Gerardo Raynaud
Poca importancia se le da,
tradicionalmente, a las investigaciones que se realizan en la región.
Ahora que se incentiva y se
promueve la experimentación a todos los niveles, buscando la mejora de los
niveles de vida y bienestar de la población, especialmente en el ramo de la
medicina, recuerdo con cierta nostalgia las propuestas que realizaran en una
afamada clínica de Cúcuta, a mediados del siglo pasado, para paliar las
novedosas enfermedades que aparecían, ahora con más frecuencia que antes.
Encontré en mis pesquisas
bibliográficas, un documento que hoy sería de actualidad, un informe médico
científico escrito por un médico cucuteño que en alguna oportunidad se destacó
por sus habilidades de líder, pero que infortunadamente y por los azares de la
vida, sus actuaciones le produjeron más descalabros y dolores de cabeza que
satisfacciones, hablo en lo político, pues como profesional de la medicina tuvo
un éxito relativo, especialmente cuando incursionó en el campo de la curación
del cáncer.
Por su fuerte carácter y
recia personalidad se ganó más enemigos que pacientes por sus acertados
diagnósticos, como lo pueden sostener muchos a quienes sus atinados
tratamientos lograron la cura definitiva de sus males.
Precisamente, en alguna
crónica anterior, hice mención de unos casos y por ello recibí un correo de una
persona que me pedía su dirección, pues lo requería para su consulta, toda vez
que en el pasado había curado de un mal similar a una parienta suya.
Como tengo entendido que este
médico aun está vivo y que tiene una clínica oncológica en Bogotá, esa fue mi
respuesta.
Se trata del médico Miguel
Roberto Gélvis Sáenz, otrora líder de las huestes liberales de la ciudad,
propietario de la clínica que llevaba su nombre, como lo atestigua el aviso de
prensa que acompaña esta crónica.
Pues bien, en 1960 publicó un
artículo científico, el cual trataré de resumir para que pueda conocerse su
teoría acerca de las causas de ciertos tipos de cáncer y compararlo con las teorías del premio nobel
de medicina, Harald zur Hausen, quien con sus descubrimientos logró establecer
una fórmula que permitiera elaborar, la tan mencionada vacuna contra el
papiloma humano, causante del cáncer de
cuello uterino.
Incluso, el mismo título del
artículo científico orienta al lector, como si fuese escrito hoy, en la
temática tratada.
El artículo del doctor Gélvis
se denomina “El cáncer y los virus” y
tratando de sintetizar y poner en lenguaje común sus explicaciones pasaré a
contarles lo que dice y aquí voy a citar textualmente al autor:
”No pasa semana sin que nos informen que los científicos han descubierto
el virus del cáncer.
Los escritores médicos se han declarado fervorosos
seguidores de Warburg, en su mutación celular por anexia, sin explicarse cómo
el virus causal del cáncer al ser inoculado hace que las células sanas se
transformen en células cancerosas.
Está demostrado que tanto en la leucemia, como en los
demás cánceres, son las propias células del organismo que se convierten en
verdaderos parásitos, son ellas las que van a colonizar a distancia por vía
sanguínea o linfática y terminar por matar el organismo, si un tratamiento no
los destruye.
La célula cancerosa una vez que aparece en un organismo,
conserva indefinidamente todas sus propiedades; es un nuevo ser biológico que
transmite a sus descendientes todas sus características, como lo prueban las
metástasis, los injertos y los cultivos de células cancerosas.
Así, si una célula cancerosa hepática, por metástasis
va al cerebro, allí hace una colonia de células cancerosas hepáticas; si se
logra hacer un injerto en un animal receptivo, el tumor que en él se
desarrolla, será de células cancerosas hepáticas y si se cultivan en un tubo de
ensayo, continuarán siendo células cancerosas hepáticas…
Nunca se ha visto que de un cultivo de microbios o de
virus salgan células cancerosas y si está demostrado, desde 1908, la
cancerización de células normales en cultivos, mediante muchos procedimientos,
pero siempre las células que en cultivos se cancerizan son las del sistema
retículo-endotelial, o sea, los fagocitos.
Zinder y Linderberg han pensado que los virus producen
cáncer por fecundación de una célula de un organismo con un virus, cosa no
solamente imposible biológicamente porque son células que pertenecen a
distintas especies y no tienen el mismo número de cromosomas, sino también
porque la célula cancerosa no tiene ninguna de las características de los
virus.
Desde Pasteur quedó demostrado que la generación
espontánea no existe, que todo ser viviente nace de progenitores de la misma
especie.
Si en un organismo aparecen células cancerosas lo
lógico es buscar sus progenitores; si biológicamente no se puede aceptar la
fecundación virus-célula, si está dentro de lo posible la fecundación de dos
células del organismo en lo interior de un tejido, fecundación tan solo posible
entre un fagocito y una célula hija.
El cáncer es la suma de las propiedades de los
fagocitos y de una célula hija… no se puede negar la influencia de ciertos
virus …”
Termina el artículo,
indicando que si sus puntos de vista sobre el origen del cáncer son ciertos,
entonces explica el fenómeno de la siguiente manera:
“el cáncer es la fecundación de un fagocito por una célula fagocitada
del mismo organismo cuyo núcleo no pudo digerir por carencia de
desoxiribonucleasa o de sus activadores los iones magnesio-calcio.
Cada virus está formado por un núcleo (ácido
desoxiribonucleico) ‘hoy conocido como ADN’ envuelto en una delgada película de protoplasma, son seres vivos, como
lo prueba la proliferación exuberante, necesita vivir y reproducirse en el
interior de una célula viva y tiene una marcada predilección por determinadas
células de un organismo.
El organismo parasitado por virus se defiende ellos
con los fagocitos por medio de su poder digestivo (la desoxiribonucleasa)
empobreciéndolo en los elementos y explicando a continuación el efecto
cancerígeno de los virus, además todo ser viviente elabora sus propias defensas
y por ello, tanto los virus como los cánceres liberan en los organismos
parasitados la acción de la desoxiribonucleasa como se puede comprobar en el
laboratorio.” Y remata, “… solo podemos considerar los virus como uno de tantos factores
cancerígenos.”
Ahora bien, veamos cuáles
fueron las investigaciones de Harald zur hause para obtener el nobel de
medicina; se enfocó básicamente en el cáncer de cuello uterino y se basó en la hipótesis que el virus del
papiloma humano (VPH) estaba relacionado directamente, pues ‘integraba material
genético al de las células del útero y las transformaba en cancerosas’ y lo que
encontró fue simplemente un cierto tipo del ADN del VPH camuflado entre el de
las células cancerosas y desde entonces, se han dado pasos importantes en la comprensión de este tipo de
cáncer y de los factores que predisponen
a las infecciones y a la permanencia prolongada de los virus en las células y
su cometido en los mecanismos de malignización.
Juzguen ustedes las
coincidencias y concluyan si nuestro famoso doctor tenía razón en sus
argumentaciones relacionadas con la cura del cáncer y del éxito, relativo, que
tuvo en su clínica y de porqué lo llamaban ‘el mago’.
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