Gerardo
Raynaud
Mercado de la Sexta. Avenida 6a. con calle 6a
El año 1955 no fue un año de grandes acontecimientos
en la ciudad. Además de los tradicionales eventos que por entonces se llevaban
a cabo, no se visualizaron actividades que merecieran destacarse, salvo algunas
que voy a narrarles y que espero rememoren vivencias y nos trasporten a
escenarios que fueron lugar común de nuestros recuerdos y nuestras
remembranzas.
Tal vez el hecho más significativo en la vida ciudadana fue la apertura del nuevo mercado público. Ya habían transcurrido más de seis años desde el incendio del mercado central y los involucrados en las acciones para recuperar ese espacio no habían podido llegar a ningún acuerdo.
Después de todos los percances sufridos y de las
discusiones, principalmente con los comerciantes y la disparidad de criterios
en torno a la construcción y a su ubicación, se logró un acuerdo que puso fin
al conflicto y le dio luz verde al proyecto del nuevo mercado, que sería
edificado en los lotes ubicados en la intersección de la calle 6 y la avenida
6, razón por la cual se le denominó ‘La Sexta’.
La dedicación y el fervor que le puso tanto el gerente
de las Empresas Municipales, don Domingo Pérez Hernández, como el alcalde de
entonces, el doctor José Luis Acero Jordán, hicieron realidad el anhelo de
todos los cucuteños al dar al servicio las instalaciones de la nueva plaza de
mercado.
Fue así, como el día en el que antes se celebraba el
descubrimiento de América, que oficialmente, la Junta Administradora de las
Empresas Municipales de Cúcuta, inaugurara y diera al servicio la nueva plaza
de mercado.
Era miércoles, así que a pesar de las expectativas, la
afluencia de público no fue la que se esperaba, pero días más tarde, cuando se
tuvo pleno conocimiento de las obras, la concurrencia de compradores, de ambos
lados de la frontera, pero especialmente la de los vecinos, no se hizo esperar,
al punto que transcurridos solo pocas semanas, las Empresas, como se les
llamaba entonces a la encargada de su administración, le propuso al
alcalde empezar a proyectar su ampliación, para lo cual sería necesario
expropiar los terrenos circundantes, razón por la que se dictó, a comienzos del
año siguiente, el decreto correspondiente, que en sus considerandos indicaba
que se trataba de una necesidad indispensable para el desarrollo de la ciudad.
Como el año comenzaba a expirar, los personajes que gozaban de mención repetida eran dos, que tal como hoy, continúan siendo los mismos.
Dos son los eventos que se repiten año tras año por
esta época, el reinado nacional de Cartagena y los graduandos de los colegios,
hoy venidos a menos por el desplazamiento que de los mismos hacen, los de las
universidades.
En esos años, que algunos llaman “de la pera”,
graduarse de bachiller era todo un acontecimiento.
Como no habían universidades en la ciudad, los pocos
profesionales que se titulaban lo hacían en la capital o en las principales de
provincia o los más afortunados en el exterior, así que las fiestas y agasajos
eran bastante más reducidos y elitistas.
En cambio, los bachilleres eran todo un
acontecimiento, por eso hoy haremos un repaso de algunos de esos, tan
recordados sucesos.
Comencemos por recordar que entonces no existían las Pruebas de Estado, esas que conocemos como las pruebas ICFES, sino que los exámenes finales de los estudiantes de sexto de bachillerato se realizaban en espacio abierto, generalmente fuera de las aulas de clase tradicionales y en presencia de los delegados del Ministerio de Educación.
Así funcionaba en todos los colegios de Colombia.
Tampoco eran muchos los colegios ni estaban en todos los municipios.
En el Norte de Santander, baste decir que en el año 55
se graduaron, en todo el departamento 150 bachilleres; cuando eso, los colegios
de bachillerato estaban distribuidos en las tres principales ciudades, Cúcuta,
Ocaña y Pamplona.
Grandes expectativas tenían los estudiantes que se
graduaban, pues se había planteado a nivel oficial, que se abrirían dos
facultades en la nueva Universidad Técnica de Pamplona, a mediados del año
siguiente, evento que finalmente no sucedió y que sólo a finales de 1960 se
propició la fundación de la Universidad de Pamplona.
Pero veamos quienes fueron los bachilleres más
promocionados a finales de noviembre del 55.
El colegio que más aportaba a la región era, sin duda,
el Sagrado Corazón de Jesús y en esa promoción, el estudiante que más se
destacó fue el reconocido José Neira Rey, quien ya comenzaba a mostrar sus
dotes y cualidades de líder; fue el encargado de pronunciar el discurso de
despedida y desde entonces lo vemos, escuchamos y leemos en sus columnas,
siempre en la dura brega de convencer a la opinión pública local y regional,
sobre las necesidades de unión y de progreso que tanta falta hace para salir de
los profundos atolladeros en que nos encontramos.
