Orlando Carvajal
Los urbanistas
locales han proyectado una ciudad moderna a la que solo le falta ajustar
algunos detalles en materia de servicios y de vías para hacerla sostenible.
No cabe duda que Cúcuta tiene todos los atributos para
convertirse en el corto plazo en un buen vividero, con todas las ventajas y
condiciones de una verdadera metrópoli.
El hecho de ser la sexta ciudad más poblada del país,
según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), con
637.000 habitantes, y de ser la frontera de Colombia más movida en lo comercial
y en población, la convierten también en un atractivo codiciado para propios y
extraños.
Encantadora para unos y amañadora para otros, la
capital de Norte de Santander es también una ciudad convulsiva y con unas
diferencias abismales entre lo deseado y lo inaceptado, dice el historiador y
antropólogo, Alberto Acuña Cordero.
Y claro, para este experto conocedor de la
idiosincrasia y de las costumbres cucuteñas, esto se debe a las condiciones
atípicas en las que le ha tocado evolucionar a Cúcuta, “una ciudad que, al
igual que muchas de su tamaño en el país, creció al mismo ritmo que le marcaron
las crisis sociales que se conocen, como la Guerra de los Mil Días (1899), la violencia
entre liberales y conservadores (1945-1950), la aparición de las guerrillas
(1960) y la incursión de paramilitares (1989) y de bandas criminales (2006)”,
asegura Acuña Cordero.
Pero además de esto, a Cúcuta la marcó el mito de ser
frontera, “y este solo hecho, más que las guerras y las guerrillas, y que las
bandas criminales, fue la causa del desorden poblacional en que todavía se
debate la ciudad, dice el historiador y antropólogo.
En el reciente foro urbano regional de hábitat y
ciudad que tuvo lugar en Cúcuta con invitados de Naciones Unidas,
investigadores y urbanistas de Venezuela y Colombia, y expertos en suelos, una
conclusión que llamó poderosamente la atención de los invitados de afuera fue
el avance que ha tenido Cúcuta de cara a convertirse en una ciudad sostenible,
aún en medio de todos los avatares antes
mencionados.
Y no hay que hablar solo de los movimientos sociales
que influyeron en la conformación de la ciudad, también hay que resaltar el
talento que han tenido los urbanistas locales para superar los problemas de una
ciudad atravesada por tres grandes fallas sísmicas y de un territorio soportado
en arcillas expansivas que hacen riesgoso el suelo para cualquier cosa, dijo
Guido Arturo Berte, docente investigador del centro de estudio de frontera de
la universidad de Los Andes.
Para el científico venezolano, es un hecho que todo lo
que ocurra en la frontera, en cualquier dimensión que se produzca, tiene
impacto en los dos países.
Se refiere Berte a la explosión que han producido las
invasiones de tierras en el corredor limítrofe, y al boom generado por el bajo
precio de la moneda venezolana frente al peso colombiano, lo cual ha ido de la
mano con el comercio informal.
“Todo esto, en definitiva, va produciendo
prospectivamente deterioro en calidad de vida, en desarrollo humano tanto en
Colombia como en Venezuela”, sostiene el docente investigador.
¿Pero en qué pasos andan las autoridades para avanzar
en el propósito de que Cúcuta sea una ciudad sostenible, con calidad de vida
para sus habitantes, con servicios óptimos y continuos, con políticas claras
frente al medio ambiente, aire, urbanismo, entre otros indicadores?
La misión no ha sido nada fácil, sostiene el alcalde
Donamaris Ramírez Lobo, uno de los artífices de que se cumpla la meta en la que
ya trabajan ciudades como Bucaramanga, Pereira, Manizales, Barranquilla y
Montería.
Uno de los cuellos de botella al que nos enfrentamos
es la problemática de ilegalidad de los asentamientos en todos los puntos
cardinales de Cúcuta, dice el gobernante local.
