.

¿La presentación más recordada?

La hecha el 27 de diciembre de 2012 en Asinort. Tocamos el Concierto en Mi mayor de Juan Sebastián Bach y Las cuatro estaciones Vivaldi.

¿Cuántos integrantes tiene la sinfónica?

En la Orquesta son 55 y los de la preorquesta son 40.

¿En sueño por cumplir?

Quiero convertir la escuela de música en un conservatorio, soy un obrero de la música y quiero que este pequeño conservatorio sea grande, hay talento.


Dicen sus alumnos que músico que no fue formado por don Rafael no es de Cúcuta y es verdad. El maestro se mantiene activo y con una extraordinaria capacidad de trabajo. Se levanta antes de las 4 de la mañana con las ganas de trabajar de siempre.

Don Rafael es uno de los grandes formadores musicales de la región. Su legado está vivo y latente dentro del pentagrama de una tierra calurosa y alegre que él define como la mejor pieza musical.

Varios premios y reconocimientos ha recibido el maestro en décadas enseñando música en la región. 



Recopilado por: Gastón Bermúdez v.

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