También recibía su diploma, en el mismo colegio, el ex
alcalde José Gélvez Albarracín.
La ceremonia se desarrolló en el recientemente
inaugurado Teatro Zulima, pues anteriormente las graduaciones se realizaban en
el patio central de la Quinta Teresa.
Otra familia que hizo fiesta prolongada fue la de don
Dióscoro Méndez God, pues recibieron su diploma Ofelia y Colombia Méndez
Contreras y tal como lo ameritaba la ocasión, el festejo se realizó por todo lo
alto.
En su lujosa casa de habitación, homenajearon a las
futuras profesionales, el gobernador Gonzalo Rivera Laguado, la señorita Norte
de Santander, Marthica Canal Marciales, quien recién regresaba de su
participación en el Reinado de Cartagena, el maestro Pablo Tarazona Prada que
aprovechando la oportunidad le dedicó, con su Orquesta Sinfónica una bella
serenata y lo más granado de la sociedad local.
Por el lado del colegio Nariño, recibía su cartón de
bachiller, el joven Luis Vicente Serrano Silva, otro personaje que supo
destacarse desde su temprana juventud, al punto que los examinadores le
felicitaron por su destacada agilidad mental en el momento de presentar las
pruebas que lo acreditaban en sus estudios. Fue su compañero de promoción, el
joven José Antonio Ardila.
Y para terminar el ciclo escolar, en la evaluación que cada año realizaba la Secretaría de Educación Departamental, se preveían serias dificultades para el próximo año, en cuanto a la cobertura que debía tener el departamento para poder garantizar los estudios a los bachilleres que se esperaba se duplicara en número y por esa razón, las peticiones de apoyo y de recursos para la ampliación de los planteles realizada por el gobernador Rivera Laguado a su paisano Ministro de Educación, Pabón Núñez fueron reiteradas, la mayoría de ellas con buenos resultados para beneficio de todos los estudiantes, pero en especial, los de la provincia de Ocaña, donde recibieron las mayores contribuciones.
Siguiendo nuestro recorrido por el 55, vamos a mencionar algunos de los personajes que más se hicieron notar por esos días.
Empezaremos pues, por comentarles de un merecido homenaje que le fue rendido al hermano cristiano Arturo Monier, de quien se sabe introdujo el juego del baloncesto a la América del Sur a comienzos del siglo pasado.
El sábado 14 de noviembre, la juventud estudiantil y
deportista, así como los nortesantandereanos de todas las edades y categorías,
le rindieron en Pamplona, un espléndido y justísimo homenaje, por su obra
educacionista de muchos años y por haber promovido el deporte de la canasta,
que tanto ha contribuido al desarrollo físico de las generaciones que se
levantan y que nos ha proporcionado tantas glorias y satisfacciones.
La simpatía que lo caracterizaba y las múltiples excelencias que adornaban su personalidad, lo hicieron acreedor a ese reconocimiento, pero también a la gratitud de todos aquellos que se beneficiaron de sus enseñanzas y que disfrutaron del beneficio de su amistad, siempre cordial, franca, sincera y estimulante.
Personalmente tuve el honor de conocerlo, como amigo
de la familia, pero también como profesor en el Sagrado Corazón, donde dictaba
el curso de matemáticas en los cursos intermedios de bachillerato.
Tenía una metodología muy particular de instruir, poco
utilizada entonces por los maestros de la época y que ahora vengo a saber que
aplicaba el llamado método deductivo.
Aunque estuvo durante muchos años en el Colegio
Provincial de Pamplona, también fue docente y directivo en los principales
colegios de la comunidad de los hermanos lasallistas; en el Instituto La Salle
de Bogotá, el Dámaso Zapata de Bucaramanga y el Sagrado Corazón de Jesús de
Cúcuta.
El siguiente personaje, que por esos días hacía furor en las artes, era nadie menos que la niña Margarita Acevedo.
Por esos días tendría unos escasos diez años y ya era
considerada una artista, una artista del sentimiento, de la emotividad creadora
y del perfil estético, según los reconocidos críticos de la época, quienes no
ahorraban calificativos para adornar su bella personalidad, decían que todo
indicaba superación espiritual, sentido pleno de la belleza y la delicadeza.
Las crónicas culturales no eran menos elogiosas y
merecidas, Margarita ama la melodía, el verso, un paisaje, una flor decían,
pero así como su ser vibraba con una canción, toda esa expresión espiritual se
agiganta y cobra forma renovada cuando Margarita danza.
Y luego de tan elogiosas expresiones, la premonición cumplida:
“ya se
presiente que la niña que hoy baila, a la gran intérprete de mañana.”