Una ciudad en la que más del 60 por ciento de sus
barrios fueron producto de invasiones de terrenos privados, donde cada día
llegan en promedio 15 familias desplazadas, en la que el desempleo es uno de
los más altos del país y en la que la informalidad tiene crucificada la
economía, es apenas lógico que casi todo esté por hacer, dice Ramírez Lobo.
No obstante estos impactos sociales, la Ruta Hábitat
de Naciones Unidas ha sido fiel testigo de los esfuerzos que se hacen en Cúcuta
para superarlos.
Si bien es cierto que esta administración ha hecho con
el Gobierno Nacional una gran inversión en vivienda con $170.000; en salud
gratuita otros $162.000 millones, y $190.000 millones para educar a 114 mil
niños, niñas y adolescentes, “aún necesitamos de diversas estrategias que
contribuyan a la solución de la problemática de desorden en las tierras”,
sostiene el gobernante municipal.
Mauricio Ballesteros, cree que algo para destacar es
el proceso de titulación de barrios y de predios, con más de 22 mil procesos
programados para este año.
Pero además de esto, a la gestión que está en marcha
para determinar la sismicidad de Cúcuta, con miras a saber qué clase de suelos
tiene y hacia dónde se puede dirigir la inversión en materia de urbanismo, dijo
el asesor de ONU Hábitat.
Sin embargo, pese a estas problemáticas, Cúcuta tiene
buenas experiencias en legalización de terrenos y en construcción. Por ello en
el diagnóstico que se realiza de Cúcuta esas serán dos de las fortalezas con
las que se aspira a realizar sinergias con otras ciudades del mundo, con miras
a intercambiar experiencias para buscar soluciones, dice Ballesteros.
“Tenemos que encontrar ciudades en el mundo con
soluciones para superar la problemática de las arcillas expansivas de Cúcuta,
de la inestabilidad de sus suelos”, agrega el asesor de ONU Hábitat.
Para cuando eso suceda, el alcalde Ramírez Lobo es
consciente de que hay que seguir trabajando en procura de lograr una ciudad
sostenible en el corto plazo. “Nos propusimos reemplazar las 145.000 bombillas
de sodio del alumbrado público por otras de luz blanca o luz LED, y aspiramos a
cumplir en lo que resta de la administración”.
Las ventajas de ser sostenible
Cúcuta está inscrita para calificar en el programa de
Ciudad Sostenible que tiene el Banco Interamericano de Desarrollo y que en
Colombia coordina Findeter.
Según el alcalde Donamaris Ramírez Lobo, alcanzar ese
escalón es en lo que se trabaja en estos momentos y una vez se adquiera la
ciudad recibirá muchos beneficios de la banca internacional, “porque tendremos
la oportunidad de presentar proyectos de nuestro plan de gobierno para que sean
financiados, entre otros, en los sectores de medio ambiente, vías y educación”.
La ciudad tiene que cumplir unos requisitos y los
mismos tienen que ver con crecimiento poblacional, en el plano fiscal, vial y
de servicios en los que ya se trabaja, dijo el Alcalde.
Invasiones crearon más de media ciudad
El director de Planeación Municipal, Jorge Joya,
señaló que Cúcuta desde su creación ha sido una ciudad de inmigrantes, de
oportunidades, dadas sus condiciones de ciudad comercial y de frontera.
Todo esto –dijo- se convirtió con el paso de los años
en un drama social para la gente que llegó y la que se encontraba viviendo
aquí, dadas las invasiones de tierras que se produjeron.
Joya explicó que las invasiones de terrenos es un
problema delicado y se está trabajando con la Policía para frenarlo
definitivamente. Aseguró que el 70 por ciento de la población está en los
estratos uno y dos. Por ejemplo, la gran mayoría de Atalaya se formó por
invasiones, y muchos barrios del Llano y la ciudadela La Libertad, también.
Recopilado
por: Gastón Bermúdez V.
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