lunes, 24 de febrero de 2014

529.- EL PRIMER ¨ TRANSMOVIL¨ CUCUTEÑO


Gerardo Raynaud


Cuando se inició la operación de Radio Guaimaral, el 13 de marzo de 1951, la emisora tenía un kilovatio de potencia en antena, transmitía en la frecuencia de 1420 kilociclos y se identificaba con las letras H.J.B.D.. Posteriormente, el Ministerio de Correos y Telégrafos le otorgó la licencia, según resolución 4526 del 14 de diciembre de 1951, cuando se constituyó en la sociedad de responsabilidad limitada, Radio Guaimaral Limitada cuyos socios fueron Puyana Menéndez y Ramírez París, bajo la gerencia de Carlos Ramírez París su promotor y gestor. Supongo, a juzgar por la información consignada en la documentación original que parte de la financiación inicial la aportaron los Puyana de Bucaramanga toda vez que las escrituras de conformación de la sociedad se corrieron en esa ciudad, específicamente en la Notaría Segunda y el documento notarial quedó marcado con el número 2.794 del 3 de diciembre de 1951. Ya para entonces contaba con oficinas y planta de transmisión propios, esta última, si mal no recuerdo, estaba localizada sobre la antigua carretera a San Antonio. La pauta publicitaria se hacía a través de los conocidos ‘anuncios C.R.P.’ y se promocionaba con el eslogan ‘Calidad Radiofónica Probada’.

Radio Guaimaral fue posicionándose como la emisora de mayor preferencia en la ciudad, por encima de las dos existentes, La Voz de Cúcuta y Radio Victoria y por tal razón, los esfuerzos de sus propietarios se vieron recompensados a tal punto que muy pronto pensaron en ampliar sus servicios y proponerle a la ciudadanía otros productos que para la época eran novedosos, tales como las transmisiones directas o remotas mediante la participación de las llamadas unidades móviles, que por comodidad oral  le habían puesto el nombre de transmóviles.

Estos ya eran utilizados en las grandes capitales, donde la radio había penetrado con bastante éxito, especialmente en Bogotá y Medellín, pero un punto de mayor impacto había sido la transmisión que ya casi cumplía un año del evento que originó una de las mayores sintonías en el país, la primera Vuelta Ciclística a Colombia. El popular ‘Trompoloco’ como le decían al gerente, propietario, locutor y hombre orquesta de la ‘chica para grandes cosas’, además de entusiasta deportista, sabía cuáles eran los intereses de los oyentes y cuáles sus preferencias y por eso no dudó en ampliar sus servicios cubriendo todos los eventos posibles pero principalmente los deportivos. Emprendió entonces la tarea de conseguir la autorización para que le permitieran operar una unidad móvil y así fue como el Ministerio de Comunicaciones le otorgó una licencia especial de operación de un ‘transmovil’ que transmitiría en la frecuencia de 3.290 kilociclos con la ventaja que podría realizar operaciones a nivel nacional. Claro que en ese momento las cosas no eran tan fáciles puesto que no contaban con las facilidades de hoy, pues la difusión debía realizarse mediante el uso de las líneas telefónicas, así que podíamos decir que la maniobra no era propiamente móvil sino fija ya debía contar con una conexión telefónica para enviar la señal o la información a sus respectivas estaciones y de allí radiarlas a sus oyentes.

La idea adquirir la unidad móvil le surgió a C.R.P. a raíz de la transmisión que la Voz de Colombia realizara de campeonato amateur de baloncesto que se escenificó en esta ciudad y cuya transmisión y cubrimiento resultara ‘perfecta’ al decir de los entendidos. Aunque la operación no se realizó desde el transmovil de la Voz de Colombia, ésta si desplazó una unidad móvil con todos los implementos necesarios para efectuar la transmisión, lo cual le dio la idea a Carlos Ramírez París de plantear la introducción de ese nuevo elemento que iría a revolucionar las actividades de la radio no solo en la ciudad sino en todo el país. El ministerio le otorgó la licencia distinguida con el número 3456 del 6 de noviembre de 1952 y a partir de ese momento comenzó para la emisora local una nueva etapa que fuera denominada como la radiodifusora inolvidable.

Era tal el entusiasmo por el nuevo ‘juguete’, que lo primero que pensó en realizar, fue la transmisión, desde Neiva, del campeonato de baloncesto que tradicionalmente se efectuaba durante los primeros días del mes de diciembre, lo cual finalmente no se llevó a cabo, en buena parte por los costos tan elevados que conllevaba desplazar el transmovil hasta esa población, en momentos en que no habían realmente carreteras sino verdaderos caminos de herraduras, como había podido comprobarse durante la pasada competencia ciclística que le dio la vuelta al país.

Sin embargo, la unidad móvil no se quedó quieta; la primera transmisión se generó desde el mismísimo estadio; no era el General Santander como lo veníamos conociendo, pero allí se cumplían unos encuentros futboleros que incluían la presencia de equipos extranjeros, particularmente del sur del continente, todos ellos con pergaminos que no podían desconocerse y que invitaban a presenciar, situación que no podía desaprovechar quien veía las oportunidades pues de inmediato trasladaba su equipo, como sucedería en las dos siguientes ocasiones cuando decidió realizar emisiones desde ‘La Casita’. La verdad es que no he podido descifrar la razón de estas transmisiones, así que invito a mi audiencia que nos ilustre sobre los motivos que rodearon estas actividades. La cuarta transmisión fue una acción social desarrollada en la Caja de Ahorros que quedaba en la calle novena entre cuarta y quinta que posteriormente fue absorbida por la Caja Agraria.

La verdadera prueba de fuego para la unidad móvil debía ser, de verdad, fuera de la ciudad y en un evento que suscitara el interés de los radioescuchas y que además permitiera conciliar los costos que generaba el desplazamiento no solamente físico de la unidad sino de todos los componentes personales que la debían acompañar y eso se dio con ocasión de la conmemoración del cincuentenario de la firma del Tratado de Paz  que dio por terminada la Guerra de los Mil Días y que se firmó en la ciudad de Chinácota el 21 de noviembre de 1902.

El día de la conmemoración de los cincuenta años de la firma del tratado que puso fin a la última gran guerra civil de Colombia, fue propicio para inaugurar el equipo que venía realizando pequeños trabajos en la ciudad, pero ahora se le presentaba la circunstancia adecuada para demostrar, no solamente el beneficio que tenía ser propietario de un equipo de esa categoría sino demostrar el poderío que quería expresar mediante acciones como esa de divulgación de eventos culturales y sociales que eran precisos divulgar para el bien y el conocimiento de toda la nación.



Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

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