Remata la poética crónica con estas palabras:
”la música
inmortal de los grandes maestros seguirá impulsando su afición y la técnica del
saber dará a sus aptitudes gráciles la perfección anhelada. Entonces habrá
llegado el momento de la consagración artística de Margarita, la niña que llegó
a estos valles cucuteños entre cantos de ondinas y arrullada por la inconsútil
voz de la reina de las hadas.”
Eran las presentaciones que se hacían cuando se acercaban
las fiestas de navidad y fin de año, para destacar lo más apreciable sucedido
durante el año que terminaba.
Nuestro siguiente personaje, destacado en el campo de las letras, era la inolvidable artista de las letras, Ofelia Villamizar Buitrago.
Se decía por entonces, que el departamento se
enorgullecía de tener un ramillete de poetisas que han descollado por su
inspiración, por la belleza de su concepción literaria, por la facilidad para
plasmar en versos delicados y exquisitos, los más variados y difíciles temas.
Ese manojo de hermosas artistas no eran otras que
Josefa Andrade Berti, María Teresa Blanco, Ana María Vega Rangel, más conocida
por su pseudónimo artístico de Alma Luz y Ofelia Villamizar.
En el año en mención era una joven reconocida por su bagaje intelectual de ensueños en su mente y un jardín de delicados sentimientos en el corazón.
Hacía poco tiempo se le había descubierto la vena
poética al ganar el primer premio nacional de poesía en Zipaquirá, con el poema
Mater Admirabilis y al año siguiente, 1956, su poema Torcoroma, ganaría el
primer premio en los Juegos Florales de Cúcuta.
La conocí cuando era directora de la Biblioteca
Pública Julio Pérez Ferrero, entonces frente al parque Nacional, por la calle
novena, oficio en el que estuvo por unos quince años, hasta el momento de su
retiro y aunque murió en el 91, el recuerdo de su obra literaria permanece
vigente en el pensamiento de todos nosotros.
Ya para terminar, uno de los hechos más relevantes en la vida que fue de la ciudad, el recibimiento de la candidata del año al reinado nacional de la belleza en Cartagena.
En esta ocasión, le correspondió a la hermosa Martha
Canal Marciales, Marthica Primera, como era la usanza de la época.
Luego de una decorosa participación, como han sido
todas, regresaba con su paquete de recuerdos y aquí se armaba la fiesta con la
misma intensidad como si hubiera obtenido la corona.
El patrocinador era nada menos que la prestigiosa embotelladora de gaseosas KIST, quienes se encargaban de todas las actividades que tuviera que realizar la reina nortesantandereana, en su territorio y en otros, cuando se la requería.
Su recepción a la llegada al aeropuerto de Cazadero,
en el DC-3 de Avianca que la trajo de vuelta de la ciudad amurallada, estuvo
acompañada de las altas autoridades nacionales, departamentales y municipales,
así como numerosas damas y caballeros de nuestra sociedad que se deshacían en
ovaciones y aplausos a medida que la caravana avanzaba por las calles de la
ciudad.
El desfile estuvo encabezado por el alcalde José Luis Acero Jordán y el secretario de Gobierno departamental Raúl Téllez Villamizar.
La reina, en el auto convertible de Juan E. Martínez,
propietario del Salón Astoria, saludaba a diestra y siniestra a todos quienes
la veían y la empresa patrocinante aprovechaba para repartir muestras de su
producto, paseo que culminó a la entrada de la casa real veraniega en La
Rinconada.
Por la noche, un grupo de jóvenes de la sociedad local
le ofreció una animada serenata con baile que le prolongó hasta la medianoche,
pues a la mañana siguiente tenía el compromiso, con su corte de acompañantes,
de inaugurar los actos protocolarios de la IV Feria Exposición Agropecuaria, de
la cual, ella como auténtica representante del gremio, se había comprometido a
animar.
El show central fue el desfile automovilístico
organizado por el Automóvil Club de Cúcuta, con 30 jeeps último modelo, cedidos
por la firma Leonidas Lara y Cía. y conducidos por igual número de lindas
jovencitas.
Pero lo que más causó hilaridad en los círculos sociales de la ciudad, fue la declaración de la Señorita Bogotá, Lily Escobar Restrepo, quien provechándose del impacto que produjo la presencia del pajecito negro que acompañó a Martha hasta Cúcuta, dijo:
‘fue a mi
quien el negrito acompañó durante todo el reinado y me sirvió de paje
durante el desfile de carrozas y los demás eventos del reinado’.
Buenas noches, estoy buscando textos de la poetisa cucuteña Alma Luz, pero no encuentro en la red, podría ud ayudarme? muchas gracias
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