Cuando se inició la operación de Radio Guaimaral, el
13 de marzo de 1951, la emisora tenía un kilovatio de potencia en antena,
transmitía en la frecuencia de 1420 kilociclos y se identificaba con las letras
H.J.B.D.. Posteriormente, el Ministerio de Correos y Telégrafos le otorgó la
licencia, según resolución 4526 del 14 de diciembre de 1951, cuando se
constituyó en la sociedad de responsabilidad limitada, Radio Guaimaral Limitada
cuyos socios fueron Puyana Menéndez y Ramírez París, bajo la gerencia de Carlos
Ramírez París su promotor y gestor. Supongo, a juzgar por la información
consignada en la documentación original que parte de la financiación inicial la
aportaron los Puyana de Bucaramanga toda vez que las escrituras de conformación
de la sociedad se corrieron en esa ciudad, específicamente en la Notaría
Segunda y el documento notarial quedó marcado con el número 2.794 del 3 de
diciembre de 1951. Ya para entonces contaba con oficinas y planta de transmisión
propios, esta última, si mal no recuerdo, estaba localizada sobre la antigua
carretera a San Antonio. La pauta publicitaria se hacía a través de los
conocidos ‘anuncios C.R.P.’ y se promocionaba con el eslogan ‘Calidad
Radiofónica Probada’.
Radio Guaimaral fue posicionándose como la emisora de
mayor preferencia en la ciudad, por encima de las dos existentes, La Voz de
Cúcuta y Radio Victoria y por tal razón, los esfuerzos de sus propietarios se
vieron recompensados a tal punto que muy pronto pensaron en ampliar sus
servicios y proponerle a la ciudadanía otros productos que para la época eran
novedosos, tales como las transmisiones directas o remotas mediante la
participación de las llamadas unidades móviles, que por comodidad oral le habían puesto el nombre de transmóviles.
Estos ya eran utilizados en las grandes capitales,
donde la radio había penetrado con bastante éxito, especialmente en Bogotá y
Medellín, pero un punto de mayor impacto había sido la transmisión que ya casi
cumplía un año del evento que originó una de las mayores sintonías en el país,
la primera Vuelta Ciclística a Colombia. El popular ‘Trompoloco’ como le decían
al gerente, propietario, locutor y hombre orquesta de la ‘chica para grandes
cosas’, además de entusiasta deportista, sabía cuáles eran los intereses de los
oyentes y cuáles sus preferencias y por eso no dudó en ampliar sus servicios
cubriendo todos los eventos posibles pero principalmente los deportivos.
Emprendió entonces la tarea de conseguir la autorización para que le permitieran
operar una unidad móvil y así fue como el Ministerio de Comunicaciones le
otorgó una licencia especial de operación de un ‘transmovil’ que transmitiría
en la frecuencia de 3.290 kilociclos con la ventaja que podría realizar
operaciones a nivel nacional. Claro que en ese momento las cosas no eran tan
fáciles puesto que no contaban con las facilidades de hoy, pues la difusión
debía realizarse mediante el uso de las líneas telefónicas, así que podíamos
decir que la maniobra no era propiamente móvil sino fija ya debía contar con
una conexión telefónica para enviar la señal o la información a sus respectivas
estaciones y de allí radiarlas a sus oyentes.
La idea adquirir la unidad móvil le surgió a C.R.P. a
raíz de la transmisión que la Voz de Colombia realizara de campeonato amateur
de baloncesto que se escenificó en esta ciudad y cuya transmisión y cubrimiento
resultara ‘perfecta’ al decir de los entendidos. Aunque la operación no se
realizó desde el transmovil de la Voz de Colombia, ésta si desplazó una unidad
móvil con todos los implementos necesarios para efectuar la transmisión, lo
cual le dio la idea a Carlos Ramírez París de plantear la introducción de ese
nuevo elemento que iría a revolucionar las actividades de la radio no solo en
la ciudad sino en todo el país. El ministerio le otorgó la licencia distinguida
con el número 3456 del 6 de noviembre de 1952 y a partir de ese momento comenzó
para la emisora local una nueva etapa que fuera denominada como la
radiodifusora inolvidable.
Era tal el entusiasmo por el nuevo ‘juguete’, que lo
primero que pensó en realizar, fue la transmisión, desde Neiva, del campeonato
de baloncesto que tradicionalmente se efectuaba durante los primeros días del
mes de diciembre, lo cual finalmente no se llevó a cabo, en buena parte por los
costos tan elevados que conllevaba desplazar el transmovil hasta esa población,
en momentos en que no habían realmente carreteras sino verdaderos caminos de
herraduras, como había podido comprobarse durante la pasada competencia ciclística
que le dio la vuelta al país.
Sin embargo, la unidad móvil no se quedó quieta; la
primera transmisión se generó desde el mismísimo estadio; no era el General
Santander como lo veníamos conociendo, pero allí se cumplían unos encuentros
futboleros que incluían la presencia de equipos extranjeros, particularmente
del sur del continente, todos ellos con pergaminos que no podían desconocerse y
que invitaban a presenciar, situación que no podía desaprovechar quien veía las
oportunidades pues de inmediato trasladaba su equipo, como sucedería en las dos
siguientes ocasiones cuando decidió realizar emisiones desde ‘La Casita’. La
verdad es que no he podido descifrar la razón de estas transmisiones, así que
invito a mi audiencia que nos ilustre sobre los motivos que rodearon estas
actividades. La cuarta transmisión fue una acción social desarrollada en la
Caja de Ahorros que quedaba en la calle novena entre cuarta y quinta que
posteriormente fue absorbida por la Caja Agraria.
La verdadera prueba de fuego para la unidad móvil
debía ser, de verdad, fuera de la ciudad y en un evento que suscitara el
interés de los radioescuchas y que además permitiera conciliar los costos que
generaba el desplazamiento no solamente físico de la unidad sino de todos los
componentes personales que la debían acompañar y eso se dio con ocasión de la
conmemoración del cincuentenario de la firma del Tratado de Paz que dio por terminada la Guerra de los Mil
Días y que se firmó en la ciudad de Chinácota el 21 de noviembre de 1902.
El día de la conmemoración de los cincuenta años de la
firma del tratado que puso fin a la última gran guerra civil de Colombia, fue
propicio para inaugurar el equipo que venía realizando pequeños trabajos en la
ciudad, pero ahora se le presentaba la circunstancia adecuada para demostrar,
no solamente el beneficio que tenía ser propietario de un equipo de esa
categoría sino demostrar el poderío que quería expresar mediante acciones como
esa de divulgación de eventos culturales y sociales que eran precisos divulgar
para el bien y el conocimiento de toda la nación.
Recopilado
por: Gastón Bermúdez V.

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